MEDELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 5    NO 46   JULIO DEL AÑO 2002    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co






 

El fardo de la privatización
en el sector salud
Olga Lucia Muños López Periodista, Medellín

Cuando con las mejores intenciones del mundo y algunos sustentos económicos que aparecían como muy viables a comienzos de los años 90, se instituyó la Ley 100 de Seguridad Social en Colombia, uno de los más fuertes argumentos era el desmonte del monopolio público en el área de la salud, para abrir campo a todas las bondades prometidas desde los diferentes rincones del mundo, de la competencia privada.
No en balde, al definir el servicio público esencial de la seguridad social, se acogieron como principios generales de su prestación, la eficiencia, la universalidad, la solidaridad, la integridad, la unidad y la participación, a la espera de que la llegada de nuevos actores del sector privado, contribuyeran con su gestión al logro de las metas de ampliación de cobertura, facilidad del acceso y mejoramiento de la calidad.
Para el caso del principio de eficiencia, éste fue definido como la mejor utilización de los recursos administrativos, técnicos y financieros disponibles para los beneficios a que da derecho la seguridad social sean prestados en forma adecuada, oportuna y suficiente. Cuando estamos a un poco más de 12 meses de cumplirse 10 años del establecimiento de la Ley 100, se han tomado muchas lecciones del funcionamiento del sistema, que de todas formas, implican que existen cuestiones fundamentales pendientes de revaluación e inclusive de nueva reforma.
Al parecer, se ha reconocido en forma unánime que la existencia de entidades privadas y del sector solidario de la economía en abierta competencia con las tradicionales entidades públicas, generó un notorio dinamismo en las afiliaciones y el reconocimiento de las prestaciones contenidas en la Ley. Sin embargo, habría que entrar a sopesar ese aumento de cobertura, porque buena parte del crecimiento de las entidades privadas se dio con base en la promoción de la desafiliación de las entidades públicas, más que en la promoción de un mejor servicio, como estaba planteado.
Hasta los más escépticos no podrían dejar de reconocer que la apertura del mercado en el sector de la salud, ha estimulado la competencia desde el sector público, que ha procurado mejorar servicios para mantener sus afiliados y aumentarlos en la medida de lo posible, en una actitud defensiva de lo público ante lo privado.
Sin embargo, estamos aún distantes de ver convertidos en realidad muchos de los objetivos que planteaba la Ley 100, como el cumplimiento de los sueños y del respeto a los derechos básicos y esenciales de los colombianos, frente a las contingencias que depara el estar vivo en materia de salud, trabajo, seguridad económica para la vejez y riesgos de incapacidad.
Quedan aún por cumplir muchas de esas promesas de ríos de leche y miel, que si bien han calado en el ámbito internacional hasta exaltar a nuestro modelo de salud como digno de reconocimiento e imitación en el mundo, todavía muestran grandes vacíos, especialmente en los aspectos de cobertura, acceso y calidad.
Queda igualmente pendiente, la participación de la comunidad en los municipios y los departamentos del país, para asumir el papel activo que le fue asignado dentro de la Ley 100, como promotor, veedor y fiscalizador de las actuaciones de las autoridades de salud, con miras a estimular esas autoridades a cumplir las disposiciones legales que protegen los derechos de los ciudadanos en los tres ámbitos de la seguridad social.
La construcción del sistema de salud en la mayor parte de los países del mundo ha tomado como mínimo un espacio de 15 años en su implementación y en Colombia continuamos en el proceso, reclamando en el mismo la participación activa y colectiva de los académicos, las organizaciones sociales, políticas y las entidades públicas y privadas de todo orden, pero a las entidades privadas por su carácter de tener ánimo de lucro, se les pide racionalidad en la conquista de los mercados y competencia leal, siempre en aras de tener un mejor sistema y no simplemente unas utilidades derivadas de la salud convertida en un negocio más.
La Ley 100 es una herramienta de construcción de una mejor sociedad y por ello su aplicación debe tener siempre ese norte en beneficio de todos y no de unos pocos que se han hecho dueños de los medios de producción dentro del sector de la salud.

La irrupción de la privatización
Según el director del Centro de Ciencias Económicas de la Universidad de Antioquia, Jairo Humberto Restrepo Zea, la privatización hace parte de una de las tendencias que desde hace unas dos o tres décadas vienen caracterizando al mundo en todos los órdenes, en tanto se ha venido desmontando el llamado Estado de bienestar, y aspectos como la descentralización, la desrregularización, hacen parte ahora de ese conjunto de tendencias.
Para precisarla conceptualmente, hay al menos dos maneras de aplicar la privatización: una es desde el lado de la demanda o del gasto, en tanto se privatiza la manera como se compran los bienes y servicios; aquí estamos pasando entonces en el mundo, de una época en la cual el Estado a través de los impuestos generales, compraba los bienes y servicios que demandaba la sociedad: salud, educación, etc, etc. El impulso del cambio, presiona ahora el presupuesto de las familias para que ellas compren o ayuden a comprar directamente esos bienes y servicios; de esta forma, un primer aspecto sobre este tema en Colombia, sería el que todavía no hay una información muy clara sobre la forma en que se ha recompuesto el gasto de salud; es decir, no se sabe a ciencia cierta si las familias están gastando más recursos en forma directa en salud o si ellas incrementaron su esfuerzo en la cotización. Queda por saber sobre todo, según los diferentes niveles de ingresos, si algunos están haciendo más esfuerzos que otros. Por ejemplo, se dice que los copagos y las cuotas moderadoras, en muchos casos pueden ser una limitante para el acceso, porque la gente no alcanza a pagarlos; en ese punto hay un interrogante que de alguna manera las carteras de los hospitales dan cuenta de ello: en una investigación realizada por el Centro de investigaciones Económicas, los usuarios manifestaban sentir en ocasiones vergüenza de solicitar servicios, porque tenían una deuda pendiente. Esa constituye una especie de la primera perspectiva de la privatización que está en marcha en Colombia en el sector salud, explicó el experto.
Agregó además, que todavía se sabe sobre lo que afecta a la población vinculada y al régimen subsidiado, junto con la red de prestadores que le ofrece servicios a ellos, porque la cartera de estas se llena con deuda de ellos.
La otra privatización es del lado de la oferta o de la producción, donde lo que se privatiza son los medios de producción; es la posibilidad de que los agentes privados participen en un mercado. Aquí otra vez la privatización tiene diferentes connotaciones: una es que el Estado venda lo que es público en salud en Colombia, lo cual no se dio porque no se ha vendido lo público, no se vendieron los hospitales; lo que se ha dado es otra manera de aplicar la privatización y es sencillamente permitir que ingresen al mercado los particulares a competir con los agentes públicos; en conclusión, ha habido un crecimiento importante de la oferta privada, señaló Restrepo Zea.

Privatización sin fines de lucro
Explicó el director del Centro de Investigaciones Económicas, que la privatización no siempre lleva el estigma del interés del lucro, o sea que hay otro esquema de privatización que podría llamarse "corporativización", en donde intervienen agentes privados que no tienen fin de lucro; valga señalar que en el sistema colombiano de salud, una de sus complejidades es esa: que participan agentes con diferentes objetivos.
Hay agentes privados que no tienen fin de lucro, como son las fundaciones hospitalarias, el caso del hospital Lorencita Villegas que no era público, el caso de varias EPS y ARS de economía solidaria y otras instituciones. El tema se vuelve entonces bastante complejo, porque se parte de un elemento abstracto como es la privatización, que significa colocar bienes y servicios en manos privadas; pero cuando se concreta el concepto, se encuentran esas dificultades que señalo y donde insistiría que dentro de la oferta participan agentes públicos y privados, y en los solos privados, hay muchos que se parecen a los públicos porque no tienen fin de lucro, su interés es servir al prójimo etc., como es el caso del Hospital Universitario San Vicente de Paúl y de otras fundaciones que conocemos en nuestro medio, señaló el académico
Incluso recordó como muchos hospitales de Antioquia eran privados y dentro de todo el fenómeno de la certificación y la descentralización, fue un lío aclarar la naturaleza jurídica de todos esos organismos porque eran de naturaleza privada, aunque recibían recursos públicos. Frente a éste panorama, uno de los aspectos que puede preocupar es el tema de cómo funciona el mercado, de manera que las contrataciones y las negociaciones que se reflejan en cosas como el pactar tarifas y otros aspectos, vienen siendo los más importantes; ya estaríamos hablando entonces de un mercado que podría llamarse mixto, un mercado plural donde participan muchos tipos de agentes. La mirada sobre ese mercado, sería ver cómo se negocia, de manera que los agentes pagadores que son las direcciones territoriales, las EPS y las ARS, entran en negociación directa con los prestadores, surgiendo de allí unas modalidades de contratación sobre las tarifas y la negociación de las formas como se van a prestar los servicios, concluyó el catedrático Jairo Humberto Restrepo Zea.

Hay discrecionalidad para la contratación
Para el caso de Antioquia hay una red pública y una red privada, y no existe norma alguna dentro de la Ley 100 que establezca porcentajes de contratación; en general hay discrecionalidad para el efecto, siendo la única excepción la de que en el régimen subsidiado, las ARS deben contratar al menos el 40% de sus recursos de capitación con la República. Por lo demás, pueden contratar con quien quieran, lo mismo que las direcciones locales también; de hecho, ha habido conflictos en varios municipios donde el alcalde, incluso con intereses, promueve cierta entidad privada. Entonces eso es lo que se va configurando en un conflicto donde hay que estar alerta, atentos a que esas contrataciones estén sometidas a una gran transparencia, donde incluso en un caso extremo exista una subasta para elegir al mejor prestador, pero eso sí, que exista una responsabilidad muy grande, de quien está contratando garantice la oportunidad y calidad en la atención y el servicio.
Una de las complicaciones en salud, es que dada la crisis y una cierta abundancia de la oferta, hay agentes interesados en contratar por muy bajo precio, y el interrogante es sobre la calidad del servicio. Aquí cabría preguntarse si en los contratos firmados se define un monitoreo sobre la calidad, que sería muy interesante de explorar, porque no es lo mismo contratar con un agente privado muy consolidado, de prestigio y demás, que pueda tener una tarifa superior al mercado y que puede llegar a tenerla debido a sus costos, a contratar con unos agentes muy pequeños que no pueden dar garantía en términos de su permanencia en el mercado y otras serie de cosas, así ofrezcan el menor precio. Esas serían las aristas que hacen bien interesante el debate, porque en salud, los costos están muy asociados a la calidad; se puede contratar con un costo más bajo, pero posiblemente se esté amenazando la calidad entendida en términos de oportunidad, el tipo de profesionales que esta atendiendo y el tiempo de servicios. El asunto no es de mero número, de cuánto cuesta, sino de como lograr estandarizar una calidad mínima, que es el tema que se ha intentado reglamentar con el tema de los requisitos esenciales y otros más. Por eso es muy importante ponerle atención a este aspecto de cuál es la calidad mínima, como para que la competencia llamada leal (si pudiera llamarse así una competencia donde una entidad contrata con más bajo costo, pero explotando los profesionales de la salud, aprovechando el desempleo, etc.) dispute en el mercado la contratación.

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