Del
"comienzo del día", en los primeros meses
del nuevo gobierno nacional, el interés central del
doctor Londoño, y mucho más en su calidad de
ministro de salud conjugado con ministro de trabajo, ha estado
focalizado en sacar adelante los proyectos de reforma pensional
y laboral, además de dar piso jurídico al Sistema
General de Riesgos Profesionales que estaba en entredicho
ante fallo de la Corte Constitucional.
Los cambios en las reformas laboral y pensional serán
objeto de análisis en próximas ediciones del
periódico El Pulso, dada su trascendencia para el futuro
cotidiano de los colombianos, pero en esta oportunidad nos
aproximaremos a lo que deja la primera letra menuda del nuevo
gobierno en materia de salud.
En términos generales, quedan algunos decretos, unas
más resoluciones, ciertas circulares, en los cuales
no se aprecia gran novedad legislativa; para muchos, lo más
trascendental ha sido el decreto que fijó el sistema
obligatorio de garantía de calidad (el 2309) y el 2085,
de registro sanitario de entidades químicas en medicamentos.
Otros decretos hacen parte de la rutina normal de algunas
imperfecciones en la parte legislativa, cuando el aceleramiento
en expedir normas, hace que una vez salen inmediatamente salgan
otras a hacer correcciones, como los decretos 2400 y 2451.
En cuanto a resoluciones, se encuentran alrededor de unas
11: nuevas como tal y trascendentales, estarían las
que reglamentaron el decreto 2309 de garantía de la
calidad (la 1439 y la 1474). Otra resolución, la 1240,
recuerda a todos los actores del sistema que la salud es un
servicio público esencial, por lo que cabría
preguntarse acerca del sentido que tiene expedir una norma
para recordar que un artículo de la Ley 100 contempla
este principio. Una resolución más ordenó
al Fondo Nacional de Estupefacientes el manejo del medicamento
ritalina, y al no estar preparado para ese manejo, se produjo
desabastecimiento en algunas regiones por unas 2 semanas.
Otra resolución hace referencia al énfasis del
ministerio en materia de biológicos, por lo que prolonga
la emergencia sanitaria y se aprovisionan recursos para tal
fin.
En cuanto a cartas circulares, la 052 se refiere a los lineamientos
del Plan de Atención Básica, y las 42 y 45 a
cierta reorganización de conceptos acerca de la atención
en salud para los desplazados, un tema delicado porque cambia
en parte las reglas de juego de la Ley 387 de 1997: destina
recursos específicos para estas atenciones según
el criterio de "todo lo inherente al desplazamiento",
cuando un médico no puede tener un listado de enfermedades
propias del desplazamiento (algo así como determinar
cuál gripa o dolor es común y cuál sería
la gripa o el dolor propio de un desplazado), de la misma
forma como se tiene un listado de enfermedades profesionales.
Además, ¿hasta qué punto una circular
supera la normatividad que prima sobre ella, como una resolución,
un decreto, una ley y la misma Constitución?
En cuanto a Acuerdos del Consejo Nacional de Seguridad Social,
se tienen 238 desde que empezó el Consejo en 1994,
de los cuales alrededor del 2 al 3% mínimo, han sido
Acuerdos "limpiando" las embarradas de otros Acuerdos.
La expectativa
Si para personas con cierta formación académica,
acceso a internet y mediano conocimiento del sistema, se hace
difícil el enfrentamiento en la maraña de nuevas
normas, ¿que podría decirse de secretarios de
salud municipales, gerentes de hospitales públicos
y el mismo personal operativo del sector salud, tanto en ciudades
como en municipios pequeños que en general no tienen
acceso ni capacitación acerca de estos temas? Ese ha
sido uno de los cuestionamientos a la descentralización,
que en vez de herramienta se ha convertido en fin, dejando
unos funcionarios que sin capacitación no pueden convertirse
en líderes del sector salud.
Por ello, es absolutamente imprescindible que exista una alerta
en el sector salud, ya que este 2003 será el verdadero
año de discusión de las posibles reformas al
Sistema General de Seguridad Social en Salud y será
ahí cuando todos los actores del sistema tendrán
que estar presentes y atentos para dar aportes de ajustes,
ojalá enmarcados en una visión de equilibrio
que le permita al sistema cumplir su finalidad de atención
en salud a los ciudadanos del país y no para beneficiar
a unos pocos.
Hay urgencia de que se supere esa inconsistencia del sector
salud, donde cada actor tira para su rincón, sin atender
a la situación en que quedan los demás, cuando
esa sería la premisa para que el sistema funcionara
mejor.
Se espera que este gobierno no entre en la misma dificultad
del anterior, que expedía normas y casi inmediatamente
salían otras haciendo correcciones. Esa especie de
locura legislativa merece una reflexión: hay orfandad
en capacitación en del sistema, debe reconocerse que
el liderazgo en salud está perdido, y una muestra de
ello es el que este gobierno consideró que Salud se
puede fusionar perfectamente con Trabajo.
Sumando los gobiernos Samper y Pastrana, se puede ver un ministro
de salud cada año o año y medio, lo que no conviene
al sistema y generó que cuando el gobierno actual ganara
las elecciones, anunciaran fusión de ministerios y
el primero fue Salud con Trabajo, argumentando que la salud
en el esquema de la Ley 100 se articulaba muy bien con Trabajo.
Podría decirse que más que con Trabajo se articula
con dinero y entonces sería quizá más
prudente articular Salud y Trabajo con Hacienda, si lo que
se desea es recortar. Lo otro es que no se ha dicho qué
economías van a generar esas fusiones a largo plazo,
para donde iría esa reinversión, porque sería
preferible gastar un poco más y conservar una estructura
ministerial técnica, como la que necesita en esencia
el Ministerio de Salud. No se pueden evadir responsabilidades
con una fusión de ministerios, con el pretexto de que
se va a funcionar mejor, además de que al parecer se
trató de una propuesta de campaña presidencial
más nacida del olfato que de verdaderos estudios técnicos
en la materia que sustentaran esa tesis.
Otro vacío enorme del sistema está en el sistema
de Vigilancia, Inspección y Control, prácticamente
inexistente por la falta de líderes con autoridad real
ganada con respeto, trabajo, interacción y acompañamiento
a los actores del sistema (no con poder, que es otro asunto).
Ese es un factor fundamental para recuperar la confianza en
el sector.
¿Seguirán muriendo
los hospitales?
Una crítica formulada a este gobierno va en el sentido
de que el Ministerio de Salud se está armando con funcionarios
que viene de laborar en EPS, lo que genera la incógnita
de qué va a pasar con los hospitales, lo que podría
hacer prever: que va a predominar el aseguramiento sobre los
prestadores, y que observadas las tendencias del doctor Álvaro
Uribe en la gobernación de Antioquia, como senador
y ponente de la Ley 50 y de la Ley 100, puede venir una buena
moledura para los hospitales públicos, en la aplicación
anunciada de reestructuración y eficiencia.
El otro aspecto grave es que los hospitales están perdiendo
protagonismo en el sector salud, se están quedando
mudos ante los hechos y falta real fuerza gremial, que sirva
de representación, mediación y presión
en el mercado de salud, para que sus intereses y necesidades
sean consideradas en los cambios legislativos que se aproximan.
En definitiva, falta que sean más proactivos en el
sistema para que no sean otros actores lo que decidan su suerte
en el mediato futuro y a largo plazo.
No esperar el canto de sirena
En la cultura colombiana está muy arraigada la costumbre
de dejar todo para última hora, y todo parece presagiar
que será este año, solo cuando empiece todo
el revolcón legislativo en el sector salud, cuando
los diferentes actores del sistema empezarán a salir
de su letargo. Sólo cuando vean amenazados sus intereses
y beneficios, se sacudirán y quizás cuando ya
sea demasiado tarde, empezarán a reclamar la atención
que deberían haberse ganado desde hace tiempo.
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