MEDELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 7    NO 91   ABRIL DEL AÑO 2006    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co






 

Existe la suerte y la buena suerte. Se puede planear la buena suerte, creando circunstancias en el tiempo para que llegue el éxito o la meta propuesta. La suerte es más súbita y de igual manera se puede ir de las manos si no se planifica y no se sabe mantener: depende del azar.
Crear circunstancias requiere un control basado en estrategias que equivalen a la metodología que nos lleva por el camino deseado. Crear circunstancias implica por lo tanto conciencia de auto-evaluación y esfuerzo, presencia, compromiso y responsabilidad. La buena suerte, en suma, es la adición de la preparación y la oportunidad.
Las organizaciones empresariales se mueven en una gama de características, entre aquéllas que “crean la buena suerte” -que están en un nivel alto de excelencia- y las que “esperan la suerte”. Se pueden ubicar en la siguiente gradación, empezando con las de máxima calificación: 6) Son aquéllas que saben por qué no tienen problemas. 5) Saben resolver problemas antes de que se presenten. 4) Saben organizar la corrección sistemática de los problemas. 3) Saben corregir los problemas cuando se presentan. 2) Saben por qué hay problemas, pero no saben resolverlos. 1) Saben que hay problemas, pero no saben por qué. Y al final de la escala, están aquellas que se desempeñan en una completa inocencia, con calificación cero, que no saben que en realidad hay problemas.
Las grandes empresas han definido la calidad y todo el pensamiento de sus principales exponentes, como una herramienta para el mejoramiento y el logro del “top” de la excelencia; dentro de los instrumentos para lograrlo, están los Sistemas de Evaluación Externa: los Premios de la Calidad, las normas de Certificación y la Acreditación.
En Europa, el Premio a la Calidad lo otorga anualmente la Fundación Europea para la Gestión de la Calidad, con sede en Bruselas, creada a principios de los años noventa por las grandes empresas europeas -entre ellas Fiat y Renault- para elevar la calidad de las empresas europeas frente a la competencia japonesa; con el mismo objetivo, en Estados Unidos se creó en 1987 el Premio Baldridge. El premio americano y el europeo tienen tres objetivos: a) elevar la imagen pública de la calidad, b) motivar a las empresas a desarrollar sistemas de calidad, y c) destacar a los líderes de la calidad para que otros puedan imitarlos. Este tercer objetivo es fundamental: Las empresas sobreviven en un mundo muy competitivo, y en esta situación, es clave del éxito empresarial actual la mejora de la calidad. Los premios quieren ayudar a la difusión de las mejoras en la calidad y para ello requieren que las empresas ganadoras enseñen a otras empresas cómo han hecho para ser excelentes.
Las modas en gestión de la calidad -Circuitos de Calidad, Gestión de la Calidad Total o el Mejoramiento Continuo- están pasando. Dichas técnicas permiten la mejora interna de la calidad de una empresa o institución de salud, pero no permiten comunicar a los clientes el nivel de calidad que la empresa ha alcanzado.
La certificación ISO se otorga con base en normas elaboradas por la Internacional Office of Standard, nacido tras la segunda guerra mundial para normalizar los productos y favorecer así el intercambio y el comercio entre naciones. La normalización favorece que un computador fabricado en un país funcione con un mouse fabricado en otro y un módem en un tercero: todos estos productos siguen una misma norma. En los años 80's este organismo impulsó normas para la certificación de los sistemas de calidad, que permiten homogenizar los sistemas de medición y control de la calidad en varias empresas; un sistema de control de calidad correcto es un plus para comprar a un proveedor, ya que si además de certificar el producto que se compra también está certificada la empresa que lo produce, el aseguramiento de la calidad es doble. Un empuje muy importante a esta certificación lo dio la Unión Europea, al establecer la que será la base de la medida de la calidad en el comercio entre los países de la Unión.
Calidad en salud
El sector de las organizaciones de salud comprendió que las doctrinas, modelos y herramientas de mejoramiento de la industria podrían tener beneficios en un sector tradicionalmente alejado de sistemas de auto-evaluación, de indicadores de resultado sensibles que reflejen el accionar completo a seguir desde que un enfermo necesita y decide -o en el peor de los casos- se ve obligado a iniciar el periplo por el sistema de salud y toda la red de entidades que lo conforman. El desconocimiento o la resistencia a la situación anterior, fueron respaldados por lo que tradicionalmente se ha creído: que el nivel científico y el grado de conocimiento de la Medicina y el compromiso moral de sus profesionales, son suficiente garantía para justificar cualquier comportamiento de parte de sus instituciones y sus agentes.
Acreditación en salud
El Sistema de Acreditación como actividad específica para el sistema de salud, tiene en Estados Unidos una maduración de 86 años; fue creado por iniciativa del Colegio de Cirujanos, que en 1919 construye un Programa de estandarización de hospitales, estableciendo un estándar mínimo que exigía a los hospitales disponer de una historia clínica, un staff médico organizado y unos servicios centrales adecuados. Es destacable que nace por iniciativa de los propios profesionales como un servicio a sus asociados, ya que les ofrecía a los cirujanos información sobre la calidad de los hospitales donde podían trabajar. De esta iniciativa surge en 1951 la Joint Comisión para la acreditación de hospitales, en 1959 los hospitales canadienses establecieron su propia Comisión, en 1974 los australianos y en los años 80's la acreditación llega a Europa y concretamente a España.
El interés en estos sistemas de evaluación externa, lo motiva el hecho de que la época de las modas en la gestión de la calidad -Circuitos de Calidad, Gestión de la Calidad Total o el Mejoramiento Continuo- están pasando. Dichas técnicas permiten la mejora interna de la calidad de una empresa o de una institución de salud, pero no permiten comunicar a los clientes el nivel de calidad que la empresa ha alcanzado, cuando los de fuera de la empresa y fundamentalmente los clientes, quieren saber si la empresa tiene calidad, y no qué sistema de gestión está utilizando.
El objetivo de los tres Sistemas de Evaluación Externa mencionados (Premios, Certificación y Acreditación), facilitan comprobar el nivel de calidad de la organización, promueven un escrutinio crítico de la misma y son una forma de responder a la pregunta: ¿Cómo sabemos que un hospital tiene un determinado nivel de calidad?
Para las administraciones y los profesionales, la preocupación está relacionada con la responsabilidad, considerándola desde una acepción determinada: “obligación de responder de una cosa”. Se trata de la “accountability” de los anglosajones, aquella característica que deben tener todas las organizaciones y profesionales que les impulsa a responder por los servicios que prestan al público.
Esta responsabilidad hace que los profesionales de la salud nos preguntemos cómo sabemos que un determinado hospital contrata profesionales con una capacitación suficiente, o utiliza un equipamiento adecuado, o maneja a los pacientes quirúrgicos de acuerdo con los protocolos establecidos. O cómo conferimos confianza a los pacientes que habitualmente no tienen por costumbre averiguar si el centro dispone de procedimientos cuyo cumplimiento asegura la efectiva y segura administración de medicamentos, o para los que tampoco es muy habitual realizar antes de su ingreso un recorrido por el edificio para comprobar que las salidas en caso de incendio están debidamente indicadas, o que la cocina mantiene unas condiciones higiénicas adecuadas.
Esperando la suerte
Motivar a las instituciones de salud a desarrollar sistemas de calidad debería ser el objetivo que anime la Acreditación en Colombia, país donde tradicionalmente nos hemos movido en la incertidumbre de esperar la suerte, o en una concepción a nivel más popular y ligado a nuestra cultura organizacional y de la vida diaria, de “apagar incendios”.
Ello requiere la formación, para la construcción de un cuerpo doctrinal de calidad propio y al alcance de nuestras posibilidades; la filosofía y la metodología de la calidad, han de impregnar primero nuestro sistema de salud: el desarrollo y esa impregnación de la calidad asistencial, debe evolucionar en paralelo con la maduración del sistema de salud.
Es importante definir el papel que pueda desempeñar la promoción de Planes de Calidad regionales e institucionales, y cuál es su relación con el Sistema de Acreditación: Es preguntarnos qué tanta formación y desarrollo tenemos en Planes de Calidad como herramienta principal para crear una cultura de la calidad y del mejoramiento, y posterior acreditación.
Se hace necesaria una claridad temporal de la Acreditación: de si es punto de llegada o el inicio del compromiso por la calidad asistencial en Colombia; dependiendo de esto, podremos definir como se premia a los que en el proceso de su consecución demuestren que los estándares de buena atención y de salud sí se cumplen. Aclarar igualmente, si se busca una acreditación de mínimos, de óptimos, de excelencia o mixta.
Si el contenido de los estándares de la Acreditación es muy alto, es bueno prever qué puede pasar si los centros no los cumplen; por tanto, debe plantearse si se utilizará la acreditación o la información que de ella se derive, como un sistema para ordenar la prestación de servicios y su mejoramiento real, o como un sistema de premio para poder vender servicios de salud a otros países.
Por último, debe tenerse en cuenta la tendencia mundial a la dispersión de los modelos de Acreditación, la coexistencia de diferentes modelos en la mayoría de países, y que esa tendencia a la atomización de modelos de acreditación está obligando a hacer esfuerzos de armonización en el futuro, sentando las bases de una política de calidad común.
 
 
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