MEDELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 16    No. 228  SEPTIEMBRE DEL AÑO 2017    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co






 

 

Desfalco a la EPS Dusakawi,
¿juicio ordinario o indígena?

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Antes que el líder indígena Feliciano Valencia fuera absuelto por la Corte Suprema de Justicia por el cargo de secuestro simple, por el que iba a pagar 18 años de cárcel, el caucano advirtió que en Colombia no hay puente entre la justicia ordinaria y la indígena. Ahora, cuando el Consejo Superior de la Judicatura decidirá cuál de las dos justicias deberá llevar el caso de un millonario desfalco, el debate resurge. Se trata del exgerente de la EPS indígena Dusakawi, Enoc Clavijo, quien de acuerdo con la Fiscalía habría liderado el desvío de $3.900 millones de la entidad, que presta servicios de salud a las comunidades arhuaca, wiwa, kogui, kankuama, yukpa y wayuu.

Clavijo, de la etnia Yukpa, fue denunciado de su mal actuar por indígenas y, estando en prisión domiciliaria, solicitó que sus propios jueces fueran los que tomaran el caso, en el que el nativo habría realizado, con empresas fachada, gastos exorbitantes e incremento irregular de los usuarios.

Cuando queda un mes para conocer el veredicto del Consejo Superior, las opiniones están divididas. Para Édison Benavides, del área Jurídica de la EPS y miembro de la etnia pasto (Nariño), es claro que la justicia propia es la que debería hacerse cargo, porque el caso cumple con los cuatro requisitos establecidos por la Corte Constitucional para delegar a los indígenas el juicio a sus miembros.

El primero exige que el acusado pertenezca a una comunidad indígena, y este es el caso. El segundo, el elemento territorial, indica que cada comunidad pueda juzgar, de acuerdo con sus propias normas las conductas que tengan ocurrencia dentro de su territorio, y el desfalco tuvo lugar en Valledupar, en el sitio de una EPS que opera para seis pueblos indígenas. El otro, el institucional, indica que se requieren unas autoridades tradicionales que puedan ejercer funciones jurisdiccionales, y tanto en las comunidades afectadas por el delito como en la de origen de Clavijo existen. El último, el elemento objetivo, exige que aquello que se juzga sea de interés de la comunidad, y esta vez se trata de sus recursos para la salud propia.

“Aunque en Colombia se reconoció la existencia de la jurisdicción especial indígena desde la Constitución de 1991, sabemos que hay circunstancias que para el mundo indígena no constituyen delitos Cifras A eso se suma que las autoridades de las comunidades “no han tenido las herramientas para determinar la gravedad del asunto”, y es claro que las entidades de control no han venido ejerciendo su papel de proteger el derecho a la salud de la población indígena en la región donde opera Dusakawi (César, Guajira, Magdalena, Boyacá, Santander y Norte de Santander), ni han creado los instrumentos de regulación que permitan que las autoridades públicas indígenas puedan ejercer control, dice Zapata. o en las que es la ordinaria la que debe actuar, pero esta vez, como indígena, creo que el caso nos compete”, añade Benavides, quien es consciente de las falencias de su sistema, no muy distintas a las de la justicia ordinaria. “Si bien nuestra justicia es milenaria, a la luz de las circunstancias actuales, de delincuencia y corrupción, la justicia indígena se queda corta muchas veces”, opina, y achaca estas deficiencias a la “contaminación cultural” en las comunidades.

A eso se suma que las autoridades de las comunidades “no han tenido las herramientas para determinar la gravedad del asunto”, y es claro que las entidades de control no han venido ejerciendo su papel de proteger el derecho a la salud de la población indígena en la región donde opera Dusakawi (César, Guajira, Magdalena, Boyacá, Santander y Norte de Santander), ni han creado los instrumentos de regulación que permitan que las autoridades públicas indígenas puedan ejercer control, dice Zapata

Justicias débiles

Eider Zapata, líder arhuaco, considera que para este caso debería haber espacios compartidos de justicia, teniendo en cuenta que no solo se está afectando el bienestar de los pueblos indígenas, sino el patrimonio público. Para él, aunque es responsabilidad del Estado colombiano velar por los recursos del erario, también es cierto que los indígenas tienen responsabilidad sobre los derechos de un colectivo. El hecho de que haya seis pueblos involucrados entre los afectados por el desfalco complica aún más el juicio. “¿Quién lo juzgaría si hay varios pueblos indígenas?, ¿cómo van a lograr ponerse de acuerdo si hay tantas diferencias culturales entre ellos?”, cuestiona.

Entretanto, un jurista especializado en consulta previa y derechos de la población indígena (que prefiere no revelar su identidad por la cercanía con los pueblos involucrados), anota que en efecto hay una gran descoordinación entre las justicias de las diferentes comunidades, y aún más entre éstas y la ordinaria, Pero, según afirma, el problema real en este caso es cómo están castigando los indígenas y si las penas que imponen son realmente proporcionales a delitos graves, como el peculado.

En ese sentido, cree que en este caso la pena de las comunidades tendría que ser muy severa para corresponderse con el desfalco, y no está seguro de que exista en tales dimensiones, por lo que el riesgo de impunidad y reincidencia sería muy alto.

De hecho, el jurista pone como ejemplo la más reciente polémica por la malversación de los recursos de la EPS indígena Manexka, con más de 210.000 afiliados en 18 municipios de los departamentos de Sucre y Córdoba. De acuerdo con la Superintendencia de Salud, que pidió la liquidación de esta compañía (frenada por un juzgado de Montería), hubo una venta de inmuebles por valor de 600 millones de pesos, sin que esos movimientos figuren en los registros contables. Tampoco se sabe del origen de los recursos para adquirir la sede actual de la entidad, cuyo valor supera los 2.900 millones de pesos, que habrían salido de los dineros que el Gobierno entrega para los afiliados.

Asimismo, dice la Superintendencia, hay ingresos extraordinarios ficticios por 13.800 millones de pesos, pago de honorarios a miembros de la junta directiva por 304 millones, facturas no auditadas para compra de medicamentos, contratos con empresas cuya idoneidad y experiencia no estaban probadas, procedimientos estéticos no aprobados y autorizaciones de salud a 513 personas que ya habían muerto por valor de 733 millones de pesos.

La EPS indígena Dusakawi se encuentra actualmente bajo Medida de Vigilancia Especial prorrogada con la Resolución 1595 de 2017, Y SI bien la entidad desarrolló actividades que mostraron un avance en el saneamiento contable e identificación de partidas antiguas, depuración de recobros, conciliación de glosas de vigencias anteriores a 2015 y liquidación de contratos con la red prestadora de servicios, esta gestión no fue suficiente para mitigar los riesgos y persisten debilidades.

Cifras

La EPS Dusakawi cuenta con 182.888 afiliados, distribuidos en La Guajira, con 97.647 (53,39%); Cesar, con 60.662 (33,17%); Magdalena, con 12.141 (6,64%); Boyacá, con 4.454 (2,44%); Norte de Santander con 1.087 (0,59%); Arauca, con 6.063 (3,31%), y Santander, con 834 (0,45%). De acuerdo con el Ministerio de Salud, para esta población afiliada, los guías espirituales orientan la vida en todo momento, por tanto, su enfoque conlleva la revisión desde el origen de la espiritualidad, lo que se evidencia en la atención espiritual y ceremonial del nacimiento del nuevo ser de acuerdo con la orientación de los guías espirituales y conocimientos colectivos ancestrales. El médico tradicional es el Sabedor ancestral y el guía espiritual.

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