MEDELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 16    No. 218 NOVIEMBRE DEL AÑO 2016    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co

 

Reflexión del mes


“Propagar rumores es un
ejemplo de terrorismo, de cómo se puede
matar a una persona con la lengua”
El Papa Francisco en septiembre pasado instó a los reporteros a “ir un poco más allá en busca de la verdad” en tiempos donde se cubren noticias las 24 horas. Dijo que la voz de los periodistas es muy fuerte, pues puede alcanzar a todos y es un arma muy poderosa: “Un artículo se publica hoy y mañana será sustituido por otro, pero la vida de una persona injustamente difamada puede ser destruida para siempre”.
   
Situación del cáncer de seno
en Colombia, empeorando
Francisco de Paula Gómez,MD - Experto en Economía y Salud Pública
En 1988 la Organización Mundial de la Salud estableció el 19 de octubre como el Día Mundial de la Lucha contra el Cáncer de Mama, y luego a todo el mes de octubre para desarrollar actividades de concientización y detección precoz de la enfermedad, y sensibilizar sobre sus riesgos especialmente a la población femenina.
Recordemos que el cáncer mamario es un serio problema de salud pública en el mundo y en Colombia, en donde su incidencia, prevalencia y tasas de mortalidad muestran que aún está lejos el día de lograrse un control adecuado.
Según la OMS, “el cáncer de mama es el más común entre las mujeres en todo el mundo, pues representa el 16% de todos los cánceres femeninos. Se estima que en 2004 murieron 519.000 mujeres por cáncer de mama y, aunque este cáncer está considerado como una enfermedad del mundo desarrollado, la mayoría, 69%, de las defunciones por esa causa, se registran en los países en desarrollo” (Carga Mundial de Morbilidad, 2004). La incidencia en países desarrollados es mayor casi 3 veces que en Latinoamérica, pero como es de suponer, la mortalidad por estas latitudes es mucho mayor.
Según el “Estudio de incidencia, mortalidad y prevalencia del cáncer en Colombia, 2007-2011” del Instituto Nacional de Cancerología, publicado en 2015, se presentó un total de 33.084 casos nuevos de cáncer por año en mujeres (la tasa de incidencia ajustadas por edad para todos los cánceres excepto piel, fue de 145.6 por 100.000), registrándose 16.572 muertes en total.
De acuerdo con el mismo reporte, se presentaron 7.627 casos nuevos por año de cáncer de mama, y 2.226 muertes. En otras palabras, la mortalidad por cáncer de mama representa casi el 15% del total de las muertes por todo tipo de cáncer de mujeres en Colombia, y las cifras de incidencia de la enfermedad parece van en aumento.
Si las cifras arriba expuestas son coincidentes con lo que pasa a nivel global, entonces, ¿donde está la gravedad de la situación del cáncer de mama en Colombia? En la tardanza para acceder al diagnóstico y al tratamiento, y en las barreras que al parecer padecen las pacientes con cáncer mamario.
La situación es realmente preocupante y no se compadece con la existencia de un Sistema de Salud basado en un modelo de aseguramiento.
Ya en el Plan Nacional 2012-2020 para el control del Cáncer en Colombia se señalaba: “Infortunadamente se han encontrado importantes problemas en la oportunidad de la atención del cáncer de mama, donde en Bogotá más de 50% de las mujeres sintomáticas se demoran más de 3 meses entre la primera consulta y el inicio del tratamiento para el cáncer de mama, lo cual constituye una desventaja en términos del pronóstico de la enfermedad”. Y luego advierten: “En el caso de cáncer de mama, la información disponible sobre el estadio clínico al diagnóstico indica que en Bogotá el 60% de los cánceres son diagnosticados en estados avanzados”. Si esto es en la capital de una nación marcadamente centralista, vamos pensando en lo que sucede en el resto del país.
Para dar una idea de lo preocupantes que pueden ser estos datos, en Estados Unidos se diagnóstica el cáncer mamario en estadios tempranos en el 61% de los casos (Cancer.net Editorial Board, 2015), precisamente a la inversa de Colombia; y recordemos que cuando el diagnóstico se hace en estadio temprano, la sobrevida a 5 años alcanza el 99%.
De acuerdo con el boletín de la Cuenta de Alto Costo, “se desconoce en alrededor del 60% de los casos las fechas relacionadas con el proceso de diagnóstico [del cáncer en general], es decir, no se conoce cuánto tiempo transcurre entre la identificación de los primeros síntomas, la realización de estudios y la consulta con el médico tratante de la enfermedad” (octubre 2015).
Se reporta también que dentro del Sistema de Salud se tarda la atención a los pacientes, entre 2 meses y un año en estos procesos: “Oportunidad entre la fecha de remisión y la fecha de ingreso a la IPS de diagnóstico” para el 19.5% de los casos, “Oportunidad entre la fecha de toma de la muestra y la fecha del informe histopatológico” en el 8.5% y “Oportunidad entre la fecha del informe histopatológico y la fecha de consulta con el médico tratante” para el 22.4% de la población con cáncer. Uno de cada 5 pacientes con cáncer en Colombia tiene serios problemas para recibir atención y demoras que van hasta un año. ¿Podría creerse que para el 13.1% de los pacientes se tarda incluso más de un año para la “Oportunidad entre la fecha del informe histopatológico y la fecha de consulta con el médico tratante”?
La prevención, la detección, el diagnóstico temprano y el tratamiento oportuno, son condiciones fundamentales para lograr buenos resultados en salud, tanto en términos de calidad de vida y supervivencia de las pacientes, así como en términos de salud pública y aplicación de recursos. Cuando se estudia la Historia Natural de la Enfermedad del cáncer de mama, o sea su evolución sin intervención terapéutica alguna, se conoce que desde su comienzo hasta la muerte de la paciente transcurren unos 38.7 meses (Patey, 1948). Por tanto, cuando se conjugan las cifras arriba expuestas de incidencia y gravedad intrínseca de la enfermedad, de diagnósticos tardíos y de demoras injustificadas en su atención para casi la quinta parte de la población afectada, puede concluirse que las pacientes con este grave padecimiento están poco menos que abandonadas a su suerte.
 
  Bioética
Escuchar advertencia
de los viejos sobre la técnica
Ramón Córdoba Palacio, MD
El vocablo anciano o “viejo” tiene connotaciones de afecto o de desprecio según el tono con el que se pronuncie. Decimos “viejo” o “vieja”, aunque en edad no lo sea, al padre o a la madre, al abuelo o a la abuela que amamos, o lo decimos en tono de desprecio: “Cállate cucho que estás muy atrasado” para silenciar a la persona de edad.
El auge de la técnica, generalmente en manos de jóvenes expertos en su aplicación, hace pensar equivocadamente que es la técnica la que debe orientar el destino de las actuales generaciones.

Digo equivocadamente, porque podríamos convertir al ser humano en esclavo de la técnica y ésta dejaría de estar al servicio del hombre. Recordemos y apliquemos la enseñanza de Jesús de Nazaret: «El sábado ha sido instituido para el hombre y no el hombre para el sábado» (1). Sí, la técnica se ha inventado para servicio del hombre y no el hombre para servicio de la técnica.
En los pueblos llamados primitivos los ancianos trazan la historia: la paz o la guerra, la siembra o la cosecha, la construcción o destrucción de habitaciones, etc. La experiencia vivida de estos hechos y las circunstancias que los rodearon, les permiten indicar la senda más provechosa para su comunidad, aunque no siempre acierten.
No es prudente establecer antagonismos inútiles entre el conocimiento técnico y el que deja el sufrir en carne propia una situación determinada. La historia de cada generación necesita sin lugar a dudas de ambos. Jóvenes y viejos tenemos, aunque no queramos, que responder por el presente y el futuro de nuestras generaciones, de nuestros prójimos por lejanos que estén.
La técnica con su auge de progreso y sin la aplicación inteligente y racional de la experiencia vivida en carne propia, conduce a desastres irreparables, y la historia nos trae ejemplos múltiples. La técnica al trazar el progreso y ceñida a la comprensión respetuosa del ser humano, a su intrínseco valor, ilumina el verdadero progreso del ser humano en todas las edades de su historia.
Experimentación, esencia del progreso técnico, comprensión de la inteligencia racional propia del ser humano, su aplicación inteligente, prudente, indican, sin lugar a dudas, el verdadero camino de la sobrevivencia del hombre.
El progreso por el progreso mismo, como meta ideal, trae serios y graves perjuicios
1. San Marcos. Evangelio, 2, 27 y 28, “Biblia de Jerusalén” Bruxelles (Belgium): Desclée de Brouwer, 1967. p. 1349.
Nota: Tras el fallecimiento del doctor Ramón Córdoba el pasado 10 de septiembre, en esta columna publicaremos algunos artículos que nos había enviado para la misma.

Esta sección es un aporte del Centro Colombiano de Bioética -Cecolbe-.
 

Maestro, ¿qué es eterno?

Los impuestos. Tienen miles de años. Las primeras leyes tributarias aparecen en Egipto, China y Mesopotamia. También recaudó el Imperio Romano y el mundo árabe. En el Medioevo, los señores feudales se quedaban con la mayor parte de lo que producían los siervos. Los caciques aztecas exigían águilas, bolas de caucho y hasta muchachos para sacarles el corazón. La alcabala que cobraba la Corona española al comercio en la Colonia, generó la Revolución de los Comuneros. Y Colombia ha tenido más impuestos que plata para pagarlos. El IVA, por ejemplo, lleva 41 años y hoy va a quedar hasta para los aguacates de la esquina

 
 











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