Salvar vidas y evitar enfermedades es el fin último
de los impuestos saludables: su éxito se mide en
las mejoras de la calidad de vida y su recaudo puede destinarse
a garantizar la seguridad alimentaria de la población
y a mejorar el servicio de salud.
El ministro de Salud, Alejandro Gaviria, sostiene estimativos
según los cuales el aumento al impuesto a las cajetillas
de cigarrillos de $701 a $2.100, evitaría más
de 2.000 muertes prematuras y el gravamen de $300 por cada
litro de bebidas azucaradas evitaría más de
500 muertes: En Colombia, según nuestras cifras,
las bebidas azucaradas son causantes del 13% de mortalidad
por diabetes, el 5% de mortalidad por enfermedades cardiovasculares
y 1% de la mortalidad por neoplasias asociadas. Y
existe suficiente evidencia científica del aumento
de morbilidad y mortalidad por cuenta de enfermedades causadas
a su vez por consumo del exceso de azúcar de estas
bebidas y por fumar.
Académicos de Estados Unidos, Brasil, Méjico
y Chile dijeron al ministro que el consumo de azúcar
en exceso es una de las causas principales de obesidad y
sus enfermedades relacionadas, ya que la ingesta excesiva
de azúcar causa mayor riesgo de diabetes, daño
hepático y renal, enfermedad cardíaca y algunos
cánceres, según estudios de la Organización
Mundial de la Salud y el Fondo Mundial para la Investigación
del Cáncer.
El impuesto a bebidas azucaradas es una medida de salud
pública cuyos resultados se miden en la reducción
de la obesidad, la diabetes y costos de enfermedades no
transmisibles, que hoy se elevan a 755%. La OMS recomienda
incrementar el impuesto a bebidas con azúcares añadidos
como mínimo en 20%, como la medida más costo-efectiva
y rápida para desestimular el consumo de un producto
dañino para la salud.
Y frente al impuesto al cigarrillo, la evidencia empírica
internacional demuestra que la tributación es la
medida más costo-efectiva para reducir los efectos
negativos del consumo. En 2015 la OMS afirmó que
el aumento de impuestos al tabaco a más del 75% del
precio de venta, es una de las medidas más efectivas
para controlar la epidemia del tabaquismo, especialmente
entre los más jóvenes y los más pobres.
Con este impuesto en Colombia se reduciría la prevalencia
de consumo de 12.95% a 11.4% en un marco de 1-2 años;
reduciría el porcentaje de muertes atribuibles al
tabaquismo, porque se estima que 72 personas mueren por
día en el país a causa del tabaquismo (15.9%
de todas las muertes) y podrían evitarse 26.460 muertes
por año. Debido al tabaco, alrededor de 10.606 personas
son diagnosticadas de un cáncer anualmente, y cada
año el tabaquismo es responsable de 112.891 infartos
y hospitalizaciones por enfermedad cardíaca (IECS
& IETS). El aumento al impuesto busca desincentivar
el consumo, para reducir esa morbilidad y mortalidad asociada
al tabaquismo, acercar el impuesto a estándares internacionales
y generar mayores recursos para la salud.
El ministro Gaviria concluye: Tenemos cifras aproximadas
que muestran que el tabaquismo le cuesta $4.2 billones al
sistema de salud y la diabetes asociada al consumo de bebidas
azucaradas le cuesta una cifra similar. Si se cumplen nuestras
predicciones de cambios de comportamiento, ambos impuestos
le ahorrarían casi $700.000 millones anuales al sistema.
Y los recursos recaudados son de destinación específica
a la salud, tal como lo recomienda la OMS. Todos, sin excepción,
irían al fondo público que acumula los recursos
usados para financiar la operación del sistema.
Lo grave ante los incuestionables beneficios de los impuestos
saludables, es la guerra declarada por la industria
tabacalera, azucarera y sus empresas asociadas, contra estos
impuestos. Gremios como Andi, Fenalco, Asomedios, Asocaña
y Asobares, entre otros, y medios de comunicación,
congresistas, políticos y líderes de opinión,
emprendieron agresivos ataques a los impuestos saludables,
defendiendo especialmente las bebidas azucaradas. Hasta
la Superintendencia de Industria y Comercio ordenó
sacar del aire un comercial de la campaña Tómala
en serio que advertía los efectos nocivos del
consumo de bebidas azucaradas, y sometió a control
previo cualquier información que Educar Consumidores
(promotora de la campaña) quisiera transmitir sobre
esos productos.
Una vez más, vuelve a jugarse en el Congreso el debate
de si Colombia opta por defender la salud de los colombianos
y sus recursos, o si privilegia los intereses de productos
tan perjudiciales para la salud como cigarrillo y bebidas
azucaradas. ¿Tendremos más venenos en el aire
y en el cuerpo, y más dosis de azúcar amarga?
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