MEDELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 10    No. 117  JUNIO DEL AÑO 2008    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co






 

 


Futuro de la sangre en Colombia
Otra ventana comercial en la salud
Juan Carlos Arboleda Z. - elpulso@elhospital.org.co

La medicina transfusional ha vivido en los últimos años cambios que apuntan a consolidar un servicio fundamental para la salud de los colombianos; sin embargo, ciertas dudas preocupan a los especialistas nacionales: ¿Qué tan preparados están los bancos de sangre actuales para enfrentar los retos? ¿Qué tan preparado está el país? Y la pregunta mayor: ¿Qué tanto estamos entrando en una mercantilización de la sangre?

En 2007 se expidió la Política Nacional de Sangre, con 3 pilares para dar dirección a la red: acceso con equidad o sea disponibilidad, la seguridad que incluye el componente de calidad, y la solidaridad que implica la cultura de la donación. En cuanto a la estructura de la red, siguiendo tendencias internacionales, la intención es trabajar desde el Estado para forjar centros regionales que ofrezcan servicios de sangre a través de bancos con mayores escalas de servicios; según el doctor Mauricio Beltrán, coordinador del tema de sangre en el Instituto Nacional de Salud, la política plantea acceso y equidad a un costo razonable, que permita mantener el sistema en el tiempo; en la práctica; esto se traduce en una reducción del número de bancos de sangre procesadores -en teoría sin afectar la disponibilidad-, que sean costo-efectivos, con procesos automatizados y seguros, con una aplicación gradual del nuevo modelo.
La tendencia mundial muestra que cada vez son menos los hospitales que se ocupan de la consecución de sangre, y son instituciones especializadas las encargadas de conseguirla, procesarla y entregarla a los prestadores de servicios de salud; en unos años, el panorama en Colombia podría ser el de un modelo combinado, mientras se fortalecen los sitios donde actualmente es difícil ubicar sangre, y a eso le apunta el Estado: a centros con mayor capacidad de captación y de procesamiento. “Este modelo requiere control: éste se realizará desde las direcciones territoriales en cuanto a permisos de operación, desde el Invima dado el doble carácter de la sangre de ser un componente anatómico y sufrir un procesamiento, y de la Supersalud en lo pertinente a prestación del servicio. Creemos que así nos ponemos a tono con los desarrollos de los sistemas de sangre en el mundo; estamos buscando una estructura parecida a la de países desarrollados, adecuándola a nuestro sistema y desarrollo”, declaró el doctor Beltrán.
La estructura del nuevo modelo es abierta y podrán participar operadores privados, públicos o mixtos, y el gobierno prevé que se desarrollará primordialmente un modelo mixto, en muchos casos de integración entre operadores, donde un banco se encarga de la captación, otro del procesamiento y uno más de la distribución.
Un tema por resolver y en el cual se trabaja en primera instancia con los bancos y que se proyectará a la comunidad, es la promoción de la donación: “Hay que generar cultura de donación; también falta formación en clínica transfusional. A medida que forjemos más cultura, se darán mecanismos de reconocimiento y control de los donantes frente a sus centros de donación preferidos; eso le decimos a los bancos, porque el control terminará en manos de los donantes, dependiendo qué tanto le aporta ese banco a su comunidad. Así se logra fidelidad para alcanzar el carácter repetitivo deseado”, dijo el doctor Beltrán.
Cambio paulatino, pero con riesgos
Colombia le apuesta a un modelo internacionalmente exitoso, pero con una diferencia importante: en Inglaterra existen 4 grandes hemocentros para todo el país, en España alrededor de 16, pero en esos países el sistema es estatal. En nuestro país, si llegara a presentarse una emergencia en San Andrés y Providencia (un huracán por ejemplo) que bloqueara el aeropuerto, las dimensiones del problema pueden ser impensables, porque el archipiélago no tiene banco de sangre; una región de acceso tan complicado como Chocó tampoco cuenta con esta posibilidad y depende de los envíos desde Medellín, y así sucede en por lo menos 7 departamentos que dependen de la disponibilidad de otras regiones. Con la estructura planteada desde el gobierno, el problema no se soluciona, por cuanto se prevé que los grandes centros de captación y procesamiento se concentrarán -por razones de necesidad e incluso del mismo mercado-, en las grandes ciudades.
El doctor Armando Cortés, presidente de la Asociación Colombiana de Bancos de Sangre y Medicina Transfusional -Ascobasmet-, considera importante llegar a los desarrollos obtenidos en otros países a través de grandes hemocentros, pero advierte que el problema en un sistema que permite la consolidación de grandes bancos privados es que el Estado pierda el control: “Los departamentos que no tienen bancos de sangre, la reciben cuando se puede o cuando alcanza a llegar desde otras ciudades; eso pone en peligro a la población, a la cual no se le garantiza un suministro oportuno. Hay sitios donde la sangre demora 3 días en llegar y el gobierno tiene que tomar conciencia y solucionar esta situación”. Por eso, para el doctor Cortés el cambio del sistema transfusional en Colombia tiene que ser paulatino, y más considerando que el 40% de la donación se da por reposición: “No sólo se necesita buena calidad, sino suficiente cantidad y oportunidad en su entrega; por eso este proceso tomará unos 5 años, pero sí debemos ir en ese sentido, y más cuando el procesamiento de la sangre es cada vez más costoso; por ahora los bancos de sangre pequeños pueden sortear necesidades locales”.
Una tradición puesta a prueba
La Cruz Roja, abanderada en el tema de la sangre, analiza posibilidades que le permitan continuar en la actividad: ello es un aviso de los pasos que se sienten en el sector. Jorge Rúa, director de la Cruz Roja en Antioquia, menciona 2 problemas puntuales a nivel nacional: uno en la captación, actividad cada vez más competida, y en la distribución fuertemente regulada en tarifas. “Los precios de distribución, impuestos por el gobierno nacional, pone en aprietos la calidad de los componentes. El asunto es que no estamos hablando de vender un ´comodity´ como la leche: hablamos de sangre para procedimientos quirúrgicos, que necesita estándares de calidad estrictos; eso implica costos asociados al procesamiento, además de los de captación y distribución, y con las tarifas actuales, SOAT o ISS, se puede ver perjudicada la calidad”.
A esta situación, el doctor Rúa le agrega una más: “Están entrando bancos privados con ánimo de lucro, e instituciones como la nuestra entran a la fuerza en un mercado de libre competencia, generando nuevos costos; el peligro es que se desarrollan mecanismos de empresa privada que no se manejan en organizaciones como la nuestra, que utiliza los ingresos para revertirlos en los mismos procesos. Ahora entran mecanismos de mercadeo, promoción, distribución que no son los más adecuados, y que desalentarán la donación voluntaria y motivarán una donación con prácticas más comerciales que altruistas”. Para el director de la Cruz Roja en Antioquia, ante la tendencia de conformar grandes bancos, “debemos buscar alianzas, dejar al lado intereses particulares, y pensar como sería la estructuración del sistema bajo un nuevo esquema de trabajo o de red, para que los bancos puedan trabajar y suplir las necesidades de la comunidad”.
Más que cantidad, mejores donantes
El número de bancos de sangre en el país pasó de alrededor de 180 a unos 100; la disminución obedeció a un proceso originado desde la vigilancia y control del Invima. Ya sea por acciones de la entidad o por decisión autónoma de los bancos frente a las exigencias consignadas en las visitas de vigilancia y control, se cerraron casi 80 bancos.
Para el doctor Carlos Vallejo, director del Banco de Sangre del Hospital Universitario San Vicente de Paúl, es posible que una menor cobertura disminuyera la accesibilidad de los usuarios de la sangre, pero definitivamente mejoró la calidad de los procesos. Afirma que el gran reto ahora es impactar en la consolidación de donantes voluntarios y repetitivos en una dinámica diferente a la de reposición. Una circunstancia que perjudicó a los bancos pequeños, es el elevado costo del procesamiento de la sangre, que hace que cuando los volúmenes procesados son mínimos, los costos de insumos se convierten en máximos por acciones atadas a las economías de escala; esto hace más difícil su permanencia y pone en riesgo aspectos de calidad. “La seguridad transfusional empieza desde una excelente selección de los donantes, y quizá la respuesta no sea montar más pruebas sino tener donantes de mejor calidad, no tener más donantes sino aumentar el número de donaciones”, indicó el doctor Vallejo.
Si bien la sangre es un intangible en donde juega un papel importante la solidaridad, en nuestra realidad nacional eso está alejado del contexto cultural, que sólo se mueve ante tragedias monumentales. Lo que pueda pasar con el tema de la sangre en el país, está cruzado transversalmente por un proceso educativo desde la escuela que aún no comienza y que el gobierno está en mora de liderar, aunque desde el Instituto Nacional de Salud se anuncia que ese es el próximo paso en este camino hacia la modernización del sistema transfusional colombiano .
 
El emprendimiento privado
La Fundación Hematológica Colombiana -Fuheco- es una entidad privada que quizás es el mayor captador de sangre del país. Andrés Forero, su director, considera que en el futuro los bancos de sangre serán centros integrados que surtan a los hospitales, debido a que estos centros podrán tener mayor control sobre la calidad de la sangre y sus subproductos, con un manejo unificado del donante y abaratamiento de costos.
Fuheco desarrolla una alianza con una empresa transportadora, que le permitirá distribuir con estándares técnicos la sangre y hemoderivados a regiones alejadas del país, incluso con medios como helicópteros. La ventaja de estos grandes centros, según el doctor Forero, radica en la posibilidad de hacer pruebas a la sangre en cantidades tan altas que permiten abaratar costos, y plantea la masificación de la donación como mecanismo que controle la competencia: “Unificando criterios no habría una competencia de garaje en donde se ofrezcan pasaje aéreos u otras prebendas a los donantes, sino que basados en una cultura de la donación, casi no importe donde done la persona”.
 
 
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