MEDELLÍN, COLOMBIA, SURAMERICA No. 272 MAYO DEL AÑO 2021 ISNN 0124-4388
elpulso@sanvicentefundacion.com
En unos 30 años, aproximadamente 2500 millones de personas vivirían con algún grado de pérdida auditiva, de ellas al menos 700 millones necesitarían servicios de rehabilitación. Así lo prevé la Organización Mundial de la Salud (OMS) en el primer Informe mundial sobre la audición, publicado en marzo de este año.
El documento detalla que actualmente más de 1500 millones de personas en todo el planeta tienen pérdida auditiva. El 60 % de los casos que se presentan en la niñez pueden evitarse con medidas como la vacunación, la mejora de la atención materna y neonatal, el tamizaje y el tratamiento temprano de la otitis media. Por otro lado, en los adultos, las legislaciones para el control del ruido y la vigilancia de la ototoxicidad pueden ayudar a reducir las afectaciones.
La implementación de estas intervenciones de salud pública no solo mejoraría la vida de las personas, señala la OMS, sino que también generarían beneficios económicos y un incremento en la productividad. “Se estima que para ampliar el cuidado del oído y la audición en los próximos diez años en los sistemas de salud solo será necesaria una inversión adicional anual de 1,33 dólares per cápita. Los logros resultantes en materia de salud en un período de diez años evitarán casi 130 millones de AVAD (años de vida ajustados en función de la discapacidad) y producirán una ganancia de casi 16 dólares por cada dólar invertido”.
En un periodo de cinco años (entre 2009 y 2014) el porcentaje de consultas externas por enfermedades relacionadas con el oído en el país, pasó del 25 % al 36 %. Así lo indica el informe Análisis de situación de la salud auditiva y comunicativa en Colombia, el cual señala dentro de las principales causas de consulta la otalgia o dolor en los oídos (88 %), vértigos (59 %), cerumen (45 %), otitis (38 %) e hipoacusia (27 %).
Estas cifras pueden seguir en aumento. Así lo destaca Liliana Dottor, audióloga y profesora del programa de Fonoaudiología de la Universidad del Rosario, y agrega que a partir de los 45 años se tiene una mayor consulta de problemas relacionados con la audición, pero también hay picos en los primeros años de vida.
Una de las medidas que se han implementado en el país es la Ley 1980 de 2019, mediante la cual se creó el programa de tamizaje neonatal en Colombia, que incluye una valoración para detectar alteraciones en los recién nacidos que puedan llevar a hipoacusia, afectar su capacidad auditiva y, de este modo, impactar el desarrollo integral del menor.
No obstante, especialistas en el tema hacen énfasis en la necesidad de un tamizaje profundo. Mercedes Cerón, otorrinolaringóloga y exvicepresidenta de la Asociación Antioqueña de otorrinolaringología (AAORL), dice que, así como a los recién nacidos se les mide la hormona tiroidea, sería ideal realizar Otoemisiones Acústicas y Potenciales en el Tallo Cerebral (BERA, por sus siglas en inglés), para detectar pérdida auditiva.
“Es muy importante hacerlo en los primeros 3 meses, pero la mayoría de pacientes llegan es entre los 2 y 3 años de edad, cuando ya se ha perdido una etapa de neuroplasticidad muy importante para la persona”, argumenta Cerón.
La profesora Dottor explica que actualmente no se hace el tamizaje auditivo neonatal en todos los hospitales, solo se aplica una prueba de sangre que sirve, entre otros, para identificar sorderas hereditarias, pero deja por fuera enfermedades que se pueden desarrollar durante el embarazo o en el proceso de parto.
La docente afirma que hay otras recomendaciones que ha hecho el ministerio para la prevención temprana, como los tamizajes en la etapa escolar y los protocolos de seguridad y salud en el trabajo: “lo que necesitamos es que las diferentes entidades las apliquen, creen los programas y hagan inversiones en términos de intervención”. Por lo anterior, dice Dottor, el reto no es solo desde la salud sino también desde la comunicación y la educación.
Según la otorrinolaringóloga Cerón, también es relevante la inversión en investigación, por ejemplo, en terapias biológicas, medicina regenerativa y terapias translacionales. Pero también, desde el ámbito privado, las personas pueden prevenir problemas auditivos con cambios dietarios, disminución de exposición al trauma por ruido y prevención de traumas innecesarios a nivel craneoencefálico.
La especialista destaca algunos programas en Medellín que aportan información importante para tomar acciones. Uno de ellos es el Sistema de Alerta Temprana de Medellín y el Valle de Aburrá (SIATA), que mide los niveles de calidad del aire y también la contaminación por ruido; y otro es el programa Convive la noche, adscrito a la Secretaría de Seguridad y Convivencia, que promueve la disminución de ruido en diferentes sectores. No obstante, los límites establecidos allí serían un punto a revaluar, pues desde su percepción “el ruido sobrepasa los límites propuestos por la OMS y la literatura científica”.
Otra de las brechas en las que hizo énfasis la OMS en su informe es sobre la capacidad de los sistemas de salud para contar con el talento humano necesario para atender las enfermedades auditivas.
“Entre los países de bajos ingresos, por ejemplo, aproximadamente el 78 % tiene menos de un otorrinolaringólogo por millón de habitantes; el 93 % tiene menos de un audiólogo por millón; solo el 17 % tiene uno o más logopedas por millón, y el 50 % tiene uno o más maestros para sordos por millón. Incluso en países que cuentan con una proporción relativamente alta de profesionales en el campo, la desigualdad de la distribución y otros factores pueden limitar el acceso a ellos”, detalla el documento.
La exvicepresidenta de la AAORL comenta que actualmente 100 otorrinos forman parte de esta organización antioqueña y 643 están agremiados en la Asociación Colombiana de Otorrinolaringología. “Es un nivel insuficiente y el número de especialistas que se están supraespecializando en otología es todavía menor; la cantidad de logopedas tampoco es suficiente. Además, hay que tener en cuenta que la mayoría de estos especialistas están concentrados en las ciudades y no distribuidos de forma equitativa para dar cobertura a las zonas rurales”.
Otro punto clave, agrega Dottor, es incluir a los especialistas en rehabilitación y fonoaudiología en la atención primaria. Para ella, la influencia de estos profesionales en esta fase, sería una oportunidad para impactar las cifras que augura la OMS.
Además de la prevención y atención, la docente explica que se debe invertir en la etapa de intervención. En algunos casos, ejemplifica Dottor, cuando una persona tiene pérdida auditiva en ambos oídos, la indicación es empezar por entregarle un audífono y no el otro, esto se piensa en términos económicos, pero en esas condiciones un solo audífono puede ayudar solo en un 10 % o 20 %.
Mercedes Cerón indica que además es relevante una mayor cobertura en adaptación de ayudas auditivas, “porque aunque el implante coclear ya está incluido en el PBS, la autorización de estas cirugías está tomando mucho tiempo”.
La Covid-19 ha generado inquietud sobre posibles secuelas que tienen que ver con la salud auditiva. La otorrinolaringóloga Cerón señala que en consulta ha evidenciado pacientes que quedan hasta tres meses o más con síntomas como la hipoacusia súbita, los ruidos, el vértigo o la disfunción de la trompa de Eustaquio y problemas para descomprimir.
El impacto de la pérdida de audición puede generar consecuencias devastadoras. Cerón explica que: “si nos desconectamos de forma auditiva, estamos teniendo un aislamiento social que genera ansiedad, depresión y pérdida del autoestima, con esto se afecta la capacidad de disfrute y la calidad de vida del paciente”. De allí la intención de adaptar rápidamente los audífonos, porque “si las personas no están escuchando tendrán más riesgo de involución cerebral, es decir, disminuirá la capacidad cognitiva y se acelerará el envejecimiento cerebral”.
Paradójicamente, en tiempos de los confinamientos por la pandemia, dice el informe de la OMS, “cuando se nos priva del contacto visual y social, el sentido de la audición nos permite permanecer conectados”, de allí la necesidad del cuidado del oído y la audición.
EL PULSO como un aporte a la buena calidad de la información en momentos de contingencia, pública y pone a disposición de toda la comunidad, los enlaces donde se pueden consultar de manera expedita todo lo relacionado con el Covid-19-
Tel: (4) 516 74 43
Cel: 3017547479
diana.arbelaez@sanvicentefundacion.com