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Y la salud en el PND ¿Cuándo?

Por: Redacción EL PULSO
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Que en un Plan Nacional de Desarrollo no se pueda incluir todo es tan evidente que no merece mucha replica, ya que este ha sido el argumento de algunos funcionarios del estado cuando les señalan las falencias del proyecto presentado para estudio al Congreso de la República, y como soñar no cuesta nada, aunque pueda traer decepciones, porque no imaginar que por una única vez un PND incluya algunos parámetros de planificación seria de la salud del país, que vayan más allá de ver como raspar la olla de los recursos o de cómo conseguir más dinero para un sistema que cada vez se parece más aun barril sin fondo.

Un Plan de Desarrollo no es la garantía del éxito para un país, es más bien un listado de buenas intenciones donde el gobierno de turno consigna sus prioridades y líneas de acción frente a los temas que considera cruciales para que la nación crezca y avance con prosperidad para todos sus asociados, en otras palabras, es una promesa de acción a los ciudadanos.

Y en este orden de ideas se esperaría que los ciudadanos vean reflejadas en un PND la solución, o por lo menos propuestas, que mejoren sus condiciones de vida, que den respuesta a sus problemas y reclamos, que les permita precisamente su desarrollo.

La otra consideración es que un PND debería ser planteado con una visión integral y real de país, de territorio, de diferencias étnicas y culturales, de debilidades y fortalezas, pero ante todo, de prospección hacia el bienestar general comprobado de la población, de nuevo acá, enfocado en el crecimiento de los ciudadanos.

Sin embargo, en Colombia la elaboración del Plan Nacional de Desarrollo parece haberse convertido en otra cosa.

Por un lado los legisladores no demuestran demasiado interés en su estudio, entre otras razones, porque algunos temas son presentados en forma tan técnica y general, que se requiere un nivel de formación bastante alto para debatirlos; otra causa es que los PND terminan cumpliéndose o no según los vaivenes del cuatrienio, a veces, como en este año, se llegan a repetir de un gobierno a otro sin que nadie cuestione la razón por la que quedaron pendientes y, menos aún, que haya quien pida rendición de cuentas y sancione incumplimientos.

Otra causa para que los PND en Colombia tengan una directriz tan particular, es que son elaborados por funcionarios eminentemente técnicos del Departamento Nacional de Planeación, y acá no se cuestiona ni se quiere revivir la discusión frente a lo tecnocrático de los gobiernos, lo que sucede es que una cosa es el país visto en un escritorio en Bogotá, por más Google Maps que se consulte, o estadísticas, informes y estudios que se lean, y otra diametralmente distinta la que se vive en las calles, barrios, veredas, ciudades o pueblos, villas o casuchas donde residen esos ciudadanos a los cuales se debe priorizar en esos PND.

Un Plan Nacional de Desarrollo debería tener un grupo asesor que traslade a los funcionarios del DNP las inquietudes de los de a pie, y no de lobistas, precisamente; una especie de “cuarto de al lado” que les recuerde a los técnicos que la salud pública es lo suficientemente importante como para no reducirle los recursos, o que les explique que las condiciones de venta de una EPS tiene que ser más que una lista de chequeo de documentos entregados, e incluso y porque no, que la salud y la vida de esos ciudadanos asociados tiene que ser amparada como prioritaria y bajo el marco de una Ley Estatutaria expedida hace años pero engavetada en las gélidas dependencias de quienes deciden el futuro de los colombianos.

Qué bueno soñar con que alguna vez la salud y su planificación integral sea ordenada aunque sea en unos artículos generales en un PND, que se reconozca y corrijan las contrataciones por mini temporadas de los equipos que adelantan las acciones de salud pública en los territorios, que los recursos en vez de reducirse y trasladar los costos a los usuarios, sean aumentados con inteligencia para poder ejecutar conceptos como la prevención y promoción. Que bueno sería soñar.


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