MEDELLÍN, COLOMBIA, SURAMERICA No. 238 JULIO DEL AÑO 2018 ISNN 0124-4388 elpulso@sanvicentefundacion.com

EL CORAZÓN DEL HOMBRE: Una interpretación particular de la obra de Erich Fromm

Abraham Chams Anturi, Director Unidad Funcional Materno Infantil de San Vicente Fundación. Jefe de la Sección de Cirugía y Urología Pediátrica, Universidad de Antioquia
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H ace algunos meses, mientras miraba ejemplares en una prestigiosa librería, me encontré con una edición de “El corazón del hombre” de Erich Fromm, el libro no dejaba de mirarme, intenté por todos los medios huir de su llamado, pero ya saben que en algunos casos el lector no escoge el libro, sino que es el libro el que escoge al lector. Lo anterior podía meterme en problemas, cada mes cuando reviso el presupuesto le prometo a mi esposa bajarle a la inversión en libros, y es en este momento cuando el argumento de Borges inclina la balanza a mi favor: “Siempre imaginé que el paraíso era una especie de biblioteca”.

Erich Fromm (1900-1980) fue un destacado psicoanalista, psicólogo social y filósofo humanista de origen judío alemán. Miembro del Instituto de Investigación Social de la Universidad de Fráncfort, hasta que a fines de los años 40, rompió con ellos debido a la heterodoxa interpretación de la teoría freudiana que desarrolló dicha escuela, la cual intentó sintetizar en una sola disciplina el psicoanálisis y los postulados del marxismo. Fue uno de los principales renovadores de la teoría y práctica psicoanalítica a mediados del siglo XX. Entre los muchos libros escritos por nuestro autor destaco tres para conocer su pensamiento: El miedo a la libertad, el arte de amar y el corazón del hombre. Su obra termina proponiendo un nuevo psicoanálisis, que él nombra “psicoanálisis humanista”, proponiendo un “humanismo dialectico”.

Como el mismo Fromm comenta, sus conclusiones son el producto de la práctica clínica, intuiciones teóricas, creencias religiosas y postulados sociales. Fue testigo del siglo XX con sus dos guerras mundiales, el marxismo, el nacional socialismo, la guerra fría y el capitalismo salvaje. Todos estos acontecimientos históricos producto de las corrientes de pensamiento y movimientos que el hombre ha iniciado en busca de su propia libertad, un éxodo iniciado hace miles de años cuando el fuego de la razón iluminó el pensamiento y calentó el corazón. Paradójicamente esa libertad anhelada por el hombre terminó convirtiéndose en su mayor temor, la libertad implicaba responsabilidad, renunciar a la condición animal con sus instintos, a la postulación de la ley para la convivencia en sociedad y aún más al latente riesgo de la anarquía destructora en nombre de los derechos personales olvidando la ley natural.

Su pensamiento claramente marcado por Freud, pero interesándole la visión de Thomas Hobbes: “El hombre es un lobo para el hombre”; al mismo tiempo destaca la condición humana del auto-sacrificio en favor de los otros. Describe una condición dual en el ser humano, la de lobo y a la vez cordero, no todos los hombres han desarrollado de la misma manera ambas condiciones, pues en la inmensa mayoría predomina el cordero, en tanto una minoría es dominada por la condición de lobo, pero esta minoría ha sabido exaltar la condición de lobo que existe en la inmensa mayoría. Nuestro autor postula: “El hombre ordinario con poder extraordinario es el principal peligro para la humanidad”.

Este miedo, miedo a las consecuencias de la libertad, se traduce en violencia entendida como la destrucción de la vida. Fromm clasifica el origen de esta violencia de varias formas: la primera como lúdica, la segunda como instinto de supervivencia (reactiva), la tercera de estas como trascendente, una forma de sobrepasar la condición humana que solo se logra o creando vida o destruyéndola. El cuarto origen de la violencia es la justicia que se traduce en venganza, el quinto de sus postulados hace referencia al ego, al placer de dominar y ser un dios. La sexta forma es la más compleja, se define como la sed de sangre, regresar de la complejidad de la vida a lo sencillo de la inercia inanimada.

En el corazón del hombre se lleva a cabo una guerra constante entre el amor a la vida (biofilia) y la orientación a la muerte (tanatofilia), el primero de estos es el motor del síndrome que Fromm define como de crecimiento, el segundo lo llamara síndrome de decadencia. La decadencia conlleva a hacer del hombre un objeto inerte, inanimado, una simple pieza remplazable en una maquinaria económica, una forma de violencia que despoja al ser, lo hace contractual. Una sociedad de consumo y de espectáculos que distraen la razón, que sacian, pero no llenan, que calma el afán de comer del “Lobo estepario” de Hesse.

El síndrome de crecimiento se fundamenta en una ética biofila, orientación hacia la vida, una ética del amor. El amor construye, se entrega, permite ser comido, conduce el universo hacia la complejidad, hacia la razón, hacia la libertad soberana de entregarse, sin violencia, sin miedos ni temores. Esta decisión nos hace humanos en la inmanencia, pero a la vez trascendentes, la vida entregada engendra más vida: “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto. Jn 12, 24.


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