MEDELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 7    NO 88   ENERO DEL AÑO 2006    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co






 

 

En pleno siglo XXI
La vergüenza colombiana en
mortalidad materna

Juan Carlos Arboleda Zapata - elpulso@elhospital.org.co

Para esta época, la muerte de una gestante
debería ser tan extraña como una muerte por frío.
George Alleyne (OPS)
Si el aumento de la mortalidad materna en Colombia dependiera simplemente de una mejora en mecanismos de diagnóstico que permiten detectar más casos, como sostienen algunos funcionarios del Ministerio de la Protección Social, el asunto sería relativamente controlable, porque estaríamos en una investigación para llegar a las cifras verdaderas del problema; pero lo que se vive es uno de los más crueles resultados de la inequidad y exclusión social a que están sometidos inmensos grupos de población, que hace que la mortalidad materna aumente dramáticamente porque el Estado olvidó que los indicadores de mortalidad materna y perinatal
representan el grado de desarrollo y equidad en un país, y que la mortalidad materna es la expresión más injusta de la inequidad.
Resulta por lo menos paradójico, que en pleno siglo XXI cuando nadie puede discutir que toda mujer tiene el derecho fundamental al embarazo, a partos seguros y a una maternidad responsable, aún este tema produzca en el mundo 585.000 muertes de mujeres embarazadas al año, más del 25% de enfermedades relacionadas con el proceso reproductivo y que 7 millones de recién nacidos mueran al año (según OMS). Estas cifras muestran que la inequidad atraviesa el asunto: el 98% de las muertes maternas se producen en países pobres, en África el riesgo a morir es de 1 en 3, en Latinoamérica de 1 en 70, mientras en Europa es de 1 en 3200.
En Latinoamérica, 25.000 gestantes mueren cada año, 3'200.000 no reciben control prenatal y 3'500.000 no reciben atención del parto en un hospital, haciendo de este grupo humano el primer eslabón de la pobreza. Se encuentran cifras desde países como Uruguay con 11,1 muertes maternas por cien mil nacidos vivos, Chile con 22,7 y Cuba con 33,9 hasta las escalofriantes de Haití con 523.
En Colombia la mortalidad materna no cuenta con indicadores confiables debido al subregistro, pero se han aceptado para el análisis datos de alrededor de 104,9 muertes maternas por cien mil nacidos vivos (OPS), y si bien aparentemente están lejos de los números de Haití con sus 523, esto es sólo un efecto estadístico, ya que en regiones como Vaupés la tasa es de 466,1. El incremento se presentó a partir de 1995 al 2000, en donde para observar solo algunos datos, el Valle del Cauca pasó de 14,1 a 29,7 por cien mil nacidos vivos, Bogotá de 13,9 a 53,4 y Antioquia de 29,2 a 59.
El doctor Juan Guillermo Londoño, jefe del Departamento de Obstetricia de la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia, considera que a mayor atención calificada en un entorno habilitante, la mortalidad materna se reduce; acciones como mejorar el acceso a los métodos de planificación familiar, garantizar la atención con calidad al aborto inducido, mejorar calidad de la atención y disponer de personal calificado, serían fundamentales para resolver el problema. Para el doctor Londoño, “la mortalidad materna no se ha impactado porque pese a que en el país existe dinero para promoción y prevención, hay un problema de carácter estructural, y es que al sistema de salud se accede por una relación contractual, y no como a un derecho fundamental; además, los organismos de control no funcionan, y las EPS y ARS no hacen promoción de la salud y prevención de la enfermedad, y los programas de tamización de cáncer de cérvix y mama no funcionan”.
La calidad de la atención está directamente relacionada con la mortalidad materna; según el doctor Mauricio Vasco de la Universidad Pontificia Bolivariana, hay problemas en la remisión, dificultades en el sitio de atención y falta disponibilidad de componentes sanguíneos, pero también falta entrenamiento especializado para médicos generales y especialistas en el área de emergencias obstétricas. Estas observaciones las ratifica el doctor Joaquín Guillermo Gómez Dávila del Centro Latinoamericano de Perinatologia (CLAP) de la Universidad de Antioquia, para quien el tema de la calidad es preocupante porque acompaña entre el 70 y 80% de las muertes maternas; para el doctor Gómez, la mortalidad materna lleva implícito un problema de equidad, de falta de oportunidades, y esto conlleva baja escolaridad, menos posibilidades en la vida y más problemas de salud: “Además, se han subestimado las dinámicas culturales; las soluciones propuestas parten desde el sector salud desconociendo el imaginario colectivo de las poblaciones. Es hora de retomar los diagnósticos desde la comunidad y las soluciones planteadas desde ella”.
El doctor John Jairo Zuleta, profesor de ginecología y obstetricia de la Universidad de Antioquia, señala que en los últimos 10 años tampoco se impactó la mortalidad perinatal: “El enfoque fue solucionar los problemas presentados y se hizo muy poco para prevenir que nazcan prematuros, para que las pacientes consulten a tiempo con sus niños y para que se haga atención juiciosa tanto prenatal como durante el parto. La cifra que maneja Colombia es de 24 muertes por mil nacidos vivos y eso no quiere decir que estemos bien; países de condiciones similares manejan cifras de 12 muertes por mil nacidos vivos”.
Bajó fecundidad y aumentan embarazos no deseados
La Encuesta Nacional de Demografía y Salud 2005 muestra disminución de la fecundidad de las mujeres colombianas: hace 40 años Colombia tenía una de las fecundidades más altas (7 hijos por mujer), hoy bajó a 2,4. Sin embargo, según el coordinador de la investigación, doctor Gabriel Ojeda, las inequidades del país se hacen más manifiestas: “Mientras las mujeres en la zona urbana tienen tasa de fecundidad de 2,1, en la zona rural es de 3,4; mientras las mujeres que alcanzaron algún año de educación universitaria tienen tasa de 1,4, las que no tienen educación tienen 4,5; en Medellín la tasa es de 1,6, en el litoral pacifico de 3,4, en Caquetá 3,6; y en Guajira y Vaupés de 3,4. Se identifican grupos poblacionales donde el adelanto no ha llegado, pero otro resultado preocupante es el incremento de hijos indeseados: sólo el 46% son deseados, un 27% eran deseados para más tarde fueron inoportunos, y un 27% de las mamás los declaran abiertamente como no deseados. El aumento frente a la Encuesta del 2000 fue de 4 puntos”.
Es problema de género
La doctora Gloria Estela Penagos, Directora del Centro Interdisciplinario de Estudios en Género de la Universidad de Antioquia, considera que hay inequidades en la atención de la salud de las mujeres derivadas de Ley 100: “Que las mujeres no puedan acceder a la analgesia durante el parto, porque está únicamente asignada a quienes tienen problemas muy definidos, hace que tengan la obligación de tener dolor en el parto”. Adicionalmente, señaló que debido a problemas como el acceso a la mamografía, hay un incremento significativo de cáncer en mujeres jóvenes: “Si en la mortalidad materna hay un paseo de la muerte, en cáncer de mama hay un paseo de la tortura. ¿Cuántas gestiones hay que hacer para lograr una mamografía? Es paradójico, y son visiones sesgadas de la salud pública, cuando se remite a solucionar problemas y no a prevenirlos, como sucede con los subsidios parciales: cubren el cáncer de mama y de cuello uterino, pero no el acceso a la mamografía y citología como mecanismos de diagnóstico para una detección temprana”.
 
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