MEDELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 16    No. 219 DICIEMBRE DEL AÑO 2016    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co

 

Reflexión del mes

Papa Francisco:
Navidad es dejarnos amar por Jesús
“La Navidad es algo más: nosotros vamos por este camino para encontrarnos con el Señor. ¡La Navidad es un encuentro! Y caminamos para encontrarlo: encontrarlo con el corazón, con la vida; encontrarlo vivo, como Él está; encontrarlo con fe. No es fácil vivir con la fe. El Señor, en la palabra que hemos escuchado, se maravilló de este centurión: se maravilló de la fe que él tenía. Él había hecho un camino para encontrar al Señor, pero lo hizo con fe. Por esto él no solo se encontró con el Señor, sino que también sintió la alegría de ser encontrado por el Señor. Este es el encuentro que nosotros queremos: ¡el encuentro de la fe!”.
   
Transparencia, corrupción y salud
Francisco de Paula Gómez,MD - Experto en Economía y Salud Pública
Corrupción y falta de transparencia en asuntos relacionados con salud, son temas de los que todo el mundo tiene algo que decir, pero en voz baja, y de los que nadie se atreve a hacer señalamientos en específico debido a los onerosos costos personales que podrían llegar a significarle. Es como un “secreto a voces” sobre el que me atrevo a decir que quizá pesa más dentro de las precarias finanzas del sistema de salud que muchos otros problemas a los que se les han dedicado años. Aunque a muchos no les guste oírlo, la corrupción pareciera ser que carcome todos los niveles del Sistema de Salud y estamos más que pasados de emprender una verdadera cruzada para comenzar a hacer algo al respecto.
El término corrupción viene del latín “corruptio”, palabra que evoca “una acción conjunta para romper en pedazos”. Es pues una acción de dañar, de pervertir algo, y según la Real Academia de la Lengua Española, es una forma viciosa, esto es, establecida con el fin de perpetuarse en el tiempo.
Colombia como país viene dando evidencas de empeorar en asuntos relacionados con transparencia, y las evidencias de corrupción general se han hecho cada vez más patentes: En 2007, Colombia ocupaba el puesto 68 en el Índice de Percepción de la Corrupción (IPC) realizado por Transparency International, y para 2015 el país pasó a ocupar el lugar 83 entre 167 países utilizando una metodología y un universo de países similares. Para contrastar mejor la situación, estamos a la altura de países como Benín, China, Liberia y Sri Lanka, y por debajo de naciones que en el pasado tuvieron mayores problemas como Zambia, Túnez, Burkina Faso y Brasil que ocuparon el puesto 76.
Revisando el Índice de Transparencia de las Entidades Públicas (ITEP), de Transparencia por Colombia de 2015, del total de 85 entidades evaluadas puede decirse que las siete instituciones de salud participantes salen entre regular y mal libradas, pues el mejor calificado fue el INVIMA con un riesgo moderado de corrupción en el puesto 14, y el peor de los evaluados es el Instituto Nacional de Salud en el puesto 77 con un riesgo alto de corrupción; el Ministerio de Salud ocupó el puesto 23 y la Superintendencia el 33.
Como dato interesante, y solo para confirmar la mala reputación que han tenido siempre, el Consejo de la Judicatura, el Senado de la República, y la Cámara de Representantes ocuparon los puestos con mayor riesgo de corrupción de todo el grupo de entidades estatales, 83, 84 y 85, respectivamente. (Ver tabla)
Con el grado de politización reinante y los escándalos por corrupción que han venido mostrándose día tras día en los medios, no cuesta mucho imaginarse en qué lugar del escalafón ITEP quedarían muchas Secretarías de Salud departamentales y municipales, muchos hospitales públicos, y otros organismos relacionados que hoy no hacen parte de la medición de Transparencia.
Recordemos que los concursos de méritos para elecciones de gerentes de las Empresas Sociales del Estado fueron denunciados e investigados muchas veces por supuestos favorecimientos, y al parecer por la extendida práctica de compra y venta de resultados para esos cargos, al punto que se decidió que fueran los alcaldes los que directamente nombren a sus favoritos.
De otra parte, la contratación en todo tipo de entidades, con sus intrincadas y rígidas reglas se suponía que sería vehículo ideal para organizar los diferentes aspectos relacionados con la atención de salud; sin embargo, las denuncias por contrataciones amañadas, pagos de coimas, arreglos previos de pliegos, favorecimientos, cláusulas a la medida, etc., se han vuelto cosa de todos los días en entidades de todo tipo.
Las EPS públicas se han venido liquidando “casi que silenciosamente”, pero no cabe duda que fueron sus desgreños administrativos y de manejo los que dieron al traste con las mismas, arrastrando miles de millones de pesos de la salud que se perdieron.
La falta de transparencia cuando no fomenta la corrupción por lo menos la facilita. Flaco favor se le hace a la transparencia cuando no se publica información crítica que todos debieran conocer. Tres ejemplos ilustran el punto: hace unos años la Superintendencia de Salud publicó de manera sistemática los estados de resultados y la condición financiera de EPS y hospitales públicos, pero esa práctica fue fugaz y hoy por hoy es imposible encontrar esa información actualizada de manera expedita en algún portal oficial; el INVIMA no publica evaluaciones de calidad y seguridad de medicamentos y dispositivos médicos, información que debiera ser fundamental para cualquier profesional que prescribe estas tecnologías, lo que en Europa y Estados Unidos es de dominio público; y conocer el comportamiento del presupuesto del Sistema de Salud es una labor para iniciados que le hace imposible a cualquiera consultarlo en la página del Ministerio de Salud.
La corrupción dentro del sistema le quita ingentes recursos a la salud, o sea, a las personas que son en última instancia la razón de ser del mismo. Ya es tiempo de que empecemos a hablar seriamente de estos temas.
Índice de Transparencia de las Entidades
Públicas (ITEP) - Transparencia por Colombia 2015
 
  Bioética
Prendas de vestir rotas
Ramón Córdoba Palacio, MD Q.E.P.D.
Antes el buen acabado de la tela o del vestido era un compromiso tácito entre el comprador y quien ofrecía esos productos. Hoy en cambio la tela o el vestido más roto, más deteriorado, es más costoso comercialmente; parece que no existiera la responsabilidad de quien ofrece hacia la persona que compra.

Si reflexionamos un poco, nos damos cuenta de que la apariencia descuidada, de la moda que se plantea hoy, expresa el nulo compromiso de solidaridad con nuestros semejantes y con ningún objeto que comparta nuestro ámbito. Una expresión suma de egolatría; insisto en lo expresado en otras oportunidades: “primero yo, segundo yo y no hay tercero porque ese también soy yo”.
Consciente o inconscientemente nos informan, con su modo de vestir, que ellos son el centro del mundo, que no disponen de tiempo para cambiar sus vestidos y menos para disfrutar con los demás seres que comparten su existencia. “Yo soy yo, lo otro vale un comino”.
¡Terrible egolatría! ¡Terrible soledad humana! ¡Terrible descomposición social!
Nota: Tras el fallecimiento del doctor Ramón Córdoba el pasado 10 de septiembre, en esta columna publicaremos algunos artículos que nos había enviado para la misma.

Esta sección es un aporte del Centro Colombiano de Bioética -Cecolbe-.
 

Maestro, ¿qué es eterno?

Los procesos por los magnicidios en Colombia. La justicia tardó 27 años para condenar al general Maza Márquez por la muerte de Luis Carlos Galán. También demoraron mucho las condenas en los casos de Carlos Pizarro, Álvaro Gómez Hurtado, Rodrigo Lara Bonilla, Jaime Pardo Leal, Bernardo Jaramillo Ossa, entre otros, donde siguen las dudas procesales. Igual con Héctor Abad Gómez, Leonardo Betancur, Luis Felipe Vélez, Guillermo Cano Isaza, Jesús María Valle, Luis Fernando Vélez…Eso no, ¿cómo te parece, pequeño saltamontes, que siguen oscuros los asesinatos de Rafael Uribe Uribe (1914) y Jorge Eliécer Gaitán en 1948?

 
 











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