MEDELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 16    No. 197  FEBRERO DEL AÑO 2014    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co






 

 

El Ébola es una realidad. ¿Qué tan grande? Posiblemente no sepamos la dimensión del problema hasta que las autoridades sanitarias mundiales notifiquen el control definitivo de la “pandemia”. Entonces, se sabrá si se justificaron tantos millones de dólares gastados en los costosos medicamentos, si algunos de ellos agravaron el mal en vez de curarlo, o si buena parte de éstos sigue en las bodegas de muchos países que cayeron en otro sofisma de poderosas compañías farmacéuticas.
La directora de la ONG “Médicos Sin Fronteras”, Joanne Liu, a su regreso reciente de la misión médica en África, pintó así la dramática situación: “Con una media del 50% de pacientes que mueren, se ve rápido: tienes una tienda de campaña con 10 pacientes, hay 5 que no saldrán de allí”. De nuevo, como con la gripe A-H1N1 y otras alertas, están confrontadas la vida y la muerte, el humanismo y el negocio.
A principios de enero, el director general adjunto de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Bruce Aylward, expresó: “En los últimos 21 días (periodo de incubación del virus) se contabilizaron 463 casos confirmados, sospechosos y probables en Sierra Leona, 109 en Guinea y 21 en Liberia, lo que constituye una reducción sustancial”. Y agregó: “Sin embargo, estamos preocupados porque esta reducción conlleva cierta complacencia y ese es el peor riesgo. El objetivo debe ser únicamente el de reducir los casos a cero”. Entonces había 21.797 casos entre sospechosos, probables y confirmados y casi 8.700 muertes por el brote epidémico, primero en el oeste de África.
Preocupa que sólo la mitad de las infecciones registradas provengan de alguna cadena de transmisión conocida.
Y el 25 de enero, la directora general de la OMS, Margaret Chan declaró: “La epidemia de Ébola en África occidental demostró que el mundo no está preparado para hacer frente a emergencias sanitarias de alcance internacional”, pidió construir nuevos sistemas nacionales e internacionales de defensa, y reformar la misma OMS. Pero, ¿qué tanta credibilidad mantienen las alertas epidemiológicas de la OMS, ante los recientes fiascos de otras supuestas pandemias? En 2009 la OMS predijo que un tercio de la población mundial se afectaría por la gripe A-H1N1. Ante ello, la ministra de Sanidad de España, Trinidad Jiménez, anunció la compra de 37 millones de dosis de vacunas contra esa gripe a dos de las más grandes farmacéuticas del mundo, por 266 millones de euros. Un año después sólo se habían vacunado 3 millones de personas, el resto se guardó como “reserva estratégica” para luego donarlo a la Organización Panamericana de la Salud o se destruyó, para no hablar de las multimillonarias compras de Colombia y otros países.
Son múltiples las presiones por mayores recursos para combatir el Ébola, su control es simple problema financiero según el paradigma reinante, sin cuestionar el tamaño real y la etiología de la “pandemia”. El señor Aylward de la OMS dijo que el presupuesto para los próximos 6 meses es de 1.500 millones de dólares y sólo se tienen 482 millones, hay un déficit mínimo de 300 personas trabajando en acciones contra el virus, y es insuficiente el número de 40 países que mantienen controles de entrada, cuarentenas o medidas similares a las personas que vienen de países afectados. El 24 de diciembre de 2014 el científico belga que en 1976 descubrió el Ébola, Peter Piot, líder del departamento anti-ébola de la OMS, predijo que el control del Ébola en África demorará al menos un año.
El drama humano
Con o sin pandemia, el mal persiste y, con él, el drama humano. Y surgen las denuncias sobre “falta de gobernanza” de la OMS; la directora de Médicos Sin Fronteras, Joanne Liu, a su regreso de Liberia donde dirigió un frente de atención, dijo: “Ha habido un problema de gobernanza internacional para tomar el liderazgo en la respuesta al Ébola (…) No creo que haya que privatizar esta cuestión. O se devuelve esa capacidad a la OMS, o se crea una nueva instancia internacional a partir de la ONU que pueda hacerlo”.
En medio de la mortandad y del malestar social de las comunidades, un compañero de Liu comparaba esta situación con “estar en una línea de frente con metralletas que no paraban de dispararme”. Liu agregaba: “Humanamente, tenemos todos ganas de llorar”.
La directora de la OMS, Margaret Chan
declaró: “La epidemia de Ébola en África occidental
demostró que el mundo no está preparado para
hacer frente a emergencias sanitarias de
alcance internacional”, pidió construir nuevos
sistemas nacionales e internacionales
de defensa, y reformar la misma OMS.
Cuestionamientos
A mediados de 2014, el informativo francés “Salud, Nutrición y Bienestar”, basado en informes de la OMS (XX Conferencia Internacional sobre el Sida, en Melbourne, Australia, 21-25 de julio de 2014), de USA Today, Le Nouvelle Observateur y otros medios, informó que pese al auge mediático, “la realidad es que la epidemia del virus del Ébola sigue manteniendo una magnitud bastante modesta. Entonces se hablaba de 1.044 fallecimientos por Ébola, y el resto de muertes eran casos 'probables'”. El informativo señalaba que si bien eran 1.044 muertes innecesarias y lamentables, debería compararse esta magnitud con las 1,4 millones de muertes anuales por tuberculosis, 855.000 por paludismo y más de 3.000 muertes anuales por la gripe estacional en España.
El modo de contagio del Ébola también es objeto de alarmismo. Las frecuentes imágenes de personal sanitario que “vacuna” en África, protegido con mascarillas y dispositivos exagerados, son parte del llamado “bioterrorismo”, igual que las consejas sobre la supuesta propagación por medio aéreo. Los expertos dicen que el virus es comparable al sida por su medio de propagación, pues requiere contacto con la sangre o un líquido biológico del enfermo. Si el mundo no es inmune al Ébola, menos lo es a otra pandemia: el virus mercantil de las transnacionales farmacéuticas.
 
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