DELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 15    No. 172  ENERO DEL AÑO 2013    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co






 

 

 
Vincent van Gogh, con trastorno bipolar.
El dicho “de músicos, poetas y locos, todos tenemos un poco”, es más cierto de lo que pensamos. Si Beethoven, Newton, Poe y Van Gogh son ejemplos notables de trastorno bipolar, si la genialidad de Mozart coincide con una mente autista, si el Premio Nobel de Economía John Forbes Nash es esquizofrénico y paranoico, es apenas lógico preguntarnos, con John F. Nash: “¿Es la locura el compañero secreto de la genialidad?”. ¿Cómo puede brotar del mismo cerebro un desorden mental y un producto excelso del arte o de la inteligencia?
Edgar Allan Poe, con trastorno bipolar.
¿Cómo puede brotar
del mismo cerebro un desorden
mental y un producto excelso
del arte o de la inteligencia?
La neuróloga Luz Stella Caycedo en su conferencia “Música y cerebro” en el Parque Explora de Medellín el pasado 22 de noviembre, analizó la relación entre las funciones cerebrales y la actividad musical y artística. Señaló que la música, que estimula la oxitocina, la hormona del amor y de la empatía, que incide incluso en la fidelidad conyugal, se procesa en ambos hemisferios cerebrales, aunque el derecho se especializa en lo artístico y el izquierdo en lo más científico o analítico; en contra de la vieja visión según la cual todos los elementos de la música se situaban en una sola porción del cerebro, hay localizaciones distintas para cada uno. El hemisferio derecho procesa el tono, el timbre y la melodía, mientras que el izquierdo se ocupa del ritmo y del reconocimiento de la estructura musical en los músicos, y el cuerpo calloso conecta las funciones de ambos hemisferios, etc.
John Nash, genio matemático, esquizofrénico y paranoico, en cuya vida se inspiró la película “Una mente brillante”.
Este mapa ha contribuido al estudio de la patología neuro-psiquiátrica, de las disfunciones del lenguaje verbal y musical como la amusia (incapacidad para percibir la música o alguno de sus elementos), de las aptitudes artísticas y del punto quizás más oscuro: las posibles relaciones entre genio y enfermedad mental, o su independencia absoluta. Porque al lado de la abultada lista de grandes genios locos, está la no menos extensa de otros con mentes equilibradas hasta donde se sabe, como Juan Sebastian Bach o Félix Mendelsohn.
“Efecto Mozart”: ¿realidad o negocio?
rOrfeo doma a las fieras y encanta a las deidades infernales con su música, las ninfas hacen naufragar los barcos con sus cantos, el flautista de Hamelín arrastra a las ratas con su melodía, David cura la depresión del rey Saúl con el arpa y Farinelli la de Felipe V con su voz, los italianos del Medioevo bailan la tarantela para sanar las picaduras de la tarántula: todos son claros antecedentes míticos o reales de la musicoterapia. La doctora Luz Stella Caycedo los recordó en su conferencia “Música y cerebro”, como introducción al llamado “Efecto Mozart”, mezcla de realidad y fantasía.
Indicó que el Efecto se describió por primera vez en 1993, al analizar los experimentos con la sonata K. 448 para dos pianos de Mozart. Explicó la neuróloga: “Los estudios señalan que esa música incidió en la motivación de unas personas hacia el aprendizaje, mejoró la atención, activó las cortezas pre-frontal, dorso-lateral y occipital y el cerebelo, y disminuyó las descargas epileptogénicas de algunos pacientes. Los expertos descubrieron que el Efecto Mozart sólo tiene aplicación probada en las pruebas viso-espaciales, pero no necesariamente vuelve más inteligentes a esos niños, pues los resultados en el presunto aumento del cociente intelectual no persisten en el tiempo. En cuanto a la epilepsia, esto no quiere decir que la música de Mozart pueda reemplazar los medicamentos y tratamientos anti-convulsivantes”.
No obstante, el manejo mediático del Efecto Mozart ha producido enormes ganancias a las casas productoras de discos, ante una masa de millones de padres convencidos de que la serie de grabaciones convertirá a sus hijos en “niños prodigio” como el Genio de Salzburgo.
El Efecto Mozart se describió en 1993, al analizar
experimentos con la sonata K. 448: “Esa música incidió
en la motivación al aprendizaje, mejoró la atención,
activó las cortezas y el cerebelo, y disminuyó descargas
epileptogénicas de pacientes”.
Dra. Luz Stella Caycedo
Mozart, a propósito, a más de ser uno de los paradigmas del arte musical, también lo es de la patología neuro-psiquiátrica. Este portento que a los 4 años tocaba el clavicordio, a los 6 el violín, a los 8 componía su primera sinfonía y a los 14 la primera ópera, que tocaba de espaldas el piano, que componía a veces mientras jugaba bolos o billar, era bajo de estatura, tenía enorme cabeza, la oreja izquierda más grande que la derecha y los ojos saltones por ser pequeñas sus cavidades oculares. Padecía el síndrome de Tourette, era un hiperactivo incapaz de concentrarse en actividades sencillas, inquieto en grado sumo, bromista e irreverente, y sufría una especie de autismo.
Un biógrafo lo describió como “un adulto en su niñez y un niño en la edad adulta”, hacía muecas constantemente y tenía coprolalia: tendencia al lenguaje soez y obsceno (en un examen de sus cartas, una de cada diez contenía lenguaje obsceno). Curiosamente, en una de ellas decía: “…A las tres, me dirijo a la hospedería de Mainzisch, donde doy clases de urbanidad y finos modales…”.
 
¿Kómo ce dise?
Cuidado con el uso del gerundio
Ejemplos de gerundios son: caminando, jugando, comiendo, hablando, etc. Hay una forma viciada de hablar llamada el gerundio de posterioridad, que se puede corregir muy fácil. Solemos decir: “me estoy yendo mañana”, y si uno dice así, significaría literalmente que en el momento mismo en que habla se “está yendo”, o sea, una acción en presente, cuando lo que quiere decir es que se irá mañana, una acción futura. Entonces, lo correcto es “me iré mañana”. Algunos consideran correcto decir “me voy mañana”, no hay problema.
Otros ejemplos de incorrecciones: “el programa se está realizando”. Lo correcto es “el programa se realiza”. En vez de decir “nos estamos acercando”, podemos decir “nos acercamos”. Y ustedes pueden completar con miles de ejemplos. El gerundio de posterioridad se usa muchas veces con el fin de recalcar algo, de hacer énfasis en algo. En todo caso, así es la cosa “pa´que vaya ir viendo”.
 
La pintura: encefalograma en color
r“El arte en el contexto de la demencia proporciona una ventana única hacia los procesos cognoscitivos de varias regiones del cerebro y una oportunidad única de rehabilitación”, señala el neurólogo norteamericano Bruce Miller. Con esta premisa, la psicóloga colombiana Patricia Montañés analizó en su conferencia “Cerebro, arte y demencias” en el Parque Explora de Medellín el pasado 8 de noviembre, la asociación entre varias formas de demencia y su incidencia en la evolución artística de grandes pintores.
Planteó que la demencia, enfermedad degenerativa del sistema nervioso que altera la percepción del color y de los contrastes y detalles, entre otras disfunciones, afectó por ejemplo al pintor Tiziano, cuyas pinturas en la vejez tienen predominio de colores ocres y pérdida de detalles. El gran impresionista Claude Monet por sus cataratas tenía que recordar dónde estaban los colores en su paleta, pues sólo percibía los más fuertes; Renoir también tuvo limitaciones en la percepción del color debido a problemas neurológicos y la ceguera progresiva de Edgar Degas afectó la definición de sus dibujos.
El mal de Alzheimer, indicó la doctora Montañés, es la demencia más frecuente: trae pérdida progresiva de las capacidades mentales por déficit neuronal, y dificultad para copiar, dibujar y construir objetos bidimensionales, debido a disfunción de las regiones parietales, posteriores y temporales del cerebro. Por ella, Willem de Kooning pintó colores cada vez más fuertes, su dibujo derivó hacia un primitivismo y sus rostros perdieron definición.
No todos los genios son locos
ni todos los locos son genios, pero más
de un ser superior ha pagado por sus frutos
espirituales un alto precio mental.
La psicóloga describió la demencia fronto-temporal como un desorden neuro-degenerativo, con cambios graduales de conducta y disfunciones progresivas del lenguaje. Aparte de algunos pintores que muestran aberraciones en el dibujo de caras por este síndrome, el músico Mauricio Ravel tuvo una afasia progresiva debido a una alteración del lenguaje por lesión del hemisferio izquierdo del cerebro; así se explica el carácter repetitivo de su “Bolero”. Indicó que los artistas con esta enfermedad reconstruyen en sus pinturas recuerdos internos y tienen preocupación excesiva por repetir sus obras, entre otras tendencias.
Los locos geniales
Ludwig van Beethoven nació en 1170 en medio de una tempestad en Bonn y murió en 1827 en medio de otra tempestad en Viena. En varias cartas habló de sus ideas suicidas. A nadie soportaba, ni a sí mismo. Sus vecinos lo escuchaban vociferar constantemente. Análisis recientes de su pelo revelan alto contenido de plomo, lo cual pudo incidir en su trastorno bipolar y en sus enfermedades digestivas.
Se dice que el primer paisaje que vio Vincent van Gogh fue la tumba de su hermano, quien nació muerto un año antes que él; quizá por eso, desde la infancia el pintor siempre buscó la muerte. El amarillo era su color favorito y se cuenta que en sus últimos días llegó a comer pintura amarilla. En un altercado, amenazó a Paul Gauguin con una navaja, con la cual más tarde se cortó la oreja derecha, la envolvió en un paño y la regaló a una prostituta. Otra vez se disparó un tiro en el estómago y supuestamente bebió trementina.
“Yo arriesgué mi vida por mi trabajo, y mi razón siempre fue menoscabada”, dijo en la última carta dirigida a su hermano Theo. Los biógrafos le atribuyen un trastorno bipolar.
Edgar Allan Poe, adicto al alcohol y otras drogas, fue otro maníaco-depresivo. Kay Redfield Jamison lo analiza así: “De la mente enferma surge un 'cósmica' perspectiva que permite un zumo de flujo creativo”. Murió en 1849 en medio de delirios e imágenes de terror como las de sus cuentos.
Sir Isaac Newton (1642-1727), primero en demostrar que los movimientos de la tierra y de los cuerpos celestes obedecen a las mismas leyes, autor de novedosas teorías sobre la luz y de una ley de conducción térmica, estudioso de la velocidad del sonido, del origen de la estrellas y de la gravitación universal, fue otro bipolar. Su padre murió antes de él nacer, y fue separado de su madre en la niñez. Sus cartas delirantes respaldan una supuesta esquizofrenia.
Robert Schumann se sentía poseído por fuerzas demoníacas, tenía miedo al envenenamiento y a los objetos metálicos; recluído en un sanatorio, se arrojó al Rhin y fue rescatado por pescadores.
Piotr Ilich Tchaikovsky (1840-1893), con una vida atormentada e intentos de suicidio, también tiene diagnóstico de trastorno bipolar. Anton Bruckner, Antonio Salieri y Gaetano Donizetti murieron locos.
John Forbes Nash, economista estadounidense, en 1994 compartió el Premio Nobel de Economía con John C. Harsanyi y Reinhart Selten por análisis pioneros del equilibrio en la teoría de los juegos no cooperativos.
Nash propuso el sistema de equilibrio de mercados, aún vigente, refutando teorías de Adam Smith. A los 29 años se le diagnosticó esquizofrenia paranoica, tenía delirios de grandeza y creía que las cifras más importantes del mundo lo buscaban.
No todos los genios son locos ni todos los locos son genios, pero más de un ser superior ha pagado por sus frutos espirituales un alto precio de su salud mental. Unos son locos, a otros los rotulan así por el pecado de no pertenecer al rebaño de los seres “normales”. Loco Galileo, loco Colón, loco Giordano Bruno, loco Abelardo, loco Jesús, loca Juana de Arco, loco Dalí, loco Einstein, loco Gandhi, loco Mandela, loca Frida Kahlo…Graham Green dijo: “¿Cómo escapan de la locura, de la melancolía, del pánico, que son estados propios de la condición humana, los que no escriben, ni componen ni pintan?”.
 
Ocioso lector
El testamento de los locos
Estas son frases de hombres grandes que sufrieron trastornos mentales:
“Los hombres me han llamado loco; pero aún no está determinada la cuestión de si la locura es o no la más excelsa inteligencia, si mucho de lo que es gloria, si todo aquello que es profundo, no brota de la enfermedad del pensamiento, de modos de pensar exaltados respecto del intelecto general. Aquellos que sueñan de día son conocedores de muchas cosas que se les escapan a los que únicamente sueñan de noche” (Edgar Allan Poe).

“La experiencia de estas cosas me puso pronto al borde de la desesperación y poco faltó para que yo mismo hubiese puesto fin a mi vida. Sólo el arte me ha detenido. ¡Ah! Me parecía imposible abandonar este mundo antes de haber realizado todo lo que me siento obligado a realizar. ¡Oh Dios, Tú miras desde lo alto en el fondo de mi corazón, y lo conoces, sabes que en él moran el amor a los demás y el deseo de hacerles el bien! Vosotros, hombres, si leéis un día esto, pensad que habéis sido injustos conmigo...”. (Ludwig Van Beethoven).

Ahora parece que he vuelto a pensar racionalmente de nuevo, en el estilo característico de los científicos. Sin embargo eso no es algo de lo que haya que alegrarse como si alguien con alguna limitación física hubiera recuperado su buena salud. Un aspecto de esto es que la racionalidad del pensamiento impone un límite al concepto que tiene una persona de su relación con el cosmos. Por ejemplo, un no-zoroastriano podría considerar a Zaratustra simplemente como un loco que arrastró a millones de ingenuos seguidores a un culto de adoración ritual del fuego. Pero sin esa 'locura', Zaratustra habría sido solo otro de los millones o billones de individuos que han vivido y después han sido olvidados”. (John F. Nash, autobiografía tras concedérsele el Premio Nobel, 1994).

«No sé cómo puedo ser visto por el mundo, pero en mi opinión, me he comportado como un niño que juega al borde del mar, y que se divierte buscando de vez en cuando una piedra más pulida y una concha más bonita de lo normal, mientras que el gran océano de la verdad se exponía ante mí completamente desconocido» (Sir Isaac Newton).
 



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