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Música colombiana:
diálogo intercultural permanente
Caso: evolución del
contexto
musical del Caribe colombiano
Hernando
Guzmán Paniagua Periodista - elpulso@elhospital.org.co
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| Hasta la mitad del
siglo XX, Colombia sólo llegaba hasta Caucasia, norte
de Antioquia. De ahí hacia la costa, era otro país,
y la música del litoral atlántico, cosa
de negros. Se necesitó que argentinos como Terig
Tucci, Eduardo Armani, Eugenio Nóbile y Adolfo Caravelli
tocaran y hasta compusieran nuestros aires, para que la cultura
oficial y todo el país reconocieran ese inmenso tesoro
de cumbias, porros, gaitas, bullerengues, mapalés, fandangos
y cumbiones y merecumbés, como música colombiana. |
Monumento a la Cumbia en
El Banco (Magdalena), llamada la Ciudad Imperio de la Cumbia.
| Una
vista al microscopio de nuestra música, muestra que el
diálogo entre los aires de distintas regiones siempre
ha existido, soterrado, velado, nunca masivo ni reconocido por
la cultura oficial como parte de nuestra dinámica cultural.
Los mismos compositores han servido como vasos comunicantes
entre las expresiones andinas, llaneras y de los litorales pacífico
y atlántico. A grandes creadores costeños como
Lucho Bermúdez, Pacho Galán, José Barros
y otros, debemos muchas piezas andinas (bambucos, pasillos,
valses, guabinas) y llaneras. El maestro Adolfo Mejía
Navarro (de Sincé, Sucre), compuso piezas antológicas
instrumentales del repertorio
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andino (Bambuco en
Sí menor, Acuarela, Campanas), fuera del bolero Cartagena
y de suites académicas, más celebradas fuera que
dentro de Colombia.
El vallecaucano Edmundo Arias cultivó por igual la cumbia
y el porro, la música andina y el bolero, y el nortesantandereano
Arnulfo Briceño fue uno de los mejores compositores de
música llanera. El barranquillero Mario Gareña
exaltó igualmente la costa (Yo me llamo cumbia) y el
interior (Viva el señor bambuco), y pocos identifican
a Graciela Arango de Tobón como costeña, al escuchar
canciones tan andinas como el vals Mi huella o los despechos
que cantó Helenita Vargas.
Sonero soy
El diálogo del caribe colombiano con el mundo
musical afroantillano, en especial con la corriente salsera
cubano-puertorriqueña, rescató un lazo de identidad
latinoamericana afrodescendiente, contexto musical muy dinámico;
así se creó la salsa colombiana, curiosamente,
a partir del contacto del músico paisa Julio Ernesto
Estrada Fruko, en Nueva York en los años
70's, entonces miembro de los Corraleros de Majagual, con los
salseros inmigrantes cubanos y puertorriqueños. Tal fue
el origen de The Latin Brothers, Fruko y sus Tesos, y Afrosound,
los cuales nos pusieron a conversar con los aires afroantillanos;
esos grupos y Joe Arroyo lograron fusiones entre el son, la
guajira y el guaguancó, con la cumbia, el cumbión,
el fandango, el bullerengue, el porro y la gaita.
La hibridación musical se profundiza en las nuevas expresiones
de salsa colombiana, que rescatan por igual la salsa dura, los
aires tradicionales costeños e interioranos, el latin
jazz y sus afinidades. Ejemplos: Siguarajazz, Guatequismo, Banda
La República, Calambuco, Sexteto Latino Moderno, Adjazzentes
Ensamble, La 33, Kimbawe y otras orquestas, la mayoría
de Medellín y Bogotá.
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Colombia
se quedó sin identidad
musical gracias a 10 invasiones de rancheras,
pasodobles, tangos, cuplés, boleros, rock and roll,
salsa, baladas, música ecuatoriana y venezolana,
por el desprecio ancestral de lo propio y
el amor a lo extranjero.
Alberto Burgos.
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Nuestros territorios
insulares de San Andrés, Providencia y Santa Catalina,
son puntos de toque y caja de resonancia de las expresiones
musicales tradicionales de Jamaica, Haití, Barbados,
Trinidad y Tobago, Martinica y otras islas de Las Antillas (reggae,
soca, calypso, ska, mento, etc.). Sus escasos aires terrígenos
no tienen protagonismo universal, pero sí existen: pasillo
isleño, quadrille, polka, mazurca, vals o waltz y fox-trot,
entrados al archipiélago por la Colombia continental
o por otros territorios de Centroamérica y el Caribe,
y adaptados a las formas melódicas y rítmicas
sanandresanas.
Cumbia sicodélica
El contexto musical del litoral atlántico evoluciona,
conservando los aires y sabores tradicionales, pero con la alquimia
de las nuevas tendencias. Santiago Gardeazábal, director
cultural del Teatro Pablo Tobón Uribe en Medellín,
resaltó a EL PULSO la labor de un grupo de gestores de
las nuevas músicas colombianas, quienes exploran
dentro y fuera de Colombia, la huella de los grandes maestros
para incorporar los saberes ancestrales al panorama global.
Señaló por ejemplo: Hay músicos como
Julián Sarmiento de Kurupira, Juan Sebastián Monsalve,
Jacobo Vélez de La mojarra eléctrica en este reto
aventurero, sin los recursos, con arreglos e instrumentos nuevos,
vinculando el computador y las redes sociales, pues continúa
la guerra de siempre con los medios de comunicación y
la masificación de la información, la radio no
escucha lo que la gente quiere sino que dicta lo que le tiene
que gustar. Lo paradójico es que los europeos están
hoy más interesados en Fruko o en Aníbal Velásquez
y demás grandes músicos colombianos que tenemos
en el olvido.
Gardeazábal resaltó la acción del Frente
Cumbiero, cuyo director Mario Galeano, músico graduado
en la Universidad de Rotterdam, investigador de músicas
tropicales de Colombia y Latinoamérica, quién
exploró en sellos discográficos miles de canciones
perdidas, -no-éxitos, en discos
de acetato de 45, 78 y 33 RPM (revoluciones por minuto), el
legado de Lucho Bermúdez o de la cantante recién
muerta Dolores Salinas, de Las alegres ambulancias,
de San Basilio de Palenque-, para los jóvenes de hoy:
Esto cambia la forma de escuchar la música hoy
en día, cuando los jóvenes pueden tener cientos
de miles de canciones en sus computadores, pero realmente escuchan
10 ó 15 de ellas; es como tener en la cocina un mercado
gigantesco, pero comer sólo pastas. |
El Frente Cumbiero en
su investigación de la cumbia en América Latina,
desde Argentina hasta Méjico, encontró que
las visiones de la cumbia argentina son diferentes de la
cumbia colombiana, de la cumbia amazónica peruana,
de la mejicana de los 'sonideros'. Cada país le imprime
su carácter.
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El contexto
musical del
litoral
atlántico
evoluciona, conservando
los aires y
sabores
tradicionales,
pero con
la alquimia
de las
nuevas
tendencias.
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La psicodelia, fenómeno
artístico y cultural de Estados Unidos e Inglaterra,
que buscaba mostrar en la música y en la pintura nuevos
estados de conciencia, también toca la música
tropical, indica el gestor cultural: La cumbia sicodélica
utiliza guitarras eléctricas, pedales, sintetizadores,
sonidos retro que recuerdan las bandas de los 70's, con nuevas
sonoridades electrónicas. El Frente Cumbiero tuvo al
principio el apellido Transnacional, a partir de su investigación
de la cumbia en América Latina, desde Argentina hasta
Méjico, a través del continente; las visiones
de la cumbia argentina son diferentes de la cumbia colombiana,
de la cumbia amazónica peruana, de la mejicana de los
'sonideros', cada país le imprime su carácter.
Es un proceso donde nos entendemos, cuestionándonos quiénes
somos, de dónde venimos, para definirnos como una raza
en constante cambio, América Latina es un continente
joven y que apenas empieza a entender sus raíces. Para
la cultura de Colombia es muy importante su lazo africano, pero
también encontrar similitudes hasta con culturas tan
lejanas como la rusa. Saber escuchar y reconocer al Otro, es
justamente entenderse y asumirse como Uno es.
¿Fundir o no fundir?
¿Posee Colombia identidad musical? Para el investigador
musical Alberto Burgos, no la tiene. En su libro Colombia:
país sin identidad musical, sostiene que Colombia
se quedó sin identidad gracias a 10 invasiones de rancheras,
pasodobles, tangos, cuplés, boleros, rock and roll, salsa,
baladas, música ecuatoriana y venezolana, por el desprecio
ancestral de lo propio y el amor a lo extranjero. Y cita al
escritor Germán Puyana: La idea de nuestra identidad
nacional siempre nos ha resultado difusa, debido a factores
como el aislamiento de algunas regiones y el mestizaje racial
y cultural.
En efecto, nuestra historia, nuestra quebrada geografía
física y humana, la ubicación estratégica
frente a las corrientes migratorias, la diversidad étnica,
cultural y musical, nos convierten en centro sin igual para
la recepción de todas las influencias, lo cual per se
no es bueno ni malo. Somos el crisol de múltiples músicas
del mundo y cada una de ellas genera subculturas específicas
en cada región o departamento. Sin duda, no hay integración
musical ni cultural sin una real unidad nacional. El caudal
de músicas es por un lado una riqueza que Colombia asimila;
pero el mismo caudal, en comunidades aisladas y de idiosincrasia
esquizoide, propicia el menosprecio de lo propio, sin desconocer
las luchas de gestores marginales y las incipientes políticas
públicas integradoras. El verbo fundir -aplicado a la
música- en sí mismo no es regular ni irregular,
las fusiones de aires o expresiones musicales per se no se pueden
bendecir ni satanizar. Una fusión verdadera es un proceso
histórico y cultural que genera una verdad artística,
una fusión mecánica responde al mero incentivo
comercial y mediático, y sólo produce falsedades
que no resisten la prueba del tiempo. |
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Las nuevas músicas
colombianas
señalan caminos al arte nacional y también
a
las necesidades de paz, convivencia,
progreso y bienestar colectivos.
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Las nuevas músicas
colombianas señalan caminos al arte nacional y también
a las necesidades de paz, convivencia, progreso y bienestar
colectivos. La música, lenguaje universal, es instrumento
invaluable para la destrucción de barreras regionales
en un país como Colombia, donde aún nos sentimos
extranjeros al pasar de un departamento a otro. Pese a estas
xenofobias internas, en cualquier departamento nos entendemos
bailando una cumbia o un porro, aires que restituyen la hermandad
perdida. Igual la música andina: los músicos del
grupo Atrato Son, invitados al Festival Nacional del Pasillo
Colombiano de Aguadas (Caldas), cuentan que el pasillo es tan
frecuente en las fiestas del Chocó como el currulao.
¿Y cuál es más colombiano: el pasillo de
salón santafereño, el montañero de Antioquia,
el de Quiebralomo y Lomaprieta (Riosucio, Caldas) o el pasillo
isleño?
Cuatro músicos del Ensamble de Música Colombiana,
con edades entre 16 y 18 años, representan a Colombia
en el VIII Festival Internacional de Música de la Fundación
Spivakov en Moscú (mayo-junio 2011). Su maestro, Camilo
Giraldo, director de la Orquesta Sinfónica Juvenil de
Antioquia, dijo que el único idioma para ellos comunicarse
con una cultura como la rusa era do-re-mi-fa-sol-la-si.
Con arreglos académicos, el grupo mostró un panorama
de la música andina, llanera, Pacífica y Atlántica
(Carlos Vieco, Lucho Bermúdez, Luis Antonio Calvo, Petronio
Álvarez, José Barros, Milciades Garavito, etc.),
rompiendo el estereotipo según el cual la cumbia era
el único pasaporte de Colombia al mundo.
Los festivales y concursos de música colombiana, sobre
todo desde los años 70`s, inician el rescate de las identidades
regionales, y a la vez propician el diálogo intercultural:
el Festival Hatoviejo-Cotrafa, baluarte de la música
andina, hoy abriga también la música llanera,
y otros certámenes impulsan toda nuestra geografía
musical: Festivalito Ruitoqueño, Festival de Yumbo, Festival
Bandola, Antioquia Vive la Música, etc.
Colombia es rica en música y lo es por su diversidad,
la definición de su identidad cultural es un proceso
que nadie puede acelerar sin consultar el reloj histórico.
Somos a la vez ricos y desheredados, en todo caso, poseedores
de una gran riqueza, somos el mapa de los más bellos
sonidos. |
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Ocioso
lector
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A Gloria Valencia de Castaño
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En mitad de la calle, en cualquier parte,
mientras pensaba en esas cosas vagas,
que nos rozan apenas y se pierden
y no son pensamientos ni recuerdos,
ni nada que podamos retener,
sentí de pronto,
que tenía que decir una cosa distinta,
algo distinto, algo que me brotaba no se sabía de dónde.
(
)
Pero lo quiero decir, no importa cómo,
te lo quiero decir y me distrae tu misma voz,
mi voz al responderte, (
)
Pero de todos modos quiero decirte ahora,
hoy esta noche, 22 de julio,
que a las tres de la tarde en cualquier parte,
en el camino que recorro siempre,
sentí que algo distinto, algo hacia ti,
me hacía olvidar las calles y las cosas
que la vida organiza en líneas rectas.
No lo supe decir, talvez lo he dicho.
Tal vez amar sea simplemente esto,
estar aquí, en la noche,
sonriéndote en silencio, diciéndote estas cosas
y pensando que a través de los años
y a pesar de las flores y los hijos
no he sabido decirte que te amo.
Álvaro Castaño Castillo.
Fragmentos del poema dedicado a la Primera Dama de la televisión
colombiana, muerta en marzo 24/11.
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¿Kómo
ce dise?
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Dentro
y adentro
En el habla coloquial solemos
confundir los términos dentro y adentro, los cuales
tienen usos y significados distintos. Dentro, en el Diccionario
de la Real Academia Española significa: En la
parte interior de un espacio o término real o imaginario:
Dentro del parque de Bolívar, la semilla de la naranja
está dentro de su pulpa, te llevo dentro del alma.
La palabra dentro también se usa con un significado
temporal, esto es, para indicar término, plazo, tiempo
que falta para determinada acción o suceso: El puente
estará terminado dentro de dos meses, dentro de un
año me casaré. Es incorrecto, aunque de mucho
uso en América, el término adentro en estos
casos. No se dice la cocina está adentro de la
casa.
La palabra adentro es un adverbio de lugar que se usa con
verbos que expresan movimiento explícito o implícito.
Significa hacia la parte interior: El guía condujo
a los turistas adentro del Museo, vamos navegando mar adentro,
el policía empujó los prisioneros adentro del
furgón.
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