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Reflexión
del mes
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"...
No hace falta ocuparse de la
enfermedad, porque es inútil, ya que
es variable, y está siempre ahí.
Hace falta crear en el cuerpo humano
el medio en el cual ésta no incube".
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George Ohsawa (1893 -
1966). Filósofo japonés, fundador del sistema
de enseñanzas conocido como macrobiótica.
Enseñaba el "Principio Único", o principio
último del funcionamiento del universo. Llamó
la atención sobre la influencia primordial de la alimentación
sobre la salud física, el comportamiento y el entendimiento.
Su noción de "buena salud": no se trata de
"sentirse bien" o de "no estar enfermo",
sino de alcanzar un estado que permita vivir de manera "libre"
e "independiente". 
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En agosto de 2009, los Ministerios de Educación Nacional
y de la Protección Social, en reunión con directivas
de la Asociación Colombiana de Facultades de Medicina
-Ascofame-, y algunos decanos de facultades de medicina, plantearon
su preocupación por un potencial grave déficit
de recursos humanos especializados en salud, proyectados para
2011, con base en el estudio de recursos humanos del Centro
de Proyectos para el Desarrollo -Cendex-, complementado con
información del Ministerio de Educación sobre
salarios de especialistas en Colombia y la preocupación
gubernamental sobre el oneroso costo de las beca crédito
otorgadas por el Icetex a los profesionales en formación.
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Se consideró la necesidad de entregarle a la sociedad
un número adecuado de especialistas en salud, que permita
atención adecuada a la población colombiana.
Como consecuencia de lo anterior, Ascofame traslada una serie
de preguntas a las facultades de medicina, con el propósito
de buscar salida al supuesto grave déficit proyectado
para 2011 y plantea un nuevo paradigma para la formación
del recurso, con base en el cual pregunta a las facultades
de medicina si están de acuerdo con la clara tendencia
a que los hospitales universitarios titulen especialistas
sin participación de la universidad.
Esta propuesta indecente no es nueva: ya en 2006, el decreto
1001 propuso organizar la oferta de programas de posgrado
y derogaba las disposiciones legales que establecían
que las especializaciones médicas y quirúrgicas
sólo podían ser ofrecidas por instituciones
de educación superior que contaran con programas de
pregrado en medicina, con al menos una cohorte egresada. Para
el ciudadano común este hecho puede ser intrascendente,
pero no lo debe ser para quienes desde las universidades públicas
somos testigos de la grave amenaza que representan las políticas
neoliberales vigentes para la educación pública
en Colombia. Miremos las razones:
Diez y seis años después de la promulgación
de la Ley 100 que estableció el Sistema General de
Seguridad Social en Salud en Colombia, las EPS se consolidaron
como empresas líderes en el concierto económico
nacional, pues ya no sólo incursionan en el aseguramiento
sino también en la prestación de servicios de
salud, la inversión en sectores diferentes a la salud
y también en el negocio de la educación médica,
y digo negocio, porque el perverso sistema de salud vigente
antepone la rentabilidad económica a la salud y la
educación de los colombianos.
Para llamar las cosas por su nombre, lo que preocupa a EPS
y algunas IPS no es el potencial déficit de 25.000
especialistas en medicina esperado para 2011, sino la disputa
por el negocio de la educación médica y la intervención
a lo que consideran altos salarios de los especialistas. Los
intermediarios de la salud, responsables del deterioro económico
y de la dignidad del trabajo médico, han implementado
la tercerización en la contratación, han pasado
por encima de la autonomía de los médicos y
de manera sistemática niegan los derechos de los pacientes,
todo lo cual atenta contra la salud de los colombianos.
Sin lugar a dudas algunas IPS ofrecen atención en salud
con calidad y eficiencia, y otras participan en la formación
del recurso humano por medio de convenios con universidades,
pero como entidades solas sin participación de la universidad,
no están en capacidad de preparar profesionales pertenecientes
al vértice de la pirámide de la educación
superior. Estas instituciones no reúnen las condiciones
mínimas exigidas a la universidad para ofrecer programas
de formación avanzada en salud.
Los programas médicos y quirúrgicos históricamente
son ofrecidos por universidades que cuentan con programas
de pregrado de medicina, registro calificado -muchos de ellos
con acreditación de calidad-, y para ello fue necesaria
la construcción de currículos modernos, organización
de actividades por créditos académicos, selección
y evaluación transparente de estudiantes y profesores,
investigación, medios educativos, infraestructura,
auto-evaluación, servicios de bienestar universitario
y recursos financieros.
Las universidades públicas están comprometidas
con una política de calidad para sus posgrados, muchas
desarrollan la auto-evaluación como una cultura y algunos
de sus programas han merecido reconocimiento internacional
a su calidad. La universidad pública como canal lícito
de ascenso social, tiene como único propósito
entregar a la sociedad profesionales idóneos comprometidos
con la solución de sus problemas.
El rector de la Universidad Nacional, doctor Moisés
Wasserman, en columna publicada en El Tiempo el 13 de septiembre
pasado, hizo un llamado urgente sobre la necesidad de ofrecer
educación pública de máxima calidad,
para que los jóvenes pertenecientes a estratos sociales
bajos alcancen posiciones de liderazgo social, hoy detentado
sólo por una minoría privilegiada; para lograrlo,
propone la necesidad de fortalecer y actualizar el presupuesto
de las universidades públicas, congelado hace más
de 16 años.
El déficit potencial de especialistas esperado para
2011 es el resultado de una cadena de errores e improvisaciones
de carácter histórico de los Ministerios de
Salud y Educación, y la solución estructural
a esta problemática sólo será posible
con la implementación de una política seria
de planeación del talento humano en salud, fortalecimiento
y actualización de presupuestos de las universidades
públicas, formación de docentes, estímulos
económicos dignos, becas, respeto por la autonomía
universitaria y compromiso sincero de EPS e IPS privadas en
la formación de recursos humanos en salud. Si estas
últimas instituciones condicionan los contratos con
IPS a que no incluyan convenios docente-asistenciales, bajo
el supuesto del incremento en costos de atención por
la docencia, no queda claro por qué hoy quieren incursionar
en el negocio de la formación avanzada en salud. Seguramente
descubrieron su rentabilidad y la eliminación sistemática
de barreras, como consecuencia del debilitamiento progresivo
de la educación pública.
Con la clara tendencia oficial a que los hospitales universitarios
titulen los especialistas sin el concurso de la universidad,
el Ministerio da un gran paso atrás, pues desconoce
la autonomía constitucional de la universidad, el gran
valor agregado que da la universidad a la relación
docencia-servicio y la garantía de los equipos académicos
en la cualificación de la asistencia en salud en las
instituciones que participan de los convenios.
Si en realidad lo que se pretende es mejorar la cobertura,
el acceso y la calidad de los servicios médicos especializados,
el Ministerio de la Protección Social debe pensar más
allá de la rentabilidad económica que sólo
favorece a EPS e IPS.
No olvidemos que en 2008 salieron a la opinión pública
informes preocupantes de la Defensoría del Pueblo y
de la Procuraduría General de la Nación, en
los cuales se cuestiona la calidad de la salud en el país
como consecuencia de la negación de servicios a la
población con derechos. En las recomendaciones, la
Procuraduría dice textualmente: Convendría
pensar en promover que la Corte Constitucional, en alguna
de las innumerables tutelas en salud, declare 'un estado de
cosas inconstitucional' en materia de salud; esta declaración
se justifica no sólo por los graves problemas en términos
de acceso, inequidad y calidad que sigue presentando el sistema,
sino además por las limitaciones que tiene la tutela
individual
. Del informe de la Procuraduría
se desprende claramente que las EPS no solamente son líderes
en lo financiero, en lo económico, sino también
en la incapacidad para prestar servicios de salud con calidad
y oportunidad, por lo tanto líderes de la inequidad.
Con base en lo anterior, valdría preguntar si en estos
nuevos programas de formación avanzada en salud, los
estudiantes responderán a esa ética corporativa
que antepone los intereses económicos de las EPS a
la vida y la salud de los pacientes, o algún día
descubrirán que existe una ética hipocrática
y que el protagonista del acto médico no es la factura
ni la rentabilidad económica, sino el paciente o el
cliente como lo llaman ahora.
Resulta paradójico que a solo pocas semanas de terminar
la Conferencia Mundial de Educación Superior en París,
en la cual se hizo un llamado al fortalecimiento de la autonomía
universitaria, a la calidad de la educación superior,
al acceso, la equidad y la garantía de oportunidades
al profesorado en investigación y becas, el Ministerio
de la Protección Social vaya en contravía de
las tendencias mundiales y olvide que la formación
avanzada en salud es potestad de la autonomía universitaria,
al menos hasta el día de hoy 6
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Bioética
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Las autoridades nacionales se muestran preocupadas por el notorio
incremento de la delincuencia juvenil y en no pocos casos infantil.
Esta preocupación debe ser motivo de sincera inquietud
de todos quienes vivimos en este país tan azotado por
tantos flagelos y tan inhumanos, que muestran el grado de descomposición
a que hemos llegado y la indiferencia de algunos sectores que
en última instancia son responsables, bien por omisión
porque olvidaron sus deberes, bien porque los tergiversaron
prefiriendo popularidad política, prebendas, posar de
progresistas, etc.
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Se han esbozado explicaciones que sin duda contienen elementos
de certeza tales como abandono de los padres -así el
hogar no esté aparentemente desintegrado-, falta de
amor, pobreza, trabajo de la mujer por necesidades económicas
o de realización de su personalidad, etc. Pero no se
ha llegado en mi concepto al fondo del problema que explica
todos los demás, los ya citados y otros muchos que
aún no se han publicado.
En el trasfondo de esta dolorosa como vergonzosa situación,
encontramos sin ninguna duda la filosofía que orienta
la formación de nuestros niños en todos los
niveles, de su educación sin sentido verdaderamente
humano: se enseña como principio y se subraya con el
ejemplo, que es mejor tener que ser, y se relega al hombre
a un segundo lugar, a veces en grado inferior al de los objetos
o cosas superfluas.
Encontramos así que: para un buen número de
cónyuges lo importante no es ser verdadero esposo o
esposa sino tener consorte, tener a quien mostrar en sociedad,
con quien distraerse, etc.; muchos progenitores confunden
consciente o inconscientemente el tener hijos -más
frecuentemente un hijo- que sean prueba de su capacidad genésica,
con ser padre y madre; medios de comunicación de masas
que para tener muchos lectores se dicen de avanzada y llegan
a publicar verdaderas antologías del crimen más
bien que ser fieles a sus principios religiosos, políticos,
a su misión esencial de orientar la opinión
pública; instituciones educativas que ostentan títulos
de identidad con credos religiosos y que prefieren el número
de alumnos, el ingreso monetario, a ser leales con sus creencias,
en predicar la fe que haga honor a su misión, constituyéndose
así en difusoras de conductas permisivas erróneas,
sembrando caos en las mentes de sus educandos; profesionales
de todas las ramas del saber humano que optan por la ganancia
económica y no por el honrado cumplimiento de su misión.
Todas estas enseñanzas teóricas y prácticas,
con ejemplos evidentes y repetidos a veces con bombos y platillos
como el ideal del éxito social, político y profesional,
han hecho de nuestros jóvenes verdaderos depredadores
y los más peligrosos: es mejor tener dinero que ser
honesto y el modo de conseguirlo carece de importancia; si
para evitar competidores que pongan en peligro los ingresos
económicos hay que asesinar, esto no demerita el comportamiento
de nadie porque no se usa preguntar quién es, qué
hace, sino cuánto es su patrimonio, no se usa preguntar
cómo consiguió dicho patrimonio sino a cuánto
asciende el mismo. El valor esencial del ser humano se trocó
por el precio comercial del ser humano, y se niega en la práctica
la dignidad intrínseca de éste, fundamentada
no en una fe o credo religioso sino en la antropología
filosófica que nos enseña la esencia de esta
dignidad.
Debemos tener presente que la acción depredadora en
los seres con inteligencia instintiva, los llamados irracionales,
tiene límites: el de sus propias necesidades satisfechas,
porque generalmente sólo cazan para su subsistencia
algunos animales de distinta especie. En el depredador humano
esos límites no existen, porque la ambición
del tener no se sacia, porque el tener se constituye en única
meta de la vida, en única justificación de la
misma y sólo les interesa cazar a los de su misma especie.
Sí, hemos creado el peor de los depredadores mediante
una filosofía educativa que proclama explícita
o implícitamente que tener es superior a ser, que es
mejor poseer siendo inhumano que carecer de algo siendo honesto
y convivir en paz.
NOTA: Esta sección es un aporte del Centro Colombiano
de Bioética -Cecolbe-.
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