MEDELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 10    No. 114  MARZO DEL AÑO 2008    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co






 

 


Lucha contra cáncer
de cuello uterino: Acto de equidad
Juan Carlos Arboleda Z. - elpulso@elhospital.org.co

“Mueren en Colombia más de 3.000 mujeres anualmente por cáncer de cuello uterino y eso no tiene precio; las soluciones actuales cuestan mucho, pero, ¿cuánto cuesta la vida de una mujer que es el alma de una familia? Está bien priorizar en salud pública, pero no todo se puede dejar a los costos: Eso es menospreciar el precio de la vida”.
Doctora Gloria Inés Sánchez.
En Colombia mueren 9 mujeres cada día por cáncer de cuello uterino: esa cifra preocupante lo convierte en un problema de salud pública. Pero que el mayor número de casos se dé en población del régimen subsidiado y de los mal llamados 'vinculados', hace que las acciones para enfrentarlo, así como al Virus del Papiloma Humano VPH-, su principal causa, constituyan un eslabón importante en la lucha contra la inequidad.
La doctora Gloria Inés Sánchez del Grupo de Investigación de Infección y Cáncer de la Universidad de Antioquia, dimensiona el problema: “¿Cuántas familias en Colombia están sin la mamá que soporte el desarrollo de los hijos, por culpa del cáncer de cuello uterino? Mueren en el país más de 3.000 mujeres anualmente por esta causa y eso no tiene precio; las soluciones actuales cuestan mucho, pero, ¿cuánto cuesta la vida de una mujer que es el alma de una familia? Está bien priorizar en salud pública, pero no todo se puede dejar a los costos: Eso es menospreciar el precio de la vida”.

En Colombia, la prevalencia de infección en mujeres por papiloma virus cervical es del 17%, aunque con diferencias según los grupos etáreos: 1 de cada 4 mujeres menores de 25 años está infectada, el riesgo disminuye con el transcurso de los años y vuelve a aumentar alrededor de la peri-menopausia, edad en la cual el 5% de las mujeres pueden estar infectadas. Esta curva corresponde a los niveles de actividad sexual: en mujeres jóvenes es una época de búsqueda de pareja, y en la peri-menopausia situaciones como reemergencia de anteriores infecciones, latencias del virus que se reactiva con la disminución de barreras inmunológicas y el comportamiento sexual de las parejas, traen nuevas infecciones. Esta evidencia lleva al doctor Héctor Posso, director científico de la Liga Contra el Cáncer en Bogotá, a plantear que las intervenciones deben tener mayor fuerza en estos dos grupos de edad; pero además, la alta mortalidad indicaría la necesidad de instaurar estrategias desde la atención primaria y reforzar los programas de tamización para identificar tempranamente a mujeres en riesgo o con lesiones tempranas.
Falta una política
La tendencia en el país es ascendente en los últimos años, y comparada con países donde existen programas para enfrentar el tema, muestra una diferencia gigantesca, reconoce el doctor Carlos Rada, director del Instituto Colombiano de Cancerología, quien insiste en que la clave para enfrentar el problema es el diagnóstico precoz: “El problema es que no existen programas en el país, ya que después de la Ley 100/93 caímos en la trampa de sobrevivir, que equivale a facturar; y uno sólo le factura a las personas enfermas. Se desmontaron los programas de prevención -aunque la ley nunca lo dijo expresamente-, y se canalizaron los esfuerzos en el aseguramiento y la cobertura”.

“Si la vacunación evita uno de los sufrimientos
más largos en el tránsito vital de las mujeres,
entonces debería considerarse rápidamente
en los esquemas de vacunación regular”.
Doctora Maryluz Mejía, UNFPA.
Más que el acceso, el punto relevante en el cáncer uterino, para el doctor Rada, sería establecer mecanismos de seguimiento para contactar a las pacientes que resulten positivas y someterlas a los tratamientos, ya que se presentan miles de pruebas que nunca son reclamadas, y en este caso se requiere movilidad y capacidad de gestión de los servicios de salud. Agregó: “Hay que inducir la demanda, y eso es responsabilidad de las Secretarías de Salud y de los aseguradores; las mujeres cumplen con su cometido de hacerse la citología, pero hay que decirles los resultados, y esto se hace con un programa de seguimiento para luego garantizar el tratamiento, en donde por cierto, también hay problemas. Creo que debemos enfocarnos en la realidad de la gente”.
Equidad de género y social
El cáncer de cuello uterino genera un problema de doble inequidad, social y de género, pero además es una situación que cuestiona la garantía al derecho a la salud, especialmente para las personas más vulnerables; así lo afirmó la doctora Maryluz Mejía del Fondo de Naciones Unidas para la Población (UNFPA): “La pobreza es el factor más grande que produce vulnerabilidad, y las investigaciones en cáncer de cuello uterino demuestran como ésta es una patología que se presenta especialmente en mujeres pobres; en términos de derechos, deberíamos ver que si la vacunación puede evitar uno de los sufrimientos más largos en el tránsito vital de las mujeres, entonces debería ser considerada muy rápidamente dentro de los esquemas de vacunación regular”.
¿Vacunación para quién?
En los países del tercer mundo, por su alto costo, las autoridades de salud dejaron la aplicación de la vacuna al albedrío de pacientes con capacidad de pago y sus médicos, situación que para el especialista brasileño Eduardo Franco lleva a la pérdida de impacto epidemiológico y se canaliza hacia la población que menos la necesita: “Esto crea una situación oportunista que no impacta el problema y aumenta la inequidad; las mujeres más adineradas, de niveles culturales altos, saben la importancia de la prevención, se practican citologías y hacen que sus hijas adquieran la misma cultura: Esas mujeres no serán pacientes de cáncer de cuello del útero. En cambio, las pobres y de menor nivel educativo, no pueden ni tienen la misma conciencia y el problema se estanca en ese estadio de la sociedad. Y si le sumamos otro nivel de inequidad, que es la oportunidad de conocer y poder pagar la vacuna, la brecha se amplía más; por eso la vacunación no universal aumenta la inequidad del sistema”.
“Existen alternativas:
falta creatividad o interés de
nuestros gobiernos para
materializarlas”.
Doctor Carlos Santos del Instituto de Neoplasias del Perú.
Sin embargo, el desarrollo científico apunta a otra dirección más cercana a la población vulnerable: el mejoramiento de las pruebas diagnósticas con identificación genética del VPH. Para la doctora Sánchez, es necesario poner a funcionar las pruebas con base en ADN inmediatamente: “Es una prueba más efectiva, más sensible, y previene y ahorra más recursos; mientras la citología detecta el 50% de los casos, y de estos el 50% de las mujeres terminan en cirugía, las nuevas pruebas detectan hasta el 90%, permitiendo iniciar tratamientos tempranos, evita histerectomías y cirugías, radioterapias, tiempo de hospitalización, o sea que su costo-beneficio es importante. Además, hay que preguntarse qué es más costoso: mantener la citología que no vale mucho pero deja morir o tener una prueba más costosa pero que permite salvar vidas y evita muchos tratamientos”.
El doctor Eduardo Lazcano, del Instituto Nacional de Salud Pública de Méjico, considera que las nuevas alternativas de diagnóstico deben romper primero el paradigma de 50 años usando la citología cervical y la creencia de que es la única prueba válida: “Dependiendo de las posibilidades de cada país, se pueden implementar en forma regional, muy focalizadas y con estudios demostrativos. La utilidad de otras pruebas como la determinación por ADN del VPH, hoy es una prueba costosa, pero es una alternativa disponible, y más útil cuando se implementa en poblaciones puntuales”.
Especialistas como el doctor Carlos Santos del Instituto de Neoplasias del Perú, recomienda utilizar en regiones apartadas y en donde las posibilidades de la citología son escasas, pruebas como la inspección visual, mecanismos muy simples pero que pueden salvar vidas y son la opción económica en los países con escasos recursos: “Los gobiernos podrían, con ayuda de organismos como la OPS y la OMS, negociar con las compañías farmacéuticas la compra de grandes cantidades de vacunas y pruebas diagnósticas, lo que bajaría drásticamente sus costos; o incluso acudir a organismos privados como la Fundación Melinda y Bill Gates, que patrocinan pruebas diagnósticas por ADN que cuestan un dólar en países como la India y próximamente en Costa Rica. Existen alternativas: falta creatividad o interés de nuestros gobiernos para materializarlas”.
Colombia inició a principios de los años 90, un programa nacional para disminuir el cáncer de cuello uterino; durante 5 años funcionó con éxitos importantes, pero a raíz de la Ley 100/93 se dejó a las aseguradoras la responsabilidad de la tamización y el programa desapareció. Países como Méjico o Costa Rica tienen programas nacionales y la disminución de casos es evidente, afirmó el investigador costarricense Rolando Herrero, para quien la necesidad de estos programas desde la esfera nacional es fundamental para impactar con éxito en una enfermedad que puede prevenirse, pero que ante todo está revestida de visos de tragedia silenciosa, por los miles de mujeres que mueren anualmente y la cantidad de familias que quedan desamparadas como consecuencia.
 
Una vacuna con mayor rango de protección
A finales de 2007 fue aprobada en Colombia por el Invima, Cervarix, la nueva vacuna contra el cáncer cérvico-uterino de laboratorio Glaxo SmithKline, que ofrece el mayor rango de protección en edad y mayor cobertura de tipos de Virus Papiloma Humano (VPH) oncogénicos causantes de cáncer del cuello uterino.
Cervarix ofrece el mayor rango de protección en edad, a partir de los 10 años y sin límite superior de edad, y una mayor cobertura de tipos de VPH oncogénicos, ya que previene contra los tipos 16 y 18, responsables del 70% de los casos de cáncer cérvico-uterino. Cervarix está indicada para prevenir este tipo de cáncer, así como las lesiones pre-cancerosas causadas por los tipos del VPH, oncogénicos 16 y 18.
Además, la vacuna ofrece una protección adicional significativa contra lesiones precancerosas producidas por los tipos 31 y 45, que junto con las 16 y 18, son responsables del 80% aproximadamente de las infecciones asociadas al cáncer de cervix”, señala el doctor Juan Carlos Berbessi, Director Médico de Laboratorios GlaxoSmithKline Colombia.
Cervarix logra esta mayor respuesta gracias a que está formulada con un novedoso Sistema Adyuvante llamado AS04, diseñado para mejorar la respuesta inmune y aumentar la duración de la protección, siendo la primera vacuna contra el cáncer de cuello uterino que ofrece un sistema novedoso de adyuvantes. “El adyuvante que contiene Cervarix amplifica la respuesta oncogénica y esto hace que se requiera de cantidades de antígeno muy pequeñas para inmunizar a una persona, al mismo tiempo que proporciona una respuesta mucho más amplia: Se ha visto que la respuesta es 11 veces superior a la respuesta generada por una infección del virus en forma natural, y con mayor duración en el tiempo”, señala el doctor Berbessi.
 
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