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Obesidad y gordofobia, en la mira

Por: Yéssica Tuberquia Agudelo
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Durante los últimos años, varios movimientos han cobrado fuerza a nivel mundial, como: Body positive (positividad corporal), Health at Every Size (sano en cualquier peso) y la lucha contra la gordofobia. Uno de los puntos que tocan los activismos es sobre cómo los diferentes sistemas de salud de varios países tratan a las personas con sobrepeso y obesidad. Sin embargo, esta perspectiva se enfrenta a la preocupación de los entes internacionales de la salud sobre el aumento de las cifras de sobrepeso y obesidad.

A Sara Lucía García una nutricionista le dijo: “Las vacas también comen pasto y están gordas”, ella tenía para ese momento, si mucho, nueve años. Desde entonces su relación con la salud ha estado mediada por su peso. La han regañado por subirse un kilo. “A un doctor, yo lo miré y le pregunté: ¿qué tiene de malo? Me dijo cosas supertoscas”. Agrega: “Desde eso he evitado asistir mucho a ciertos doctores, de hecho, eso mismo me ha hecho recurrir a la psicóloga. Por un tiempo, terminé haciendo un diario de comida: con todo lo que comía, todo lo que pensaba acerca de la comida, toda mi relación con la comida”. Por un lado, reconoce que era la forma en que podía hablarlo y superarlo; pero, por otro, era también “la cosa más turbia y maluca del mundo”.

El cuatro de marzo de 2022 se firmó por 181 activistas el Manifiesto Colectivo del Día Mundial Contra la Gordofobia. Esta fecha anual se conoce como el Día Mundial Contra la Obesidad, sin embargo, “personas gordas, activistas antigordofobia de la neutralidad corporal, y aliados de diferentes países, nos hemos unido para reivindicarlo como el Día Mundial Contra la Gordofobia”, señala el documento. Un año después, se pudo leer en diferentes redes sociales por parte de dichos activistas la siguiente declaración: “La gordofobia tiene un impacto muy grande en la salud física y mental de las personas gordas. Etiquetarnos de enfermas, sesga la visión de la medicina y, en consecuencia, las personas gordas somos tratadas de manera diferenciada en la consulta. Se niegan tratamientos, no se cuenta con utensilios médicos para atender a las corporalidades más grandes, se dan diagnósticos y tratamientos erróneos que terminan comprometiendo la salud a largo plazo”.

Yessica Agudelo Zapata, médica especialista en Endocrinología, máster en Sobrepeso y Obesidad de la Universidad Miguel de Cervantes y certificada internacionalmente para el manejo del sobrepeso y la obesidad, cree que este tipo de movimientos son válidos por lo que esta población ha vivido durante mucho tiempo, pero también “me parece que en algún momento el discurso llega a un espectro muy confrontativo y eso también alimenta el estigma interno de la población”. Agrega: “Existimos profesionales que luchamos contra el sesgo, que cada vez nos capacitamos más. El Body positive me está juzgando como médica, y yo soy diferente”.

Pero, exactamente, ¿qué es la gordofobia? De acuerdo con el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (Inadi) de Argentina, se define como “el odio, rechazo y violencia que se ejerce sobre los cuerpos de las personas gordas por estar fuera de la “norma”. Es una forma de discriminación basada en la creencia de que hay una única forma de cuerpo “ideal” a la que todas las personas deben ajustarse”. Y, aunque esta palabra es relativamente nueva, su trasfondo no lo es. “Nosotros, desde nuestras guías y nuestra práctica médica, también incluimos un concepto para referirnos a estos procesos que viven los pacientes, que es: estigmatización, la cual engloba las actitudes, creencias, prejuicios negativos que vive y experimenta una persona que sufre obesidad”, señala la endocrinóloga Agudelo.

Este estigma puede ser de dos tipos: interno, que son las creencias del propio paciente de que va a ser juzgado por su peso, y el externo que, a su vez, puede darse de forma implícita o explicita. “Hay unas concepciones y creencias del personal de la salud frente a la persona que se sienta, posiblemente ya pensando que quizás no está interesada en su salud, que no hace ejercicio, o que, ya de plano, sin preguntar qué comió el día de ayer, estamos asumiendo que consume carbohidratos, harinas, grasas”, afirma la doctora Agudelo.

Estas son algunas de las acciones que se ven de forma explícita y que tienen consecuencias sobre los pacientes y su percepción de la necesidad o no de asistir a los servicios de salud. “Las personas gordas consultamos por última instancia. ¿A qué me refiero con esto?, a que, si nosotros tenemos algún dolor o algo que nos está aquejando, nosotros vamos a estar postergando la visita al médico, vamos a mirar primero si alguna pastilla nos sirve, o si nos aguantamos, mientras que el problema sigue y sigue avanzando porque ya sabemos cuál es el diagnóstico que nos van a dar, simplemente vamos al médico y nos dicen: “Ah, es que estás gorda, entonces tienes que bajar de peso”. La mayoría de las personas gordas ya sabemos que ese va a ser nuestro diagnóstico. Entonces, ¿para qué preocuparse por ir al médico si ya sabemos qué nos van a decir?”, cuenta Camila Pineda, quien se ha sentido discriminada por su peso.

No obstante, no visitar a los profesionales de la salud también tiene implicaciones. La problemática de estos movimientos está en cuando llegan al extremo. Una expresión como: “Las personas gordas no le debemos salud a nadie” (la cual se puede ver en las redes sociales de los activistas) puede ser peligrosa en la medida en que las personas dejen de asistir a sus controles médicos, “entonces nos vamos a perder de tratar a tiempo todos los factores de riesgo que hay”, señala la máster en Sobrepeso y Obesidad.

Preocupaciones en la salud

A la misma vez que existe este tipo de movimientos, las entidades mundiales de salud hacen un llamado para que se tomen medidas para detener el alza del sobrepeso y la obesidad. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que la obesidad que se ha triplicado desde 1975 y que existen 1 900 millones de adultos y 340 millones de niños y adolescentes que la padecen. En el caso específico de Colombia, según la última Encuesta Nacional de Salud Nutricional (2015), existe una prevalencia en adultos de 18 a 64 años con sobrepeso de 37,7 % y obesidad de 18,7 %.

“La situación en Colombia es bastante preocupante. Con esto van aumentando enfermedades que también tienen costos elevados para el sistema de salud, como la diabetes, la hipertensión, las cardiovasculares, y derivadas de ellas, muchas veces, la falla renal o el infarto, que son de alto costo. Más allá de lo económico, es también pensar en ese ser humano que va a ver afectada su salud, su parte emocional, su trabajo, su productividad”, manifiesta Gloria Cecilia Deossa Restrepo, nutricionista, dietista, especialista y magíster en Ciencias de la Alimentación y Nutrición Humana, profesora de la escuela de Nutrición y Dietética de la Universidad de Antioquia.

La profesora Deossa le compartió a El Pulso datos de una investigación que están realizando y que se encuentra en proceso de publicación, donde contrasta la información de la Encuesta Nacional de Salud Nutricional del 2005 y la del 2015. “Encontramos, en términos generales, que el índice de masa corporal (IMS) aumentó en los hombres: el promedio estaba en 24,8 en el 2005, pero ya en el 2015 presentaron en promedio 25,9 de IMS. En una década pasaron de una normalidad a un sobrepeso; el promedio, o sea la mitad de los hombres en Colombia, los encontramos con un sobrepeso. La situación de la mujer es más precaria, porque en el 2005 teníamos el promedio en 26, es decir, que ya tenían un sobrepeso, y para el 2015 ya estaban en 27,2. Sigue aumentando. Al elevarse el índice de masa corporal, cada vez aumenta el riesgo de obesidad”.

Todos los grupos poblacionales estudiados aumentaron el índice de masa corporal; en ese sentido, Colombia se encuentra en vía de que el promedio de su población adulta llegue a tener obesidad. “En el 2005 teníamos al 33 % de la población colombiana adulta con sobrepeso y en el 2015 subió a 38,5 %; la obesidad grado I pasó de 10,8 a 14,7; la obesidad grado II de 2,5 a 3,9”, agrega Deossa.

Así las cosas, las tendencias mediáticas en contra de la gordofobia y las preocupaciones de los sistemas de salud se enfrentan. Para la doctora Yessica Agudelo, la respuesta está en entrar a grises de las dos partes: “Tanto es válida la ciencia como el grito de la persona que ha vivido esta situación”.

Para ayudar a que las personas sientan que pueden acceder a los servicios de salud con dignidad y sin barreras de atención, la endocrinóloga Agudelo le recomienda a los profesionales de la salud: aceptar la propia discriminación; evitar la palabra obeso y otros calificativos; ser empáticos y solidarios; evitar juzgar; poner atención al lenguaje no verbal; evitar culpabilizar; poner atención al espacio de sillas, camillas y equipos médicos que es básico para evitar la estigmatización; ser médico, ayudar y detectar.


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