MEDELLÍN, COLOMBIA, SURAMERICA No. 267 DICIEMBRE DEL AÑO 2020 ISNN 0124-4388
elpulso@sanvicentefundacion.com
Cuando el mundo espera con ansias una vacuna que permita volver a alguna forma de nueva normalidad, las farmacéuticas nos llenan de anuncios esperanzadores con una mano, mientras con la otra nos extorsionan.
Varias empresas farmacéuticas han anunciado que resultados preliminares siguieren que tendremos vacunas con eficacia superior al 90% para el final de este año e inicios del próximo. Anuncios que, sobre todo, han subido geométricamente el precio de las acciones de los protagonistas. Anuncios que eran para eso.
Pero ¿que sabemos detrás de tales anuncios? Las pruebas de fase 3 que se han hecho, se diseñaron para que voluntarios recibieran la vacuna (o un placebo) y continuaran con su vida normal, presumimos que con las medidas de bioseguridad de cualquier ciudadano. Ni los investigadores ni los voluntarios saben quien recibió vacuna y quien placebo. Un día, predeterminado, se abren los sobres y se verifica cuantos casos ocurrieron entre los vacunados y los que recibieron placebo. Lo que nos han contado (la transparencia es la gran perdedora en esta historia) es que existe una diferencia en el número de casos positivos en cada grupo. Así, mientras en el grupo vacunado ocurrieron 5 casos, en el de placebo ocurrieron 95. ¿Eficacia? 95%.
Eso daría a entender que de cada 100 personas que se hubieran infectado en condiciones “normales” (si algo puede llamarse normal en tiempos de pandemia), la vacuna evitaría 95. Pero esa cifra “mágica” requiere de rigurosos análisis metodológicos que todavía nadie ha hecho. No conocemos ninguna publicación científica al respecto. Son resultados presentados por los vendedores de las vacunas, ofreciendo sus milagros en las plazas públicas de este siglo, que son los medios de comunicación y las redes sociales. No sabemos, por ejemplo, cuantos casos se evitaron por el simple hecho de participar en un estudio y una aplicación rigurosa de las medidas de bioseguridad. O lo contrario.
Sabemos que se hicieron pruebas de respuesta inmunológica dos semanas después de la aplicación de la vacuna, y que se encontró buena respuesta en la gran mayoría de los casos. Eso quiere decir exactamente lo dicho. Que la vacuna produce inmunidad por dos semanas. Ante las repetidas informaciones de casos de reinfección en varios lugares del mundo, Colombia incluida, no son datos alentadores. Hay que esperar los datos en las próximas semanas y en los próximos meses. Estamos totalmente seguros de que ningún científico serio y decente hubiera presentado datos de respuesta inmune con dos semanas de observación. Pero no son decisiones científicas. Las decisiones las toman los empresarios y comerciantes de la vida.
Estamos entonces ante resultados preliminares que tienen más objetivos de mercadeo que de salud pública. Muchos critican que la vacuna rusa (con eficacia similar) tiene un manejo más político que científico. Mercadeo financiero VS mercadeo ideológico y político.
Muchos líderes globales propusieron que esta pandemia se manejara con criterios científicos y con solidaridad humana. Y la gran mayoría de la humanidad hubiera estado de acuerdo si le hubieran preguntado. Pero nadie nos preguntó.
Los grandes poderes mundiales se juntaron para defender sus privilegios y, sobre todo, para defender un modelo de negocio basado en patentes y en la carrera por el negocio de la década. La gran filantropía, Bill y Melinda Gates mediante, pusieron mucho dinero (obtenido por negocios basados en patentes) para asegurar el modelo de negocio que tanto les ha servido, combinado con un componente de legitimidad que financia las vacunas para los que no tendrían como pagarlas. Eso es, en apretado resumen, la iniciativa Covax.
África del Sur, India y Eswatini, con el posterior respaldo de países en desarrollo, propusieron en el seno de la Organización Mundial del Comercio, aplicar una de las normas “excepcionales” previstas para situaciones excepcionales. Una suspensión temporal de los derechos de propiedad intelectual (patentes y otros) para atender la pandemia. Se opusieron los países beneficiarios del Status Quo, los países ricos. Al momento de escribir esta nota no sabemos el resultado final, pero hay suficientes razones para prever que la propuesta no prosperará y que Colombia seguramente no la apoyará, ya por la vía de oponerse o más probablemente por la de permanecer neutral y en silencio.
Mientras tanto, el proyecto de Ley No. 284 de 2020 - Cámara–333 de 2020 –Senado, que ya fue aprobado en Cámara y probablemente será aplanado, quiero decir, aprobado en Senado cuando esta publicación salga a la luz, se encuentra sin duda alguna en el terreno del mercadeo y no de la salud pública. Para empezar, se presentó como una iniciativa para conseguir la universalidad y gratuidad de las vacunas para esta y otras pandemias, declarando a la vacunación como de interés general. Para los que estudiamos salud pública el siglo pasado, las vacunas son de interés general, de interés público, de carácter universal y gratuitas, casi que por esencia. Desde siempre. Desde que hay vacunas.
Tiene el proyecto de ley un confuso artículo que establece “vacunas por impuestos”, que despierta suspicacias por informaciones incompletas y confusas de empresarios y emprendedores negociando vacunas para ofrecerlas al gobierno en nada claras negociaciones confidenciales.
Tiene también algunos artículos, que son una imposición de las multinacionales farmacéuticas según ha manifestado el propio ministro de salud, que exonera a estas empresas de responsabilidad ante efectos secundarios que pudieran aparecer en el futuro cuando las vacunas se utilicen masivamente. Más allá de la lógica detrás de tal previsión legal, el mensaje a la ciudadanía no puede ser peor ni más nocivo para la percepción sobre las vacunas en tiempos de movimientos anti vacuna. Y tiene finalmente una usurpación de funciones al Invima para hacer el seguimiento y reporte de los efectos no deseados, que quizás refleje las reservas de la gran industria farmacéutica, y de Afidro, frente a la administración de una entidad que no se ha dejado manipular y arrinconar como hubieran querido.
EL PULSO como un aporte a la buena calidad de la información en momentos de contingencia, pública y pone a disposición de toda la comunidad, los enlaces donde se pueden consultar de manera expedita todo lo relacionado con el Covid-19-
Tel: (4) 516 74 43
Cel: 3017547479
diana.arbelaez@sanvicentefundacion.com