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El delirio como mecanismo de escape a
la violencia en
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Delirio
de Laura Restrepo
Sophia
Gómez Uribe Licenciada en literatura elpulso@elhospital.org.co |
Primera
parte del análisis de la galardonada novela de Laura
Restrepo. Por límites de espacio no se publica la segunda
parte, que hace referencia a los símbolos recurrentes
en la novela. |
Una mujer que enloquece
mientras su marido se encontraba de viaje. Esa podría
ser la síntesis de la novela, pero delirio
es mucho más. Desde la primera página, la novela
muestra un esquema de doble significación semiotizada:
individuo - cuarto - casa - familia, que rompe el juego textual
del adentro - afuera, y lo convierte en un adentro - adentro
de dos niveles de comprensión:
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el adentro
psicológico del personaje neurotizado y el adentro
de la enfermiza cultura familiar que genera violencia y encubrimiento.
Esta estructura se interrumpe para intercalar otros micro-relatos
e intertextos, con la función de generar información
en el lector sobre un afuera de hechos violentos.
Este proceso dentro de la estructura formal, conlleva a un
nivel de significado ambivalente: la locura como escape y
como producto de la violencia.
La novela consta de 66 segmentos narrativos2 que forman un
complejo tejido textual donde se entrelazan las historias
con alteraciones de tiempo y orden, no solo para suministrar
información o volver atrás o hacia adelante
en el hoy de la narración, sino para crear otro tiempo:
el del delirio como desorden.
En términos de la resolución textual, Delirio
es la profanación del ideal familiar mediante un trabajo
de figuración que deconstruye la cultura (los valores,
la casa, la violencia) y los redistribuye para producir una
semiotización textual sacralizada: familia - casa =
sociedad - país.
La novela comienza: Supe que había sucedido algo
irreparable en el momento en que un hombre me abrió
la puerta de esa habitación de hotel y vi a mi mujer
sentada al fondo, mirando por la ventana de muy extraña
manera.
En el inicio, se presentan dos movimientos: El de los hechos
ahora confusos, y una premonición sobre lo pasado:
Supe que había sucedido algo irreparable...
y un archivo vivencial; saber es el resultado
de un proceso de conocimiento que implica hechos pasados condicionados
en experiencia, por un raciocinio posterior.
En la descripción encontramos un fondo implícito
y alusiones socio-culturales3 que definen un campo y un marco
de percepción y, en todo el incipit, una puesta en
escena: Vi a mi mujer sentada al fondo... preanunciando en
la novela:
¿Quién? Una mujer que se relaciona con el narrador
en primera persona.
¿Dónde? En una habitación de hotel.
¿Cuándo? En el pasado de la narración.
¿Por qué? Porque delira.
La descripción de los hechos por parte de un narrador
en tercera persona, que cede la voz a uno en primera, no solo
inicia la novela, sino que es dominante, y si la descripción
es el lugar donde se organiza (o destruye) la comprensión
del relato, en Delirio, es el lugar de la doble
focalización que centra el relato sobre el personaje
que ve, y éste a su vez, centra la descripción
y la ordena según un esquema:
Cuatro días de ausencia.
Lo habitual de un comportamiento anormal: Cuando me
fui no le pasaba nada raro, o al menos nada fuera de lo habitual.
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Una saga que va del sometimiento
(la abuela), el encubrimiento (la madre), la frustración
(la tía Sofi), y finalmente la enajenación o
el delirio como mecanismo de liberación y escape (Agustina).
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Lo premonitorio:
Agustina siempre anda pronosticando calamidades.
El incipit ampliado ofrece al lector mayor información
sobre lo que será la novela: Una mujer, Agustina, un
viajero adulto, Aguilar, que regresa después de un
viaje de 4 días y encuentra a su mujer en un estado
irracional, en un sitio extraño a ambos y con cuatro
días de sus vidas, desaparecidos en el delirio de ella.
De ahí en adelante, el segmento se centra en el relato
del hombre sobre los antecedentes sicológicos de Agustina
y sobre los hechos que antecedieron a esos 4 días durante
los cuales, él no estaba y ella enloqueció.
Aguilar dice: Agustina pronosticó que algo saldría
mal. Pronosticar, es posibilidad, y el lugar
donde las cosas son un posible suceder es en la imaginación
o en el mito, no en la realidad, así que aquí
se introduce el primer elemento de deformación. Mientras
que el título anuncia una situación mental,
el primer segmento en cambio, anuncia un antropocentrismo
del relato.
Personajes
Aguilar (en 26 segmentos). Un profesor de Literatura que en
el ahora de la narración se desempeña
como vendedor de alimentos para perros. Narra su relación
con Agustina, su propia diégesis y la historia familiar
de Agustina.
El Midas Mc Alister (en 15 segmentos). Narra su
relación con Agustina, su propia historia, la de Agustina
y hechos de la vida nacional.
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Agustina y su relación
con su hermano Bichi (en 12 segmentos), narra
además la historia de las relaciones de la familia:
Carlos Vicente Londoño el padre, un hombre dominante
y violento que no tolera que su hijo el Bichi
no sea un macho y lo golpea violentamente; Joaquín
el hermano, que siempre está tratando de complacer
al padre; Eugenia la madre, experta en que las verdades
llanas van quedando atrapadas en ese almíbar de ambigüedad
que todo lo adecua y lo civiliza hasta despojarlo de sustancia,
o hasta producir convenientes revisiones históricas
(p. 264), y la tía Sofi, amante del padre, eje real
de la familia y personaje central de los hechos desencadenantes.
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El abuelo Portulinus
(en 12 segmentos). Un inmigrante alemán que en su demencia
recuerda a su hermana que se ahogó, recitando los nombres
de los ríos de su tierra natal en estricto orden alfabético
hasta que finalmente, él mismo se adentra en uno para
desaparecer.
En la narración, aparecen cuatro mujeres: la abuela,
la madre, la tía Sofi y Agustina, quedando planteada
la genealogía de la novela: abuela - madre - hermana
- hija, como una saga que va del sometimiento (la abuela),
el encubrimiento (la madre), la frustración (la tía
Sofi), y finalmente la enajenación o el delirio como
mecanismo de liberación y escape (Agustina). En el
plano racional, la abuela es el pasado remoto; la madre y
la tía, el pasado de la infancia de Agustina, y Aguilar
es el hoy venido de afuera; pero en el plano del delirio,
Agustina -aunque en el texto se dice que Agustina quiere
decir venerable- (p. 114), Agustina también es
el femenino de Agustín, y como San Agustín,
sostiene que el pasado ya no es, el hoy no existe porque ya
pasó y el futuro tampoco es, porque no está
sucediendo.
El tiempo y el espacio
El espacio del relato se da en la casa de la familia y en
la de Agustina y Aguilar, situadas en el Departamento de Cundinamarca,
en Colombia. Pero las casas son espacios de-construidos y
reconstruidos en el recuerdo, antropomorfizados e idealizados
por Mc Alister como símbolos de poder y clase, ordenados
como universo por Agustina, preservados como continente cultural
por Eugenia, etc.
Unas veces el espacio se transforma y hace parte de la mente
de los personajes, como en el caso del abuelo Portulinus que
físicamente habitaba en su finca de Sasaima pero mentalmente
vivía en su casa de Alemania y se bañaba en
los ríos de sus recuerdos, y lo que su cabeza sueña
se va apoderando poco a poco de lo que está allá
afuera: En medio de la naturaleza radiante y verde del
trópico aparecen ante él, pálidas y nocturnales,
unas ruinas griegas... (p. 1.059). O cuando Agustina
exclama: No se sienten en el sofá, carajo, que
es para mi padre y para mí. A su corral malditos, ese
lado de allá es para los cerdos y este lado de acá
es para nosotros (p. 228).
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La locura
es una codificación distinta del universo y de sí
mismo. Se puede describir como un viaje por un país
extranjero en el que estás solo y nadie te puede alcanzar.
Aunque no tengo en el libro una visión poética
sobre la locura, la siento como un territorio de soledad donde
los códigos que te permiten comunicarte con las demás
personas están quebrados. Es como una lengua extranjera
que tiene su propia lógica y coherencia. Una coherencia
desgarradora, dolorosa para la persona que incurre en ella
Laura Restrepo
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La casa es un espacio
que se deforma y re-forma en la mente febril de los personajes
(Portulinus y Agustina), o en el lugar del dominio (el padre),
o en símbolo de clase (Mc Alister).
El tratamiento del tiempo es igualmente significativo del
delirio. En la mayoría de los segmentos, el tiempo
del relato es indefinido y tiende a infinito, pero aparecen
indicios de duración en muchos segmentos que finalmente
permiten al lector encontrar el punto de enlace de las diferentes
diégesis:
Los cuatro días que hace que Aguilar se fue.
Las fotos que hay en la casa de Eugenia, donde se ve al abuelo
Portulinus de 29 años cuerdo y de 39 loco.
El sentido de infinito se refuerza con falsos indicios temporales
en la novela, que operan como neutralizadores unos de otros
creando un referente nuevo: el sentido de delirio o perturbación.
Los cuatro días en la vida de Mc Alister que son comunes
con los de Agustina.
El tiempo abarca desde la juventud del abuelo inmigrante,
hasta unos meses después del último ataque de
delirio de Agustina. El orden lógico de la historia
sería:
El abuelo Portulinus emigra de Alemania y llega a Sasaima.
Se casa con Blanca y tienen dos hijas: Eugenia y Sofi.
A los 39 años enloquece y se ahoga en el río.
Eugenia se casa con Carlos Vicente Londoño.
Tienen 3 hijos: Joaquín, Agustina y Vicente Bichi.
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Las obras de Laura Restrepo han sido traducidas a una docena
de idiomas
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La tía Sofi es
amante del padre. Este le toma unas fotos que los niños
descubren y guardan como arma secreta para defenderse
de la violencia del padre.
Los niños efectúan ceremonias para
protegerse del padre.
Cuando Agustina tenía 17 años (en el hoy del
relato tiene 30) y el Bichi 15, el padre golpea
ferozmente al Bichi. Éste se venga mostrando
las fotos. La madre ignora el hecho, el Bichi
y la tía Sofi se marchan a México. Después
de este suceso ocurre el primer episodio de delirio de Agustina.
Agustina queda embarazada de Mc Alister y se va de la casa.
Agustina hace 3 años que vive con Aguilar.
En el segundo embarazo, Agustina tiene otra crisis de delirio
al perder el bebé.
Aguilar se va 4 días.
Regresa y se encuentra a Agustina demente.
A Agustina la someten a varios tratamientos durante varios
meses.
Ante el anuncio del regreso del Bichi, Agustina
recupera la cordura.
Agustina visita a Mc Alister para que le ayude a recuperar
sus recuerdos.
Agustina vuelve donde Aguilar.
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Existe otra diégesis
que se cruza con la de Agustina, la de el Midas Mc Alister.
Este personaje no solo es la clave para descubrir lo ocurrido
en esos 4 días, sino que es el personaje
diferente respecto del cual se definen los demás
como miembros de una clase social: alta burguesía.
Mc Alister es un niño nacido en un barrio obrero de
Bogotá, donde permanece hasta los 19 años. Logra
ingresar al colegio donde estudia Joaquín, el hermano
mayor de Agustina. A temprana edad, Mc Alister aprende el
desprecio que sienten sus compañeros por la gente de
clases sociales más bajas como él y que la imitación
es el mejor mecanismo para lograr la aceptación.
En su larga amistad con la familia Londoño, descubre
el catalogo de falsedades básicas, o que
el encubrimiento de la verdad es el mejor mecanismo de defensa
y evasión de la realidad.
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Agustina también
es el femenino de Agustín, y como San Agustín,
sostiene que el pasado ya no es, el hoy no existe porque ya
pasó y el futuro tampoco es, porque no está
sucediendo.
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El Midas se refiere
a perlas como estas: El Bichi se fue para México porque
quería estudiar allá, y no porque sus modales
de niña le ocasionaran repetidas tundas por parte de
su padre; la tía Sofi no existe, o al menos basta con
no mencionarla para que no exista; el señor Carlos
Vicente Londoño quiso por igual a sus tres hijos y
fue un marido fiel hasta el día de su muerte; Agustina
se largó de la casa paterna a los 17 años por
rebelde, por hippie y por marihuanera, y no porque prefirió
escaparse antes que confesarle a su padre que estaba embarazada;
el Midas Mc Alister nunca embarazó a Agustina ni la
abandonó después, ni ella tuvo que ir sola a
que le hicieran el aborto; el señor Carlos Vicente
Londoño no murió de deficiencia coronaria sino
del dolor moral el día que pasó en su automóvil
por la calle de los hippies y alcanzó a ver a su única
hija Agustina sentada en la acera vendiendo collares de chochos
y chaquiras; Joaco no despojó a sus hermanos de la
herencia paterna sino que les está haciendo el favor
de administrarla por ellos; no existe un tipo que se llame
Aguilar... la niña Agustina no está loca de
remate sino que es así (p. 264).
La diégesis del personaje se enlaza con la realidad
colombiana en un gran intertexto que da cuenta del fenómeno
del narcotráfico de los años 90 con Pablo Escobar,
y todo lo que representó como modificación de
conductas sociales de la burguesía que entró
en contacto con ellos a través de negocios colaterales:
colocar dinero con alta rentabilidad, vender propiedades por
un valor muy superior al real, establecer negocios para venderles
servicios, etc. Además, aparecen otros fenómenos
como la corrupción en altos funcionarios, el tráfico
de influencias, la manipulación política, etc.
Se narran hechos violentos que se sucedieron en esa época,
no solo entre miembros de las mafias o representantes del
gobierno, sino contra la población civil: Voy
a invertir mi fortuna en hacer llorar a este país,
así me había dicho Pablo (Escobar) (p.
239).
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1- Laura Restrepo (Bogotá,
1950), escritora, filósofa, miembro de la Comisión
Negociadora de Paz entre el gobierno colombiano y el M-19. Publicó
su primer libro en 1986. Premio Sor Juana Inés de la
Cruz en novela en 1997, Premio Prix de France Cultura en 1998,
Premio Arzobispo Juan de Sanclemente en 2003, Premio Alfaguara
de novela en 2004 por Delirio.
2- La novela solo separa por segmentos. Para efectos del análisis
se han numerado secuencialmente los segmentos narrativos.
3- Mi mujer, un hombre, habitación de hotel son elementos
socio culturales. |
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