MEDELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 3    NO 43    ABRIL DEL AÑO 2002    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co






 

 

“El pájaro
de fuego”

Llegó a ser primer bailarín del American Ballet Theatre orientado por Mikhail Baryshnikov. Alternó en Europa con esa leyenda del siglo XX que fue el bailarín Rudolph Nureyev. Como coreógrafo y pedagogo fue director de Ballet del Teatro Colón de Buenos Aires y hoy orienta el Ballet de Chile. Ricardo Bustamante, colombiano. Un pájaro de fuego esculpido por el amor y el dolor de su vuelo por los escenarios.

Ana C. Ochoa - Periodista Medellín

Espiar por las tardes a sus hermanas mayores, verlas bailar ballet por entre las cortinas, intuir la gracia de los cuerpos ligeros en ondulado movimiento. No decir nada. Imitarlas. Bailar escondido. Moverse en puntas con toda la torpeza de su cuerpo de seis años y desear en secreto compartir las clases de ballet con esa troupe de cisnes, como llamaba a aquellas niñas su profesor extranjero. Así, observador intruso en ese mundo femenino, permanecía muchas horas Ricardo Bustamante hasta que resolvió decirle al profesor Kiril Pikieris que le enseñara a bailar. "Sólo le enseño cuando cumpla 8 años", le respondió. Transcurría el año de 1968. En Medellín el ballet era inusual. Además, era una rareza ver a un hombre con esas aficiones. Sin mayor interés, más como una distracción caprichosa, la familia de Ricardo lo dejó aprender. Era una familia sencilla del barrio Fátima de Medellín. Bailar era un juego. Un juego que después dejó de serlo. Ni él mismo se figuraba lo que, gracias a becas y esfuerzos de toda índole, viviría después.
American Ballet Theatre
Eran las cinco y media de la tarde del viernes 20 de junio de 1980. Ricardo, ya casi de 18 años cumplía en un teatro de Medellín la esperada cita. La había conseguido después de tres días de solicitudes y desvelos que habían hundido hasta el fondo sus ojos grises. Sería examinado para acceder a una beca por Michael Smuin, director del Ballet de San Francisco que estaba de paso por Medellín, como parte de una gira por Latinoamérica. Luego de observarlo bailar el reconocido coreógrafo preguntó por un parlante si había algún familiar del muchacho. "¿Ricardo quiere, de verdad, irse con nosotros a estudiar a San Francisco?" "Lléveselo", dijo su hermana. Esa beca definiría la carrera de Bustamante. Y era la confirmación de unas capacidades indiscutibles, modeladas por sus maestros en Medellín: Leonor Baquero y Kiryl Pikieris.
Ya en San Francisco su formación avanzó hasta llegar a ser, en unos tres años, primer bailarín. En 1985 fue invitado por Mikhail Baryshnikov a bailar con su grupo del American Ballet Theatre, que desde 1940 es una de las más prestigiosas compañías de ballet. Estaba en las altas jerarquías del baile, en las que pocos pero talentosos hispanos como la cubana Alicia Alonso habían logrado triunfar. Allí fue ascendiendo a bailarín solista y finalmente, en 1989, a primer bailarín. Representó con éxito papeles estelares en grandes producciones del repertorio clásico, moderno y contemporáneo. Hizo pareja con bailarinas como Carla Fracci, "ballerina assoluta de La Scala de Milán"; Silvie Guillem, primera figura del Ballet de la Opera de París; Eckatherina Maximova, del Bolshoi de Moscú; Alessandra Ferri y Leslie Brown del American Ballet Theatre. Según Baryshnikov, "Bustamante es un bailarín fogoso, dinámico, buen mozo, con una técnica sólida que le da una presencia magnética". (*)
Nureyev
Esfuerzo, fatiga mental y física, urgencia angustiosa de sostenerse en el nivel alcanzado, superación del terror al error, competencia. Fue muy arduo conseguir esa "sincera expresión apasionada", como definió la virtud de Ricardo Bustamante Rudolph Nureyev, el más famoso bailarín del siglo XX después de Nijinsky. Bustamante acompañó al excéntrico maestro en algunas giras por Europa. Bailó en la Bella Durmiente, Dos Hermanos, El Pájaro de Fuego. Un crítico de aquellos que los bailarines consultan con cierta desazón, Keith White, escribió: "Me gustaría creer que Bejart realmente concibió su Pájaro de Fuego para mostrar este solista masculino. El espectáculo que presencié fue de un éxito sorprendente. El público le concedió por primera vez al bailarín la corona de laureles (máxima distinción)... Ricardo Bustamante muestra ser un virtuoso espectacular. Tiene elevación natural y fácil, con mucha seguridad... y aparentemente un ego balanceado con un toque de modestia".(**)

Heredero y aprendiz
Cuando hablamos con Ricardo, sus hermanas hicieron lo que él no se atrevió: repasar la historia de sus logros, con la ayuda de varias carpetas repletas de recortes de prensa, catálogos, videos, fotos (las mejores en blanco y negro, tomadas por Annie Leibovits, talentosa fotógrafa de las miserias y opulencias de los Estados Unidos). En los últimos años Ricardo comenzó también a coreografiar obras propias para el San Francisco Ballet, del que fue nombrado miembro permanente. Ha montado entre otras, "Kreisler Variations sobre partituras de Fritz Kreisler; Baroque Divertissement sobre música de Haendel..." El ha celebrado con discreto regocijo la magnitud de sus logros, una magnitud difícil de calcular en un país sin tradición en el ballet como Colombia. Ricardo sabe lo que significa, por ejemplo, haber sido alumno del coreógrafo británico -que considera su mayor influencia- Sir Kenneth MacMillan. Según Bustamante "un poeta de la pasión, de los infelices y oscuros deseos, frustraciones y autoengaños, que supo mostrar los apetitos insatisfechos, las necesidades, la soledad que la sociedad educada enmascara detrás de un comportamiento superficial."
Para él significó un gran aprendizaje estar cerca de Anatoli Vilzak, último sobreviviente del ballet imperial del Teatro Mariinski de San Petersburgo y heredero de los antiguos Ballets de Diaghilev. ¿Diaghilev? Se preguntarán muchos. Los soviéticos han sido los grandes maestros del ballet y Diaghilev el director de los legendarios ballets rusos de principios de siglo, con bailarines como Nijinsky y Pavlova. Diaghilev desempeñó un papel definitivo en las carreras musicales de Stravinsky, Manuel de Falla, Erik Satie, Prokofiev, entre otros. No era raro que en sus ballets participaran Picasso, Matisse o Braque como decoradores teatrales. Vale la pena reseñar que en 1913, Diaghilev dirigió el estreno en París de La Consagración de la Primavera, de Stravisnsky, considerada una obra capital en la historia de la música. El escándalo suscitado fue enorme. El Club Francés del Disco relata la noche del 29 de mayo de 1913, en la sala del Teatro de los Campos Elíseos en París. "Después del intermedio, el telón se levanta sobre La Consagración de la Primavera que Stravinsky tardó dos años en componer...le fue inspirada por un sueño en el que vio a unas jóvenes bailando en el claro de un bosque, al ritmo de una música primitiva... Primer cuadro: La juventud prehistórica rusa se entrega a los juegos y rondas de la primavera. Suenan murmullos. Luego algunos gritos. El foso de la orquesta la percusión late con pulso potente. ¿Dónde está la melodía? ¿Qué significa este bárbaro espectáculo? El escándalo empieza. El director del teatro se yergue en la platea: "Escuchen primero. Griten después." Una venerable dama se levanta ahora. Es la princesa de Pourtales: "Tengo sesenta años !Es la primera vez que alguien se atreve a burlarse de mí!". Le responde un silbido. Luego se alza la voz de Ravel en el tumulto: "!Digo que es un genio! !Un genio! !Un genio!". Saint-Säens, furioso, huye de la sala. Debussy, con grandes gestos, trata de aplacar a quienes lo rodean. Nijinsky marca el compás para sus bailarines...cuando baja el telón hay batalla en las localidades altas...pero no hay una mesa libre en el restaurante Larue. Allí prosigue la discusión. Y Marcel Proust, envuelto en sus pieles, pide papel y lápiz, mientras toma una taza de chocolate, para escribir un mensaje de felicitación a Stravinsky..."
Las trampas del cuerpo
Las giras con el American Ballet Theatre le merecieron a Ricardo Bustamante un estimulante reconocimiento internacional. Pero en 1993, luego de bailar 27 años, una lesión de cadera lo obligó a abandonar el baile. Su trayectoria le permitió dedicarse a hacer escuela en el American Ballet y el Ballet de San Francisco. En 1998 fue nombrado en Argentina director del prestigioso Ballet del Teatro Colón en Buenos Aires, una compañía de 85 bailarines fundada en 1908, que hoy tiene tanta fama como problemas económicos. Estuvo dos años y renunció luego de la inmanejable situación administrativa. De Chile fue llamado por el húngaro Ivan Nagy, ex compañero de escena de la gran bailarina Margoth Fonteyn. Nagy dirigía el Ballet nacional en Santiago. Ricardo lo reemplazó y hasta la fecha ha presentado con gran éxito varias temporadas en el país y en el exterior. En Colombia ha dirigido un par de presentaciones en el Teatro Colón de Bogotá. Así que ahora es coreógrafo, maestro y director de sus propios montajes. El bailarín, por las trampas del cuerpo, quedó atrás. Pero, como un pájaro de fuego, aleteó en la oscuridad y en su vuelo arrojó el temor a los cráteres de la noche.

(*) Mikhail Baryshnikov, programa Talentos, de Audiovisuales.
(**) Revista Dance



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