DELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 16    No. 203 AGOSTO AÑO 2015    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co






 

 

 


Apuntes de medicina:
presencia constante en “El Quijote”
Hernando Guzmán Paniagua - Periodista - elpulso@elhospital.org.co

La santa hermandad de la pluma y el bisturí es eterna, como la literatura y como la medicina. Para no remontarnos a la arqueología médica y literaria, bástenos mencionar al Fénix de los Ingenios, pionero de la novela moderna y paradigma de las letras, don Miguel de Cervantes Saavedra.
A más de los conocimientos médicos y alquímicos heredados de su padre, Don Rodrigo Cervantes, y plasmados en “El Quijote”, fue testigo del conflicto entre la primitiva medicina mágico-religiosa del medioevo y la irrupción del conocimiento científico racional.
A Cervantes le tocó el difícil nacimiento de las ciencias modernas, y su obra es una velada diatriba contra la cerrada resistencia española ante la medicina científica. La Inquisición romana a la par que reprimió la herejía, se alió con el rey Felipe II en contra de las nuevas corrientes de pensamiento.
En 1559, el nuevo "Índice de libros prohibidos" tuvo esa finalidad. Su padre y antecesor, Carlos V, había prohibido bajo pena de muerte importar libros sin licencia regia.
¿Milagro del fraile o de la trepanación?
El investigador Ludoviko Sterc, de la Universidad Nacional Autónoma de Méjico, señala el profundo atraso del pensamiento español en esa época, pese a tener en Flandes -colonia hispana- a los pioneros de la anatomía moderna, Andreas Vesalio y Pieter Paav, que ya practicaban la trepanación, mientras los médicos de la Península seguían aplicando métodos y medicamentos primitivos como purgas, sangrías y paños calientes.
"Donde no hay boticarios
ni médicos, los hombres
se mueren viejos".
Miguel de Cervantes
Refiere que el príncipe Don Carlos, primogénito de Felipe II, a los 16 años cayó de cabeza por una escalerilla, sufrió gran contusión en la sien izquierda y parálisis en la pierna derecha. Los médicos le sacaron 8 onzas de sangre, dilataron la herida, dejaron a descubierto el cráneo y diagnosticaron una erisipela. A regañadientes, el rey recibió al sabio médico flamenco Vesalio, quien prohibió renovar las sangrías, pero los médicos españoles se opusieron a la curación de la erisipela extendida por cabeza, pecho y brazos, insistieron en las purgas y ungüentos del curandero árabe Pinterete, mientras Vesalio prescribía una operación quirúrgica y el enfermo llevaba 5 días delirando.
Cabrera de Córdoba, amigo de Cervantes y cronista de Felipe II, relata que el rey hizo que los frailes de San Francisco del Monasterio de Jesús María, pusiesen el cadáver del bendito Fray Diego sobre el príncipe agonizante. Vesalio practicó la trepanación del cráneo y extirpó un quiste. El príncipe se levantó a los 30 días y sanó, pero el monarca, apoyado por sus ignorantes médicos, atribuyó la sanación de su hijo al milagroso cadáver del fraile franciscano.
Apuntes médicos en Cervantes
El Manco de Lepanto muestra aptitudes médicas acerca de las más típicas enfermedades de su época, como la sordera, las cataratas, la tos y los reumas. Dice Don Quijote: "Ya que el maligno encantador me persigue, y ha puesto nubes y cataratas en mis ojos... ha mudado y transformado tu sin igual fermosura y rostro en el de una labradora pobre…”.
A Cervantes le tocó el difícil nacimiento
de las ciencias modernas, y su obra es una velada
diatriba contra la cerrada resistencia española
ante la medicina científica.
A un cúmulo de dolencias -que hoy estarían excluidas del Plan Obligatorio de Salud (POS)- las llamó “los males humores". Dio gran valor a la observación directa de los síntomas de la enfermedades como neumonía, diversas calenturas, paludismo, fiebres terciarias o cuartanas, habló del examen del pulso, de la próstata, litiasis renal, hepatitis y de la muerte aparente, expuso las relaciones psico-somáticas de los hombres y captó los rasgos diferenciales del carácter. Del ventero, en el capítulo 2 de la primera parte, dice: "Hombre que por ser muy gordo era muy pacífico".
Señala Sterc que las fuentes de información psiquiátrica de Cervantes fueron su directa observación en hospitales y manicomios, habló con propiedad de la sintomatología de las formas de locura, y distinguió los cuadros mentales del loco Cardenio, del loco de Sevilla, del Licenciado Vidriera y del propio Don Quijote: "Él es un entreverado loco, lleno de lúcidos intervalos", expresión propia de la psiquiatría moderna y que muy pocos médicos y literatos conocían en su tiempo.
Enalteció a los buenos médicos, en palabras de Sancho: “A los médicos sabios y discretos los pondré sobre mi cabeza y los honraré como a personas divinas”. Y fustigó a los malos: Ante el gobernador Sancho en la Ínsula Barataria, un labrador se quejó porque a su esposa se la "mató un mal médico, que la purgó, estando preñada", caso real alusivo a Isabel de Valois, tercera esposa de Felipe II. Cervantes también criticó a los boticarios que se convierten en mercaderes; esta máxima lo dice todo: "Donde no hay boticarios ni médicos, los hombres se mueren viejos".
 
“Para aprender
medicina, lea El Quijote”
Esta respuesta de Thomas Sydenham (1624-1689), el llamado “Hipócrates inglés”, al poeta y médico Blackmore, uno de sus alumnos, revela el aprecio al “Quijote médico” en Inglaterra. Y un testimonio similar se atribuye al bacteriólogo alemán Paul Erlich (1854-1915), premio Nobel de Medicina en 1914:
Discípulo: Maestro, dígame cuál es el libro de Medicina que condense todo el saber, que me haga comprender el dolor, el sufrimiento y las alegrías del hombre. Dígame, profesor, para ello ¿qué libro de Medicina debo leer, de qué autor?
Ilustración de Gustavo Doré en el capítulo XV de “El Quijote”.
“Al mal de quien
la causa no se sabe,
milagro es acertar
la medicina”.
Maestro: Lee el Quijote,
hijo, de Miguel de Cervantes.
Cervantes evidencia amplios conocimientos en materia de observación médica, clínica y psicológica en su obra maestra. También se aclara por ejemplo, que Sigmund Freud (1856-1939) aprendió español para leer El Quijote [Riley, 2001], y no al revés. El tema de la locura (y de su antítesis, la cordura) es de tal dimensión en la obra cervantina, que se convirtió en tema recurrente de estudio para teóricos de la literatura, psicólogos y psiquiatras a través de generaciones. También se afirma que la insania humanista (y, por tanto, patológica) que presenta Erasmo en su “Elogio de la Locura” (1511), recoge paralelismos quijotescos que se reconocen al instante.

Según Julián Bravo Vega, “El Quijote fue considerado ars medica por la conjunción de las ramas que la obra condensa, probablemente todas las posibles de la sanidad de su tiempo. Del amplio espacio dedicado al tema de la enajenación o locura (don Quijote, el desesperado o suicida Grisóstomo a causa de la «enfermedad pestilencial», Cardenio, el cabrero Leandro, los chistes de locos que se hallan al comienzo del Quijote de 1615, etc.), se desprende el interés del autor por una cuestión que rebasa el planteamiento humanista inicial, que arranca de Erasmo (necedad o locura, esto es, don Quijote y Sancho, y posteriormente la presencia de tontos o simples reconocidos, como el primo o doña Rodríguez, e incluso los crueles y aburridos duques, a los que Nabokov [2004] aplica el concepto de asnidad, que se remonta al humanismo de Giordano Bruno), para intrincarse por los caminos de las enfermedades mentales, competencia, por tanto, del psicoanálisis y de la psiquiatría. Frustraciones, inhibiciones, represiones, obsesiones, imaginaciones y sueños son pasos previos a la monomanía de Alonso Quijano, a quien su desorden vital, la falta de descanso y de hábitos saludables causan una lesión mental, obsesiva y senil”.

“El principio de la salud está en conocer
la enfermedad y en querer tomar el enfermo las
medicinas que el médico le ordena”.
Don Quijote
Pero a más del abundante estudio de la mente humana en El Quijote, también son múltiples los eventos de traumatología y su cuidado, los emplastos, ungüentos, brebajes y hasta oraciones para pegar barbas y supersticiones médicas. Presenta Cervantes acciones de la cirugía de la época, pociones curativas como el aceite de Aparicio y el bálsamo de Fierabrás, las “bizmas” o emplastos, y el encaje sutil del miembro amputado (precedente fabuloso de los reimplantes) “antes de que la sangre se hiele”, entre otros.
Además, aspectos endocrinos, de la dieta e higiene, sanidad femenina, del embarazo y parto, enfermedades contagiosas y saberes del entorno médico-científico de la época, todo lo cual llevó al psiquiatra y ensayista médico F. Martí Ibáñez a documentar “La Medicina en la España de don Quijote” (1960).
 


Doctor Gabriel Posada Restrepo,
el ortopedista que enyesó el mal humor

Hernando Guzmán Paniagua - Periodista - elpulso@elhospital.org.co

El médico antioqueño Gabriel Posada Restrepo recupera la comedia que subyace tras la tragedia vital del hombre, cura las aflicciones del cuerpo subiendo la tonicidad del alma mediante la risa, prescribiendo el infalible bálsamo del humor. Su “Idiosincrasia de médicos y pacientes” (Editorial Lealón, Medellín, 1983) es uno de los mejores compendios de humor médico del siglo XX en Antioquia. Invoca a maestros de la ironía como el mismo Voltaire cuando decía: “El Arte de la Medicina consiste en mantener al paciente de buen humor, mientras la naturaleza efectúa la curación”, y a D.H. Lawrence, quien definía la felicidad como “tener amigos que se rían de nuestros cuentos, aunque no los consideren graciosos, y se compadezcan de nuestras penas, aunque no las estimen graves”.
Médico cirujano de la Universidad de Antioquia (1967), Especialista en Ortopedia y Traumatología, profesor en las universidades de Antioquia y CES, miembro de las sociedades Colombiana y Latinoamericana de Ortopedia y Traumatología, y de la American Academy of Orthopaedic Surgeons, Fellowship en cirugía de reemplazos articulares del Jackson Memorial de Miami, 43 años de medicina, 35 en traumatología de urgencias, se autodefine como “ortopedista aficionado al humor”.
Considera al lector como prologuista, pues “cuando se consigue un autor famoso para el prólogo de un libro, es para obligarlo a hablar bien de la obra y que le sirva de propaganda”. Autor también de “El tumor del humor”, sus testimonios van más allá del chiste, son retazos de historia médica.
En las anécdotas de los estudiantes de Medicina, cuenta por ejemplo: “La anatomía era el colador y había que prepararse bien, comenzando con la compra de los huesos, a los afortunados estudiosos que habían aprobado esa terrible materia”.
- ¿Por cuánto me vendés tu calavera? / - Vale 50 pesos (en aquella época). / - ¡Pero es que está muy roñosa! (…)
- ¿Por cuánto me vendés esos calcáneos? / - Valen 50 pesos el derecho y 80 pesos el izquierdo, que es muy escaso. (…)
Cuando no se tenía el dinero para comprar los huesos, había que preparar el “robo sacrílego” o la profanación de las tumbas en el cementerio de los pobres. Esa era una prueba dura, de estómago de gallinazo y sangre fría. (…) Bueno, la noche del robo de huesos, debía ser un lunes, porque los vigilantes estaban enguayabados. Hora del asalto 1:05 a.m. Había que tomar mucho tinto y no comer para eludir el vómito. Implementos: dos costales, guantes viejos de la mamá, cigarrillos Victoria, pañuelo doble y un cuchillo carnicero (…) También se recomendaba llevar 20 pesos en billetes de a peso; por si nos cogía el vigilante, ¡sobornarlo!” (…)
A los cadáveres que servían para nuestro estudio les poníamos nombres y todos los días los saludábamos… '¡Buenos días Aquiles!' A un alumno le preguntaron qué eran y para qué servían los Lumbricales y contestó que 'eran una lombricitas redonditas que teníamos en los intestinos por comer mucho dulce', otro cogía un cerebro y cerrando los ojos decía: '¡Qué has pensado!'. Otro definió una cirugía extracorpórea como 'un aparatico que separa el cuerpo del alma'”. También refiere que varios alumnos fueron amonestados por amarrar a sus compañeros con lazos hechos con intestino delgado.
Médicos, visitadores y otras especies
La práctica profesional mucho enseñó a Posada sobre el visitador médico: “Permítame presentarle la última dimensión farmacológica de la terapia aminoglucócida: la asesinina estreptocóccica (…) Aquí le obsequio este cepillo para los dientes superiores y éste para los inferiores. (…) Ahí le regalo nuestras acostumbradas baterías de1.5 voltios, 'para que se ponga las pilas', se le ilumine la mente y se sienta como la pantera negra y no como las del gato (…) Doctor… ¿Puede recibir otro compañero que está en la puerta?”.
Lúcido retrato es “Análisis químico de un médico”: “Símbolo: MD. Peso atómico: 50 kgrs. Estado natural: se encuentra en un 5% en la naturaleza, en diversos tamaños y colores. Este elemento fue descubierto por Hipócrates, quien al clasificarlos se dio cuenta que algunos eran inofensivos y otros peligrosos en sumo grado y difíciles de manejar. Se puede encontrar químicamente puro en los comienzos de su vida, pero a los 50 años puede degenerarse o permanecer cristalino. (…) Puede presentarse en varios estados, aunque por lo regular son ilíquidos. Su densidad es superior al agua que lo moja. Su olor varía por el stress. Su punto de ebullición llega al máximo, cuando convive con tontos que creen que no lo son”.
“La risología no viene en textos.
Se es risólogo por constitución psicoquímica y
debe ser una cualidad natural porque si no,
sería imperfecta”.
MDr. Gabriel Posada Restrepo

Y esto bien pudiera ser un tratado de “Atención integral”: “El doctor Tanto-Peor me dijo que hiciera ejercicios y el cardiólogo me obligó a guardar reposo; el doctor Tanto Mejor me formuló Indocid, pero me hacía sangrar la úlcera; otro doctor me formuló analgésicos, pero el hematólogo me dijo que producían anemia; un psiquiatra me dijo que me divirtiera y el otro que guardara cama temprano; un médico me inmovilizó y otro me dijo que se me entiesaban las articulaciones. (…) Otro me mandó un corsé; el ortopedista me lo suprimió porque lo que hacía era envolver el problema”. Igual de gracioso es su “Botiquín de urgencias y primeros auxilios”; uno de éstos es para “Intoxicación por cafeína: muy común en hospitales, porque no viven en sus casas sino en mesas redondas. Síntomas: taquicardia, habladera, deseo permanente de decir mentiras, delirios de grandeza, cefalea y convulsiones. Tratamiento: lavado gástrico y cerebral”.
Los 10 mandamientos médicos
“Los mandamientos de la ley del médico”, versión de Gabriel Posada, son: “1) Amar a sus pacientes sobre todas las cosas. 2) No jurar su pulcro nombre en falso. 3) Santificar las heridas. 4) Honrar a los colegas y a los pacientes. 5) No matar a los pacientes. 6) No fornicar; es decir, respetar su propio cuerpo y el de los demás. 7) No hurtar trabajos científicos. 8) No hacer diagnósticos falsos ni mentir. 9) No desear la mujer del paciente. 10) No codiciar los méritos ajenos”.
También recoge y mejora el glosario de la patología de ricos y pobres: “Los ricos tienen alergia, los pobres carranchil; los ricos tienen tortícolis, los pobres tienen mico; los ricos sugieren, los pobres joden; los ricos sudan, los pobres tienen grajo; los ricos tienen hemorroides, los pobres almorranas; los ricos tienen intolerancia al yeso, los pobres sarna; los ricos tienen balanitis, los pobres tienen gonorrea; los ricos mueren de cáncer, los pobres mueren de hambre…”.
Este vademécum humorístico, por supuesto No-POS, lo “chuzografió” su esposa Yolanda por el salario mínimo. Incluye también las consultas telefónicas, el testamento de un hipocondríaco, las obras de misericordia médica, la oración de un paciente en el quirófano, el santoral médico, casos y cosas de Policlínica en el Hospital Universitario San Vicente de Paúl en Medellín, epitafios y otros tópicos con los cuales el doctor Posada recalca que “la risología no viene en textos. Se es risólogo por constitución psicoquímica y debe ser una cualidad natural porque si no, sería imperfecta”.

 
Medicina en la pintura

Autorretrato con el doctor Arrieta”, de Goya
Isabel Cristina Rueda Calle Comunicadora Corporativa - elpulso@elhospital.org.co
Francisco de Goya y Lucientes, quien vivió 82 años entre 1746 y 1828, fue uno de los pintores más reconocidos de España, precursor del surrealismo y el expresionismo.
Presenta su evolución artística en sus obras. En su primer autorretrato a sus 27 años, muestra que venía de una familia humilde de Zaragoza; su madre pertenecía a una familia rural y su padre era un “dorador”, oficio no bien pago. Los artesanos de la época debían incluso completar sus paga con limosnas o robar para subsistir. Una de las pocas formas de sobrevivir y pertenecer a un ámbito social más adinerado era a través de la pintura, ya que había conventos poderosos, iglesias y familias adineradas que contrataban pintores por altas sumas de dinero. Por esto Goya a los 5 años inicia su formación artística y a sus 12 años se inicia como aprendiz en el taller del artista José Luzán Bayeu, donde conoce y aprende de Francisco Bayeu, bien reconocido por la realeza. La familia Bayeu jugó un papel muy importante en la vida de Goya, pues además de haber sido acogido por estos hermanos para enseñarle la técnica del Fresco, en 1773 Goya se casa con Josefa Bayeu.
Todo parecía ir bien, hizo varios trabajos para la realeza y la Iglesia, permitiéndose más libertad en sus pinturas, dibujando escenas cotidianas españolas.

Esto lo muestra en su segundo autorretrato, donde aparece con la familia de don Luis de Borbón, imitando a uno de sus referentes, el pintor Diego Velásquez, quién se incluyó en su obra “Las meninas”. Y a sus 46 años de edad, llegó un cambio que marcó el antes y el después de su carrera: En 1792 contrae una enfermedad que lo deja sordo totalmente, lo cual le hace percibir el mundo de manera diferente. Esto, sumado a los excesos que conoció de la riqueza y la pobreza; a la muerte de sus 4 hijos, su padre y su esposa; y a que presenció múltiples actos violentos, incluyendo la invasión francesa por Napoleón, hizo que Goya comenzara a dibujar “Los Caprichos”, en el que cada grabado llevaba una leyenda que explica irónicamente su contenido, como “El sueño de la razón produce monstruos” o “De qué mal morirá”. En una de sus conocidas “Pinturas negras”, que hizo en sus últimos años de vida en las paredes de su casa, aparecen “Las Parcas”, que representan la mitología de las diosas del destino, quienes pueden cortar o alargar el hilo de la vida del hombre.
Y en su “Su autorretrato con Arrieta”, en una grave crisis de su enfermedad, Goya agradecido con su médico, pinta un autorretrato en el que él se ve enfermo y el doctor Arrieta le ofrece un vaso de medicina. Del fondo oscuro emergen tres personajes femeninos que la crítica identifica como “Las Parcas” de sus “Pinturas negras” y en la parte inferior se ve un cartel como el de “Los Caprichos” que dice: "Goya agradecido, a su amigo Arrieta: por el acierto y esmero con que le salvó la vida en su aguda y peligrosa enfermedad, padecida a fines del año 1819, a los 73 años de su edad. Lo pintó en 1820".
Referencias::
- www.slideshare.net/angelahersan/goya-429223
- www.fundaciongoyaenaragon.es/goya/goya_1/vida
- Los autorretratos: www.lasalle.es/santanderapuntes/arte/neoclasico/pintura /goya

 



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