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| Reflexión
del mes |
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No
existe el fracaso en la vida
hasta que tratas
de ser alguien que no eres.
No hay forma de
fracasar si eres tú mismo.
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| Phillip Deere
(1920-1985). Sabio líder de los indios Muskogee/Creek
(Maskoki) de Oklahoma (Estados Unidos) y dirigente del American
Indian Movement, que participó en actividades internacionales
por los derechos de los pueblos aborígenes, en las que
aportó su visión profunda y provocativa de la
historia y cultura norteamericana. En 1977 fue miembro de la
primera gran delegación de nativos norteamericanos ante
ONU en Suiza. |
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En debate de control político
en la Comisión VII del Senado el pasado 16 de junio,
el ministro de Salud, Alejandro Gaviria, presentó las
acciones implementadas por el gobierno para enfrentar la situación
financiera de los hospitales de Antioquia, Valle y del resto
del país, y presentó 4 claves para resolver
la crisis.
Destacó estrategias como la compra de cartera y el
giro directo que mejoraron la liquidez de los hospitales públicos,
tras la crisis derivada de años atrás. Atribuyó
dicha crisis al deterioro del patrimonio por deudas acumuladas
y al cubrimiento exagerado de servicios no incluidos en el
Plan Obligatorio de Salud (POS): El sistema gastó
más de los recursos que tenía. Explicó
que con apoyo del Ministerio de Hacienda, el objetivo del
gobierno ha sido buscar recursos adicionales para ir saneando
financieramente al sector, con medidas como la habilitación
de cuentas maestras, el uso de recursos del Fosyga para el
pago de deudas, el aumento de la Unidad de Pago por Capitación,
entre otras: Las puertas del Ministerio de Salud siempre
han estado abiertas para buscarle salidas a los problemas.
Tenemos la voluntad para seguir trabajando.
Además hizo un llamado para lograr una ética
compartida y entender que todos somos parte de
la solución para enfrentar la realidad institucional
que representa la escasez de recursos:
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Debemos tener una doble
responsabilidad: con los pacientes y con el manejo adecuado
y coherente de los recursos del sistema de salud que son de
todos y que son limitados. Y agregó una reflexión:
Cada procedimiento que se practica sin ser costo-efectivo,
es un procedimiento que se le está quitando a otro
paciente.
4 claves para resolver la crisis
El ministro Gaviria insistió en que la crisis
del sector salud, como todas las crisis de tipo financiero,
necesita tiempo para resolverse y mencionó 4 principios
fundamentales para lograrlo: 1) Claridad para diagnosticar
los problemas y tener reglas claras, como las que establece
el decreto de habilitación financiera de las EPS. 2)
Confianza. 3) Tiempo y paciencia. 4) Liquidez y flujo de recursos.
Informó que se considera la venta de Saludcoop para
generar gran liquidez al sistema y a su vez saldar la totalidad
de sus deudas con los hospitales, al igual que Caprecom: Caprecom
es una EPS pública y el Estado tendrá que honrar
sus deudas. Indicó que se estudia la situación
de Caprecom y de no pasar los exámenes correspondientes,
también se considerará su venta.
Aunque el ministro reconoció que sí ha habido
corrupción en el manejo del sistema de salud, de igual
manera sostuvo que el principal problema se debía a
la falla estructural del sistema y que la única forma
de resolverlo es con recursos adicionales que ayuden a amortiguar
las deudas acumuladas desde años anteriores.
El senador Álvaro Uribe recomendó soluciones
a la parte normativa y administrativa relacionada con la solvencia
de SaludCoop y Caprecom, y agregó que las EPS deben
someterse a un control estricto que antes que nada las obligue
a cumplir con las clínicas y hospitales, por medio
de la Ley Estatutaria en Salud. Y en cuanto a las soluciones
de largo plazo, miembros del gobierno y congresistas se comprometieron
a unificar esfuerzos para resolver esta problemática
de los hospitales que afecta a todos los colombianos.
Sostenibilidad del sistema de salud es un problema universal
En el 22º Foro Farmacéutico de la Andi en Cartagena
el pasado 11 de junio, el ministro Alejandro Gaviria sostuvo
que la sostenibilidad en el tiempo es uno de los problemas
más importantes del sistema de salud, pero que esta
variable no hace parte de una dinámica exclusiva de
Colombia sino que está ligada a una problemática
global. Señaló que la sostenibilidad del sistema
de salud es derivado de la presión tecnológica,
el bajo gasto de bolsillo (14% frente al 35% de América
Latina) y la alta demanda social.
Señaló que para enfrentar estas realidades se
implementaron medidas que son orgullo para el país
y un ejemplo para la región como la política
farmacéutica, con estrategias como la regulación
de precios de medicamentos con base en comparación
internacional. Pero aclaró que esa no es la única
solución y que es necesaria una doble responsabilidad
del Estado y los usuarios, en el manejo adecuado de los recursos
de salud.
Recordó que la Ley Estatutaria en Salud otorga un plazo
de 2 años para definir un nuevo Plan Obligatorio de
Salud (POS) con más beneficios y exclusiones concretas,
lo cual demanda nuevas fuentes de financiación, y precisó:
Con o sin Ley Estatutaria tenemos un complejo problema
de sostenibilidad que no está resuelto y que debe ser
una labor diaria de todos, tenemos un gasto de bolsillo muy
bajo por las coberturas de nuestro sistema.
Por último hizo un llamado por la recuperación
del orgullo sectorial. Debemos ser conscientes
de los logros, reconociendo los fracasos y aportando entre
todos para construir un sistema sostenible, expresó
al resaltar el papel y el sacrificio de los profesionales
que trabajan a diario por la salud de los colombianos. E insistió
en la recuperación de la confianza como uno de los
principales desafíos, basada en la garantía
de atención con calidad y oportuna para los pacientes.
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Bioética
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El paciente fragmentado
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Carlos
Alberto Gómez Fajardo, MD |
| Un
fragmento es una parte de una cosa, de algo que se ha roto y
cuyas partes andan por ahí, se recogen y se tratan de
poner en su orden original, tal como sucede con una porcelana
quebrada que se trata de reparar: un poco de pegamento, paciencia
para lograr que las partes encajen entre sí, y luego,
como resultado final, el remiendo. Dependiendo de la destreza
del reparador y de la magnitud del daño original, el
jarrón vuelve a su lugar. |
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La señora de la casa, a su regreso, de inmediato identificará
el daño, al culpable y pronto, luego de una reprimenda,
reemplazará su antigua joya por otro objeto menos quebradizo
y más acorde con la moda. Tal es la historia de las
cosas.
Con el paciente fragmentado ocurre lo mismo. Como no se trata
de una persona, con su integralidad corpórea, biológica,
existencial y espiritual, se ha reducido a cosa:
es un saco de tejidos del cual algunas partes se descomponen
y dejan de funcionar como deberían, de acuerdo con
bien conocidos parámetros de normalidad. El paciente
consiste entonces en una acumulación de muchas piezas
defectuosas, si se trata por ejemplo, del paso de las décadas
sobre un organismo biológico cuyo deterioro temporal
es inevitable.
Con facilidad se convierte en un usuario-cliente de diversos
frentes de la medicina, de la tecnología médica,
de sus sub-especialistas y por igual vía, del imperativo
de la facturación. Si hay un dolor articular se le
remite al reumatólogo; si una queja abdominal, al endoscopista
y al radiólogo para que le realicen todoscopias
y todografías. Se promueve la cuestionable
revisión -chequeo, cediendo a la tentación
del uso del extendido anglicismo-, tal como si se tratara
del control periódico del vehículo, cuyas partes
ajustan determinados kilometrajes y deben ser reemplazadas
según la normatividad ISO vigente. Los fabricantes
de las piezas de repuesto están al tanto: ¿Acaso,
no está claro para una sociedad de homo economicus
y de homo consumericus el concepto de la obsolescencia
programada?
Hace más de un siglo el gran clínico William
Osler advertía sobre los problemas que la especialización
representa, tanto para la medicina como para el propio paciente.
Con mucha facilidad se pierde el norte genuinamente terapéutico
y el enfermo se reduce a la condición de objeto, de
cosa que se ha descompuesto y sobre la cual actúa una
muchedumbre de ávidos operarios de un entorno tecno-centrista,
con el fin de lograr componer al menos la parte de la maquinaria
que corresponde a cada especialidad.
La fragmentación del paciente obedece a una concepción
materialista y equívoca de la medicina y de la sociedad
que ahora se ha convertido en ley. Un quimérico concepto
del derecho a la salud ha hecho creer a muchos que ésta
consiste en la aplicación de tecnologías médicas.
Nosotros, médicos, sí que conocemos el efecto
desastroso de una mala interpretación de una ayuda
diagnóstica o de un exceso de confianza en soluciones
de carácter técnico. Estudiamos en las aulas
los conceptos epidemiológicos de sensibilidad y especificidad,
y conocemos las consecuencias de un falso positivo. Vivimos
diariamente las paradojas derivadas de una 'medicina de deseos'
que se convierte en arma letal contra la propia persona, que
ignora las consecuencias de sus decisiones en las cuales son
determinantes los caprichos impuestos por el mercado como
si fueran necesidades.
Las realidades de la iatrogenia, de la ausencia de discernimiento
clínico, de la pérdida del sentido de las proporciones,
convierten en ocasiones el hecho de enfermar y morir en lamentables
episodios de ensañamiento terapéutico. El afán
de seguir quiméricos ideales de belleza o bienestar
se torna en escenario de muertes y de deformidad. La salud
entendida como objeto de consumo ha roto al paciente. Lo ha
convertido en un títere de porcelana con sus fragmentos
regados por un teatro de aplicaciones comerciales y tecnológicas;
y hace que muchos médicos -partícipes de este
drama de deshumanización y comercialización-,
confundan y reduzcan su quehacer con la aplicación
de una determinada tecnología en la cual ha puesto
también sus intereses comerciales.
¿Cuándo retornaremos a entender al paciente
como un alguien, no un qué, como una persona, no como
a un organismo que se ha descompuesto?
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| NOTA:
Esta sección es un aporte del Centro Colombiano de Bioética
-Cecolbe-. |
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Maestro, ¿qué es eterno?
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La construcción del Metro de Bogotá. Lo están
haciendo desde que llegó Gonzalo Jiménez de
Quesada. Un alcalde empieza los estudios, el siguiente se
los tumba, otro consigue una platica, otro se la roba o la
usa en otra cosa, y otro le cambia el trazado. En Medellín
extienden el Metro, hacen cables y Metroplús, y están
a punto de terminar el tranvía, mientras que en Bogotá
siguen peleando y discutiendo si el Metro pasa por Monserrate
o por la Casa de Nariño.
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