DELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 15    No. 184  ENERO DEL AÑO 2014    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co






 

 

 

Julio Larraz, pintor del
mar y de la crítica política

Hernando Guzmán Paniagua Periodista - elpulso@elhospital.org.co
Algo va de ese niño cubano que dibujaba caricaturas de sus profesores y modelaba figuritas de plastilina, al pintor que figura entre los artistas plásticos vivos más importantes del mundo. Julio Larraz, un pintor autodidacta que en buena medida debe su sentido de libertad artística al poco contacto con las academias durante su formación, ha recogido en su polifacética obra los horrores de la guerra y de las dictaduras, la naturaleza humana y el paisaje, en especial la inmensidad del mar, testigo de su trasiego por el largo y ancho mundo.
Este hombre que tuvo la fortuna de casar con una colombiana, defiende la potestad del artista para plasmar lo que quiera -sin pedir permiso más que a su libertad-, refuta a quienes declararon la muerte de la pintura y se declara en resistencia contra la tiranía de los críticos y curadores.
Julio César Ernesto Fernández Larraz nació en La Habana (Cuba), el 12 de marzo de 1944. Hijo de un editor de periódico ha dedicado su vida a la pintura, y en menor grado a la escultura, el grabado y la caricatura.
Al emigrar con su familia a Estados Unidos en 1961, enfrenta la incertidumbre de su sobrevivencia dibujando caricaturas políticas para el New York Times, el Washington Post, el Chicago Tribune y la revista Vogue.
Entonces, recordaría sus primeras caricaturas en el colegio: “Siempre me gustó: así me vengaba de los profesores y de los curas en Cuba. Las hacía muy rápido y las pegaba por todo el colegio”, declara una vez a un periódico colombiano, y reconoce la influencia de la caricatura en su pintura.
“El mar estará siempre en mi pintura,
me parece fascinante, es nuestro punto de
comunicación con el resto del mundo, un puerto,
lo ves como un desierto pero fresco, es una maravilla.
El azul profundo que se ve en mis pinturas, tiene que
ver con el azul de los lugares donde
he vivido más tiempo”.
Maestro Julio Larraz
La escultura también ha sido para él un acto marginal, que empieza con sencillas figuras de plastilina y culmina con obras de gran formato que reposan en Pietrasanta (Italia), entre otras ciudades. Sobre estas obras, una vez dijo: “Me encantan, pero no las he vuelto a hacer porque el proceso es muy largo. Cuando se logran terminar, se te olvida de qué se trataba la cosa”.
Desde 1967 ejerce como pintor profesional, sus precarios medios económicos no le permitieron asistir a academias; por ello su formación fue autodidáctica, pero con la tutoría de maestros como Burt Silverman, David Levine y Aaron Schickler, entre 1968 y 1970.
Su obra pictórica está sumergida en el mar, el eterno azul es su ecosistema: en él navegan hasta algunos de sus temas políticos, oníricos e incluso surrealistas; muchos cuadros suyos están enmarcados por el mar, una presencia constante para Larraz, cuya vida ha sido un viaje constante por América y Europa. Nueva York, Washington, Florencia, París, Marruecos y Miami, son algunos de los sitios de su errancia.
En su reciente visita a Medellín para inaugurar una exposición retrospectiva, declaró a EL PULSO: “Si usted ha vivido alguna vez al lado del mar, me entenderá; nosotros vivíamos al lado del mar, veía en su movimiento las estaciones que no existían en mi patria, en las olas, en el color; y el mar estará siempre en mi pintura, me parece fascinante, es nuestro punto de comunicación con el resto del mundo, un puerto, lo ves como un desierto pero fresco, es una maravilla, tenemos que cuidarlo.
El azul profundo que se ve en mis pinturas, casi siempre tiene que ver con el azul de los lugares donde he vivido más tiempo: en Cuba, en la Florida, en Nueva York, pero siempre he vivido cerca del mar”.
Presencia internacional
La calidad y presencia internacional de Larraz sigue colgada, como lo estuvieron sus muestras personales, en prestantes galerías del mundo: Cartoons (1972) y The New York School for Social Research, Nueva York (1980); Hirschl and Adler Galleries, Nueva York (1988); Nohra Haime Gallery, Nueva York; Vallois, Paris, Francia (1995). Y en muestras colectivas, como la de Candidatos a los Premios de Arte de la Academia Americana de Artes y Letras, Nueva York (1976); Modern Latin American Paintings (1979) y Drawings and Sculptures - Centro para las Relaciones Latinoamericanas, Nueva York; Feria Internacional de Arte Contemporáneo-Grand Palais, París (1985); Exposición de Arte Cubano (1992); y en Gary Nader Fine Art, Coral Gables (Estados Unidos).
El maestro Julio Larraz obtuvo el premio
“Cintas Foundation Fellowship” en 2013:
sus obras se expusieron en Nueva York, Mónaco,
Medellín y Miami. En 2014 irán a Italia y Londres
con la galería Contini Art, a Caracas con la Galería
Ascaso y a Panamá con Arteconsult.
El artista obtuvo el premio Cintas Foundation Fellowship en 2013: sus obras se expusieron en Nueva York, Mónaco, Medellín y Miami. En 2014 irán a Italia y Londres con la galería Contini Art, a Caracas con la Galería Ascaso, y a Panamá con Arteconsult.
Matrimonio artístico
Larraz se casó con el arte desde niño y con una colombiana en segunda nupcias en 1988; en nuestro país conoció a Pilar Botero. En ese momento declara al diario “El Espectador”: “Sucedió por una exhibición que me preparó Nohra Haime en el Museo de Arte Moderno de Bogotá. Ella estaba en el Departamento de Obra Gráfica. La colombiana tiene una forma de hablar, que debe ser la misma de las sirenas en tiempos de Ulises”. A EL PULSO dijo en 2013: “Antes, yo no tomaba fotos ni clasificaba mis pinturas; ella se dedicó a esto y desde entonces tengo una clasificación de lo que he hecho en 26 años. No tengo la menor idea del número de obras mías, posiblemente son miles. Yo me quedo con muchas, para Pilar y para mis hijos: hay muchas en Estados Unidos, en Italia, en Centroamérica, en Suramérica, en República Dominicana, en Panamá, Méjico…”.
 
“Libertad para crear”: maestro Larraz
En su reciente visita a Medellín, el maestro Julio Larraz habló a EL PULSO sobre su rutina de trabajo: “Hay cuadros que los puedo terminar muy rápido. ¿Por qué? No sé. No es porque le ponga menos esfuerzo, posiblemente más; en otros me pierdo: raspando, borrando y volviendo otra vez. Algunas pinturas requieren más esfuerzo, puede ser una falta mía: no estudiarlos bien antes de comenzar, pero no dejo salir uno con el cual no esté satisfecho; igual, está fuera de tu poder, ya es irrecuperable.
Larraz reivindica la libertad:
“Lo más importante es hacer
lo que se quiere hacer, pero siempre
con el deseo de hacer algo extraordinario, no copiar a los demás; si vas a
Nueva York, encuentras una
instalación detrás de otra, todas copias.
Hay que pensar las cosas bien, el arte
no se puede hacer con los pies”.
Julio Larraz en su visita a Medellín. Foto: Rodrigo Peláez
Hay un cuento maravilloso sobre Degas, el pintor francés; estaba un día en casa de unos amigos y después de cenar le pidió a la familia que le prestara la pintura para darle unos retoques, y nunca más la vieron; le tocaron la puerta, mandaron la policía y lo que vieron era otra pintura”.
Larraz reivindica la libertad: “Lo más importante es hacer lo que se quiere hacer, pero siempre con deseo de hacer algo extraordinario, no copiar a los demás; si vas a Nueva York, encuentras una instalación detrás de otra, todas copias. Hay que pensar las cosas bien, el arte no se puede hacer con los pies”.
 
“El pintor es Dios”: Julio Larraz
Julio Larraz nació con el pincel y el lápiz en la mano. Por eso, la pintura es su vida y no cree en su presunta muerte; así lo expresó a EL PULSO en su reciente visita a Medellín: “Eso es algo muy exagerado, como decía Marc Twain; la pintura no puede morirse porque es una cosa inherente al hombre: la viene haciendo desde antes de que tuviéramos historia, en las cuevas de Lascaux, de la Moneda, de La Pastora, de Cherveux o de Altamira. Para el hombre y la mujer, el usar pigmentos en una pared, y pintar los animales de los cuales se alimentaban, era una forma mágica de poder acceder a ellos y lo hacían con una belleza increíble.
Con unos 40.000 años que tiene la pintura, ¿quién le dijo a una curadora o crítica de arte alemana que ella puede matar la pintura? Por eso no va a morir, además nadie le hace caso: la gente sigue pintando y cada vez con más fuerza”.
Y anota: “Yo en mi juventud, cuando quería algo lo pintaba, lo dibujaba. Lo que busco en la pintura es recrear el mundo que nos rodea; me gusta pintar todo, la variedad es imprescindible, en la búsqueda está parte del juego, aunque a veces no se encuentra nada; mala o buena, la curiosidad es lo que nos ha llevado a la civilización que tenemos hoy. Uno no puede adocenarse en una sola cosa y hacer lo mismo siempre. Nosotros los pintores somos obsesivos, indudablemente nos gusta pintar a veces variaciones sobre el mismo tema”.
“Sin que sea esto un sacrilegio,
el pintor es Dios: cuando está en su cuadro,
el pintor es director, es productor,
escritor, es todo”
.
Maestro Julio Larraz
Larraz, el inclasificable
Definir la pintura de Julio Larraz es tan difícil como inútil. Pero hay aproximaciones valiosas a su estética, como la del crítico Eduardo Serrano Rueda; para él, su obra “proporciona una experiencia simultáneamente deleitable y estimulante, un motivo de celebración tanto para los sentidos como para la mente. Su trabajo recoge un buen número de aportes de la tradición figurativa, pero su obra es realmente inclasificable dentro de los muy variados rumbos de la pintura de representación”.
En sus declaraciones a EL PULSO, el artista cubano aseveró: “Sin que sea esto un sacrilegio, el pintor es Dios: cuando está en su cuadro, el pintor es director, es productor, escritor, es todo; a mí me fascina la fotografía, pero ella hasta cierto punto lo limita a uno: en la pintura puede hacer lo que le dé la gana; esa es mi naturaleza: pintar lo que quiero, verlo como quiero”.
Larraz se resiste a las definiciones: “Es muy difícil, usualmente las hacen los historiadores, los escritores, los entendidos en el arte, los “cognoscenti” -los de verdad, no los de mentira-.
Para el pintor, creo que es una altanería ponerse a hablar de su propia pintura, definirla no debe ser su posición; prefiero quedarme con el enigma de los pintores de la cueva de Altamira. Que lo definan los demás: esas definiciones de abstracto, figurativo, surrealista… no las puede decidir el propio pintor, y tarda mucho tiempo ver qué sucedió ahí, qué hay en el fondo de todo esto”.
En este punto, Serrano Rueda coincide con la visión de Larraz, al señalar que “se ha mantenido fiel a la pintura pese a los embates de la desmaterialización del arte, haciendo manifiesta una fuerte convicción en su función discursiva y en su facultad de representar o señalar, como sistema de significación visual, aspectos y matices de la realidad”. Agrega el experto: “Estilísticamente podría decirse que su obra se acerca a algunas características del surrealismo, puesto que en algunas de sus pinturas es identificable cierta calidad onírica, cierta injerencia del inconsciente, pero acompañada de una escala conscientemente dramatizada, y del realismo de una luz tropical que incita a evocar la incandescencia y somnolencia del mediodía”. Por ello, Serrano considera que Julio Larraz “ha construido un universo irreal, aunque extremadamente parecido a la realidad”.
“La guerra, cáncer de la humanidad”
El componente político en la plástica de Larraz es directo, corrosivo y contundente, signo de su postura ante la realidad mundial. El autor de “El Señor Guerra”, “En el salón de la guerra”, “Los conspiradores” y “200 años en el poder”, dijo a EL PULSO: “Nos pasamos la vida tratando de combatir el cáncer, pero nunca tratamos de combatir las guerras que son un cáncer absolutamente horrible para la humanidad; todos los países de Europa han quebrado económicamente alguna vez en su historia por las guerras de unos con otros, pero no aprendemos.
Yo creo que el país donde he vivido como 50 años está al quebrar por las guerras que sostiene una detrás de otra, ¡es un horror! Estaba mirando ahora las guerras de Colombia, me da una pena tremenda. De la forma en que yo lo veo, el proceso actual no son conversaciones de paz, es una farsa, son conversaciones de concesiones; después de 45 años, la paz debería pedirla tanto la guerrilla como el gobierno, es por Colombia, no por más nada.
En el caso de Cuba, la desigualdad que existía dio lugar a lo que tenemos hoy en día, y cuando digo desigualdad, es que los países ricos, que no hacen un esfuerzo grande por repartir la riqueza de una forma equitativa, terminan así”.
Y comentó Larraz: “Para hablar de mis referentes del arte mundial, no me alcanzaría una noche; sería todo el Museo de Arte Moderno de Nueva York, todo el Museo Metropolitano, el Louvre; cuando yo voy a los museos, salgo con miedo de que alguien me vaya a pisar, porque te de das cuenta de lo que se ha hecho en este mundo en miles de años de civilización. En Colombia hay muy buenos pintores y escultores, por ejemplo Hugo Zapata, Fernando Botero, a quien conozco desde 1965 en Nueva York, un magnífico pintor al que lo caracteriza la generosidad extraordinaria para con los suyos y con muchas gentes que apenas conoce. De los cubanos no menciono ninguno, no sea que quede mal con otros. El arte es o para los ojos o para el corazón. Si te acercas y no te gusta, pasa la página, hay siempre abundancia de arte; lo más importante es la libertad para crear lo que tú quieras, no lo que mandan los críticos ni lo que dictan los curadores, hay que rebelarse contra eso y dejar de leer las revistas y los periódicos de arte y meterse en la vida de uno, buscar en una introspección lo que hay qué hacer, y decir siempre NO a lo establecido”.
Como todos los grandes de la pintura en distintas épocas, Julio Larraz es un nítido espejo para mirarnos como actores de este extraño mundo que es a la vez salón de la guerra y eterno azul marino.
 
Ocioso lector
El largo camino hacia la libertad:
Nelson Mandela (1918-2013)
- "No nací con hambre de libertad, nací libre en todos los aspectos que me era dado conocer. Libre para correr por los campos cerca de la choza de mi madre, libre para nadar en el arroyo transparente que atravesaba mi aldea (...) Solo cuando empecé a comprender que mi libertad infantil era una ilusión, cuando descubrí, siendo joven, que mi libertad ya me había sido arrebatada, fue cuando empecé a añorarla" (…)
- "Poco a poco fui comprendiendo que no solo no era libre, sino que tampoco lo eran mis hermanos y hermanas. Vi que no era solo mi libertad la que estaba en juego, sino la de todo aquel que se pareciera a mí. Fue entonces cuando me uní al Congreso Nacional Africano, cuando el ansia de mi propia libertad se transformó en otra más grandiosa, que buscaba la libertad para mi pueblo" (…)
- "Cuando salí de la cárcel ésa era mi misión: liberar tanto al oprimido como al opresor. Hay quien dice que ese objetivo ya ha sido alcanzado, pero sé que no es así. La verdad es que aún no somos libres; solo hemos logrado la libertad de ser libres, el derecho a no ser oprimidos. Ser libre no es simplemente desprenderse de las cadenas, sino vivir de un modo que respete y aumente la libertad de los demás" (…)
- "He recorrido un largo camino hacia la libertad. He intentado no titubear. He dado pasos en falso en mi recorrido, pero he descubierto el gran secreto. Tras subir una colina, uno descubre que hay muchas más colinas detrás. Me he concedido aquí un momento de reposo, para lanzar una mirada hacia el glorioso panorama que me rodea, para volver la vista atrás hacia el trecho que he recorrido. Pero solo puedo descansar un instante, ya que la libertad trae consigo responsabilidades y no me atrevo a quedarme rezagado. Mi largo camino aún no ha terminado."
(Extractos del libro “El largo camino hacia la libertad”)
 



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