MEDELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 10    No. 112 ENERO DEL AÑO 2008    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co

Reflexión del mes

“El sufrimiento depende no tanto de lo que se padece, cuanto de nuestra imaginación que aumenta nuestros males”.
“El que no ha sufrido no sabe nada; no conoce ni el bien ni el mal; ni conoce a los hombres ni se conoce a sí mismo”.
Fénelon (1651- 1715). François de Salignac de La Mothe, llamado Fénelon, arzobispo y pedagogo. Con gran habilidad dialéctica, escribió Los diálogos sobre la elocuencia (1681) y Tratado de la Educación de las chicas (1689). Como preceptor del nieto de Luis XIV, compuso Fábulas (1690), Los diálogos de los muertos (1712), Las aventuras de Telémaco (publicadas en 1699 sin consentimiento del autor) donde las visiones políticas muy avanzadas no gustaron a Luis XIV, y Máximas de los Santos (1697).
Dirigió para la Academia francesa un programa de trabajos, y la Carta sobre las ocupaciones de la Academia (1714), son su testamento literario.
 

La situación que día a día debemos enfrentar los prestadores de servicios de salud, tanto públicos y privados, aseguradores, entes territoriales, etc., está más que diagnosticada, más que analizada, más que denunciada. Pareciera que el sentido común desapareció, y en medio de todo se encuentra la razón del ser de todos nosotros: La persona enferma, su familia y los detalles que arrastra de su contexto.
Me niego a creer que Antioquia, con todo el peso que tiene a nivel nacional, se está dejando arrastrar por la inercia que lleva el sistema.
Después de conocido el impecable informe de la Defensoría del Pueblo sobre un análisis nacional detallado de “La tutela y el derecho a la salud, entre 2003 y 2005“, y tomando en cuenta algunas de sus principales conclusiones, no puede ser peor el panorama. A la vez, desdibuja una serie de paradigmas creados alrededor de argumentaciones no siempre fieles a la realidad, desenfocando soluciones apropiadas o por lo menos útiles y de verdadero impacto. Y ni hablar de las proyecciones presupuestales -bastante alejadas de la realidad-, creando un verdadero caos, endeudamiento para los pagadores y carteras aterradoras para los prestadores
En cuanto la “calidad” en el servicio de salud, de la que tanto se habla en el medio y que es vital al momento de determinar una relación contractual, pareciera que tiene otras variables adicionales, aplicables según el interlocutor .Se cosificó a la persona enferma: pasamos de manejar a don (*) Pedro Martínez, de 42 años, cabeza de familia, desplazado, con nivel 1 de Sisbén sin afiliación a una EPS del régimen subsidiado, padre de 6 hijos, con un posible cáncer de estómago terminal… a manejar al Ingreso No. 12456, en rango 32-42, con cargo al contrato No. 47586868, con base de datos ficha 978787, que requiere exámenes del código 3456 y cirugía código 95957348, el cual se direcciona a 3 o 4 IPS diferentes, dependiendo de los contratos establecidos.
No podemos seguir mintiéndonos: Las cosas hay que decirlas como son. Mientras para algunos la salud siga siendo un productivo negocio, para otros un medio para desarrollo científico y para los menos, una lucha diaria para ofrecer un servicio con sentido humanitario, ético y moral, aún a costa de sus propios recursos, no nos pondremos de acuerdo nunca, a no ser que el sentido común aparezca, acompañado por un amplio sentido del compromiso y la responsabilidad social real, no escrita meramente como un informe de gestión.
(*) Nombre cambiado por respeto a la intimidad del paciente.

 
  Bioética
Ética, ¿qué modelo de ética?
Ramón Córdoba Palacio, MD - elpulso@elhospital.org.co
Todos los días los medios de comunicación de masa nos atiborran con vergonzosas noticias sobre malos manejos en todas las áreas de la actividad pública y privada: sobornos, falsedad de documentos, compra de conciencias, etc. Sin embargo, la mayoría de estas personas ostentan un título profesional otorgado por instituciones de educación superior, a veces de gran renombre, y cuyos lemas ostentan casi siempre el afán de formar cada vez mejores ciudadanos, mejores servidores de la humanidad y de la patria.

Lo anterior implica que en esas instituciones se enseña honestidad y ésta se fundamenta en la justa evaluación de las acciones en relación con el Bien y con el Mal como valores permanentes y universales, no como simples opiniones subjetivas sobre lo bueno y lo malo, porque si así fuere no podríamos llamar corrupto a quien actúa como deshonesto, a quien corrompe el medio en el que desarrolla su profesión u oficio, o inclusive a quien roba abiertamente, sin ningún tapujo. Ese es el valor subjetivo de su existencia y, en nombre de la libertad mal entendida nadie podría objetar, ni siquiera criticar, su proceder.
No olvidemos que los valores humanos, los valores morales o éticos, no los inventa el hombre sino que los descubre, y que su existencia no está supeditada a situaciones culturales ni a modas o costumbres, sino a la evaluación de si nuestras acciones llevan el Bien a quien o a quienes las reciben, si les permite crecer plenamente en el sentido humano o si, al contrario, menguan su dignidad.
Una de las características de estos valores, y sin duda la que más polémicas suscita, es la de ser absolutos, es decir, que son independientes o «ajenos al tiempo, al espacio, al número... extraños por completo a la cantidad», como lo enseña Manuel García Morente.
Y López Castellón, afirma: «Hay que aclarar que la practicidad de la ética no se determina por el hecho de estudiar comportamientos, sino por el nivel prescriptivo y evaluativo que pretende alcanzar. Por otra parte, lo importante es que la fundamentación de la normatividad no es relativa exclusivamente a la cultura de un grupo social concreto o a una situación temporal determinada, sino a la totalidad de los seres humanos y de las épocas históricas…».
Kant, más explícito y severo, afirma: «La ética atañe a la bondad intrínseca de las acciones; la jurisprudencia versa sobre lo que es justo, no refiriéndose a las intenciones, sino a la licitud y a la coacción... La ética es una filosofía de las intenciones y, por ende, una filosofía práctica, ya que las intenciones constituyen fundamentos de nuestras acciones y vínculos de las acciones con el motivo… La ley moral ha de ser estricta y enunciar las condiciones de la legitimidad. El hombre puede o no llevarlo (sic) a cabo, pero la ley no ha de ser indulgente y acomodarse a la debilidad humana, pues contiene la norma de la perfección ética y ésta tiene que ser exacta y estricta... La ética propone reglas que deben ser las pautas de nuestra conducta; no ha de orientarse conforme con la capacidad del hombre, sino mostrar aquello que es moralmente necesario».
Surge, entonces, una pregunta: ¿Cómo se está enseñando esa ética? ¿Qué interpretación de la ética se está enseñando y practicando en esas cátedras? Recordemos que para el ser humano, en todas las etapas de su vida, vale más lo que se hace, que lo que se dice pero no se practica. Se proclama una ética de respeto sumo al ser humano, una ética que sirva de valla a la creciente corrupción, una ética que reconozca y otorgue a cada quien lo que le pertenece no sólo en el aspecto material sino, y más importante, en lo espiritual, en lo social, en sus derechos elementales -entre ellos el de su trabajo-. Pero a renglón seguido, ese mismo profesor, gerente o jefe de oficina, convencido de su falta de idoneidad en el desempeño de sus funciones y temeroso de que la honestidad y preparación de sus subordinados hagan notoria su mediocre preparación, los reemplaza por otros más mediocres que él, sin tener en cuenta el gravísimo perjuicio que causa a la comunidad entera.
Estos verdaderos camaleones humanos son paradigmas de la corrupción, capaces de apoderarse con su lengua pegajosa de los proyectos elaborados por sus subalternos y presentarlos como propios para encubrir así su inhabilidad y aparentar una honestidad, una dedicación a su labor de la cual carecen totalmente. Sí, son paradigmas de la corrupción y la difunden con modalidades tan sutiles, que para muchos los hace aparecer como promotores del Bien, de la honestidad, del respeto al ser humano y aún de sincero cristianismo.
Nota:
Esta sección es un aporte del Centro Colombiano de Bioética -Cecolbe-.

 











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