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¿Quién fue Coriolano
Amador? Un burro de oro de mentalidad raquítica,
para la familia de su esposa que no entendía tanto derroche;
para la historia, el visionario que empujó a Medellín
hacia el progreso, hacia el siglo XX, el rico que creó
riqueza y cimentó cultura. Carlos Coriolano Amador Fernández
vivió a caballo entre dos siglos, entre 1835 y 1919.
Lo bautizaron Coriolano, como un patricio y general romano del
siglo V antes de Cristo, que inmortalizara Shakespeare en un
drama y Beethoven en una obertura. El primer automóvil
de Medellín y sus múltiples innovaciones y adelantos,
son su profesión de fe en el progreso humano.
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Del diálogo
con el antropólogo antioqueño Víctor Ortiz
sobre su tesis Tras las huellas de Coriolano Amador y
la construcción de imaginarios de progreso en la ciudad
de Medellín, en proceso de ser laureada, sale esta
crónica. Amador materializa la imagen de progreso
de los medellinenses, que abrimos caminos y vencimos la selva,
para ser los mejores ciudadanos del país, concepto que
data de la mitad del siglo XIX, señala el autor.
La Mina El Zancudo
Coriolano Amador recibió la Mina El Zancudo en
Titiribí, en la dote de su esposa, doña Lorenza
Uribe Álvarez del Pino, hija única del dos veces
presidente del Estado Soberano de Antioquia, José María
Uribe: 86% era de ella. Las mujeres hasta muy entrado el siglo
XIX no podían celebrar vínculo comercial alguno
y requerían un albacea para manejar sus capitales. Se
casan, él, rico importante de Medellín; ella,
rica heredera de lo que hoy son El Poblado, Sabaneta y Envigado,
y sobrina del médico y científico Manuel Uribe
Ángel. |
| Coriolano heredó una fortuna
de su padre Sebastián Amador, dueño de una casa
importadora de mercan-cías en Cartagena, casi tan grande
como la Aduana Nacional, según tesis del gerente del
Banco de la República en esa ciudad, y quien vendía
al menudeo todo lo que los barcos traían: lámparas,
tapetes, gobelinos, obras de arte, lana, cobijas, especies,
semillas, etc. |
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Con sus 7 hijos, encontró
en Medellín una forma más fácil de hacer
dinero: la vocación agrícola y sobre todo minera
del centro del país. El auge del oro en Antioquia y en
Marmato (Caldas) se da al mismo tiempo que en el viejo oeste
norteamericano.
Un rico peculiar
Coriolano tipificó una clase peculiar de rico,
distinto de su contemporáneo José María
Pepe Sierra, el rico austero, ahorrador. Coriolano
fue el rico bien vestido, el rico de automóvil, muy distinto
de los Vásquez, los Jaramillo, los Wills, etc., que ya
tenían mucho dinero en Medellín. Coriolano nunca
conoció la pobreza, murió a los 86 años
en el palacio de su único hijo varón, José
María, en la Playa con la actual Avenida Oriental; sí
la conocieron los Echavarría, los Restrepo y Pepe Sierra,
de Girardota, quien en sonado juego jurídico, desheredó
a sus hermanos y se volvió el hombre más rico
del siglo XX en Colombia, rico porque no permitía a su
esposa gastarse un peso mal gastado.
Coriolano hizo 9 viajes a Europa, posible récord para
un suramericano de su tiempo, cuando un viaje de Medellín
a Bruselas o París tomaba ocho meses. Fue cliente por
lo general de la Línea Estrella Blanca (White Star Line)
a partir de Nueva York, que años después construiría
el Titanic. Pepe Sierra explotó las rentas de licores
más ricas: las de Antioquia, Atlántico, Valle
y Cundinamarca, y sostuvo las finanzas de los presidentes Carlos
E. Restrepo, Pedro Nel Ospina y de Rafael Reyes. Coriolano creyó
en la empresa, Pepe Sierra no, sólo tuvo una fábrica
de hielo y de resto, tierra suburbana, pues la tierra
no se pudre, decía. Coriolano hizo la primera nacionalización
de la raza Holstein en Colombia e introdujo semillas de cacao,
de café, de pastos, el primer automóvil, el fonógrafo,
el cinematógrafo, las alfombras de Aubusson, las porcelanas
de Sévres, los muebles Chippendale y los muebles Tonet,
que hoy están en la memoria fotográfica de la
ciudad.
También trajo un personaje desconocido aquí: el
ingeniero. Carl Greiffenstein, alemán, abonó terrenos
e hizo estudios estructurales y de intervención. Y quien
realmente hizo rico a Coriolano Amador fue el ingeniero inglés
Tyrrell Moore: él trajo las ruedas Pelton, los sulfuros,
las separaciones por magnetos, inició la Sociedad Minera
de El Zancudo, la tecnificó, y en vetas como La Lorenza,
produjo oro de 23.7 quilates, impresionantemente puro. También
le apostó a la explotación de metales de desecho
(plata, estaño, cobre, aleaciones) que Coriolano comercializó
en el extranjero. El contador de la Sociedad Minera El Zancudo
atestigua: cuando una familia de 3 a 5 integrantes, mercaba
para una semana y media con dos o tres centavos y unos botines
europeos de cuero en el mercado de Medellín costaban
80 centavos o un peso, y pocos tenían con qué,
Coriolano Amador le sacó a la Sociedad para irse en 1875,
al matrimonio de su hija Magdalena en una catedral de París,
con esposa, hijos, nietos, yernos y servidumbre, en estancia
larga, con bauleros y cocheros, unos dos millones de pesos,
suma fabulosa en ese momento. |
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El Banco Emisor del Estado Soberano
de Antioquia vio inundado el mercado de Medellín con
oro que literalmente rompía bolsillos y desordenaba las
finanzas de la ciudad y del Estado. Por ello recomendó
a Coriolano que El Zancudo tuviese billete propio. Al ponerse
orden en las finanzas nacionales, los billetes de El Zancudo
fueron quemados públicamente en la Plaza Mayor de Berrío.
Cine, telégrafo y regalo principesco
En el Teatro Bolívar, que construyó con
Pedro Uribe Restrepo, a fines de 1899 regaló a la ciudad
el cinematógrafo de Edison. En una película de
Lumiére de 3 o 4 minutos, con brincos y luz tenue, los
espectadores corrieron despavoridos cuando se les vino encima
una locomotora. Similar al origen del cinematógrafo en
París o Londres, irrumpía la magia del cine en
una capital aislada del mundo como Medellín. Coriolano
introdujo también el primer telégrafo, en ese
momento un adelanto más militar y estratégico
que comunicacional, para comunicar a Medellín con Rionegro.
Estando en España en 1886, Amador ofreció un tributo
a la familia real por el nacimiento del rey heredero Alfonso
Décimo, abuelo del rey actual Juan Carlos y fue recibido
a comer en el palacio real de Madrid. Detrás de eso estaba
el regalo: una sopera de trece kilos de oro, de la Mina El Zancudo.
Algunos aseguran que está en la sala de platería
del Museo del Prado. Se dice también que Amador compró
en Europa el título de Marqués de Miraflores,
de la Casa Borbón.
La herencia de Coriolano
Víctor Ortiz señala sobre Coriolano: Él
dijo que tenía más enemigos que amigos y que los
amigos cercanos lo querían por su dinero y por las fiestas;
también se reconoció como hombre infiel, de ideas
políticas liberales sin filiación concreta. Aunque
anticlerical, no faltaba a misa, era como pagar palco en el
teatro, asociado a la visibilidad social y al poder de endeudamiento,
cuando valía la palabra empeñada. Su esposa Lorenza,
quien trajo de Europa los primeros perros ornamentales, hizo
grandes donaciones a la Iglesia: joyas, tierras, la torre de
la Iglesia de San José en Medellín, la Capilla
de La Candelaria en Sabaletas (municipio de Montebello). La
misa era también parte del mercado matrimonial para sus
bien educadas, ricas y casaderas hijas, la presa más
buscada dentro de la olla.
Y concluye: Coriolano hizo de las buenas maneras, del
buen gusto, del uso de cubiertos, de la hora del té,
del caminar por la derecha, normas de vida. Hablaba francés
e inglés, era matemático, y tenía altos
conocimientos de derecho de minas, cuando la legislación
era aún muy incipiente. Coriolano Amador jalonó
un salto de lo rural a lo urbano. Vio que Medellín podía
convertirse en capital cultural, que las buenas maneras en la
mesa y en la calle, el respeto por el otro y por su palabra,
el empezar a creer que las mujeres podían tener educación,
eran pasos importantes. Sus avances arquitectónicos son
muchos, como tecnificar a Guayaquil, secar lagunas y convertirlo
en un barrio comercial: ahora una calle nos evoca su nombre.
Pero no sólo la historia de Coriolano sino las historias
de nuestros abuelos y las historias de ciudad se están
perdiendo, están amenazadas. La memoria real de Coriolano
Amador está afectada por fábulas, mentiras, verdades
a medias y desconocimientos. Así pues, Coriolano
Amador fue algo más que un burro de oro de mentalidad
raquítica. |
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Vida
palaciega |
| El
arquitecto italiano Felipe Crosti, cuyos planos para la Catedral
Metropolitana rechazó la Curia por exagerados, fue contratado
por Coriolano, mientras el francés Charles Émile
Carré rediseñaba la Basílica. Amador dijo
a Crosti: Diséñeme un palacio como los que yo
conozco en Europa, y él le construyó una casa
que por primera vez veían los habitantes de Medellín
-cuando lo más alto de la ciudad eran las torres de la
Iglesia La Candelaria-, en el crucero de Palacé con Ayacucho,
tres niveles, malacate para subir y bajar alimentos, ropas y
otras cosas, puertas talladas de madera con la precisión
de joyas, gran reja de hierro forjado por donde la gente veía
los cisnes |
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negros que nadaban en lagos con bombas para subir el agua a
fuentes estilizadas, lámparas de Baccarat de París,
escalera monumental de mármol de Carrara, vitrales de
Bélgica donde Coriolano hizo retratar a todos los miembros
de su familia, habitaciones separadas, salón de cámara
por piso diseñado para orquesta, salón de baile,
de protocolo, alfombras árabes y de Aubusson, muebles
de maderas aromáticas, salón de té y salón
de brandy. A su hijo José María le hizo contra-reloj,
como regalo de boda, un palacio similar donde hoy están
los edificios Vicente Uribe Rendón y Cámara de
Comercio de Medellín (La Playa con Avenida Oriental),
neoclásico como los palacetes de Champs Elysées,
que más tarde sería el Palacio |
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Arzobispal. Igual magnificencia tuvieron las casas de Coriolano
en Santa Fe de Antioquia, Cartagena, Mompox, Bogotá,
Jamaica, Nueva York, Amberes, Brujas, Schaerbeek, tres en Bruselas
y el famoso palacio de París.
De la Hacienda Miraflores y su Puerta Inglesa -similar a la
del Palacio de Buckingham-, donde festejó al pintor Francisco
Antonio Cano al ganar la beca de estudio para París y
donde Carlos E. Restrepo alzó el mantel de una mesa para
ver los enanitos que cantaban en un extraño aparato (el
fonógrafo de Edison), sólo quedan los muros blancos
de una casa donde hasta hace poco Regina Once recetó
sus pócimas. |
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El primer carro
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| El primer automóvil de Medellín
se estrenó el 19 de octubre de 1899, un último
modelo rojo de la casa francesa Dion Bouton, para 3 personas
(en Medellín decían que era para cinco: tres encima
y dos empujando) y acaso alcanzaría 25 kilómetros
por hora, de combustión por gasolina e iniciación
con manivela, arranque por cadenas que lo movía a jalones
y se varaba a trechos. Ese domingo a la salida de la misa de
12, la gente corrió, los caballos se desbocaron y el
cura echó bendiciones, cuando Coriolano pasó frente
a la iglesia de La Candelaria en el coche conducido por un chofer
francés de apellido Tissnés, quien importó
el carro con 7 galones de combustible. Horas después
estalló en Medellín la Guerra de los Mil Días
y entonces la gente dijo: El caballo del Demonio trajo la guerra. |
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