MEDELLÍN, COLOMBIA, SURAMERICA No. 318 MARZO DEL AÑO 2025 ISNN 0124-4388

elpulso@sanvicentefundacion.com icono facebook icono twitter icono twitter icono twitter

Encuentro y respiro en el aula hospitalaria

Autor
Por: Juan José Yath
elpulso@sanvicentefundacion.com

Una madre y su hija entran al aula del hospital infantil en la mañana. No hay aparatos médicos, pero tampoco pupitres alineados en filas. En su lugar, hay un caballete, guitarras colgadas en las paredes, libros en diferentes estantes y, sobre todo, juguetes de distintos tamaños esparcidos por el lugar. Cuando la niña elige cuál llevar, ambas salen de la sala, no sin antes escuchar a Paula Andrea Ramírez, docente del aula, quien les recuerda que pronto iniciarán los encuentros de música.

¿En qué consiste?

El aula hospitalaria es un espacio de enseñanza y juego para niños y niñas que, por diversas circunstancias, deben permanecer en el hospital. Al igual que la madre y la hija del inicio, cualquiera puede venir a prestar un juguete o un libro para entretenerse en su habitación.

Cuando llega la hora de los encuentros, poco a poco arriban niños de distintas edades junto a sus acompañantes (padres, madres o cuidadores). Todos se reúnen alrededor de una larga mesa para la primera actividad. Un colectivo del programa Música para Sanar, de la corporación Cantoalegre, lleva sus voces y guitarras para estimular y alegrar a los infantes a través de la música.

“Hacemos experiencias transversalizadas por la música, que tienen una gran incidencia en los estados anímicos y energéticos de los niños y sus familias”, explica Constanza, una de las integrantes del colectivo.

Para su compañera Laura, la música no solo eleva el ánimo, sino que “transforma el estado emocional, no solo de las familias, sino también de los colaboradores, médicos y enfermeras”.

Cuando algunos niños no pueden desplazarse hasta el aula, la música llega hasta sus habitaciones.

“Realmente los ayuda a desconectarse y a sintonizarse con ellos mismos y con la circunstancia en la que están”, menciona Tibisay, otra de las integrantes del grupo.

El programa Música para Sanar realiza tres encuentros en el aula durante los días que visita el hospital. Cada sesión está dirigida a un grupo de niños, organizados según las salas en las que se encuentren, como oncología, nefrología o quemados.

Cuando el equipo de Cantoalegre finaliza su recorrido, los niños se preparan para otro encuentro. Desde Comfama, llega Sara, facilitadora de bibliotecas y maestra por vocación. Ella reúne a los niños y acompañantes para narrarles un cuento y, a partir de la historia, realizar una actividad creativa, como una manualidad.

“A través de los talleres de promoción de lectura, escritura y oralidad, buscamos que los niños y sus acompañantes encuentren en los cuentos y las historias una forma de relacionarse con su propia vida y expresar sus emociones”, comenta Sara.

Cuando Sara o el equipo de Música para Sanar no están, Paula organiza las actividades de acuerdo con la programación trimestral. Aunque el hospital comprende la importancia de que los niños continúen su aprendizaje, el aula no replica el modelo tradicional de enseñanza. Aquí, el aprendizaje se da de forma lúdica.

“Por ejemplo, esta semana trabajamos sobre animales prehistóricos. Hoy vamos a modelar en plastilina e inventar cuál podría haber sido el dinosaurio que vivió en la casa de cada uno”, explica Paula.

Las actividades plásticas, la música o la literatura van también hacia lo terapéutico. Sufrir por una enfermedad o un accidente puede generar aislamiento en el niño, además de una mezcla de sentimientos en él y su familia. Al pintar, leer o escuchar música, los chicos tienen la oportunidad de sacar todo lo que tienen dentro. La libertad de expresar sus inquietudes es tan importante, que el personal siempre está abierto a escuchar lo que dicen, tanto niños como acompañantes.

“Los procesos de recuperación están mediados también por esa capacidad que tiene el otro de expresar cómo me siento con lo que está sucediendo conmigo, cómo me afecta lo que le sucede a mi hijo, por ejemplo”, menciona Paula.

Además, en el aula se reúnen niños con situaciones parecidas; una oportunidad para relacionarse a pesar de la hospitalización, pudiendo incluso hacer nuevos amigos. Nadie se aísla. Los padres y acompañantes también son activos, no dejan a los chicos solos y dejan ver que la recuperación se logra con el trabajo de toda la familia.

¿Cómo empezó todo?

El proyecto surgió en 1999 con la intención de transformar la experiencia de hospitalización en algo más que estar en cama y tener revisiones médicas. El aula nació bajo el concepto de “humanizar la atención”, como explica Adriana Cristina Jurado, directora de enfermería.

“Queríamos contrarrestar los efectos negativos de la hospitalización, reducir la angustia, el temor y hasta los sentimientos de culpa en las familias”, afirma Adriana.

Por esas épocas, estudiantes de último semestre en Educación Preescolar vinieron al hospital para realizar sus trabajos de grado. Entre ellos, una sentó las bases del aula y fue parte del equipo hasta hace pocos años. Finalmente, en 2007 se abrió el espacio físico que se usa actualmente. De acuerdo a datos de la docente Paula, para 2024, hubo 9.759 niños integrados al aula y en total asistieron 19.043 veces.

Además del componente lúdico, el aula da la posibilidad de continuar los estudios escolares. En muchos casos, los niños hospitalizados por largos periodos corrían el riesgo de perder el año académico. Actualmente, un convenio con la Secretaría de Educación de Medellín permite que se integren a instituciones educativas y no pierdan el ritmo de las clases.

Todo para que sean niños

Pasar el día en cama con poco que hacer puede ser tedioso a cualquier edad, pero al ser tan jóvenes, la energía rara vez desaparece por completo, lo mismo que su curiosidad y deseo de explorar el mundo. Todas las personas y organizaciones que forman parte de esta iniciativa aportan por medio de sus actividades y juegos a que los niños nunca dejen de ser niños.



Dirección Comercial

Diana Cecilia Arbeláez Gómez

Tel: (4) 516 74 43

Cel: 3017547479

diana.arbelaez@sanvicentefundacion.com