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La crisis climática es un problema global

Por: Redacción EL PULSO
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Que el cambio climático haya comenzado a denominarse como crisis climática es más que un tema semántico, es el resultado del agravamiento de un problema que desde hace décadas comenzó a ser discutido desde el ámbito científico pero que se ha encontrado de frente contra obstáculos enormes como la indiferencia, el escepticismo, la negación, la incredulidad y lo más grave, contra los intereses económicos de un sistema de producción global al que lo que menos le interesa es detenerse en su crecimiento.

La reciente COP26, en la que se habían centrado las esperanzas de quienes han agudizado los llamados de urgencia para cambiar el rumbo del deterioro climático del planeta, y así detener la que ya es una realidad tangible, una sexta extinción masiva de la vida en la tierra, terminó defraudando a las mayorías al convertirse en una disputa de palabras que redujo las acciones concretas a una serie de buenas voluntades.

Y es que los logros de la COP26, si se miran con calma, son ante todo intenciones. La ONU, ha resaltado como un hito histórico que por primera vez los combustibles fósiles se mencionen en la versión final con un compromiso para una reducción gradual del carbón, sin embargo, en un borrador previo se planteaba era eliminar esta fuente de energía, la más contaminante. El cambio se dio por la presión ejercida ante todo por la China e India, los dos países que más producen carbón en todo el mundo.

Otro de los temas que había generado grandes expectativas eran las denominadas “finanzas climáticas” que consistía en crear un mecanismo para financiar la restauración por las pérdidas y daños causados por el cambio climático. Esta propuesta la había presentado el G77, coalición 134 países en desarrollo pertenecientes a la ONU, más China, que también respaldó la propuesta. Pero en este caso, fueron los Estados Unidos y la Unión Europea quienes se opusieron al temer que abrían la compuerta para que los países en desarrollo puedan exigir indemnizaciones por las contaminaciones históricas que las naciones más ricas han producido con su industrialización. Al final la propuesta no fue acogida y quedó como una mención a algo etéreo llamado “Diálogo de Glasgow”, y que se debatiría durante los próximos dos años.

Cambio climático una amenaza real

En el más reciente informe sobre el cambio climático presentado por la ONU en el mes de agosto, las conclusiones son contundentes. La primera de ellas, la humanidad es la responsable del cambio, y este no obedece a un ciclo “normal” del planeta, como han argumentado los detractores, el asunto es que ya convivimos con muchas de sus consecuencias y precisamente por eso, y la gradualidad con que se han venido presentando, es que no las asumimos como una realidad preocupante.

El informe de la ONU del Panel Intergubernamental de expertos sobre Cambio climático, donde 200 científicos especialistas en el tema, evaluaron los impactos que tendrán en las próximas décadas los cambios en el clima sobre la vida en el planeta. El estudio recopiló más de 14 000 investigaciones publicadas, y en un documento de 3 949 páginas lanzaron la que sería una alerta roja para la humanidad. El hecho de que en Sicilia (Italia) se hayan registrado en 2021 temperaturas de 48 grados centígrados, las más altas en Europa desde que se llevan registros, es una constatación de que las consecuencias del cambio climático se dan acá y ahora.

Algunos datos sirven para mirar la magnitud del problema. La temperatura mundial fue 1,09 grados centígrados más alta entre 2011 y 2020 (solo nueve años) que entre 1850 y 1900 (medio siglo). Los últimos cinco años son los más calurosos registrados desde 1850. La Tasa del nivel del mar se ha triplicado en 10 años comparados con el periodo entre 1901 y 1971. El informe también señala que las olas de calor se han vuelto más frecuentes desde 1950 en contraste con los eventos fríos que son cada vez menos frecuentes y severos.

Las alarmas se prenden cuando el reporte predice que en los siguientes 20 años la temperatura global aumentará en 1,5 grados o más, con lo que se intensificarán las olas de calor, incrementos en la fuerza de las lluvias, y sequias distribuida en distintas latitudes, todo esto como consecuencia de la actividad humana. El informe dice sobre este aspecto que no hay dudas de que es la influencia de las personas las que han calentado la atmosfera, los océanos y la tierra. Un ejemplo son las emisiones de gases son las responsables del calentamiento en un 1,1 grados Celsius entre los años 1850 y 1900, periodo en que comenzó a masificarse la revolución (producción) industrial. Los glaciares derretidos y su retroceso, así como la disminución del hielo marino en el Ártico, también son el resultado de la influencia humana en un 90 %, y que se correlaciona con el aumento en el nivel del mar.

Para los expertos, el nivel del mar continuará aumentando incluso si se toman medidas ya que según las proyecciones del estudio, con un calentamiento de 1,5 grados Celsius, el más optimista de los escenarios, en unos años tendremos de dos a tres metros de aumento en el nivel del mar, y si bien eso no necesariamente pondría fin a la vida en el planeta, si estaríamos “a la vuelta de la esquina” y ante graves problemas para las comunidades que viven a orillas de las zonas costeras y ribereñas. Pero si no se toman medidas, para el año 2150 el aumento del mar alcanzaría los cinco metros, lo que si sería catastrófico.

En América Latina

Si bien el tema es de carácter global, en el caso de América Latina, el informe del Panel Intergubernamental califica a la región como una de las más golpeadas del mundo por el aumento de las temperaturas y del nivel del mar, ya que las predicciones plantean que en el subcontinente las temperaturas aumenten a niveles más elevados que en el resto del mundo. Una constatación es que en las tres décadas anteriores, el nivel del mar ha aumentado más rápido en América Latina que en el resto del planeta, tendencia que se vería acentuada con los océanos de América Central y del Sur, lo que traerá un aumento de las inundaciones y el retroceso de las líneas costeras, pero además, generando mayores sequias en países como Venezuela y Chile.

Las metas para evitar el cataclismo también se plantean en el informe, reducir las emisiones globales a la mitad para el año 2030 y llegar a cero emisiones netas en 2050, se podría detener el aumento de las temperaturas. Para lograrlo existen propuestas concretas: reducir las emisiones de gases de efecto invernadero utilizando tecnología limpia y luego “enterrar” las emisiones restantes mediante la captura y almacenamiento de carbono o absorberlas plantando árboles de manera masiva, que se podría lograr reforestando intensivamente.

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