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A pesar del ambiente de tranquilidad, en Colombia la Covid-19 continúa activa

Por: Redacción EL PULSO
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A finales de 2020 el índice de Bloomberg calificó a Colombia como uno de los cinco países que peor habían manejado la pandemia por Covid-19, y si bien ese deshonroso lugar obedeció a condiciones puntuales en el tiempo que pueden haberse modificado, lo cierto es que pese al descenso de contagios y muertes registrados en la última semana de febrero y la primera de marzo, en el país subsisten problemas preocupantes que podrían hacer que, si no se toman medidas especiales y urgentes, cuando el mundo cante victoria frente al virus, Colombia continúe inmersa en ella.

En el país el peligro no ha pasado, como parece ser el sentimiento generalizado de los colombianos. La ciudad der Santa Marta se vio obligada a declarar la alerta roja hospitalaria teniendo en cuenta los indicadores del tablero de control y seguimiento a la pandemia en la ciudad. Esos indicadores evidenciaron el aumento de los casos de contagio de Covid-19 durante la primera semana del mes de marzo, así como el aumento en la ocupación de las Unidades de Cuidados Intensivos, que alcanzaban el 78 % el 6 de marzo. El aumento se debe, según la Secretaria de salud de la ciudad, principalmente a la indisciplina social tanto de los habitantes de Santa Marta como de la población turista flotante de la ciudad, pero además, al poco apoyo recibido del Ministerio del interior y del Ministerio de salud, al negar en reiteradas ocasiones las solicitudes de medidas más drásticas de orden público, tales como ley seca, pico y cédula e incremento en el horario del toque de queda, habiendo sido estas medidas solicitadas por la alcaldía.

Otras ciudades si bien no han llegado al nivel de peligro de la capital del Magdalena, y viven en una relativa calma una vez superado el segundo pico de la pandemia, no están exentas de una nueva agudización del problema. En Medellín por ejemplo, el alcalde Daniel Quintero ha manifestado su preocupación por la tranquilidad de los residentes en la ciudad frente al coronavirus. Es normal ahora ver en sectores como el Parque Lleras cada fin de semana bares y discotecas completamente llenos, donde el distanciamiento social “parece un chiste” según el mandatario. Pero lo mismo sucede en el centro de la ciudad y en los barrios, donde incluso el tapabocas parece ser un recuerdo del pasado reciente como si la pandemia hubiera desaparecido.

Ante esta realidad generalizada, el alcalde Quintero advirtió la posibilidad de que la ciudad enfrente una tercera ola de contagios. El relajamiento de las medidas de autoprotección por parte de la ciudadanía en la capital paisa, así como en otras regiones del país, se dio después de que comerciantes y empresarios protestaran en contra de las medidas restrictivas, incluso motivando marchas, lo que unido a la baja real en el número de contagios, presionó a los mandatarios locales a levantar las medidas que restringían la movilidad libre en las noches, el pico y cédula, entre otras medidas.

Consciente del peligro, el Ministerio de salud y protección social ha señalado que pese a la disminución en el número de contagios no se puede permitir que las medidas se relajen ni se disminuya el autocuidado, entre otras razones porque hay un gran porcentaje de colombianos que todavía no se han contagiado de Covid-19 y es esta población a la que hay que proteger, sin embargo la postura oficial resulta contradictoria con la no autorización a las solicitudes de retomarlas por parte de los mandatarios locales que las han solicitado, como es el caso de Santa Marta.

Por su parte distintos epidemiólogos en el país coinciden en que incluso es el momento de extremar medidas ef4rente a la próxima semana santa para evitar un tercer pico, de ahí que llamen la atención sobre la importancia de continuar controlando aforos, hacer testeos permanentes, garantizar la ventilación en espacios cerrados, y así prevenir un tercer pico de contagios.

La doctora Martha Ospina directora del Instituto Nacional de Salud, refiriéndose precisamente a la semana santa a comienzos de abril, considera que se podría convertir en otro diciembre y de ahí que los modelos predictivos anticipen un Riesgo en la población Total (RT) por encima de 1,6 con lo que se tendría un nuevo ascenso en la cantidad de casos, la funcionaría declaró: “en Colombia en promedio no se tiene una seroprevalencia mayor al 40 % y por lo tanto hay muchísima población aun susceptible y es a expensas de esas personas que el ascenso nuevo se daría, que equivaldría a lo que la gente llama tercera ola”.

Y es que a pesar de todo, y como lo manifiesta el infectólogo Carlos Perez, “la pandemia no la controlan los decretos ni los números estadísticos, la pandemia solamente la controla el comportamiento y la disciplina social”.

Por su parte la viróloga de la Pontificia Universidad Javeriana María Fernanda Gutiérrez, a modo de llamado de atención, recuerda que en Europa ya pasó una tercera ola, y en todos los casos anteriores, se ha visto que después de que pasa en el viejo continente, se viene para América Latina, lo que permite pensar que la opción sea muy posible para el país.

Lo cierto es que si bien hace un mes (febrero) el Minsalud reportaba más de 9000 contagios diarios, y se llegó incluso a las cifras máximas desde el inicio de la pandemia, esta se ha reducido a reportes en promedio de 3500 nuevos contagios diarios, pero esto no significa, como lo reconoce el ministro de salud Fernando Ruiz, el fin de la pandemia “la baja de los casos no puede generar una falsa tranquilidad porque siempre hay probabilidades de que surja un tercer pico en la medida que se tiene todavía una base de población susceptible”.

Sin embargo parece que pensar en medidas restrictivas, por más suaves que sean, parece por ahora imposible debido a la gran presión generada por el sector comercio y una parte del empresariado, que se declaran altamente perjudicados con la pandemia y que recientemente reclaman por una supuesta falta de claridad sobre los protocolos para los establecimientos lo que según sus gremios habría generado confusión y riesgos. “Afirma Jaime Alberto cabal, presidente de Fenalco, que dicha confusión “incluye a mandatarios locales que o saben que hacer sobre medidas como la exigencia de tomar la temperatura, y el uso de datos personales”.

La vacunación como esperanza

Si bien la existencia de la vacuna se considera por muchos como la gran esperanza, la velocidad con que avanza el proceso en Colombia, como en muchos otros países, no es ni la deseada, ni la suficiente para alcanzar pronto una inmunidad de rebaño (IR). Con corte al 9 de marzo, partiendo de las cifras oficiales del ministe5rio de salud, y con cálculos del doctor Juan José Arango, a Colombia habían llegado 2´015.816 dosis de vacunas, de las cuales se habían aplicado solamente el 17,89 % en 360.635 personas, para un promedio de 17.173 al día, frente a la meta anunciada por el ministro Ruiz de 200.000 dosis aplicadas diariamente.

Con este ritmo para alcanzar la IR calculada en un 70 % de población, el país tardaría 5,48 años en alcanzarla. Lo que hace pensar que las medidas de autocuidado se deberán extender por lo menos un lustro más, situación compleja cuando ya la mayoría de colombianos parecen haberlas abandonado.


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