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Foto Mauricio Gómez
El doctor Juan Carlos Góngora, participó en
una importante intervención quirúrgica a control
remoto.
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Puntadas antioqueñas
en cirugía trasatlántica
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Alejandro
Baena Jiménez Periodista, Medellín
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El pasado 7 de septiembre, una señal
que recorrió por fibra óptica submarina una
distancia de 15.000 kilómetros revolucionó
el mundo de la cirugía. Por primera vez en la historia,
una paciente hospitalizada en Estrasburgo (Francia) fue
operada por un robot manipulado desde Nueva York por el
reconocido cirujano francés Jacques Marescaux, un
genio que materializaba su sueño de tres años.
Hace más o menos un año, Juan Carlos Góngora,
un cirujano antioqueño de 32 años, recién
graduado del CES y no tan popular como el profesor Marescaux-
recorrió en avión casi la misma distancia
interoceánica, también con la intención
de realizar su más profundo deseo: adelantar estudios
de especialización en el exterior.
Mientras las órdenes que el médico francés
efectuaba en un quirófano estadounidense tardaban
milisegundos para ser ejecutadas por Zeus -el robot encargado
de operar en Francia-, el viaje de Góngora sólo
pudo concretarse luego de más de tres años
de cartas, solicitudes y llamadas.
Luego de invertir tiempo, ganas y sobre todo mucho dinero,
ambos médicos consiguieron, guardadas las proporciones,
sus hazañas particulares. Marescaux fue protagonista
de un adelanto tan revolucionario como mágico, la
cirugía trasa-tlántica. Góngora, por
su parte, logró lo que pocos médicos en Colombia
pueden contar: no sólo una especialización
en el exterior; también el hecho de haber sido pupilo
del profesor francés y uno de sus colaboradores en
el equipo que participó en la operación más
fríamente calculada de la historia.
Ya en casa y pese a que, por lo menos en el gremio, su nombre
comienza a ser popular, Góngora se define como un
médico común y corriente que desempaca maletas
luego de sus estudios en el exterior. Además, se
cuida de atribuirse créditos que no le corresponden:
"anote bien que yo no fui el que hizo la cirugía
sino el profesor Marescaux", dice con insistencia.
Su voz grave y pausada explica con sencillez el complejo
proyecto en el que participó junto con otros dos
cirujanos antioqueños y un equipo humano interdisciplinario
de distintos países. Durante la conversación,
reitera con estoicismo su condición de aprendiz,
y afirma, con una sonrisa entre dientes que ahora es un
desempleado más buscando qué hacer.
¿Cómo un cirujano antioqueño "común
y corriente", como usted dice, termina participando
en un proyecto histórico al lado de un médico
de la talla del profesor Jacques Marescaux?
"Desde hace tres años estaba en contactos con
la gente de Estrasburgo, en Francia, para adelantar un fellow
o subespecialidad en cirugía laparoscópica.
En ese entonces ya conocía la trayectoria del doctor
Marescaux, que es el jefe de Cirugía Endocrina y
Digestiva del Hospital Civil de Estrasburgo, de la Universidad
Luis Pasteur, y fundador del Instituto de Investigación
contra el Cáncer del Aparato Digestivo (IRCAD).
Le escribí al Profesor y le dije que quería
estar allá. Más o menos al año me respondió
que me recibía pero que no me podía pagar.
Le dije que necesitaba un sueldo para vivir en Europa y
él finalmente aceptó".
¿Ya sabía de la cirugía trasatlántica
o no fue ese su interés inicial?
"Aunque esta cirugía era un proyecto en el que
el doctor Marescaux venía trabajando desde hace tres
años yo no tenía conocimiento. Es más,
mi interés no era tanto la robótica sino la
laparoscópica avanzada. En este sentido, fui muy
afortunado porque llegué en el momento en el que
se realizó el procedimiento. Debo que aclarar que
durante el tiempo de la planeación fueron muchos
los que, como yo, tuvieron la oportunidad de trabajar al
lado de Marescaux".
¿Cómo se planea un proyecto médico
de esta magnitud y en qué consiste?
"Es una cirugía en la que participaron tres
grandes grupos de distintos campos: France Telecom, en comunicaciones;
Computer Motion, en robótica, y el IRCAD, en la parte
médica. La idea es que el médico pueda efectuar
un procedimiento quirúrgico en un sitio distante
al quirófano donde se halla el paciente por medio
de un robot.
Primero se hicieron ensayos con animales y robots dentro
del mismo quirófano, para tener la certeza de que
el cirujano era experto en el manejo de la tecnología
robótica. Hace un año se realizó una
cirugía entre París y Estrasburgo, a una distancia
de 500 kilómetros, y resultó bien, pero se
requería seguir mejorando el sistema de comunicaciones.
En julio de este año se ejecutó la tercera
fase, cuando el profesor Marescaux operó desde Nueva
York a seis cerdos que estaban en Estrasburgo. El procedimiento
fue exitoso y se programó la primera cirugía
trasatlántica en un ser humano para el 7 de septiembre.
Se escogió una cirugía de vesícula
biliar que todas las sociedades médicas la saben
hacer por vía laparoscópica y se realizó
por vía robótica".
¿Cómo se da esa combinación entre la
máquina y el hombre en la medicina?
"A primera vista uno piensa que interponer un robot
entre el paciente y el cirujano es deshumano, pero cuando
esta combinación se da en beneficio del hombre es
totalmente válida. En la cirugía trasatlántica,
por ejemplo, la paciente conoció los robots antes,
los tocó, supo como operaban, observó procedimientos
de este tipo, conoció los riesgos -que eran exactamente
los mismos de una cirugía convencional- y hablo muchas
veces con el profesor Marescaux.
El médico debe siempre recordar que su vida, su estudio
y su trabajo son para mejorar las condiciones de vida del
paciente. Si este beneficio no se demuestra, cualquier tecnología,
por avanzada que sea, fracasa".
¿Cuál fue su papel durante el procedimiento
quirúrgico?
"Fue de evaluación, observación y aprendizaje,
ni más ni menos. Lo interesante de esto es que hubo
un colombiano dentro del grupo que hizo la cirugía,
pero hay que dejar claro que yo no fui quien operó.
El doctor Marescaux es la cabeza del proyecto y los demás
somos un grupo de profesores, fellows internacionales, internos
y estudiantes que vamos a entrenarnos".
¿Cómo fue la relación con el profesor
Marescaux?
"Es la persona más brillante que he conocido.
Tiene una visión del futuro distinta y no es egoísta
con su conocimiento. Con él aprendí la técnica,
la teoría y la responsabilidad en el trabajo. Somos
buenos amigos desde el punto de vista médico, aunque
en lo personal es muy poco lo que se puede compartir con
él porque trabaja las 24 horas del día".
¿Qué tan cerca o tan lejos está Colombia
de llegar a utilizar esta alta tecnología médica?
"La calidad de la medicina en Colombia es muy buena,
hablamos con los europeos y los norteamericanos de tú
a tú, tenemos acceso a la misma literatura, a los
mismos sitios de Internet... lo tenemos todo, pero el problema
es económico. Contamos con un sistema de seguridad
social muy nuevo y precario que busca recursos para cubrir
población de la mejor manera posible. Esto hace que
no podamos utilizar tecnología costosa. Lo que debe
darse cuenta la sociedad médica colombiana es que
utilizando esta tecnología de punta ahorraríamos
dinero, brindaríamos un servicio de más alta
calidad y tendríamos una población más
sana.
El profesor Marescaux está seguro de que, en muy
pocos años, en la mayoría de los quirófanos
del mundo habrá robots y telemedicina. Para nosotros,
el mayor beneficio de estos avances estaría en el
entrenamiento de cirujanos a distancia, teniendo en cuenta
que somos muy pocos los afortunados que podemos viajar a
conocer otras experiencias".
Luego de esta experiencia, ¿cuál es el próximo
paso en su carrera?
"Mi proyecto inmediato es empezar a trabajar y pagar
deudas. Uno de los campos puede ser la docencia, para formar
grupos de investigación y crear escuela. Pero creo
que en lo que más se debe trabajar es en educar a
la población y decirle que existen posibilidades
distintas de operar, que las personas ya no deben sufrir
dolores inaguantables ni incapacidades prolongadas y que,
para eso, muchos médicos nos estamos preparando,
aquí y afuera"
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OPERANDO CON LA AYUDA DE
ZEUS
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Zeus fue la herramienta
fundamental para la cirugía trasatlántica. Es
un robot que consta de dos partes: la primera fue ubicada en
el quirófano de Nueva York desde el cual operó
el doctor Jacques Marescaux, y está equipada con una
pantalla de computador, unas pinzas (llamadas joysticks) y unos
pedales, que fueron maniobrados por el profesor francés.
La segunda parte de la máquina fue colocada en el quirófano
de Estrasburgo donde estaba la paciente. Esta pieza está
pegada a la mesa de cirugía y tiene una cámara
operada por voz, que hace las veces de los ojos del médico
que opera a distancia, y dos brazos con instrumentos, encargados
de ejecutar los movimientos que el cirujano realiza con las
pinzas. |
Lo más interesante
de esta cirugía, de acuerdo con los expertos, no fue
la parte médica, teniendo en cuenta que ya se han realizado
muchos de estos procedimientos con robots, sino el adelanto
en tecnología de comunicaciones, pues se logró
una conexión por cable de fibra óptica submarino
a una distancia de 15.000 kilómetros con un retardo de
sólo 150 milisegundos, algo muy superior a lo que se
hubiera logrado vía satélite.
Aunque no hay un dato sobre el costo exacto de este proyecto,
se estima que durante sus tres años fueron invertidos
cerca de tres millones de dólares. Sin embargo, sus gestores
confían en que en la medida en que esta tecnología
se popularice los costos se reducirán sustancialmente. |
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