MEDELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 3    NO 38   NOVIEMBRE DEL AÑO 2001    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co






 

 

 
Foto Mauricio Gómez
El doctor Juan Carlos Góngora, participó en una importante intervención quirúrgica a control remoto.
Puntadas antioqueñas
en cirugía trasatlántica

Alejandro Baena Jiménez Periodista, Medellín

El pasado 7 de septiembre, una señal que recorrió por fibra óptica submarina una distancia de 15.000 kilómetros revolucionó el mundo de la cirugía. Por primera vez en la historia, una paciente hospitalizada en Estrasburgo (Francia) fue operada por un robot manipulado desde Nueva York por el reconocido cirujano francés Jacques Marescaux, un genio que materializaba su sueño de tres años.
Hace más o menos un año, Juan Carlos Góngora, un cirujano antioqueño de 32 años, recién graduado del CES y no tan popular como el profesor Marescaux- recorrió en avión casi la misma distancia interoceánica, también con la intención de realizar su más profundo deseo: adelantar estudios de especialización en el exterior.
Mientras las órdenes que el médico francés efectuaba en un quirófano estadounidense tardaban milisegundos para ser ejecutadas por Zeus -el robot encargado de operar en Francia-, el viaje de Góngora sólo pudo concretarse luego de más de tres años de cartas, solicitudes y llamadas.
Luego de invertir tiempo, ganas y sobre todo mucho dinero, ambos médicos consiguieron, guardadas las proporciones, sus hazañas particulares. Marescaux fue protagonista de un adelanto tan revolucionario como mágico, la cirugía trasa-tlántica. Góngora, por su parte, logró lo que pocos médicos en Colombia pueden contar: no sólo una especialización en el exterior; también el hecho de haber sido pupilo del profesor francés y uno de sus colaboradores en el equipo que participó en la operación más fríamente calculada de la historia.
Ya en casa y pese a que, por lo menos en el gremio, su nombre comienza a ser popular, Góngora se define como un médico común y corriente que desempaca maletas luego de sus estudios en el exterior. Además, se cuida de atribuirse créditos que no le corresponden: "anote bien que yo no fui el que hizo la cirugía sino el profesor Marescaux", dice con insistencia.
Su voz grave y pausada explica con sencillez el complejo proyecto en el que participó junto con otros dos cirujanos antioqueños y un equipo humano interdisciplinario de distintos países. Durante la conversación, reitera con estoicismo su condición de aprendiz, y afirma, con una sonrisa entre dientes que ahora es un desempleado más buscando qué hacer.
¿Cómo un cirujano antioqueño "común y corriente", como usted dice, termina participando en un proyecto histórico al lado de un médico de la talla del profesor Jacques Marescaux?
"Desde hace tres años estaba en contactos con la gente de Estrasburgo, en Francia, para adelantar un fellow o subespecialidad en cirugía laparoscópica. En ese entonces ya conocía la trayectoria del doctor Marescaux, que es el jefe de Cirugía Endocrina y Digestiva del Hospital Civil de Estrasburgo, de la Universidad Luis Pasteur, y fundador del Instituto de Investigación contra el Cáncer del Aparato Digestivo (IRCAD).
Le escribí al Profesor y le dije que quería estar allá. Más o menos al año me respondió que me recibía pero que no me podía pagar. Le dije que necesitaba un sueldo para vivir en Europa y él finalmente aceptó".
¿Ya sabía de la cirugía trasatlántica o no fue ese su interés inicial?
"Aunque esta cirugía era un proyecto en el que el doctor Marescaux venía trabajando desde hace tres años yo no tenía conocimiento. Es más, mi interés no era tanto la robótica sino la laparoscópica avanzada. En este sentido, fui muy afortunado porque llegué en el momento en el que se realizó el procedimiento. Debo que aclarar que durante el tiempo de la planeación fueron muchos los que, como yo, tuvieron la oportunidad de trabajar al lado de Marescaux".
¿Cómo se planea un proyecto médico de esta magnitud y en qué consiste?
"Es una cirugía en la que participaron tres grandes grupos de distintos campos: France Telecom, en comunicaciones; Computer Motion, en robótica, y el IRCAD, en la parte médica. La idea es que el médico pueda efectuar un procedimiento quirúrgico en un sitio distante al quirófano donde se halla el paciente por medio de un robot.
Primero se hicieron ensayos con animales y robots dentro del mismo quirófano, para tener la certeza de que el cirujano era experto en el manejo de la tecnología robótica. Hace un año se realizó una cirugía entre París y Estrasburgo, a una distancia de 500 kilómetros, y resultó bien, pero se requería seguir mejorando el sistema de comunicaciones.
En julio de este año se ejecutó la tercera fase, cuando el profesor Marescaux operó desde Nueva York a seis cerdos que estaban en Estrasburgo. El procedimiento fue exitoso y se programó la primera cirugía trasatlántica en un ser humano para el 7 de septiembre. Se escogió una cirugía de vesícula biliar que todas las sociedades médicas la saben hacer por vía laparoscópica y se realizó por vía robótica".
¿Cómo se da esa combinación entre la máquina y el hombre en la medicina?
"A primera vista uno piensa que interponer un robot entre el paciente y el cirujano es deshumano, pero cuando esta combinación se da en beneficio del hombre es totalmente válida. En la cirugía trasatlántica, por ejemplo, la paciente conoció los robots antes, los tocó, supo como operaban, observó procedimientos de este tipo, conoció los riesgos -que eran exactamente los mismos de una cirugía convencional- y hablo muchas veces con el profesor Marescaux.
El médico debe siempre recordar que su vida, su estudio y su trabajo son para mejorar las condiciones de vida del paciente. Si este beneficio no se demuestra, cualquier tecnología, por avanzada que sea, fracasa".
¿Cuál fue su papel durante el procedimiento quirúrgico?
"Fue de evaluación, observación y aprendizaje, ni más ni menos. Lo interesante de esto es que hubo un colombiano dentro del grupo que hizo la cirugía, pero hay que dejar claro que yo no fui quien operó. El doctor Marescaux es la cabeza del proyecto y los demás somos un grupo de profesores, fellows internacionales, internos y estudiantes que vamos a entrenarnos".
¿Cómo fue la relación con el profesor Marescaux?
"Es la persona más brillante que he conocido. Tiene una visión del futuro distinta y no es egoísta con su conocimiento. Con él aprendí la técnica, la teoría y la responsabilidad en el trabajo. Somos buenos amigos desde el punto de vista médico, aunque en lo personal es muy poco lo que se puede compartir con él porque trabaja las 24 horas del día".
¿Qué tan cerca o tan lejos está Colombia de llegar a utilizar esta alta tecnología médica?
"La calidad de la medicina en Colombia es muy buena, hablamos con los europeos y los norteamericanos de tú a tú, tenemos acceso a la misma literatura, a los mismos sitios de Internet... lo tenemos todo, pero el problema es económico. Contamos con un sistema de seguridad social muy nuevo y precario que busca recursos para cubrir población de la mejor manera posible. Esto hace que no podamos utilizar tecnología costosa. Lo que debe darse cuenta la sociedad médica colombiana es que utilizando esta tecnología de punta ahorraríamos dinero, brindaríamos un servicio de más alta calidad y tendríamos una población más sana.
El profesor Marescaux está seguro de que, en muy pocos años, en la mayoría de los quirófanos del mundo habrá robots y telemedicina. Para nosotros, el mayor beneficio de estos avances estaría en el entrenamiento de cirujanos a distancia, teniendo en cuenta que somos muy pocos los afortunados que podemos viajar a conocer otras experiencias".
Luego de esta experiencia, ¿cuál es el próximo paso en su carrera?
"Mi proyecto inmediato es empezar a trabajar y pagar deudas. Uno de los campos puede ser la docencia, para formar grupos de investigación y crear escuela. Pero creo que en lo que más se debe trabajar es en educar a la población y decirle que existen posibilidades distintas de operar, que las personas ya no deben sufrir dolores inaguantables ni incapacidades prolongadas y que, para eso, muchos médicos nos estamos preparando, aquí y afuera"

OPERANDO CON LA AYUDA DE ZEUS
Zeus fue la herramienta fundamental para la cirugía trasatlántica. Es un robot que consta de dos partes: la primera fue ubicada en el quirófano de Nueva York desde el cual operó el doctor Jacques Marescaux, y está equipada con una pantalla de computador, unas pinzas (llamadas joysticks) y unos pedales, que fueron maniobrados por el profesor francés.
La segunda parte de la máquina fue colocada en el quirófano de Estrasburgo donde estaba la paciente. Esta pieza está pegada a la mesa de cirugía y tiene una cámara operada por voz, que hace las veces de los ojos del médico que opera a distancia, y dos brazos con instrumentos, encargados de ejecutar los movimientos que el cirujano realiza con las pinzas.
Lo más interesante de esta cirugía, de acuerdo con los expertos, no fue la parte médica, teniendo en cuenta que ya se han realizado muchos de estos procedimientos con robots, sino el adelanto en tecnología de comunicaciones, pues se logró una conexión por cable de fibra óptica submarino a una distancia de 15.000 kilómetros con un retardo de sólo 150 milisegundos, algo muy superior a lo que se hubiera logrado vía satélite.
Aunque no hay un dato sobre el costo exacto de este proyecto, se estima que durante sus tres años fueron invertidos cerca de tres millones de dólares. Sin embargo, sus gestores confían en que en la medida en que esta tecnología se popularice los costos se reducirán sustancialmente.



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