MEDELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 3    NO 40    ENERO DEL AÑO 2002    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co






 

 

León De Greiff:

Aquel auditor de cuentas que sería nuestro más genial poeta
Reconocido como uno de los grandes poetas de América, este hombre de gran formación intelectual renunció a todo por su estoico menosprecio de las vanidades humanas y vivió una vida austera, de trabajo técnico y de ejemplar bohemia. Apartes de un perfil escrito en 1956, para "Sucesos", por su amigo, el periodista y político Juan Lozano y Lozano.

En una "redada" de policía que hubo en Bogotá en años pasados, cayó, entre otras muchas personas, León De Greiff, quien se hallaba departiendo con otros literatos y poetas alrededor de una de las mesillas del célebre "Café Automático". Conducidos en carros radiopatrullas a la inspección de la calle cuarenta, allí fueron todos requisados, aligerados de los papeles que llevaban en los bolsillos, y provisionalmente mandados a los calabozos, mientras en las oficinas se examinaban con detenimiento aquellos papeles, en averiguación de posibles planes subversivos. Una vez terminada la minuciosa inspección, casi todos los detenidos fueron puestos en libertad. Pero León se quedó adentro, como sujeto a todas luces peligroso. El investigador había leído y releído los papeles del poeta y, como no entendiera una palabra, había exclamado con un lampo de triunfo en los ojos: "!Esta es la clave secreta! !Aquí está la clave de los revolucionarios!".
Se trataba, desde luego, de algunos de los poemas manuscritos de León De Greiff y no le faltaba completamente la razón a aquel celoso servidor del orden. León De Greiff es, en el ámbito de la poesía castellana, el inventor y guardián de la clave de una revolución (...) En 1915, siendo todavía estudiante adolescente, León De Greiff había empezado a publicar en la pequeña revista "Panida", que él y un grupo de amigos sostenían en Medellín, poemas de una misteriosa y embrujadora esencia lírica, que no se parecían en nada a nada de lo anteriormente escrito en castellano. Que, en primer lugar, aparecían totalmente desligados de las pautas que Rubén Darío y los principales magnates del modernismo americano tenían indiscutiblemente impuestas a la poesía continental, y a la peninsular, de las dos primeras décadas del siglo XX. "Panida", se repite, es publicación de 1915; y para entonces no existían señas de Neruda, ni de García Lorca, ni de Alberti. León De Greiff fue el primero en escribir, sin influencia ni preanuncio de nadie, poesía de concepción, de sensación, principios, ritmo y estilo diferentes de aquellos con que Darío había renovado total y genialmente, la lírica española.


Desde sus primerísimos poemas De Greiff se presenta con todas las características propias y generales que han hecho de él un maestro inconfundible, y que confieren una unidad superior a todas las estaciones de su itinerario. El aparece, en primer término, como el conquistador y dispensador de un universo lexicográfico que amplía la capacidad de expresión poética de nuestro idioma, en forma que no sospechó jamás ningún poeta anterior, inclusive Góngora, con base en cuya obra se han compilado gruesos diccionarios. Pocos son los benedictinos filológicos que conozcan o hayan conocido más a fondo la lengua castellana que León De Greiff; y, desde luego, ninguno con su sensación artística. Sus arcaísmos son de la más pura cepa; sus neologismos son de inobjetable abolengo; y lo que hay de lenguaje corriente en su poesía, es de tal exactitud de significado, que cobra un nuevo sentido sorprendente (...)
Las posibilidades de expresión de matices que el dominio de la filología concede a la intuición, a la ideación y a al emoción poéticas, constituyen para León De Greiff ingente privilegio dentro de los poetas de la lengua.
Juego mi vida
La ideación general de la poesía de De Greiff, su orientación espiritual y humana, es análogamente original y privativa. El "caso" de la poesía de Byron, es el del sujeto que recorre desesperadamente el mundo para huir de si mismo. El "caso" de la poesía, y de la entera obra intelectual de Goethe, es el del individuo que aspira al dominio jupiterino de la serenidad mental sobre todos los valores de la vida: el amor, la religión, la sociedad, la política, la ciencia, el arte. El "caso" de la obra literaria de France es el de la piedad sarcásticamente analítica por todas las manifestaciones de la vanidad, de la estupidez, de la codicia, del extravío y del dolor de los hombres. Esas notas permanentes y características de aquellos tres artistas, recordados aquí al azar, son las que dan unidad resplandeciente a sus vidas y a sus obras; las que las individualizan en el vasto mundo de la inteligencia y de la sensibilidad; las que hacen que las consideremos como puntos cardinales de la conciencia humana, en cuanto todos, en nuestras pequeñas vidas, sufrimos problemas de conciencia universales (...) y nosotros encontramos que no hay sino unas pocas salidas para el problema del espíritu, y que son ciertos individuos magistrales los que las han encontrado y señalado por la magia superior del arte. Así León De Greiff representa un "caso" de entidad universal, expuesto y resuelto en términos apasionantes de belleza imperecedera (...) El caso de León De Greiff es el de quien, persuadido de la inutilidad de los destinos humanos, está dispuesto a jugar su vida contra cualquier cosa, y preferiblemente contra las que representen una fantasía, una emoción, un capricho, una curiosidad.
Sobre los procedimientos poéticos de León De Greiff podría escribirse un voluminoso tratado. El ha creado por sí y para sí una propia retórica, cuyas leyes se ocuparán más tarde en dilucidar y establecer los académicos. Esa facultad suya de entretejer en la nueva entidad de una trenza a la vez undosa y compacta, el lirismo, la cultura y el sarcasmo; esa capacidad suya para erigir mitos, o sea valores universales extraídos de la propia experiencia vivida del mundo o de la lectura: Stepansky, Heraldo, Judas el Oscuro, Beremundo el Lelo, Dinarzada, Ligeia... y de presentárnoslos como figuras de un valor simbólico irresistible. Ese tipo de asociación suya, exclusivamente suya, que se establece por sonidos musicales, por recuerdos eruditos, por experiencias propias y ajenas. Esa construcción del poema sobre bases musicales antes que sobre fundamentos literarios, en transposición de artes que se resuelven en una transfiguración alucinante. La factura misma del verso, que puede ser muchas veces la clásica perfecta, y aún hecha resaltar por el sabio empleo de los metros y las combinaciones desusadas; pero que generalmente consiste, no por la imitación casuística sino por el tipo general, en una suerte de prosa rítmica como la que emplearon -con tan opuesta ideación poética- Walt Whitman, Paul Claudel...Todo ello, y muchas características más, podría señalarse en León De Greiff como contribuciones originales y geniales a la creación de un mundo nuevo de la poesía.
El hecho de que este hombre digno y hosco, absolutamente incapaz de escribir una carta o de intentar un cumplido, tenga tan vasto núcleo de fanáticos en Colombia y de que en España y en toda la América se le considere como a un máximo maestro, nos dice que él ha hecho de su lenguaje un lenguaje universal.
Oírlo en una incidental discusión con geólogos, con profesores de estrategia militar, con conocedores del francés o del inglés anteclásicos, con astrónomos, es tener la entrevisión aterradora de mundos desconocidos. Sin contar que es, con su hermano Otto, el mayor experto en música que haya existido en Colombia.

Vida de austeridad y "ejemplar bohemia"
Los De Greiff son una de las familias nobles de Suecia, y de alta figuración en su historia cortesana, militar, eclesiástica y política, lo mismo que los Faxe, apellido de la esposa de Don Carlos Segismundo De Greiff, el primero de los de su nombre que llegó a Colombia en los albores de la república. Este Carlos Segismundo, hombre de excepcionales condiciones, era militar y montero mayor del palacio del rey, cuando cualquier circunstancia lo hizo llegar a nuestras playas, en algún negocio de minas.
Y León De Greiff, que por su linaje, por su influencia política refleja y por su poesía, habría podido elegir una vida fácil y agradable, lo ha renunciado a todo, por su estoico menosprecio de las vanidades humanas y ha vivido una vida de pobreza, de contrariedad, de trabajo técnico y de ejemplar bohemia. Jamás, ni en los momentos oscuros, se ha quejado de nada ni de nadie; jamás se propició con ninguno; jamás se plegó a recortar, en vista de cualquier ventaja, un repliegue de su personalidad. Noble, generoso, leal, a la vez que hosco y orgulloso ha dado de si al mundo y a Colombia su poesía; y de nadie se a prestado a recibir jamás nada. Su mundo ha sido el de unos pocos amigos que lo admiran y que conocen la grandeza de su corazón y la inflexibilidad de su carácter, tallado en piedra tan dura como resplandeciente. Alto hercúleo, rojizo, con su barba característica, con sus bolsillos desbordantes de papeles, con su traje deshilachado...en las horas que, a través de la vida, le ha dejado libre su trabajo de estadígrafo y auditor de cuentas, en el que es un "as" y el más cumplido de los empleados, ha vivido en los cafés, en donde es a la vez la estampa más popular y más lejana. Los cafés que él frecuenta -atrás el célebre Windsor, hoy el no menos célebre Automático-, se acreditan por la sola virtud de su presencia. Las gentes quieren ir al café del maestro; y gentes de fuera de Bogotá acuden allí para mirarlo solamente, porque el es extraordinariamente poco comunicativo. En sus habitaciones privadas, los libros y los discos se apilan por montoneras y él tiene que hacerse campo cada noche para hallar y desembarazar su cama.

En sus habitaciones privadas, los libros y los discos se apilan por montoneras y tiene que hacerse campo cada noche para hallar y desembarazar su cama.
León De Greiff, por último, es la mayor ilustración de Colombia, en donde existen hombres como Sanín Cano, como López de Mesa, como el P. Félix Restrepo, como Eduardo Santos, como Nicolás Gómez Dávila... que son fenómenos del conocimiento. Su interés se refiere a todas las regiones de la cultura antigua y moderna, en las que tiene no simple formación comprensiva, sino pasmosa erudición que parece especializada en muchos campos. Y él, por lo demás, rehuye hablar de cosas intelectuales. Pero oírlo en una incidental discusión con geólogos, con profesores de estrategia militar, con conocedores del francés o del inglés anteclásicos, con astrónomos, es tener la entrevisión aterradora de mundos desconocidos. Sin contar que es, con su hermano Otto, el mayor experto en música que haya existido en Colombia, sin que toque ningún instrumento. No ya como poeta magno, sino como formación intelectual y como personalidad humana, León De Greiff es uno de los seres más extraordinarios y excelentes con que pueda toparse uno en la vida.

 



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