Una breve mirada a La Peste
Cindy Paternina - elpulso@sanvicentefundacion.com
Son muchos los intentos que se han dado
para encontrarle justificación a las artes, objetivar
los actos humanos es una costumbre
tan inveterada como cada hecho ejecutado,
pretender aplicar una razón de ser a cada
acto, parece ser así el inicio de la crítica, o
del debate enriquecedor, pero a veces, este
deseo nos hace perder del encanto del deleite
puro, de la riqueza de las creaciones del
hombre por el simple acto de ser sus creaciones.
La literatura no ha escapado de esta
pretensión y a pesar de las múltiples explicaciones
eruditas que puedan encontrase, una
en la que todos coinciden es aquella que
indica que un escritor refleja en sus obras,
mediado por la imaginación, y a veces por
la fantasía, el mundo que lo rodea, y siendo
la salud, o por lo menos su conservación, el
motor de la vida, no es raro encontrar obras
donde es la enfermedad las que cautivaron
la atención de los poetas.
El cierre de 79 camas hospitalarias en el Hospital Pablo Tobón Uribe ocasionado por las deudas que dejan entidades liquidadas, y otras aun en operación como Cafesalud, SaludCoop y Caprecom, más la situación crónica de pagos insuficientes por parte de EPS como Savia Salud y Coomeva, es una situación que prende todas las alarmas del sector salud porque evidencia una crisis generalizada en la prestación de servicios de salud en Antioquia.
Es alarmante y agrava la situación, el hecho de que las deudas acumuladas de la EPS Savia Salud obligaran al Hospital General de Medellín a tomar la decisión de restringir solo a urgencias vitales la prestación de servicios a los afiliados de dicha EPS, aunque después la medida se revirtiera, pero es una muestra más del riesgo que afrontan los pacientes de quedarse sin lugares que les presten los servicios adecuados ante la incapacidad de atención en las salas de urgencias de la ciudad de Medellín.
Albert Camus publicó en 1947, tan solo dos
años después del final de la catastrófica segunda
guerra mundial, una novela pequeña
en extensión, pero grande en sentidos. Es
posible pensar que el impacto de la barbarie
de la guerra influenció el universo descrito
por el autor en La peste: el destino de los
seres humanos está inevitablemente ligado
a los sucesos nefastos, a la imposibilidad
de decidir el desenlace de sus vidas, a los
exilios obligados y a la pérdida de la sensibilidad
ante la muerte.
En una estructura de cinco capítulos Camus
presenta la cotidianidad de Orán, un pequeño
pueblo en la costa argelina que, como
muchos otros, vive sumido en sus labores,
sin que nada de extraordinario ocurra, pero
que luego vera interrumpida su cotidianidad
por las consecuencias que tiene para la
ciudad aquel momento en el que la podredumbre
de las ratas los invade anunciando
la fatídica llegada de la peste. La obra termina
abriendo una posibilidad a la esperanza, esa que no se agota nunca, y termina por
recompensar la paciencia de Rieux, Tarrou,
Grand, Castel y tantos otros personajes que
creyeron.
En La peste el autor presenta una serie de
situaciones que comienzan a determinar la
vida de los habitantes de Orán, posiblemente
basadas en la epidemia de cólera que
sufrió la ciudad en 1849 tras la colonización
francesa, aunque la novela se ambienta en
el siglo XX, demostrando que nunca el ser
humano está preparado para enfrentar la
muerte en grandes proporciones. Dichas situaciones
están determinadas por la capacidad
de respuesta de las autoridades civiles y
sanitarias, las cuales son las únicas que con
sus decisiones tienen el poder de intervenir
en el desarrollo de los acontecimientos.
En un primer momento, todo gira en torno
al desconocimiento de lo que acontecía
cuando las primeras muertes asombraban
a unos y otros sin lograr dar un diagnóstico
definitivo. La fiebre alta, la hinchazón de
las ingles y los episodios de delirios eran
algunos de los síntomas que comenzaron
a escucharse por toda la ciudad. Cada vez
era mayor el número de habitantes que los
padecían. Pese a eso, parecían casos aislados
y nadie se atrevía a prender la alarma y
llamar a la epidemia por su nombre.
Ante la incapacidad de reacción, aparece
un personaje que se vuelve determinante
en los giros que toma la historia. El doctor
Rieux, un médico entregado a su trabajo,
con un carácter sereno, una vida personal
reservada y con una toque de paradoja por
la enfermedad que padece su mujer y que
termina separándolos definitivamente. Él, se
convierte en el símbolo de la lucha en contra
del escepticismo de algunos de sus colegas
y el temor de las autoridades civiles por no
alarmar a sus ciudadanos.
La obra plantea de manera acertada un
cuestionamiento a la ética de los profesionales
de la medicina en situaciones tan extremas
como la propagación de una peste.
¿Qué medidas se deben tomar? ¿Cuánto
tiempo es necesario esperar para tomar medidas?
¿Es la ciencia capaz de responder a
los designios de la naturaleza?
Así mismo logra, a través del personaje de
Rieux, poner una perspectiva humanizadora
del personal médico. Esos seres que mantienen
una lucha constante entre la vida y la
muerte. Para algunos, serán seres insensibles
y fríos, pero Rieux logra demostrar que
posee un alto grado de sensibilidad, pues
ante la magnitud de la peste su esperanza
no desvanece, aún cuando la gente deja de
creer en una solución, él continúa luchando
por cumplir con su deber de salvar vidas.
La Peste también expone una mirada a la
constante dicotomía entre la ciencia y la religión.
En momentos en que parece que las
medidas sanitarias no son suficientes, los
ciudadanos de Orán recurren a la fe y a la
oración como última esperanza. Afianzado
en la figura de Paneloux, el discurso religioso
cala en las mentes de los creyentes esperando
que Dios se apiade y decida terminar con
su sufrimiento.
A pesar de esto, parece que ni Dios ni la ciencia
tienen las respuestas. Aunque las medidas
higiénicas se extreman, aunque se forman
comisiones de voluntarios para atender
al número de enfermos, pese a los esfuerzos
del doctor Castel por fabricar un suero que
se convierta en la cur, y sobre todo a que los
propósitos de la ciencia y la religión terminan
trabajando juntos, cuando el sacerdote Paneloux
decide unirse al trabajo liderado por
Rieux.
La peste termina siendo una interesante
lectura acerca a lo que pueden llegar a ser
los sentimientos humanos puestos a prueba
en situaciones extremas. La capacidad de
resistir y persistir, el sentimiento de solidaridad
que invade a unos y otros capaz de darlo
todo por encontrar una solución. Un relato
agradable, narrado en forma de crónica por
uno de los personajes que fue testigo de la
epidemia, es la voz de Camus, quien nació
en Argelia, quien da las campanadas que
anuncian la muerte sobre Orán.
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