DELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 16    No. 208 ENERO   AÑO 2016    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co






 

 

 


“Que los individuos nos
matemos menos y trabajemos más”:
Manuel Uribe Ángel
Hernando Guzmán Paniagua - Periodista - elpulso@sanvicentefundacion.com

No había raíz, tallo, hoja, flor ni fruto que no mirara, ni papel que no leyera el niño Manuel Uribe Ángel, en la hacienda “La Magnolia” del villorrio de Envigado, donde nació el 4 de septiembre de 1822. Por algo decía Doña Josefa, su mamá: “Este muchacho, con esa manía de curiosear tan fijamente todo, va a ser botánico o filósofo”.
Lo fue, y por ahí derecho, padre de la medicina científica antioqueña, geógrafo, escritor y estadista. Humanista consumado. Su profunda visión de la realidad americana y, ante todo, el amor acendrado a sus pobladores, hacen de Uribe Ángel un profeta del continente. La doble dimensión de lo local y lo global se expresa en su libro “Colón, América, Medellín”, summa histórica, geográfica, política, social y cultural que parte de una semblanza magistral del Almirante para adentrarse en el caudal de tesoros de América, Colombia y Medellín.
De la biografía de Colón, concluye: “…Creó este vasto palenque de América, donde pienso que las razas, la industria y las ciencias vendrán a resolver algún día estos tres problemas capitales: la fraternidad práctica de los hombres, la equitativa distribución de la riqueza producida por la combinación del capital con el esfuerzo humano, entre el empresario y el obrero, y el perfecto deslinde de la libertad de cada uno con la seguridad de los demás”.
Confía, “con fe religiosa y científica”, en la reversión de “los cañones que truenan en los campos de batalla, como signos de muerte, de miseria y de tiranía”. Y rinde tributo a la vitalidad, belleza y riqueza de América, tierra del futuro, sin escamotear la brutalidad de casi todos los conquistadores.
Doliente del destino americano, señala: “…Si bien es verdad que al lado de los primeros movimientos de civilización, la existencia de estos países, bajo muchos aspectos estuvo caracterizada por el sueño letárgico que distingue el espíritu de colonización, y si también es cierto que, en una edad posterior, hemos padecido las convulsiones propias de las dolencias infantiles, también es evidente que en el fondo de tanto padecer, la voz de Dios se hace oír, omnipotente y segura, para ordenar que la humanidad continúe con firmeza y llegue a los alto destinos que le tiene preparados en este campo de grandeza y majestad”.
Científico y patriota
A Medellín y Antioquia, Manuel Uribe Ángel los narró y analizó. Y los rigió y defendió llegado el momento. Noble fusión de científico y patriota. Apoyó la idea del barón Von Humboldt y Agustín Codazzi, sobre la existencia remota de lagos andinos en Suramérica, cinco de ellos escalonados de sur a norte a lo largo del río Medellín o Porce, en Caldas, Medellín, Bello, Girardota y Zaragoza. Envigado y La Estrella serían golfos y también habría ensenadas, bahías e islas en ese lago de Aburrá.
“Que la acción gubernativa eleve un
poco más sus miras; que los individuos nos
matemos menos y trabajemos más; que la pereza y la
política suelten nuestro cuerpo y nuestro espíritu;
y estoy cierto de que algo se hará para adelantar
en el sendero de la civilización”
Dr. Manuel Uribe Ángel
Describe magistralmente a Medellín y su Valle, su topografía, clima, recursos naturales, flora, fauna, hidrografía, costumbres y cultura, en “Colón, América, Medellín”. A fines del siglo XIX, calculó el precio de las 30.787 hectáreas del Valle de Aburrá. Las tierras bajas en $9.817.000 y las faldas -por ser fértiles y cultivadas- en $10.485.000, para un total de $20.302.000. La prolija monografía tiene un remate genial: “…No tengo la culpa de que sea tan hermosa esta tierra”.
Su “Geografía general del Estado de Antioquia en Colombia” da las nociones elementales comprensibles para cualquier campesino iletrado, como advierte el autor. Abunda en mediciones, censos, hidrografía, orografía, historia, geología, meteorología, epidemiología, etnología, economía e historia natural. Detalla la división política del Estado Soberano en 9 departamentos: Centro capital Medellín, Cauca capital Titiribí, Nordeste capital Remedios, Norte capital Santa Rosa de Osos, Occidente capital Antioquia, Oriente capital Rionegro, Sopetrán capital Sopetrán, Sur capital Manizales y Sudoeste capital Jericó, cada cual con sus distritos y fracciones.
El espíritu cívico y patriótico de Manuel Uribe Ángel brilla en distintos episodios. En plena guerra civil, el presidente del Estado de Antioquia, Silverio Arango, capitula ante el general Julián Trujillo en abril de 1877. Presas del pánico, huyen todos los funcionarios, menos el secretario de Gobierno, Baltasar Botero, quien recurre al influjo y prestancia moral de Uribe Ángel, su adversario político, para que evite un mal mayor al Estado. El pensador liberal, ni sectario ni fanático, asume el mando. Lo confirma Trujillo como Jefe Civil y Militar del Estado; luego preside la Convención. Con su talla de estadista, un hombre que intervino con Lesseps en el inicio de los trabajos del Canal de Panamá en 1880, no obstante dice: “Yo no hablo de política, porque, a la verdad, ni la entiendo ni la sé” (“El agua”, La Miscelánea, Liceo Antioqueño, Vol. 4, No. 10-11, Medellín, 1898).
Grandeza y modestia
Grandeza y modestia van de la mano en Uribe Ángel. Representante de Colombia en el centenario de la muerte de Cervantes, en Nueva York, 1875, miembro de la Academia Colombiana de la Lengua Española, siente miedo a hablar del Fénix de los Ingenios: “…Obrero humilde en la tarea de la civilización, y ciudadano completamente desconocido en la república de las letras, mido mis fuerzas, invoco mis facultades y las encuentro siempre estériles y flacas”. Autor del mejor compendio histórico, geográfico, geológico, meteorológico, topográfico, cultural y social de la época sobre Medellín, autoriza al editor Isidoro Ramírez, el 21 de junio de 1892, para desechar el manuscrito de “Colón, América, Medellín”, “sin que por ello me ofenda, una vez que la vanidad de escritor público no me tienta ni en poco ni en mucho”.
“Yo sostengo que enseñar, educar,
instruir y civilizar son los agentes propios, y que
ante esos agentes, la guerra, las devastaciones,
los atropellos y la fuerza bruta son miserables recursos,
atrocidades impías, servidumbres inicuas, de
cuyo empleo el hombre debería estar
constantemente avergonzado”.
Dr. Manuel Uribe Ángel
Dice que no es poeta, “ni espero serlo”, pero su vena poética es inocultable. Compara la torre del municipio de La Estrella con “la vela blanca de una goleta que navegue con sosiego sobre las olas de una mar tranquila”; y crea otras bellas piezas, como su disertación sobre el agua.
Uno de sus biógrafos, Alfredo Naranjo Villegas, resalta la generosidad intelectual de Uribe Ángel al ponderar los méritos de sus colegas distinguidos en medicina: Manuel de La Roche, Pedro Dimas Estrada, Francisco Uribe, Andrés Posada Arango, Ricardo Rodríguez, Tomás Quevedo, Aureliano Posada, José María Martínez Pardo, Alejandro Restrepo, etc. En sus biografías cuenta el avance de la medicina paisa.
De gran relieve intelectual es su brillante “Geografía general del Estado de Antioquia en Colombia”. Pese a ello, expresa: “…No me he andado como sabio por el terreno que he recorrido; mi obra nada tiene de científica, y soy el primero en reconocer que, tanto en la forma como en el fondo, es sumamente defectuosa”. (…) El arreglo mismo de los materiales ha sido hecho en medio de mil embarazos, sin quietud de espíritu y sin la calma precisa para reflexionar lo que se dice y pulir lo que se escribe”. También afirma: “Yo sostengo que enseñar, educar, instruir y civilizar son los agentes propios, y que ante esos agentes, la guerra, las devastaciones, los atropellos y la fuerza bruta son miserables recursos, atrocidades impías, servidumbres inicuas, de cuyo empleo el hombre debería estar constantemente avergonzado”.
Por encima de las realizaciones científicas de Manuel Uribe Ángel, está su testamento espiritual, que le habla así al presente de Colombia: “Que la acción gubernativa eleve un poco más sus miras; que los individuos nos matemos menos y trabajemos más; que la pereza y la política suelten nuestro cuerpo y nuestro espíritu; y estoy cierto de que algo se hará para adelantar en el sendero de la civilización”
 
Ocioso lector
Educación para la paz
“En vano podrá ser un hombre importante y respetable, por más instruido que sea, si a esa cualidad no une correcta educación. Conocemos muchos sabios que en vez de servir provechosamente a la sociedad, la dañan en ocasiones, y todo porque no son bien educados. Nunca hemos visto un hombre en el goce perfecto de una buena educación, que no haya sido un buen amigo, buen esposo y buen ciudadano. Las sociedades llegarán a tener muchos sabios, pero siempre en minoría. La aspiración más benéfica de la humanidad debe ser, en mi humilde opinión, alcanzar a tener pueblos bien educados. (…), ¿Cuando la sociedad cuente con hombres doctos y con muchedumbres penetradas de perfecta educación, será completamente feliz? Probablemente no; porque el padecimiento moral es patrimonio del espíritu, y porque el dolor es atributo de la carne; pero sí será infinitamente menos desgraciada de lo que es hoy, porque la verdadera civilización, la civilización moral, la verdaderamente cristiana, que penetra en el pueblo y en el hogar, pondrá coto al crimen, suavizará las costumbres, hará más hermanos a los hombres, estimulará las buenas acciones, elevará la tolerancia y, porque, en fin, con la educación, como debe entenderse, las prisiones serán más pequeñas, los asilos de beneficencia más grandes y el Código Penal muchísimo más corto”.
(Extracto de Manuel Uribe Ángel en “Colón, América, Medellín”, Medellín, UPB, 2013, PP. 121-122).
 
 


Semblanza del “Hipócrates
cristiano”, Manuel Uribe Ángel
Hernando Guzmán Paniagua - Periodista - elpulso@sanvicentefundacion.com

Uribe Ángel realizó los primeros estudios serios sobre lepra en Antioquia, sobre carate, tun-tun, tosferina, sarampión y fiebre del Cauca. Creó vacunas, métodos de curación para mordeduras de serpientes, normas de higiene para aguas de Medellín, de socorro para ahogados y protocolos médicos para zona tórrida
Antes de Manuel Uribe Ángel, nuestra medicina estaba en pañales. El notable médico dice en su “Informe sobre la medicina en Antioquia”, que los conocimientos quirúrgicos de la época no pasaban de dos operaciones: hacer sangrías y extraer muelas, no se conocía la sonda para el cateterismo, y así, toda enfermedad que impedía la emisión de líquidos del cuerpo era mortal, sobre todo el mal de orina.
Graduado por la Universidad Central de la República en Bogotá el 9 de diciembre de 1845 como doctor en Medicina y Cirugía, obtiene nuevos títulos en medicina y cirugía y muchos conocimientos científicos y humanísticos en Ecuador, Perú, Méjico, Las Antillas, Estados Unidos y París; regresa a Medellín en 1852. Emilio Robledo señala a 1853 como año decisivo, por el advenimiento de Manuel Uribe Ángel, con valiosas publicaciones científicas. Decía Uribe de sus antecesores: “Aquellos médicos disponían anchamente del almacén botánico de nuestra rica flora tropical”; sin nomenclatura científica, sin análisis químico, la farmacopea constaba de malvavisco, perejil, hinojo, toronjil, grama, borraja, cerraja, poleo, yerbabuena, naranjo, quina, miel de abeja, tártaro, nitro, crémor, y otras sustancias elementales.
Precursor de la medicina científica
El doctor Emilio Robledo cuenta que Manuel Uribe expresaba al secretario de Gobierno: “La escuela de medicina antioqueña está aún muy lejos de tener bases firmes y sólidas. (…) Necesita urgentemente del doble impulso que deberían imprimirle, de un lado el patriotismo de la Corporación profesional de esta ciudad, y de otro el estímulo y protección del gobierno seccional”.
Con sobrada razón, su colega Emilio
Robledole da el apelativo de “El Hipócrates cristiano”:
Manuel Uribe Ángel, como médico, como hombre y
como ciudadano, nunca faltó a su juramento
de amor al prójimo.
En el mismo informe, Uribe Ángel decía: “Carecemos de un anfiteatro anatómico, no tenemos pabellón quirúrgico; las vivisecciones nos son desconocidas; los laboratorios vienen con la paz y se van con la guerra; hay ausencia completa de bibliotecas; los museos no existen; las colecciones de historia natural tampoco; las juntas académicas no se han formado aún; la escuela está por reunirse; la universidad es embrionaria y el profesorado sin vigor”.
Uribe Ángel, miembro de la Junta Directiva del Hospital de Caridad, fue su alma y cerebro e influyó decisivamente en la orientación de la enseñanza hospitalaria. Grande es la deuda de la medicina nacional con Manuel Uribe Ángel. Realizó los primeros estudios serios sobre la lepra en Antioquia, sobre el carate, el tun-tun, la tosferina, el sarampión y la fiebre del Cauca. Creó vacunas, métodos de curación para mordeduras de serpientes, normas de higiene para las aguas de Medellín, de socorro para los ahogados y protocolos médicos para la zona tórrida. Fue notable clínico y cirujano, experto en ovariotomía, y practicó con éxito la primera operación de una hernia estrangulada en Medellín, en 1872.
“Gracias a Manuel Uribe Ángel,
la medicina en Antioquia pasó de la infancia a la pubertad.
Curaba los cuerpos y las almas”.
Dr. Luis Eduardo Villegas
Maestro de médicos
En la docencia, brilló por su sabiduría interdisciplinaria y por la hondura humanística. Fundó la Academia de Medicina de Medicina en 1887, fue pionero de la Academia Antioqueña de Historia y del Museo Francisco Antonio Zea, el cual dirigió. En el recién creado Departamento de Medicina de la Universidad de Antioquia fue profesor de anatomía topográfica, clínica terapéutica, medicina legal y otras especialidades, de física y francés. A pocas semanas de su vinculación, ayudó a bien morir a su gran amigo, el poeta Gregorio Gutiérrez González, en 1871. Manuel Uribe Ángel murió en Medellín el 16 de junio de 1904.
Se lo considera el padre de la medicina académica en Antioquia. Eladio Gómez, en su obra “Vejeces”, dice: “Es la gloria científica más grande de Antioquia”. Para el doctor Luis Eduardo Villegas, en Uribe Ángel había algo de Víctor Hugo, bastante de Franklin y mucho de San Vicente de Paúl. Y añade: “Gracias a él, la medicina en Antioquia pasó de la infancia a la pubertad. Curaba los cuerpos y las almas”. Con sobrada razón, su colega Emilio Robledo le da el apelativo de “El Hipócrates cristiano”: Manuel Uribe Ángel, como médico, como hombre y como ciudadano, nunca faltó a su juramento de amor al prójimo.
 
Medicina en la pintura

“La visita del doctor”, de Jan Steen”
Isabel Cristina Rueda Calle Comunicadora Corporativa - elpulso@elhospital.org.co
Los pintores flamencos del siglo XVII encontraron en la visita del médico uno de los temas costumbristas que debió tener gran aceptación entre la burguesía de su tiempo, pues han llegado hasta nosotros numerosas versiones.
La escena se repite de forma estereotipada. El pintor holandés Jan Steen, quien pintó 7 versiones de “La visita del doctor” antes de sus 40 años, muestra en ellas al médico vestido elegantemente, tomando el pulso de la paciente recostada en una silla en su dormitorio. Alguien permanece atento a la escena o mira de forma cómplice al médico, como en el caso de las enfermas del "mal de amores" que, melancólicamente, se reclinan sobre almohadones o parecen perder el sentido.

Idéntica escena se repite cuando el médico se dispone a revisar la orina en un recipiente de vidrio, para realizar una uroscopia estudiando el color y la transparencia de la orina. La actitud de la paciente, que sostiene su cabeza con la mano, indica cierto grado de melancolía, mientras en el piso, su perro vigila la acción del médico cuidadosamente.
El artista da muchas pistas que sugieren que la causa de su enfermedad es el amor: Un niño en el piso juega con lo que parecen unas flechas de Cupido, la pintura con escena de amor (Venus y Adonis) sobre la pared del fondo que se ve parcialmente, el brasero con cinta empapada en orina que arde, técnica utilizada frecuentemente, pues si su olor generaba náuseas en la mujer, se podría diagnosticar embarazo. El autor sólo pinta con la enfermedad de amor a mujeres, pues en ninguna se ve un hombre enfermo. En segundo plano se ve a un hombre en otra sala, concentrado en lo que ve en unos papeles, despreocupado por lo que pasa con la mujer, lo que hace pensar que es el esposo.
Steen es reconocido en Holanda por sus escenas de género que muestran interiores un tanto caóticos, que representan incidentes de la vida familiar y dieron origen a la expresión “una familia Jan Steen”.
Su obra, que buscó combinar la narrativa, lo instructivo y el entretenimiento, revive la tradición de anteriores pintores holandeses de género. Steen fue un artista prolífico, y aunque Rembrandt y Vermeer son los pintores más famosos del Siglo de Oro holandés, los holandeses no se sienten menos orgullosos de Jan Steen, pintor de mucho talento. Su legado incluye unas 400 pinturas con escenas bíblicas y mundanas muy refinadas.

Referencias:
1. www.google.com.co/imgres?imgurl=http://artrenewal.net/ artwork/514/1514/27077/the _doctor_and_his_patient
2. www.google.com.co/imgres?imgurl=http://uploads5.wikiart.org/images/jan-steen/doctor-s-visit
3. www.google.com.co/imgres?imgurl=https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/a/aa/Jan Steen-Doctor%2527sVisit
4. www.google.com.co/imgres?imgurl=http://www.wga.hu/art/s/steen
5. www.wga.hu/html_m/s/steen
Otras fuentes:
- www.gailsibley.com/2013/07/01/the-doctors-visit-by-jan-steen/
- http://medhum.med.nyu.edu/view/10398
- Otra interpretación de la pintura: www.diagnosticomedico.com/archivos/revista/revista_n12
- Pinturas de medicina en el arte: www.smu.org.uy/publicaciones/libros/textocompleto/arte-y-medicina/arte-y-medicina5b
 



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