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Los inquilinatos
de Medellín
bajo la lupa de los higienistas
María
Carmenza Gómez Fernández - Periodista - elpulso@elhospital.org.co |
Medellín
tiene hoy un enorme reto por resolver en materia de vivienda
y calidad de vida para un gran número de pobladores que
habitan en cerca de 1.500 inquilinatos, muchos de ellos en condiciones
insalubres, de hacinamiento y pobreza, e inmersos en conflictos
sociales y de convivencia. Pareciera que el legado histórico
de este fenómeno no se pudiera superar. |
El inquilinato surge de tiempo atrás
y sigue aumentando, a causa de la migración del campo
a la ciudad en busca de mejor vida, el desplazamiento forzado
por violencia y/o conflicto social, la falta de oportunidades
de empleo, el predominio de la informalidad, la agudización
de la pobreza y por cambios en la estructura familiar que
limitan la solidaridad y llevan a que la gente viva más
sola.
La aparición de inquilinatos en Medellín se
da desde antes del siglo XIX, siendo el siglo XX el de mayor
auge con la llegada de pobladores de distintos lugares del
país, quienes acudían en busca de empleo y progreso
a la capital de la industrialización en Colombia.
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El inquilinato
Los Andes, con 100 habitaciones en la actualidad,
es quizás uno de los más antiguos en la historia
de la ciudad, ubicado sobre la Avenida Oriental. Foto: Juan
Fernando Ospina |
En 1800 el Cabildo
de la ciudad crea el llamado límite de barradas,
que ordenaba a los indígenas habitar en el barrio Guanteros,
hoy sector de San Lorenzo, segregándolos y estigmatizando
el lugar. Este llevó a que en las viviendas del sector
se hicieran subdivisiones en cuartos para ofrecer albergue a
varias familias.
Los estudiantes también hicieron uso de estos cuartos
de alquiler cuando corría el año 1840, como lo
describen Juan Fernando Hernández y Leidy Tatiana Ramírez
en su libro Una pieza para todo. Llegaban de la
provincia a estudiar en el Colegio de la Plazuela de San Francisco
(llamada hoy San Ignacio), quienes poco a poco se instalaron
en habitaciones adaptadas por las familias que residían
en la calle San Francisco (hoy carrera Niquitao), situación
que se mantuvo durante el siglo XIX. |
Hacia finales del siglo
XX los inquilinatos
sefueron consolidando en Medellín como una forma de
habitar la ciudad, pero seguían siendo ignorados.
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La crisis económica
de la época afectaba a estas familias tradicionales,
que vieron el alquiler de cuartos como una oportunidad para
mejorar la economía doméstica. Estas viviendas
no se catalogaban como inquilinatos en los mismos términos
en que se conocen actualmente.
Llama la atención en 1940 que los diarios y los inspectores
de higiene emprendieran campañas higienistas en aquellas
viviendas donde se presentaban condiciones de hacinamiento e
insalubridad, destaca Hernández: La revista Progreso
denunciaba condiciones anti-higénicas de las viviendas
ubicadas en los sectores cercanos al centro de la ciudad (carrera
Niquitao, la estación del Ferrocarril de Antioquia y
el barrio Guayaquil). El artículo recomendaba una
actuación más allá de la represión
a los inquilinos pobres, que consistía en obligar a los
propietarios a instalar un inodoro, un lavamanos y una ducha. |
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Para el señor
Antonio Múnera, administrador de un inquilinato en el
corregimiento de San Cristóbal, un inquilinato es una
forma de vivir y de trabajar, una necesidad que puede resolver
el problema de techo a las personas. Él manifiesta no
ser muy optimista con respecto al éxito de una política
pública sobre el tema, pues en el momento en el que se
reconozca el fenómeno, éste dejará
de ser lo que es. Foto: Santiago Pérez. |
Los informes de los
funcionarios públicos de higiene dejaron al descubierto
la situación de hacinamiento y extrema pobreza en que
habitaban las familias en los inquilinatos de Medellín
y mostraron por primera vez esta manera de habitar la ciudad.
Los inquilinatos interesan a la academia
El Centro de Estudios e Investigaciones Sociales -SEIS-,
a través de la investigación Vivienda compartida
en Medellín y su área metropolitana, dirigida
por la economista Luisa Aguilar Gómez, destaca la proliferación
de este modo de habitar durante 1982-1992 y define el inquilinato
como una vivienda de uso colectivo, en la que se comparten áreas
y servicios comunes al interior, en mayor o menor grado, pero
donde se renuncia a la privacidad e independencia de la persona
o la familia. |
La investigación Vivienda compartida
en Medellín y su área metropolitana define
el inquilinato como una vivienda de uso colectivo, en la que
se comparten áreas y servicios comunes al interior,
en mayor o menor grado, pero donde se renuncia a la privacidad
e independencia de la persona o la familia.
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Algunas casas de inquilinato
del siglo pasado operaban por el sistema de puestos: en una
misma pieza habitaba una familia de seis a siete personas. Hoy
se presenta igual. Foto: Daniel Bustamante. |
La aparición
de la vivienda compartida tipo inquilinato data de 1947, según
publicación de la periodista Patricia Nieto en el periódico
El Mundo, donde informa que varios estudiantes de
la Universidad de Antioquia viven en una casa vieja, modalidad
que se extendió a sectores cercanos como La Asomadera
y Niquitao.
Según el estudio citado, para 1970 había aproximadamente
25 inquilinatos en Medellín, mientras que en 1973 existían
870 viviendas de este tipo que albergaban cerca de 6.262 familias,
según el tercer censo de vivienda de ese año.
Los resultados de la investigación del SEIS, realizada
en 1992, concluyen que en la década 1982-1992 había
un total aproximado de 1.064 inquilinatos, en los que habitaban
25.177 personas, para un promedio de 7,6 familias, conformadas
por 3 personas como mínimo. Asimismo identifica por lo
menos 22 barrios donde se multiplicó este fenómeno,
entre ellos Manrique, Barrio Trinidad, Castilla, Prado, La Milagrosa,
Guayabal, Belén y Santa Cruz.
En la década de los ochenta del siglo XX, el Programa
de Estudios de Vivienda en América Latina -Peval-, que
luego pasó a ser el Centro de Estudios del Hábitat
Popular -Cehap- y de la Escuela del Hábitat de la Universidad
Nacional de Colombia - Sede Medellín, vio la necesidad
de abrir una línea de investigación sobre el tema
de los inquilinatos, con recursos de cooperación del
Gobierno de los Países Bajos, y promovió un ciclo
de investigación en torno de dicha problemática. |
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Plan de mejoramiento de
inquilinatos
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Propuestas
como el Inmueble Cajón y el edificio Modelo de Vivienda
Compartida, así como el Plan Habitacional Edificio San
Vicente, en el sector de Niquitao o San Lorenzo, se constituyeron
en la primera iniciativa emprendida con el fin de mejorar los
inquilinatos en Medellín en la década de los noventa
(siglo XX). Estas fueron diseñadas y ejecutadas por etapas
por Corvide, con la vinculación de la ONG francesa Pact
Arim. |
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Cehap propone
política pública
para inquilinatos en Medellín |
La Escuela del Hábitat
-Cehap- continúa profundizando en el fenómeno
de los inquilinatos en Medellín y su evolución
como una forma de habitar la ciudad, para buscar alternativas
que atiendan las necesidades de sus pobladores, y sobre todo,
para visibilizarlos y desestigmatizarlos.
Lo primero que se hizo en 2006 fue caracterizar los inquilinatos
del centro de Medellín (San Pedro, San Benito y Niquitao)
y proponer unas líneas de intervención (en materia
físico - espacial, socioeconómica y de salubridad),
que en su mayoría siguen siendo vigentes, explica Françoise
Coupé, profesora emérita de la Universidad Nacional
de Colombia, Sede Medellín. |
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En 2010 se creó
la mesa de trabajo sobre inquilinatos, coordinada por la Unión
Temporal Viviendo en Comunidad que lideran las
Corporaciones Talentos y Primavera,
para reflexionar sobre el tema con la ayuda de expertos. Y
se constituye un equipo de profesionales que se ocupa del
Edificio Modelo de Vivienda Compartida, además
de llamar la atención de los medios, las instituciones
y la academia sobre esta realidad. Foto: Juan Fernando Ospina.
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En 2013-2014 la Escuela
adelantó un estudio cualitativo para caracterizar este
tipo de vivienda y detectar su presencia en todas las comunas
de la ciudad, a fin de formular una propuesta participativa
y concertada de la política pública para los inquilinatos
en Medellín. Investigación que muy pronto entregará
sus resultados al Instituto Social de Vivienda y Hábitat
de Medellín -Isvimed-, entidad contratante, y a la ciudad. |
Cifras del Sisbén
estiman que en
2010 había en Medellín cerca de 1.500
inquilinatos y unos 9.000
cuartos de inquilinato.
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Lo cierto, afirma,
es que los inquilinatos están presentes en todas las
comunas de Medellín, en el territorio urbano y rural,
ya no es exclusivo del centro de la ciudad. Sin importar las
condiciones socio-económicas, hay inquilinatos
con una densidad altísima en el centro de la ciudad,
con una densidad alta en las comunas de Aranjuez y Castilla,
en menor proporción en el resto de barrios, inclusive
en los sectores de más altos ingresos ubicados a ambos
lados del río: las comunas Laureles-Estadio y El Poblado,
indicó. |
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Me
pareció muy interesante el taller de inquilinatos para
formular la política pública, porque hacen falta
normas para ambas partes, tanto para el inquilino como para
quien arrienda, afirma el señor Luis Eduardo Hincapié,
administrador de un inquilinato en el barrio Prado, ubicado
en el centro de Medellín. Son muchas las casas patrimoniales
del barrio Prado Centro que se han convertido en inquilinatos.
Foto: Juan Fernando Ospina. |
Para la investigadora
Coupé, coordinadora de ambos estudios, esta última
investigación la lleva a pensar en la importancia de
tener este tema muy bien visibilizado, muy presente en la agenda
pública, e incluirlo en los planes de desarrollo local
y en el Plan de Ordenamiento Territorial (POT): Hoy estamos
haciendo ese esfuerzo de incluir el inquilinato en el POT como
un tipo de vivienda que se inscribe en el sistema habitacional,
real y diverso, de esta ciudad; eso es absolutamente fundamental
y lo están haciendo.
Este trabajo se está haciendo de la mano del Comité
Técnico en el que también participan representantes
del gobierno local, el cual debe liderar la iniciativa de la
propuesta de política pública que se va a entregar
al Concejo de la ciudad en su debido momento . |
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Medicina
en la pintura
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La lección de anatomía del doctor Nicolaes
Tulp
Isabel
Cristina Rueda Calle Comunicadora Corporativa - elpulso@elhospital.org.co |
En
esta pintura al óleo del holandés Rembrandt se
aprecia al doctor Nicolaes Tulp, anatomista oficial de la ciudad,
estatus reconocido por su elegante vestuario y sombrero, y 7
miembros del Gremio de Cirujanos que pagaron comisión
para aparecer en la obra.
Acostado, el cadáver de Aris Kindt, un condenado a la
horca ese mismo día por ser culpado de robo a mano armada;
esto se sabe con certeza, pues en aquella época en Ámsterdam
sólo se permitía hacer una sesión-lección
de anatomía pública al año, con un cadáver
de un criminal ejecutado, y la firma de Rembrand en la parte
superior del cuadro confirma el hecho. |
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Estas
lecciones de anatomía eran un acontecimiento social en
el siglo XVII, ya que tenían lugar en auditorios a los
que podían asistir estudiantes, colegas y público
en general; esto parece explicar por qué las dos personas
en la parte de atrás y en la parte de abajo parecen estar
más interesados en el público que en la misma
lección.
En esta obra el artista utiliza un efecto que seguiría
usando en sus pinturas: la llamada sombra de la muerte (umbra
mortis), que puede apreciarse en el rostro de Aris Kindt. Y
Rembrandt, además de lograr evidenciar el espacio en
que se desarrolla la acción, el estatus de quienes participan
en ella y la fecha de su pintura, logra representar dos momentos
en el tiempo de la explicación del doctor Tulp. En su
mano derecha sostiene con sus pinzas lo que sería el
músculo flexor superficial de los dedos, mientras la
mano del cadáver sigue extendida y uno de los médicos
ve este movimiento fijamente; al tiempo se ve que en su mano
izquierda el doctor explica el efecto que logrará en
el cadáver al halar de ese músculo y otro de los
médicos lo observa también detalladamente.
En la pintura no hay instrumentos de corte, pues un hombre del
estatus del doctor Tulp no era el indicado para realizar los
cortes o preparación del cuerpo, sino otra persona de
menor nivel que no aparece en el cuadro. En la esquina inferior
derecha hay un enorme libro abierto, que se sospecha es Humani
Corporis Fabrica (Edificio o estructura del cuerpo humano),
de Andreas Vesalius (1543), texto líder de anatomía
de la época.
Lograr el tono de piel correcto era una obsesión para
los pintores de ese entonces, por lo que solían pasar
horas en las morgues practicando su paleta de colores. Rembrandt
en este cuadro demuestra su habilidad para capturar los gestos
y la luz, escasa para la época, ya que estas escenas
se desarrollaban en recintos cerrados, iluminados por una pequeña
ventana o candilejas bajo el intenso frío holandés,
destacando así el claroscuro como uno de los mayores
logros de sus pinturas. Esta pintura suscitó otras obras
de Rembrandt y posteriormente otros artistas plasmaron piezas
relacionadas con la escena 6 |
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