|
No es un problema nuevo. Y fue oportunamente notificado
al gobierno nacional hace varios años, cuando la
cartera que adeudaban los aseguradores empezaba a crecer
desproporcionadamente y a plazos vencidos cada vez con más
largos. Hoy, aseguradoras y pagadores que no honran sus
deudas por servicios de salud fehacientemente prestados,
tienen a al borde de su capacidad de aguante a hospitales
y clínicas de Antioquia. Entretanto, el gobierno
permanece ciego, sordo y mudo a este clamor.
En honor a la verdad, el problema es grave. Muy grave. Y
no se avizoran salidas en el corto plazo; a fin de cuentas,
es una situación generada en el problema estructural
del sistema de salud creado por la Ley 100, un sistema paquidérmico
en flujo de recursos. Y los aseguradores hicieron eco de
esa dificultad, entorpeciendo más el flujo de recursos
y arraigando una cultura del no pago de sus obligaciones
a los prestadores.
Los directivos de clínicas y hospitales hacen gala
de malabares para sortear la situación de iliquidez,
y poder mantener abiertas las puertas de sus instituciones:
nunca niegan el servicio al que están obligados legal,
social y moralmente. Nunca han dejado de atender a sus pacientes,
pese a la falta de garantías del pago por ese servicio,
una obligación incumplida de aseguradores y pagadores.
Éstos no respetan ni las mínimas normas de
los cientos de disposiciones que procuran agilizar el flujo
de recursos: simplemente, no pagan.
Tal y como lo tienen debidamente soportado los prestadores,
la deuda de los aseguradores a los prestadores públicos
y privados de Antioquia ascendía a septiembre de
2012 a $1,5 billones, con edad promedio de 215 días.
Con toda razón se cuestionan que ningún sector
económico aguanta una situación de cartera
semejante. Por eso, con todos los argumentos de su lado,
han reclamado insistentemente ante el gobierno nacional
soluciones para tan delicada situación, sin obtener
ninguna respuesta.
Y los pacientes también padecen esta situación,
llegando incluso a pagar con su vida la crisis. Hoy ya se
pueden empezar a investigar causas de muerte de pacientes
por falta de una autorización o una remisión
oportuna por parte de los aseguradores, para endilgarles
las responsabilidades del caso a los empleados o instituciones
que corresponda.
Como salidas, se ventilan algunas opciones. Por ejemplo,
el sistema de factoring como alternativa viable que podría
adoptar el gobierno para darle fluidez a los recursos en
salud, apalancado en recursos del Fosyga; se podrían
comprar las deudas de las aseguradoras, como sería
el caso de uno de los deudores más grandes, Caprecom,
descontarle un 5% como en un factoring mientras se revisa
la factura o se compra ésta con descuento del 10%.
Esa medida permitiría girar recursos a los prestadores
en el corto plazo y que éstos puedan cubrir las altas
obligaciones laborales de fin de año y pagos a proveedores
(para garantizar que sigan despachando insumos necesarios
para la atención de los pacientes).
Otros mencionan incluso medidas extraordinarias, como la
declaratoria de emergencia económica y social, para
que el gobierno dé la mano a los prestadores de servicios
de salud de todo el país, en forma similar a cómo
hizo en el pasado con otros sectores de la vida nacional.
Salud sí que necesita este apoyo, porque más
que altísimas cifras de dinero, está de por
medio la vida y la salud de la población colombiana.
Por enésima vez, los prestadores siguen reclamando
soluciones al gobierno nacional, pero éste no se
compadece de la crítica situación que atraviesan
clínicas y hospitales no sólo de Antioquia,
sino de todo el país.
Señor Presidente Juan Manuel Santos: ¿Dejará
Usted cerrar las clínicas y hospitales de Antioquia?
¿Clínicas y hospitales que se han distinguido
nacional e internacionalmente por una gran vocación
de servicio a sus pacientes, y por estar a la vanguardia
en el desarrollo científico para bien de quienes
los necesitan? .
|