DELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 12    No. 158  NOVIEMBRE DEL AÑO 2011    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co






 

 


Radio Nacional de Colombia:
72 años de guerra, paz y cultura
en ondas hertzianas

Hernando Guzmán Paniagua Periodista - elpulso@elhospital.org.co

“Esta radiodifusora pertenece a la nación colombiana y ha de estar siempre a su servicio exclusivo…”, decía el presidente de Colombia, Eduardo Santos Montejo, la noche del 1º de febrero de 1940, al inaugurar la Radiodifusora Nacional de Colombia en uno de los recintos de la Biblioteca Nacional.
La grabación del discurso es el más antiguo de los más de 90.000 documentos sonoros que conserva la Fonoteca Nacional, primera de Colombia y una de las más grandes de Latinoamérica. La efímera HJN, estrenada por el entonces presidente, Miguel Abadía Méndez, el 5 de septiembre de 1929, fue el antecedente remoto de una estación radial que ha visto pasar buena parte de nuestra historia.
Con boletines de noticias transmitidas desde el Capitolio, alternadas con “música brillante”, en una programación que empezaba a las 6 y 30 de la tarde y duraba apenas 2 horas, empezó esta historia que se sigue escribiendo en las ondas hertzianas del país.
Nació aferrada al Ministerio de Educación, en una oficina de la Biblioteca Nacional, dirigida por Daniel Samper Ortega. Al llegar en 1954 la televisión al país, fue absorbida por la Radiotelevisora Nacional de Colombia.

En 1963 quedó adscrita al Instituto Nacional de Radio y Televisión -Inravisión- hasta su cuestionada liquidación en 2004, con serias secuelas laborales e institucionales. Desde entonces pertenece a RTVC -Radio Televisión Nacional de Colombia-.
Historia y cultura al aire
La radiodifusora ha registrado episodios básicos de la historia nacional, ese diálogo perpetuo entre la guerra y la paz. Emitiendo informes con equipos prestados desde la frontera con Perú, en 1933, la emisora estuvo en primera línea de fuego en la guerra con ese país. Mary Roldán, profesora de Historia Latinoamericana en la Universidad de Nueva York y experta violentóloga, expuso: “…El conflicto con Perú se ganó en parte por la guerra que se desató a través de la radio, modelando la opinión pública de manera que favoreciera la posición nacional”, mostrando a Colombia no como agresora sino como ejemplo de democracia que resolvía los conflictos diplomáticamente y no por las armas. Resaltó la compañía que brindó la radio a nuestros soldados en el frente, y el papel que jugó al redescubrir territorios olvidados por la acción oficial y hasta por los turistas, como Amazonas, Caquetá y otros del sur de Colombia.
El archivo sonoro de
Radio Nacional de Colombia guarda
en variados formatos voces inmortales,
discursos históricos, presentaciones
musicales y radioteatros.
En el mismo año 1933, la Radiodifusora transmitió 55 conferencias científicas sobre astronomía popular, etnología y medicina tropical, 45 sobre sociología y más de 300 pedagógicas, moderadas por eminentes intelectuales como Agustín Nieto Caballero y Guillermo Uribe Holguín, director del Conservatorio de Música de Bogotá. Al aire estaba el intelecto nacional, con Gregorio Hernández de Alba, Luis Duque Gómez, Luis López de Mesa, Jorge Zalamea y Germán Arciniegas, entre otros.
El programa “La horrible noche”, de la serie “Historias de onda larga”, registró la presencia de la emisora en los sucesos posteriores al asesinato del caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán, el 9 de abril de 1948 en Bogotá, entre ellos la toma de la Radio Nacional, situada en la calle 26 con carrera 17, por un grupo de estudiantes y exaltados, incluyendo a los futuros escritores Jorge Zalamea, Jorge Gaitán Durán y Manuel Zapata Olivella.
El programa “La horrible noche”, de la serie “Historias de onda larga”, registró la presencia de la emisora en los sucesos posteriores al asesinato del caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán, el 9 de abril de 1948 en Bogotá, entre ellos la toma de la Radio Nacional,
En la estación oficial y en emisoras clandestinas improvisadas en casas, se incitó a la insurrección durante dos días; las emisoras comerciales, según su filiación, se sumaban al descontrol o instaban al gobierno conservador a restablecer el orden.
El martirologio de los años 50's quedó plasmado en 1.574 acetatos de 16 pulgadas, con fragmentos de discursos y conferencias transmitidos entre 1951 y 1958. En julio de 1951, el ministro de gobierno, José María Bernal, decía sobre la violencia que azotaba a los Llanos Orientales: “Me haría interminable si entrara a relatar la serie de crímenes horrendos perpetrados por los forajidos.
Bástame citar dos o tres para que el país se dé cuenta de qué clase de criminales son los que algunos llaman guerrilleros…,” y describía matanzas, incendios y destrucciones.
En 1955, el entonces ministro de Gobierno, Lucio Pabón, expresaba: “Hoy, sólo algunos reducidos sectores de los departamentos del Huila, del Tolima y del Cauca, sufren los rezagos de la diabólica violencia…”. Aludía a la atención de los desplazados por la Secretaría Nacional de Acción Social (Sendas) del general dictador Gustavo Rojas Pinilla, a la formación de una Comisión de paz y a las “cifras escandalosas” del desplazamiento que endilgaba a los medios de comunicación. En 1956, el ministro de Hacienda, Carlos Villaveces, anunciaba un “bono de orden público” para los sujetos del impuesto de renta y complementarios, cuando su valor fuera igual o mayor a $10.000 pesos.
 
Una radio para reflexiones históricas

El escritor colombiano Germán Arciniegas analizaba en la Radiodifusora Nacional de Colombia en 1957, “la justicia del resentimiento que existe en la América Latina por la forma como los americanos les han puesto a los dictadores toda la maquinaria bélica en las armas, para que destruyan la democracia en América…”.
Ante una propuesta de interconexión vial para facilitar la defensa del Canal de Panamá, proponía: “Lo mejor para defender el Canal de Panamá que podemos hacer nosotros es procurar, no sé en qué forma, que aumenten la selva, las culebras y los mosquitos en toda la región circundante, para hacer más impenetrable de lo que es ya esa región…”.
Pedía lo mismo para todos los puntos vulnerables de la seguridad continental, en vez del envío de ametralladoras. Y decía: “El caso de Corea ilustra de una manera maravillosa lo que es el juego de las armas para nosotros”. Indicaba que suponiendo que los 1.000 soldados colombianos, “por arte de su buena puntería hubieran matado 4.000 coreanos, ¿es un gran éxito? ¿Una cosa digna de alabanza en la guerra? Y eso nos permitió un crédito tan amplio en los Estados Unidos para emplear esas armas aquí, que luego los mismos soldados con las mismas armas, contribuyeron a la muerte de 100.000 colombianos”.
 


Radio-teatro, voces inmortales
y músicas de Colombia

En una radio donde aún era pecaminosa la presencia femenina, la bella y talentosa Gloria Valencia, quien venía de ser “tambor mayor” en la banda de guerra del Colegio La Presentación de Ibagué, se volvió una de las radio-actrices pioneras en comedias dirigidas por Bernardo Romero Lozano. Las damas de la Radio Nacional nutrirían la “Televisora Nacional” de locutoras, periodistas, directoras y actrices.
La vida cultural radiodifundida en más de 70 años tiene muchas facetas. Son las conferencias del viejo Ministerio de Industrias sobre agricultura y ganadería; los cursos de extensión en asocio con la Universidad Javeriana; “Vida y obra de Mozart”, la serie pedagógica más completa de la radio colombiana sobre el genio de Salzburgo, en 351 programas realizados por Ricardo de la Espriella; es “Música sinfónica de Colombia”, honda investigación sobre nuestra música académica, que salvó muchas grabaciones en peligro de extinción, publicó un gran volumen de partituras y proveyó de material didáctico a colegios y bibliotecas.
Es la agilidad informativa de “Reloj del Mundo”, la cálida compañía de “La vieja buena música”, con Francisco José Restrepo (“Mister buenas noches”) y sus exquisitas melodías “que nos hacen exclamar: ¡Ah, la vieja buena música!”. En los viejos tornamesas giraban el bambuco, el pasillo y el torbellino en “La música de la región andina colombiana”, al lado de personajes familiares como “Don Ruby” con “La hora de los novios”, o “El ciego de oro” con sus audiciones de tango.
“Trabajar por la cultura nacional,
contribuir a la formación del gusto estético,
dar información absolutamente serena y
desapasionada, que lleve a todos una fiel síntesis
de cuanto en el país y en el exterior sucede…”.
Eduardo Santos, 1940.
Las campañas por los leprosos de Agua de Dios y la venta de colirio para los ojos alternaban con conciertos de estudiantinas, tríos y chirimías en los radioteatros, y con magistrales adaptaciones radio-teatrales de obras literarias por Cecilia Fonseca de Ibáñez, con sus cubrimientos de festivales musicales por toda Colombia y con las grandes orquestas sinfónicas en vivo.
En 1974, Cecilia presentaba en el programa “De viva voz”, a Ernesto Sábato recitando apartes de “Uno y el universo”, y en 1998 Borges se autorretrataba con su “Borges y yo”: “Al otro, a Borges, es a quien le ocurren las cosas. (…) De Borges tengo noticias por el correo y veo su nombre en una terna de profesores o en un diccionario geográfico. (…) Yo vivo, yo me dejo vivir para que Borges pueda tramar su literatura. (…) Nada me cuesta confesar que ha logrado ciertas páginas válidas, pero esas páginas no me pueden salvar, quizás porque lo bueno ya no es de nadie, ni siquiera del otro, sino del lenguaje o de la tradición”.
La misma realizadora adaptó en 1959 “Una gran señora” del argentino Enrique Suárez, y en la cual figuraban Érika Krum, Chela Arias, Julio Jiménez, Francisco José Restrepo y Fabio Camero en un salón de modas de París. Por la historia de la Radio Nacional desfilaron los personajes de “El Zarco” de Don Tomás Carrasquilla, interpretados por Betty Valderrama y un elenco de niños y adultos; “La pasión según San Mateo” de Bach se emitió en directo desde la Basílica Primada, en la Semana Santa de 1954, como los villancicos de la Coral de la Radiodifusora,
dirigidos por Olav Roots y grandes producciones sobre las muertes de Bolívar y del compositor Crescencio Salcedo, en el famoso “Reporter Esso”, iniciado por la Tropical Oil Company en 1957.
En buena medida se ha cumplido la misión que enunciaba el presidente Santos Montejo al inaugurar la Radio Nacional en 1940: “Trabajar por la cultura nacional en todos los órdenes, colaborar con las universidades, colegios y escuelas en intensas labores de enseñanza, contribuir a la formación del gusto estético con programas cuidadosamente preparados, dar una información absolutamente serena y desapasionada, totalmente objetiva, que lleve a todos una fiel síntesis de cuanto en el país y en el exterior sucede…”.
 
El sonido del futuro
Hoy, la Radio Nacional es una emisora distinta en una época distinta. Los acetatos, las radionovelas, las consolas de tubos, la cinta magnetofónica Basf, los tornamesas RCA Víctor, las grabadoras Ampex, el cuarto de utilería de efectos sonoros y la música en vivo, cedieron el puesto a la tecnología de punta para los sonidos del futuro.
Programas muy tradicionales conviven con otros como “Vuelo nocturno”, donde hablan los oyentes de todo el país; “Noche tras noche” (información y música); “Top 20” (las 40 canciones más pedidas en la página web); “Éxitos de la Radio Nacional de Colombia” (las canciones más sonadas en la radio); o “Fiesta Radio Nacional de Colombia” (nuestra diversidad musical).
Paralelamente opera www.fonoteca.gov.co, primer espacio web del país para la consulta de archivos sonoros, resultado del proceso de digitalización que impulsa la Radio Nacional desde 2005.
Contiene: discursos presidenciales y de funcionarios públicos desde 1940; radioteatros desde 1941; entrevistas desde 1944, conferencias, programas musicales e informativos y bachillerato por radio desde fines de 1960 hasta 2004; festivales de música religiosa, clásica, llanera, de gaitas, porro, vallenato, rock, reggae y música indígena, emitidos desde 1975 hasta hoy.
Otro avance es la emisora virtual “Son-Horas”, para la transmisión de programas viejos y nuevos, como “Historia y estética del jazz”, “Festivales Colombianos”, “Análogo digital”, “El túnel del ritmo”, “Fronteras de arena”, “Sólo boleros”, “La música en el cine” y “Delta Radiónica”. En la oferta también hay podcasts, memorias de seminarios realizados por la Fonoteca Nacional y producciones discográficas especiales.
En los 70 años de la emisora en 2010, la Fonoteca realizó la exposición “Nos vemos las carátulas”, con las 116 carátulas más vistosas entre los 27.000 discos de larga duración que posee. Así fue posible encontrarse, de sopetón, en un parque de Bogotá, con el monofónico de Los Tolimenses viajando en burro, con Los Graduados disfrazados como siempre y con Los Speakers habitando la Casa del Sol Naciente. Fue el reencuentro también con la poesía del Indio Rómulo, con las baladas de Mariluz, Harold y Claudia de Colombia, con Luciano y Concholón tocando en el parque de El Retiro a mediados del siglo XX y con el primer trabajo de Aterciopelados. El sitio tiene secciones como “Oídos expuestos”, “La radio en la historia- Historias de onda larga”, “Soñar despierto” o musicalización imaginada, “Experimentos sonoros”, “Así se vive la radio” y “Si lo tiene tráigalo”, donde los oyentes ayudan a recuperar archivos sonoros de gran valor patrimonial.
El transmóvil de Radio Nacional de Colombia sigue emitiendo la queja de la bandola del Mono Núñez en Ginebra (Valle), el duelo de Francisco El Hombre con el Diablo en el Festival de la Leyenda Vallenata y las noticias sobre las tensiones del medio oriente. Como cualquier emisora, su presencia en el aire testifica que la historia es un tejido de los hechos de cada instante y que la radio nos permite comprobar que aún imaginamos 6
 



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