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¡...Qué luto
ni qué carajo, que viva
el Carnaval! |
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Hernando
Guzmán Paniagua - Periodista - elpulso@elhospital.org.co
En 1903, el general Emiliano Vengoechea organizó
en Barranquilla la primera Batalla de las Flores
para celebrar el fin de la Guerra de los Mil Días y así
se reanudó el Carnaval de Barranquilla, suspendido por
el conflicto liberal-conservador. Hoy, en medio de otra guerra,
prosigue este festejo popular, primero de Colombia, declarado
Patrimonio Cultural de la Nación por el Congreso en 2001
y Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad
por la Unesco en 2003.
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La carnestolendas
reúne cerca de dos millones de personas desde el sábado
hasta el martes previos al Miércoles de Ceniza y es tan
alegre como los Pre-carnavales que arrancan con los pitos del
año nuevo, siguen con los Bailes de Carnaval y persisten
en otras épocas del año. Esta fiesta simbólica
de la vida y la muerte, cuenta Antonio Serrudo, viejo barranquillero,
surgió a mediados del siglo XIX, quizá por iniciativa
de vecinos de Santa Marta venidos a La Arenosa, antiguo nombre
de la ciudad. Representaba la prosperidad económica del
café y el añil, que atrajo a blancos, a indo y
afro-descendientes que poblaban las riberas del río Magdalena.
El folclorólogo Guillermo Abadía Morales dice
que el carnaval más ruidoso de fines de siglo fue en
1892, presidido por Enrique de Castro. |
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La primera
mención del Carnaval fue una denuncia ante el Virrey
Ezpeleta por los escándalos que suscitaba. Las autoridades
españolas en 1693 hablaron de un tablado donde los negros
africanos competían artísticamente por sus países
de origen, y en 1780 ordenaron el cierre de cabildos congos,
mandingas y carabalíes, ante la algarabía de sus
toques de tambor.
Bando real vs. Bando popular
Toña Vengoechea de Silva y Rodolfo Abello (Diario
del Caribe, 20 de enero/73) dicen que cuando la autoridad civil
y la Iglesia permitieron el festín, el Ayuntamiento promulgó
su reglamento mediante el Bando oficial en la Placita de San
Nicolás, de donde partía el primer paseo de coches
engalanados por la calle Real hasta la esquina de la Loma de
la Cruz Vieja, inicio posterior de la Batalla de Flores. |
Como parodia, en el satírico bando
popular, los poetas hacían decretos en solfa, disfrazados
de pregoneros coloniales, de arlequines o de payasos. Se ataba
en la Vara Santa a los transeúntes que violaban la
orden de salir todos disfrazados. Anota Abadía Morales:
La tradición festiva del bando se fue perdiendo
poco a poco, porque el carnaval, parece una paradoja, se fue
enseriando demasiado y deplora que por más de
30 años, se olvidó el protocolo bufo del Bando,
y al tiempo desaparecieron la Vara Santa, las Anilinas, los
Pasaportes, los balcones y las calles vestidas.
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El 20 de enero
es fecha mágica en los
carnavales costeños.
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En 1888
nació el Rey Momo, contraparte masculina
de la Reina del Carnaval. La primera de éstas fue Alicia
Lafaurie Roncallo en 1918, y en 1923 se instituyó el
reinado. |
La Guacherna, certamen
vital que data de 1974 y rescata la tradición de cumbiambas
y tamboras nocturnas, dos viernes antes del Sábado
de Carnaval, fue revivida por la compositora y cantante
Esthercita Forero.
El cronista Andrés María Revollo, atribuye la
invención de Joselito, símbolo de
la alegría del festín, y quien "muere"
el último día, cansado y enguayabado", para
"resucitar" al año siguiente en el Sábado
de Carnaval, al auriga o cochero Nicolás
Ariza, uno de los primeros liberales sublevados el 20 de octubre
de 1899 en la Guerra de los Mil Días. |
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Él
salía el martes de carnaval vestido de mujer de luto,
llorando a Joselito Carnaval, un muñeco con
cara de difunto. Su entierro revive la tradición romana
de arrojar al río al dios Saturno. En el barrio Abajo
o en la Plaza de la Paz, un encuentro nocturno de letanías,
hace mofa en versos a los asuntos de la actualidad local, nacional
e internacional; igual que las Comedias, burlan hechos trascendentes
de la vida, como la Commedia dell´arte italiana. |
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El Carnaval, goce
total, es contrapunto de la severa cuaresma cristiana. Abadía
Morales pone en su origen mitológico a los sempiternos
adoradores de Baco, el dios que enseñó a los hombres
a plantar la viña (el Dionisos griego), a las fiestas
y cantos burlescos de bacantes, sátiros, silenos, ninfas
y pastores, y a las comparsas de Epicarno y Cratino; unos y
otros, quebrantan las normas cotidianas e invierten las jerarquías
de las personas en la sociedad. Por ello, la ropa habitual se
troca en disfraces coloridos donde el rico aparece como
mendigo, el bello como feo, el rey como esclavo, o el hombre
como mujer. |
Por ello califica el carnaval
como la alegría a través de la despersonalización.
Así no es rara la inclusión del Desfile Gay.
La fauna danzante
Aportación sinigual del pueblo es la compleja
fauna danzante: los bailarines imitan los atributos de caimanes,
elefantes y tigres africanos, perros, gatos, conejos, culebras,
monos, pájaros, toros, la Burra Mocha, o la Marimonda
-mitad mono y mitad elefante-, que recuerda a un pobre que
hace tiempo se disfrazó poniéndose el saco y
el pantalón al revés.
La Fundación Voz Infantil-Hola Juventud rescata en
el Carnaval de los Niños, prácticas de 1876;
el Padre Pedro María Revollo sitúa en esa época
el origen de la piñataactual (del italiano
pignata=olla).
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El primer domingo
de Cuaresma, un magnate del pueblo rompía la vasija llena
de dulces, remembranza de una mascarada. Muy tradicionales son
también el Baile de Mosquitos, para niños de uno
a 6 años y los Paco Pacos (6 a 12 años) en el
Club Barranquilla.
En La Cumbiamba, verdadera reina del carnaval, con su amoroso
galanteo, las mujeres de pollera en el círculo exterior
y los hombres en el interior, giran en sentido contrario a las
manecillas del reloj, en una negación alegórica
del tiempo. Antaño, en la Gran Cumbiamba se danzaba desde
las 6:00 de la tarde hasta las 5:00 de la mañana, al
pie de la bandera roja cuando las campanas de la iglesia tocaban
a fin de la fiesta, y frente a casas como la del filántropo
Esteban Márquez, quien tiraba velas, botellas de ron
y monedas de oro a los bailadores.
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El Garabato
simboliza los opuestos de vida y muerte. Abadía lo asocia
con Juan de la Cruz Calvo, viejo currambero muy flaco que se
disfrazaba similar a la muerte actual, con una linterna en una
mano y la guadaña en la otra, atuendo característico
de las danzas macabras medievales de Cuaresma. El primer Diablo
fue un señor Arias según el experto Berdugo Escobar,
con espuelas y puñales en los tobillos. El Congo, en
sus variantes de baile de casa y baile de marcha, es una danza
africana de origen guerrero. El sensual mapalé, el más
tradicional de los bailes del Carnaval, fue un antiguo baile
de labor que devino en ritual amatorio. El Son de Negro, coreografía
con coplas, alegoría de la burla de los esclavos en vísperas
de las fiestas de sus amos, fue en principio una danza masculina
de las riberas del Canal del Dique.
Corralejas y caimanes
El 20 de enero es fecha mágica en los carnavales
costeños. En el siglo XIX, era el Día de San Sebastián,
cuando se promulgaba el Bando que reglamentaba el Carnaval,
hoy es el inicio de los Bailes de Carnaval, celebrados dos días
a la semana. En Ciénaga (Magdalena) nació la Danza
del Caimán: a las 12:00 de la noche, grupos de personas
con tamboras, cañas de millo, guacharacas y otros instrumentos
danzan en las calles con un caimán de cañas de
guadua y papel, recordando a la niña Tomasita Bojato
que murió ahogada en el mar, un 20 de enero, en su cumpleaños;
según la leyenda, se la comió un caimán.
Ni qué decir de Las Corralejas, fiesta folclórica
primordial de Sucre, que se abren el 20 de enero en Sincelejo. |
Aportación sinigual
del pueblo es la compleja
fauna danzante: los bailarines imitan los atributos
de caimanes, elefantes y tigres africanos, perros,
gatos, conejos, culebras, monos, pájaros, toros,
la Burra Mocha, o la Marimonda -mitad
mono y mitad elefante-.
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Esta tradición
española donde el toro es animal sagrado e ícono
del poder y la fuerza, data de 1914 en Montería (Córdoba).
En principio no era diversión sino tarea didáctica,
para enseñar a indios y negros el manejo del ganado y
del caballo. En Sincelejo, las primeras corridas fueron en octubre
de 1845 en honor del patrono San Francisco de Asís; luego
se trasladaron a la fiesta aniversaria de enero. El festejo
Del Dulce Nombre de Jesús, comienza con el
Veintenerito, desfile de niños en caballos
de palo, acompañados de comparsas y grupos folclóricos.
Garrocheros, banderilleros, capoteros y manteros lidian 40 toros
durante seis días, al son de bandas de vientos. Se remata
con El Fandango, baile colectivo y reinado popular.
El Carnaval de Barranquilla se amalgama con tradiciones de pueblos
del interior, como Gamarra, donde las gentes se lanzan agua
en todo sitio y horario. Una versión peculiar se da en
Mompós (Bolívar) con comparsas como Los
Coyongos, Los Goleros y La Conquista;
no falta La Muerte, que se lleva a un zapatero que
sólo comía casabe, queso y plátano maduro.
Alegoría de la muerte por hambre en muchos hogares del
país, que junto con la violencia reinante, no logran
arredrar el espíritu festivo del colombiano, ese que
opone al fragor de las balas mil batallas de flores. Por eso,
en Barranquilla, donde llaman popularmente al Diablo Pindanga,
el famoso locutor y periodista Marcos Pérez Caicedo decía:
«¡Se murió Pindanga, qué luto ni qué
carajo, que viva el Carnaval!». |
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