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Reflexión
del mes
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Ciencia
es
un lenguaje bien
hecho
Étienne Bonnot, abate de Condillac (1715-1780),
filósofo materialista y sensualista, y economista
francés. Sus obras más importantes, Ensayos
sobre el origen de los conocimientos humanos (1746)
y Tratado de las sensaciones (1754), defienden la sensación
como único origen del conocimiento.

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La Ley 1122 de 2007, pese a no ser en sí misma una
gran reforma al sistema de salud y reunir varias inconsistencias
en su texto y reivindicaciones de varios gremios, de todos
modos dio lugar a varias esperanzas para mejorar el sistema
e incluso abrió ciertas válvulas de escape que
al fin de cuentas pudieran dar lugar a una reforma estructural,
como se está viendo con la interpretación de
la Corte Constitucional.
Una gran esperanza era contar con una Comisión de Regulación
en Salud -CRES-, conformada por dos ministros y cinco expertos
con dedicación exclusiva, con presupuesto propio y
autonomía administrativa. Se esperaba así que
el sistema estuviera guiado por un organismo con capacidad
analítica y técnica, muy desprendido de los
intereses gremiales y políticos, y con dedicación
permanente a la problemática del sistema.
Sin embargo, esta esperanza se desvanece y la frustración
toma fuerza en medio de la desazón que causa el sistema
político, el descrédito del Legislativo y el
enfrentamiento de los poderes Ejecutivo y Judicial. Es así
como luego de cerca de dos años de aprobarse la Ley
1122 aún no se ha conformado la CRES, y el gobierno
parece haberse propuesto sacar primero por su cuenta una serie
de medidas que se le asignaron a la Comisión, como
el manual tarifario y la redefinición del POS, lo que
da una mala señal del crédito que el gobierno
le dará al organismo y la independencia que está
dispuesto a concederle.
Además de lo anterior, en junio pasado el gobierno
expidió el decreto 2277 para reglamentar la designación
de los comisionados expertos. Con este decreto, así
él pueda deberse a cierta falta de claridad o contundencia
de la Ley 1122, el propósito inicial se ha degenerado,
y si bien por fin se logre dar a la luz a la Comisión,
el tortuoso alumbramiento puede dar lugar a un engendro que
traiga más problemas de los que hoy tiene el sistema.
Basta con señalar que este decreto parece ofrecer una
mera colombina para repartir entre cien niños desnutridos,
pues luego de permitir que todas las entidades u organizaciones
que quieran presentar ternas al Presidente de la República
realicen convocatorias públicas de méritos con
tal fin, se deja claro que el Ejecutivo designará a
los 5 comisionados libremente.
Curiosamente, mientras la Ley 1122 exige que los comisionados
expertos tengan al menos título de maestría
y una experiencia de 10 años en su área, a las
entidades que realizarán los supuestos concursos de
méritos el decreto 2277 solo les ...pide estar conformadas
al menos seis meses antes de la solicitud de registro para
realizar el concurso, o sea en el primer semestre de este
año, haber desarrollado su objeto en ese período
y contar con un número representativo de asociados;
no es claro cómo una entidad u organización
está capacitada para realizar un concurso de méritos,
y seguramente muy pocas de ellas han hecho algo así
en su vida o en su corta vida institucional. De todos modos,
en desarrollo de este decreto, el Ministerio de la Protección
Social acaba de presentar la lista de entidades que pueden
hacer concursos, para un total de 26, entre las que se cuentan
asociaciones científicas, asociaciones de profesionales,
los gremios que hoy tienen presencia en el Consejo Nacional
de Seguridad Social en Salud, asociaciones de pacientes y
hasta algún centro de investigación que no sabe
uno cómo puede ser representativo.
Así las cosas, si estas 26 entidades realizan concurso
público de méritos, lo que comprende un examen
de la hoja de vida, un examen de competencias y una entrevista,
las posibles ternas sumarían decenas de elegibles para
que al final el Presidente designe libremente a los 5 comisionados.
¡Otra frustración! De todos modos, es bueno mantener
la esperanza y por eso todos los aspirantes a realizar estos
concursos deberían más bien ponerse de acuerdo
en confiar en personas con grandes cualidades académicas
y morales para que conformen una Comisión que trace
el futuro del sistema, con un claro sentido de interés
público.
Entre los nombres que se me ocurren, ninguno de los cuales
seguramente pasaría por un concurso de méritos
pues no sería fácil que ellos mismos creyeran
en sus evaluadores o sencillamente no les interesa, pero confiemos
en que la discrecionalidad del Presidente permita designarlos,
están los siguientes: Saúl Franco, profesor
de la Universidad Nacional; Diana Pinto, profesora e investigadora
de la Universidad Javeriana y de Fedesarrollo; Jaime Ramírez,
ex integrante del Programa de Apoyo a la Reforma y profesor
de la Universidad Javeriana; y Rodrigo Uprimny, destacado
jurista y profesor de varias universidades.
¡No perdamos la esperanza!
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Bioética
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¡Primicia
informativa!
Ramón
Córdoba Palacio, MD - elpulso@elhospital.org.co |
¡Primicia informativa!, es el anuncio que se hace generalmente
acompañado de alguna llamativa fanfarria para despertar
al máximo la atención de los oyentes o de los
televidentes. Y lo que se revela se fundamenta en que la función
de la prensa es informar y que lo revelado es verdad; a veces,
a modo de explicación no solicitada, se agrega -citando
la Sagrada Escritura- la verdad os hará libres.
Infortunadamente en ese momento y con más frecuencia
de lo conveniente, los periodistas pierden el sentido profundo
de su misión y se dejan seducir por el brillo de la
chiva, por el afán de ser los primeros,
y olvidan la más necesaria de las virtudes: la prudencia.
La misión de los periodistas es fundamentalmente contribuir
con su labor a formar conciencia de la realidad que vive una
comunidad, llámese ésta nación, ciudad,
etc., y para ello, sin lugar a dudas, la revelación
de lo que ocurre, de la verdad, es un elemento
clave. Pero, no podemos olvidar que de tejas abajo esa verdad
puede tener diferentes interpretaciones según el punto
de vista de quien juzga, es decir, tiene al interpretarse
un elemento subjetivo que obliga, inexcusablemente, a ser
prudentes al revelarla para no dañar a otros, para
no perjudicarlos en su honra, en sus bienes, para no poner
en peligro su existencia.
La labor del verdadero periodista va más allá
de simplemente informar como lo hace un testigo ocular que
relata subjetivamente lo que vio, información que sin
duda contribuye al conocimiento de una realidad pero que no
necesariamente tiene como función esencial educar,
contribuir a formar conciencia de una realidad. El periodista
informa pero debe hacerlo teniendo presente que su función
primordial es, como he dicho reiteradamente, formar conciencia
de una realidad lo más próxima posible a la
verdad plena, a una verdad que no puede humanamente dejar
de tener visos de subjetividad, porque aunque la verdad ontológicamente
es una y sólo una, en los hechos terrenales no es posible
anular la subjetividad. No quiere decir lo anterior que toda
acción sea éticamente aceptable, pues sólo
lo es la que busca el Bien total del ser humano, el de cada
persona y el de todas las personas. No propongo un relativismo
ético, que es siempre reprobable, sino que llamo la
atención sobre la responsabilidad de suministrar una
noticia sin un severo examen para saber si se inspira en el
deseo de contribuir al Bien pleno, como lo expresé
antes, o si sólo se hace por el afán de ser
el primero, por el afán de dar la chiva.
El Diccionario de la Lengua Española, el de la Real
Academia, trae entre las acepciones del vocablo informar una
pertinente al tema que tratamos: [tr.]ant. fig. Formar,
perfeccionar a uno por medio de la instrucción y buena
crianza. Sí. Perfeccionar a uno por medio
de la instrucción y buena crianza es, en otras
palabras, educar -y vale la pena recalcar en buena crianza,
es decir, con honestidad-, lo que obliga al educador a tener
prudencia, la virtud de los verdaderos sabios.
Prudencia: saber qué digo, por qué lo digo,
a quién lo digo, cómo lo digo y cuándo
lo digo; saber qué callo, por qué lo callo,
ante quién lo callo, cómo lo callo y cuándo
lo callo.
Señores periodistas, cierto que tenéis muchos
derechos, pero no olvidéis que cada derecho implica
uno o más deberes. Primero los deberes y luego los
derechos es hacer el Bien a cada ser humano y a todos los
seres humanos.
¡No olvidemos que el fin, por bueno que sea, no justifica
nunca los medios!
Nota: Esta sección es un aporte del Centro Colombiano
de Bioética -Cecolbe-
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