MEDELLÍN, COLOMBIA, SURAMERICA No. 255 DICIEMBRE DEL AÑO 2019 ISNN 0124-4388 elpulso@sanvicentefundacion.com icono facebook icono twitter

Globalización de capitales en la salud de los colombianos

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Siempre ha existido en el país un cierto temor frente a la posibilidad de que empresas extranjeras puedan incursionar en la salud como inversionistas, ya sea en el aseguramiento, o en la prestación de servicios. Los llamados de atención se han centrado en los peligros que acarrearía perder la soberanía nacional sobre la salud, en la medida que, como es apenas lógico suponer, estos capitales pretendan recuperar los dineros invertidos con rendimientos rápidos, captar los recursos del sistema, trasladar las utilidades al extranjero sin que se reinviertan en Colombia, buscar posiciones dominantes a través de prácticas comerciales agresivas y apalancadas en un músculo financiero por fuera de los alcances de las empresas nacionales, entre otros riesgos, que si bien pueden situarse en el mundo de las especulaciones, también es cierto que son reales.

Es evidente que el ejercicio de la práctica médica, con todas las profesiones paralelas, siempre ha tenido un interés económico por quienes la ejercen. Históricamente, se pueden encontrar en nuestro medio, muchos galenos rodeados de un gran altruismo, pero detrás siempre existió también un lucro que precisamente les permitía dedicarse a brindar servicios sin cobro a los más necesitados, en otras palabras sus ganancias posibilitaban su caridad.

En el desarrollo de los sistemas de salud y la aplicación de diferentes modelos, se aprecian dos tendencias básicas, una de ellas permite que la inversión privada con sus leyes del mercado opere en el sistema, la otra privilegia la acción desde el estado como financiador y gestor integral de la salud, pero aun en este último caso, los recursos terminan fluyendo hacia privados, sean empresas, médicos y talento humano, que se benefician, en mayor o menor medida, con los dineros de la salud, e incluso el tema comercial se facilita en la medida que hablamos de un solo “cliente”, el estado.

Con la globalización de la economía, y la facilidad y apertura de fronteras para que los capitales circulen, una consecuencia natural es que la salud haya entrado en el radar de quienes quieren expandir sus negocios en cualquier latitud del mundo. Hasta acá el tema podría verse como una característica más del capitalismo del siglo XXI. El asunto es que la salud debe ser considerada como un derecho fundamental e innato al desarrollo y bienestar de los seres humanos, y es en esa línea de análisis, donde cabe preguntarse hasta qué punto la inversión de capitales debe dejarse fluir como en cualquier otro sector de la sociedad. No es lo mismo explorar pozos petroleros, que atender, curar y prevenir la enfermedad.

La inversión transnacional en salud debe regularse más allá de unos parámetros formales que permitan la circulación de capitales. Deberían existir lineamientos claros frente a la experticia, la idoneidad, la calidad, y la permanencia en el tiempo. Los capitales golondrina no pueden ser aceptados porque desfiguran el panorama real del sector, y es la especulación su centro de acción.

Pero además, permitir la inversión en salud debe guiarse por criterios de calidad que generen el desarrollo de las instituciones nacionales. En este punto, la transferencia de conocimiento y de buenas prácticas debe ser un objetivo de la mayor importancia. Si bien el área de la salud en Colombia ha alcanzado logros significativos en cuanto a su capacidad de gestión, es innegable que cada día se puede aprender de otras experiencias, y si estas se trasladan al territorio nacional, las ganancias serán innegables.

Si bien es difícil plantear que en las actuales economías existan sectores vetados para los inversionistas, si es evidente que la sensibilidad estratégica de algunos sectores exige que para ellos se tengan condiciones especiales para ser autorizadas. La rectoría del sistema de salud debe tener dentro de sus funciones la vigilancia de quienes y con qué tipo de prácticas llegan al país.


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