MEDELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 6    NO 85  OCTUBRE DEL AÑO 2005    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co






 

 

Arte del teatro para disfrutar
José Xedroc, escritor y salubrista - elpulso@lhospital.org.co
En estos días se han dado en Colombia importantes episodios para el teatro: Mientras uno de los grupos pioneros en Colombia, el Pequeño Teatro de Medellín cumplía 30 años de labor, en Manizales se celebraba con éxito la XXVII versión de su festival de teatro, el más antiguo de Latinoamérica. Y el legendario mimo Marcel Marceau, visitó en su última gira a nuestro país
 
Pequeño Teatro:
Treintañero maduro y lleno de vida
Al Pequeño Teatro se ingresa a las 7 p.m. a las infaltables funciones de clásicos de la dramaturgia universal, sin pagar un peso; sólo a la salida, los actores le recuerdan al asistente que están haciendo su trabajo y que agradecen los aportes de la concurrencia. ¿Quién no se rasca el bolsillo? El creativo procedimiento surgió hace tres años como necesidad ante la dificultad de tener un público para esa dimensión desconocida que es el teatro para tantas personas. Y a fe que lo han logrado: 250 mil espectadores en este período. En las noches de lunes a sábado desfilan viejos prosélitos del lugar junto a neófitos que se le midieron a perderle el miedo al teatro,
estudiantes universitarios, intelectuales o simples transeúntes. Incluso alguien del sector salud. Cualquiera puede llegar allí.
El promotor
Rodrigo Saldarriaga demuestra a simple vista ser un enamorado de su trabajo y un hombre que persiste en el compromiso social de la gente de su generación. Esta combinación le arrastró por los caminos del teatro en una ciudad sin tradición en temas de arte y cultura.
Inició esa pasión en la universidad pública, en una época donde el teatro era algo distante e irreal en Colombia, con los primeros grupos del legendario Jairo Aníbal Niño por allá a finales de los años 60's. Ya independiente de su maestro, Saldarriaga funda en 1975 el Pequeño Teatro junto a un grupo de actores con quienes ha montado 60 espectáculos en estas tres décadas. En 1987 se pasan a la primorosa casona que actualmente ocupan, en el centro de Medellín, 3.000 m2 de moderna infraestructura teatral, incluidas dos salas para 600 personas.
“Se puede pintar a la naturaleza, o tomar sus sonidos para hacer música, o hacer escultura geométrica, pero el teatro siempre trata del ser humano”
Rodrigo Saldarriaga
Por qué insistir con el arte…
La patética idea de pauperizar al arte es arraigada en nuestra mentalidad subdesarrollada. Un destacado bailarín, escritor, actor de teatro o músico, es un mimado de cualquier sociedad que aspire a algo.
Rodrigo Saldarriaga
A nosotros nos encanta ver a los artistas mendicantes y los tenemos dentro de los absurdos estereotipos de “verdadera vocación”. Esto y la irresponsabilidad del Estado, han arrastrado a muchas entidades de la cultura a indeseables debacles que recordamos con el maestro Saldarriaga: las orquestas sinfónicas de Antioquia y de Colombia, el Teatro “La Comedia” en Bogotá (cuyo salvamento casi arrastra a la quiebra al “Teatro Libre”, ambos privados), el museo galería “La Tertulia” o los invaluables archivos fotográficos de Medellín que tuvieron que ser salvados por la Biblioteca Pública Piloto.
Y así, la iniciativa de los artistas sustituye el papel del Estado en la difusión de la cultura (bien preferente meritorio, no se olviden los burócratas), ante la indolencia de la municipalidad y la incapacidad de un Ministerio de Cultura, por lo menos, distante. “Esto ha sido construido contra el mundo, quitándole migajas a las administraciones públicas”. Pero no le gusta que le traten de quijotesco: “La continuidad, la permanencia, son necesarias en cualquier oficio, no sólo en el nuestro”
El maestro cree que el arte es un piñón más que ayuda a la transformación social (aunque no sea el más fuerte), pero sobre todo cree que es capaz de producir transformaciones en las personas al abrirles nuevas perspectivas. Y al teatro en particular le endilga el carácter inequívocamente humano: “Se puede pintar a la naturaleza, o tomar sus sonidos para hacer música, o hacer escultura geométrica, pero el teatro siempre trata del ser humano”. Como la medicina.
 
XXVII Festival de Teatro de Manizales
350 actores, pertenecientes a 33 compañías de 10 países (Argentina, España, Eslovenia, Rusia, Estados Unidos, Ecuador, Perú, Guatemala, Puerto Rico, Bolivia y Colombia), se hicieron presentes en la XXVII edición del Festival Internacional de Teatro de Manizales. Se hicieron presentaciones de teatro, danza contemporánea, música escénica y artes circenses, para un total de setenta funciones.
Los primeros pasos
El Festival Internacional de Teatro de Manizales, el más antiguo que se realiza en América Latina, convocó en sus orígenes grupos de teatro universitario latinoamericano y a connotados intelectuales que marcaron la historia del evento: Pablo Neruda, Miguel Angel Asturias, Ernesto Sábato, Alfonso Sastre, Mario Vargas Llosa, Jerzy Grotowsky, Jack Lang, entre otros destacados escritores y dramaturgos que animaron las veladas escénicas durante las primeras ediciones, en las que Manizales fue conocida como “La Meca del Teatro”.
Más de 700 Compañías de 40 países conforman la gran tradición teatral de este festival. Una tradición que ha sido reconocida por diversas organizaciones en el continente, con incontables premios y reconocimientos, recientemente el ser declarado Patrimonio Cultural de la Nación (Ley 907 de 2004). El Festival debe su éxito a una alianza consolidada entre sector público y sector privado, entre sector académico y sector artístico, entre sector social y sector económico.
La versión 2005
Dentro de las presentaciones más destacadas del pasado mes estuvieron la de la compañía norteamericana de Maureen Fleming con “La Caída del Ángel”, un aplaudido performance inscrito en la línea experimental de la artista sobre la danza butto; y la compañía vasca De Abru Beltzak con “Les tambours de feu” (Los tambores del fuego), un montaje de luces y colores combinado con efectos visuales y musicales. También aparecieron personajes salidos de las mismas páginas de Don Quijote de Cervantes (“Quijote”, de Imprebis, España), o “El Alquimista” de Paulo Coelho (compañía Coribantes, Puerto Rico), Milán Kundera (“Desvío 2”, de la Universidad Católica del Perú) y otros infaltables de la literatura y el arte escénico, sumados a espectáculos donde la danza contemporánea se mezcló con el folclor (“Al andalus” de la Compañía Color Danza, España). El dramaturgo José Sanchís Sinisterra, referente obligado del teatro español contemporáneo, con su última propuesta, 'Flechas del ángel del olvido', fue uno de los más esperados y aplaudidos.
 
Última gira de
Marcel Marceau
pasó por Colombia
El reconocido mimo francés Marcel Marceau (n. 1923), considerado uno de los más importantes mimos de toda la historia, se presentó en septiembre pasado en las ciudades de Bogotá y Medellín en su anunciada última gira, con lo mejor de su espectáculo y clásicos mimodramas como “El Pajarero”, “Las Manos y la Máscara”. También se hizo presente BIP, su personaje más famoso, recreando diferentes situaciones de la vida cotidiana.
Ocioso lector
¿Quién diablos es “Lolita”?
El apelativo “Lolita” se ha venido convirtiendo en un tópico, o sea, un lugar común convertido en un cliché fijo y admitido en esquemas formales o conceptuales (como cuando se habla de un “Don Juan”, un “Quijote” o un atributo “kafkiano”). El arraigo popular de esta expresión es enorme: Hay al menos una telenovela colombiana, una canción de pop y un reinado de “teens” en España, que lo han utilizado recientemente. La perversa atracción masculina hacia las jovencitas (instinto non sancto mucho más divulgado que confesado), ha hecho de este cariñoso hipocorístico casi un paradigma. Pero a todas estas, ¿quién diablos es “Lolita”? ¿De dónde salió la idea de darle esta perturbadora denominación a las púberes?
Pues la idea surge de la reconocida novela “Lolita” (1955), obra cumbre del ruso Vladimir Nabokov. El protagonista, el profesor Humbert Humbert, seudónimo del supuesto presidiario que escribe sus memorias, se enamora obsesivamente de su hijastra huérfana Dolores Haze, Lolita, una “nínfula” según su peculiar locución, con quien comparte una aventura amorosa y épica recorriendo todo Estados Unidos.
Nabokov (1899-1977), considerado como una de las principales figuras de la literatura universal, tuvo dos etapas en su vida, ya que durante la primera mitad vivió en Europa y escribió en ruso, y durante la segunda, ya maduro, se trasladó a Estados Unidos y escribió en inglés. “Lolita” pertenece a esa segunda etapa y trata un tema tabú, demasiado atrevido para el ambiente reaccionario del “Bible Belt” norteamericano, lo que a la larga catapultaría su éxito y le haría explicar a su vez en el posfacio que el libro no era una autobiografía, que no hacía un panegírico del protagonista y que era simplemente una obra de ficción.
Aclaración: Las películas de Stanley Kubrick (1962) y Adrian Lyne (1998) sobre la novela, no han convencido ni a los más complacientes. Y quizá sea imposible sacarle un buen filme a un libro que tiene su mayor riqueza en su lenguaje cítrico y juguetón. Hay que leerlo. Simplemente invito a empezarlo: “Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas, mi pecado, mi alma"…
400 años de “Don Quijote”

“La felicemente
acabada aventura de los leones”
“Apeaos, buen hombre, y, pues sois el leonero, abrid esas jaulas y echadme esas bestias fuera, que en mitad desta campaña les daré a conocer quién es don Quijote de la Mancha (…)
Visto el leonero ya puesto en postura a don Quijote, y que no podía dejar de soltar al león macho, so pena de caer en la desgracia del indignado y atrevido caballero, abrió de par en par la primera jaula, donde estaba, como se ha dicho, el león, el cual pareció de grandeza extraordinaria y de espantable y fea catadura.
Lo primero que hizo fue revolverse en la jaula, donde venía echado, y tender la garra, y desperezarse todo; abrió luego la boca y bostezó muy despacio, y, con casi dos palmos de lengua que sacó fuera, se despolvoreó los ojos y se lavó el rostro; hecho esto, sacó la cabeza fuera de la jaula y miró a todas partes con los ojos hechos brasas, vista y ademán para poner espanto a la misma temeridad. Sólo don Quijote lo miraba atentamente, deseando que saltase ya del carro y viniese con él a las manos, entre las cuales pensaba hacerle pedazos. Hasta aquí llegó el extremo de su jamás vista locura. Pero el generoso león, más comedido que arrogante, no haciendo caso de niñerías, ni de bravatas, después de haber mirado a una y otra parte, como se ha dicho, volvió las espaldas y enseñó sus traseras partes a don Quijote, y con gran flema y remanso se volvió a echar en la jaula (…)”

El pasado mes de septiembre se presentó en Nueva York el festival anual de cine “LatinBeat”, que no tiene carácter competitivo, con una cartelera de una veintena de películas de 9 países de la región y una retrospectiva del legendario actor argentino Federico Luppi, recordado en nuestro medio por “Martín (Hache)” y “Lugares comunes” (2002) ambas de Adolfo Aristaraín y por “Men With Guns”, de John Sayles (EU, 1997). Esta será la primera edición del festival LatinBeat que tendrá carácter itinerante y se exhibirá en varias ciudades de Estados Unidos. El festival presentó por Colombia “Perder es cuestión de método”, de Sergio Cabrera, basada en una novela de Santiago Gamboa, y “El Rey”, de Antonio Dorado. Buena oportunidad para mostrar, en la cuna del cine y frente a industrias tan desarrolladas como las de España, Méjico, Argentina y Cuba, lo que parece un lenguaje cinematográfico propio ya más consolidado.

"The S Files/The Selected Files” -nombre de la Bienal del Museo del Barrio que se clausura el 29 de enero de 2006, único de Nueva York dedicado al arte hispano-, ha revelado este año que el arte llamado latino resulta cada vez más difícil de identificar y clasificar. Ideada en 1999, la exposición busca capturar la energía de artistas innovadores y apoyar a creadores emergentes, en particular los más comprometidos con el vértigo que marcan las manecillas del reloj: En esa línea se inscribe el trabajo de artistas como David Cabrera, cuyas pinturas trasladan al lienzo los estampados de telas, y el dúo Caraballo-Farman, con una simple pero poderosa filmación que presenta a vendedores callejeros en Buenos Aires. Se destaca también el 'nomadismo' en las obras de los mejicanos Graciela Fuentes y Diego Medina Rosas, así como los 'meta-paisajes' de Fay Ray, el puertorriqueño Chemi Rosajo Seijo, la mejicana Nicola López, y la venezolana Alejandra Villasmil. Entre los colombianos se destaca Carlos Motta.



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