MEDELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 5    NO 49   OCTUBRE DEL AÑO 2002    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co

Trasplantes

Con motivo del reciente trasplante de laringe realizado en el Hospital Universitario San Vicente de Paúl, creemos interesante hacer esta nota sobre el tema de los trasplantes, como quiera que cada día se convierte en un procedimiento de más importancia en el tratamiento de algunas enfermedades.
Estos procedimientos médico-quirúrgicos llevan ya algún tiempo de realizarse en el mundo, y dada la connotación de los mismos y el largo proceso investigativo, ha permitido que la legislación expedida sobre el tema, consulte la realidad científica, facilitando así el ejercicio de estos procedimientos.
Es fundamental en éste, como en todos los casos de atención en salud, una clara conciencia del alcance del procedimiento para el donante -cuando se trata de una persona viva- y para el receptor o para los familiares del fallecido cuando es éste el donante; en otras palabras el tema del consentimiento informado es también fundamental en estos eventos, en especial lo relacionado con el significado de la muerte cerebral, pues no siempre será fácil aceptar que esta es diferente a la cesación de la actividad cardiorespiratoria.
Sobre este aspecto se manifiestó su Santidad el Papa Juan Pablo II, en agosto de 2000, cuando expresó:
"El reconocimiento de la dignidad singular de la persona humana implica otra consecuencia : los órganos vitales singulares solo pueden ser extraídos después de la muerte, es decir, del cuerpo de una persona ciertamente muerta..."
"Pero, la experiencia humana enseña también que la muerte de una persona produce inevitablemente signos biológicos ciertos, que la medicina ha aprendido a reconocer cada vez con mayor precisión. En este sentido, los criterios para certificar la muerte, que la medicina utiliza hoy, no se han de entender como la determinación técnico-científica del momento exacto de la muerte de una persona, sino como un modo seguro, brindado por la ciencia, para identificar los signos biológicos de que la persona ha muerto realmente...”
Frente a los actuales parámetros de certificación de la muerte, sean los signos encefálicos o sean los más tradicionales signos cardiorespiratorios, la Iglesia no hace opciones científicas...
Desde esa perspectiva, se pude afirmar que el reciente criterio de certificación de la muerte antes mencionado, es decir, la cesación total e irreversible de actividad cerebral, si se aplica escrupulosamente, no parece en conflicto con los elementos esenciales de una correcta concepción antropológica.
Es decir: está aceptado por todos y avalado por la iglesia católica, que la muerte de una persona se produce con la cesación de la actividad cerebral, superando así las dudas y expectativas que se generan frente a este hecho. Así las cosas, se dilucidan todas las posibles dudas sobre el tema. Es entonces necesario que esto sea conocido por todos y aceptar como lo afirma el Papa, la decisión de ofrecer, sin ninguna recompensa, una parte del propio cuerpo para la salud y bienestar de otra persona.

 

 









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