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Reflexión del mes
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Las malas leyes
hallarán siempre, y contribuirán a formar,
hombres peores que ellas, encargados de ejecutarlas
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Concepción
Arenal (1820 1893). Periodista, abogada, escritora y socióloga
española, de actitud combativa ante las injusticias de
su época, autora de diversos libros entre los que destacan
Beneficencia, filantropía y caridad (1861), Estudios
penitenciarios (1877) y La mujer del porvenir (1884). Uno de
los aspectos más progresistas es su consideración
de la mujer como ser humano marginado a quien hay que ayudar,
estimular y respetar, educándola en la dignidad de su
propia condición.
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XVII Reunión de
Alanam
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Gustavo
Malagón-Londoño Vicepresidente Academia Nacional
de Medicina - elpulso@elhospital.org.co |
Instalación de la XVII Reunión
de Alanam, con asistencia de la directora de OPS, Mirta Roses
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La Academia Nacional de Medicina
de Colombia fue el anfitrión de la Asamblea de Alanam
(Asociación Latinoamericana de Academias de Medicina),
fundada en 1967 por el doctor Gonzalo Esguerra Gómez,
quien fue además su primer presidente. El presidente
actual es el doctor Zoilo Cuéllar Montoya. A esta reunión
celebrada entre el 23 y el 25 de febrero concurrieron 22 delegados
de 12 países iberoamericanos, y fue inaugurada por la
doctora Mirta Roses, Directora de la Organización Panamericana
de la Salud.
Cuando la Academia Nacional de Medicina de Colombia estudia
a fondo el tema de la formación del médico del
futuro, da respuesta a la afortunada iniciativa del Consejo
Directivo de la Alanam preocupado en este importante aspecto.
La XVII Reunión de la Alanam centró su agenda
en el tema Educación Médica, por cuanto
coinciden todos los países en la necesidad de revisar
los programas actuales de formación profesional e introducirles
los ingredientes fundamentales del cambio que exigen las circunstancias
sociales, económicas, políticas del momento, y
especialmente ante la necesidad de ajustarse a los nuevos esquemas
de la seguridad social, pero sobre todo, ante la urgencia de
frenar la deshumanización y de asumir con lógica
y racionalidad los incontenibles avances tecnológicos
y científicos del momento.
Gines Mora de la Universidad de Valencia, España, escribe:
Existe la necesidad del cambio educativo para la sociedad
del conocimiento. Vivimos unos momentos en que la sociedad está
sufriendo mutaciones muy profundas y sería necesario
que la universidad se adaptase a ellas si no quiere verse convertida
en una institución obsoleta que ya no responde a las
demandas sociales.
La diaria experiencia que viven nuestros países, determina
una juiciosa reflexión sobre el tema e impulsa a necesarios
y urgentes cambios para colocar al futuro profesional dentro
de la órbita lógica, con miras a garantizarle
una calidad en la atención de salud a los usuarios del
mañana.
Bienvenidas las nuevas tecnologías, los asombrosos descubrimientos
en el área biológica; todo debe ser tomado en
consideración para equilibrar las competencias educativas,
pero la realidad económica y social que viven nuestros
países no puede pasar a un segundo plano. Los futuros
profesionales se deben formar conciliando lo técnico
con lo humano, lo fantástico con lo real, lo espectacular
con lo ético. Lo verdaderamente urgente en el momento
actual es poner los pies en la tierra en la formación
del futuro profesional, para volverlo más humano, más
sensible al dolor del paciente, más permeable al conocimiento
y a la técnica, mas inclinado a la investigación,
más observador e inquisitivo ante los nuevos hitos de
manejo de la salud.
La propuesta presentada por Colombia en la XVII Reunión
de Alanam, no solamente recogió la experiencia de los
miembros de la Comisión de Educación de la Academia
Nacional de Medicina, sino que fue consultada tanto a la Asociación
Colombiana de Facultades Medicina, a los Capítulos de
la Academia Nacional, a autoridades en la materia y se sometió
a debate en sesión especial convocada por la Junta Directiva. |
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Bioética
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Ser madre o mamá
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Ramón
Córdoba Palacio, MD elpulso@elhospital.org.co
En todas las culturas conocidas, el significado de la palabra
madre, o su sinónimo mamá, trae e la mente la
imagen de una mujer amorosa que da origen a la vida de quienes
son sus hijos, que los ampara y defiende hasta dar su propia
vida por defender la de su prole. Madre o mamá es un
vocablo que evoca los más nobles conceptos de amor
desinteresado, de sublime espíritu y capacidad de sacrificio,
de defensa heroica de la vida, especialmente la de sus hijos-
y por esto ha inspirado en el transcurrir de los siglos excelsas
obras en todas las artes, en todas los modos de expresión
que el ser humano ha practicado.
Y ese sentido de amor, de capacidad de sacrificarse por la
prole, de defensa de la vida de ésta inclusive poniendo
en peligro la propia, se manifiesta profundamente arraigado
en los otros seres animales; desde los más domésticos
como son las aves -recordemos las gallinas, las vacas, etc.-,
hasta las más feroces como las leonas, las osas, etc.,
que se enfrentan a los machos de su especie o los predadores
para defender a sus cachorros. Paradójicamente, a medida
que ascendemos en la escala evolutiva nos encontramos que
la hembra humana, la más desarrollada, dotada de inteligencia,
razón y voluntad, reniega de esa ley de la naturaleza
indispensable para conservar el don de la vida en toda sus
manifestaciones y exige normas que la protejan de castigo
por suprimir criminalmente la vida de seres indefensos, que
no han podido por su circunstancia ontológica y biológica
cometer ninguna ofensa ni daño a quien lo condena a
muerte. Consciente, voluntaria y arbitrariamente aniquilan
a quien sólo respondió a una ley fisiológica,
biológica, e inició su vida como ser distinto
de sus progenitores, dotado de una dignidad incondicional
y absoluta como la de éstos.
Encontramos también paradójicamente grupos de
gentes que se expresan a veces violentamente en defensa del
sacrificio de animales, contra las acciones humanas que ponen
en peligro de extinción especies de animales, contra
la destrucción de ecosistemas, etc., pero con la misma
violencia y tozudez proclaman la necesidad de permitir a la
mujer condenar a muerte a su hijo y ejecutar la sentencia
sin que las leyes positivas puedan defender la vida de la
persona humana que se desarrolla por ley natural en su vientre,
que vociferan fanáticamente con falsos y retorcidos
argumentos médicos pidiendo al Estado que defienda
la vida de las mujeres madres sacrificando, sin
razón valedera, la vida de los niños en la etapa
de embrión o feto.
Será acaso el momento de empezar a enseñar a
nuestros descendientes, niños y jóvenes, que
la imagen de amor y sacrificio que evoca la palabra madre
o mamá tiene hoy en día una connotación
diferente, contraria en todo sentido a lo que aprendimos de
nuestras madres y abuelas, y que cuando les toque elegir compañera
para fundar una familia deben, por el futuro de sus hijos,
convencerse de si la elegida es de las que conservan sin menoscabo
el sentido sublime de la maternidad o si, por el contrario,
pertenece a las que sacrifican la existencia del hijo para
satisfacer sus criterios egoístas, si es capaz de condenar
a muerte el vástago que engendró -del que es
madre, quiéralo o no- y permitir que sicarios, pagados
por ella o por otro, ejecuten la sentencia que ella misma
dictó.
Muchas de estas damas se rasgan las vestiduras, y con razón,
porque se vende pólvora que daña a los niños,
pero, ¡oh paradoja! con más furia vociferan para
que se les permita legalmente matar a sus propios hijos.
«Bueno es: conservar la vida, hacer prosperar la vida,
llevar la vida capaz de perfeccionarse a su más alto
valor. Malo es: destruir la vida, dañar la vida, inhibir
la vida capaz de perfección», escribió
Schweitzer. Y «la vida capaz de perfeccionarse»
es, sin duda, la de la persona humana, la del hombre.
Nota: Esta sección es un aporte del Centro Colombiano
de Bioética -Cecolbe-.
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