MEDELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 7    NO 90  MARZO DEL AÑO 2006    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co

 

Reflexión del mes

“Las malas leyes hallarán siempre, y contribuirán a formar, hombres peores que ellas, encargados de ejecutarlas”

Concepción Arenal (1820 1893). Periodista, abogada, escritora y socióloga española, de actitud combativa ante las injusticias de su época, autora de diversos libros entre los que destacan Beneficencia, filantropía y caridad (1861), Estudios penitenciarios (1877) y La mujer del porvenir (1884). Uno de los aspectos más progresistas es su consideración de la mujer como ser humano marginado a quien hay que ayudar, estimular y respetar, educándola en la dignidad de su propia condición.

XVII Reunión de Alanam
Gustavo Malagón-Londoño Vicepresidente Academia Nacional de Medicina - elpulso@elhospital.org.co
Instalación de la XVII Reunión de Alanam, con asistencia de la directora de OPS, Mirta Roses
La Academia Nacional de Medicina de Colombia fue el anfitrión de la Asamblea de Alanam (Asociación Latinoamericana de Academias de Medicina), fundada en 1967 por el doctor Gonzalo Esguerra Gómez, quien fue además su primer presidente. El presidente actual es el doctor Zoilo Cuéllar Montoya. A esta reunión celebrada entre el 23 y el 25 de febrero concurrieron 22 delegados de 12 países iberoamericanos, y fue inaugurada por la doctora Mirta Roses, Directora de la Organización Panamericana de la Salud.
Cuando la Academia Nacional de Medicina de Colombia estudia a fondo el tema de la formación del médico del futuro, da respuesta a la afortunada iniciativa del Consejo Directivo de la Alanam preocupado en este importante aspecto. La XVII Reunión de la Alanam centró su agenda en el tema “Educación Médica”, por cuanto coinciden todos los países en la necesidad de revisar los programas actuales de formación profesional e introducirles los ingredientes fundamentales del cambio que exigen las circunstancias sociales, económicas, políticas del momento, y especialmente ante la necesidad de ajustarse a los nuevos esquemas de la seguridad social, pero sobre todo, ante la urgencia de frenar la deshumanización y de asumir con lógica y racionalidad los incontenibles avances tecnológicos y científicos del momento.
Gines Mora de la Universidad de Valencia, España, escribe: ”Existe la necesidad del cambio educativo para la sociedad del conocimiento. Vivimos unos momentos en que la sociedad está sufriendo mutaciones muy profundas y sería necesario que la universidad se adaptase a ellas si no quiere verse convertida en una institución obsoleta que ya no responde a las demandas sociales”.
La diaria experiencia que viven nuestros países, determina una juiciosa reflexión sobre el tema e impulsa a necesarios y urgentes cambios para colocar al futuro profesional dentro de la órbita lógica, con miras a garantizarle una calidad en la atención de salud a los usuarios del mañana.
Bienvenidas las nuevas tecnologías, los asombrosos descubrimientos en el área biológica; todo debe ser tomado en consideración para equilibrar las competencias educativas, pero la realidad económica y social que viven nuestros países no puede pasar a un segundo plano. Los futuros profesionales se deben formar conciliando lo técnico con lo humano, lo fantástico con lo real, lo espectacular con lo ético. Lo verdaderamente urgente en el momento actual es poner los pies en la tierra en la formación del futuro profesional, para volverlo más humano, más sensible al dolor del paciente, más permeable al conocimiento y a la técnica, mas inclinado a la investigación, más observador e inquisitivo ante los nuevos hitos de manejo de la salud.
La propuesta presentada por Colombia en la XVII Reunión de Alanam, no solamente recogió la experiencia de los miembros de la Comisión de Educación de la Academia Nacional de Medicina, sino que fue consultada tanto a la Asociación Colombiana de Facultades Medicina, a los Capítulos de la Academia Nacional, a autoridades en la materia y se sometió a debate en sesión especial convocada por la Junta Directiva.
 
Bioética
Ser madre o mamá

Ramón Córdoba Palacio, MD elpulso@elhospital.org.co

En todas las culturas conocidas, el significado de la palabra madre, o su sinónimo mamá, trae e la mente la imagen de una mujer amorosa que da origen a la vida de quienes son sus hijos, que los ampara y defiende hasta dar su propia vida por defender la de su prole. Madre o mamá es un vocablo que evoca los más nobles conceptos de amor desinteresado, de sublime espíritu y capacidad de sacrificio, de defensa heroica de la vida, especialmente la de sus hijos- y por esto ha inspirado en el transcurrir de los siglos excelsas obras en todas las artes, en todas los modos de expresión que el ser humano ha practicado.
Y ese sentido de amor, de capacidad de sacrificarse por la prole, de defensa de la vida de ésta inclusive poniendo en peligro la propia, se manifiesta profundamente arraigado en los otros seres animales; desde los más domésticos como son las aves -recordemos las gallinas, las vacas, etc.-, hasta las más feroces como las leonas, las osas, etc., que se enfrentan a los machos de su especie o los predadores para defender a sus cachorros. Paradójicamente, a medida que ascendemos en la escala evolutiva nos encontramos que la hembra humana, la más desarrollada, dotada de inteligencia, razón y voluntad, reniega de esa ley de la naturaleza indispensable para conservar el don de la vida en toda sus manifestaciones y exige normas que la protejan de castigo por suprimir criminalmente la vida de seres indefensos, que no han podido por su circunstancia ontológica y biológica cometer ninguna ofensa ni daño a quien lo condena a muerte. Consciente, voluntaria y arbitrariamente aniquilan a quien sólo respondió a una ley fisiológica, biológica, e inició su vida como ser distinto de sus progenitores, dotado de una dignidad incondicional y absoluta como la de éstos.
Encontramos también paradójicamente grupos de gentes que se expresan a veces violentamente en defensa del sacrificio de animales, contra las acciones humanas que ponen en peligro de extinción especies de animales, contra la destrucción de ecosistemas, etc., pero con la misma violencia y tozudez proclaman la necesidad de permitir a la mujer condenar a muerte a su hijo y ejecutar la sentencia sin que las leyes positivas puedan defender la vida de la persona humana que se desarrolla por ley natural en su vientre, que vociferan fanáticamente con falsos y retorcidos argumentos médicos pidiendo al Estado que defienda la vida de las mujeres “madres” sacrificando, sin razón valedera, la vida de los niños en la etapa de embrión o feto.
Será acaso el momento de empezar a enseñar a nuestros descendientes, niños y jóvenes, que la imagen de amor y sacrificio que evoca la palabra madre o mamá tiene hoy en día una connotación diferente, contraria en todo sentido a lo que aprendimos de nuestras madres y abuelas, y que cuando les toque elegir compañera para fundar una familia deben, por el futuro de sus hijos, convencerse de si la elegida es de las que conservan sin menoscabo el sentido sublime de la maternidad o si, por el contrario, pertenece a las que sacrifican la existencia del hijo para satisfacer sus criterios egoístas, si es capaz de condenar a muerte el vástago que engendró -del que es madre, quiéralo o no- y permitir que sicarios, pagados por ella o por otro, ejecuten la sentencia que ella misma dictó.
Muchas de estas damas se rasgan las vestiduras, y con razón, porque se vende pólvora que daña a los niños, pero, ¡oh paradoja! con más furia vociferan para que se les permita legalmente matar a sus propios hijos.
«Bueno es: conservar la vida, hacer prosperar la vida, llevar la vida capaz de perfeccionarse a su más alto valor. Malo es: destruir la vida, dañar la vida, inhibir la vida capaz de perfección», escribió Schweitzer. Y «la vida capaz de perfeccionarse» es, sin duda, la de la persona humana, la del hombre.
Nota: Esta sección es un aporte del Centro Colombiano de Bioética -Cecolbe-.

 











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