El Espíritu y la Materia
Julián H. Ramírez Urrea, MD internista, Hospital Universitario San Vicente Fundación. - elpulso@sanvicentefundacion.com
Desde la filosofía de Platón hasta nuestros días se ha planteado la dualidad entre el cuerpo y el espíritu. Como bien sabemos, esta concepción del ser humano permeó todo el sistema de conocimiento en occidente y ha sido hegemónica en nuestra comprensión del espíritu y la materia como dos compartimentos separados.
Esa concepción nada ingenua del ser humano aún influye en la forma cómo vemos el cuerpo. Desde esa perspectiva, el “cuerpo es la cárcel del espíritu”. Es decir: es una trampa mortal (literalmente) que mancha el alma. Eso ha llevado durante muchos siglos a mirar con desprecio al cuerpo, como una especie de carga o de estorbo.
Poco a poco hemos descubierto que el cuerpo es también un lugar para la trascendencia. Considere por un momento la sensación de plenitud que se experimenta a través de la contemplación del mar, en silencio. Al observarlo, al mirarlo, al olerlo, al saborearlo y al tocarlo, tenemos una experiencia que va más allá de lo inmediato. Nuestro cuerpo es vehículo de lo espiritual a través de los sentidos “aquí y ahora”.
Y al concebir al cuerpo como un medio sensible de lo espiritual, somos más conscientes de la necesidad de mantenerlo sano. Si es así, ¿por qué no comenzamos a tratarlo con reverencia y respeto, a cuidarlo como algo sagrado? ¿Nos esmeramos lo suficiente para mantenerlo sano y fortalecido?
Necesitamos también una espiritualidad vinculante del cuerpo que, no siendo una cárcel es materia inseparable del espíritu. No existe división, ni fronteras. Somos un todo indivisible. Y al actuar en consecuencia, probablemente buscaremos alimentarnos mejor, consumir más agua, hacer más actividad física y… cuidar nuestra mente que es fuente de vida.
Los Impostergables
Es importante advertir que una sana espiritualidad, nos lleva a una mejor salud por medio de un estilo de vida distinto. Eso también implica pensar que no necesariamente “vivir por la materia y en la materia” nos haga espirituales. De lo que se trata es de conciliar ambos aspectos hasta volverse casi inseparables.
¿Cómo lograr una espiritualidad en la materia? Un camino que puede ayudar es la conciencia plena del momento que vivimos. Poner los cinco sentidos en toda experiencia cotidiana: al caminar, al conversar, al alimentarnos… poco a poco, nos iremos habituando a vivir a plenitud para así convertir nuestro cuerpo en una puerta por la que los estímulos generados por nuestras vivencias alimenten a nuestro espíritu.
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