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La comida Slow
y otras maneras de erradicar
malos hábitos alimenticios
Daiana
González, Periodista - Periodista - elpulso@sanvicentefundacion.com
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En 1921 la primera
cadena de hamburguesas en el mundo, White Castle, abrió
sus puertas. Ese año la población de Kansas no
solo probó el primer modelo del filete americano
al estilo Hamburgo, sino que fue testigo del origen de
una nueva tendencia alimenticia: La comida rápida.
Las Fastfood se convirtieron en la solución de uno de
los mayores problemas que empezaba a padecer la población
norteamericana del siglo XX: el tiempo. Una comida
tradicional equivale a mayores horas en la cocina, y entre más
tiempo se pierde menos dinero se gana y la mejor manera de no
perder ese tiempo es consumir una comida rápida. |
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Esta premisa generó
en 1937 que los hermanos Richard y Maurice McDonald abrieran
su primer Restaurant drive-in en Arcadia, California y quince
años después, Keith Cramer siguiera el ejemplo
con su primer Burger King.
Un rotundo éxito incitó la creación de
diferentes productos como los cereales azucarados, enlatados,
precosidos y un enorme etcétera de alimentos procesados
que, hasta la fecha, no dejan de sumar seguidores en todo
el mundo ya no solo por ahorrar tiempo sino por estar en la
onda de las Fastfood.
El declive de la comida tradicional.
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Las comidas rápidas eran
la solución: instantáneas, ricas y económicas,
sin embargo tenían un costo: un enorme contenido de grasas
saturadas, azúcares y conservantes que elevaban cada
vez más la cifra de casos de obesidad, hasta el punto
de convertir a Estados Unidos en el tercer país en tener
el mayor índice de esta enfermedad.
Colombia no es ajena a este problema pues lo que inició
como una afectación de países industrializados,
terminó convirtiéndose paulatinamente en un problema
de salud pública para Latinoamérica. Lo que explica
por qué la cifra de obesidad en nuestro país subió
del 48% al 52%, de acuerdo a los resultados de la última
Encuesta Nacional de la Situación Nutricional en Colombia
(Ensin 2015).
A esta problemática, Iván Yunis, médico
quién fue investigador de la Universidad de Harvard,
responde con las mismas palabras que les expresa a sus pacientes
en el consultorio: "Piense cómo se alimentaron sus
antepasados, es más, cada vez que esté frente
a un alimento pregúntese si ellos lo comieron o no y
si no se lo comieron probablemente no sea bueno para usted". |
Para Yunis el aumento
de la obesidad en Colombia es el reflejo del cambio de nuestros
hábitos alimenticios y con ello el declive de la comida
tradicional. "Hemos pasteurizado todo matando los nutrientes
que podemos encontrar también en las bacterias, transformado
la comida en algo muerto", opina.
Al aumento de la Fastfood se une el hecho de que la comida tradicional
cada vez alimenta menos, debido a la utilización de agroquímicos
en la agricultura y del uso competitivo de monocultivos ponen
en quiebre la producción de los pequeños agricultores
locales. Según cifras del 2013 expuestas por la FAO,
Colombia ocupa el cuarto puesto en la lista de países
con mayor promedio de plaguicidas en el mundo (la superan otros
como Isla Mauricio, Costa Rica y China), por tener un uso superior
de 10 toneladas de ingrediente activo por mil hectáreas.
Para toda Fastfood hay una Slowfood
El tema preocupa de tal manera que ha desatado una serie
de protestas lideradas por amantes de la buena mesa en todo
el mundo. El caso más emblemático tuvo lugar en
Bra, una pequeña ciudad de Italia, la cual al ver que
en su pueblo, de no más de 28 mil habitantes, se abriría
un puesto de comidas rápidas, inició una protesta
que terminó en la creación de un nuevo movimiento:
la Slowfood o Comida lenta.
La Slowfood nació en 1989 y no es otra cosa que la defensa
de la comida tradicional y de la producción agrícola
de las comunidades locales. Un movimiento que combate la pérdida
de interés de la sociedad por el origen y el sabor de
cada uno de los alimentos ingeridos, así como las consecuencias
que cada una de nuestras decisiones alimentarias ejerce en el
mundo. En pocas palabras: buscan crear consumidores conscientes.
Nada diferente a lo sugerido por Yunis, para él la solución
está en empezar a comer alimentos vivos. Hay que
intentar que la gente vuelva a comer frutas, verduras, semillas
de producción agroecológica; alimentos criados
en pequeñas huertas. |
La obesidad en
nuestro país
subió del 48% al 52%, de acuerdo a los resultados
de la última Encuesta Nacional de la Situación
Nutricional en Colombia
(Ensin 2015)
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Colombia
puede llegar a ser Slow
Hoy, este movimiento involucra a millones de personas
en 160 países del mundo que defienden no solamente los
principios de la Slowfood sino toda una ideología que
abarca cada uno de los aspectos de la vida del ser humano.
Entre ellos se encuentra Colombia con el primer municipio de
América latina en pertenecer a la Red de Ciudades Sin
Prisa o Cittaslow: el pequeño pueblo de Pijao, Quindío.
La Red Cittaslow, contiene un manifiesto con 55 promesas que
deben ser cumplidas por los miembros de la red, tales como reducir
el ruido y el tráfico, aumentar las zonas verdes y las
islas peatonales, apoyar a los productores de la localidad para
que vendan sus productos, promover tecnologías que protejan
el medio ambiente, preservar la arquitectura y tradiciones culinarias
de la ciudad, y fomentar un espíritu de hospitalidad
y buena vecindad.
Estas promesas, que ya fueron incluidas en el Plan de Desarrollo
del municipio, han sido todo un reto para Mónica Flórez,
líder ambiental y creadora de la Fundación Pijao
Cittaslow. El tema de concientizar a la ciudadanía
toma tiempo, pero poco a poco se ha visto el cambio, la creación
de iniciativas particulares de productores que empezaron a sembrar
su propia comida y a conservar bosques nativos, son dos grandes
ejemplos, comenta.
Ahora el reto, según Flórez, es concientizar a
los más pequeños para que exista un cambio de
pensamiento en las nuevas generaciones, hace falta una
cátedra en los colegios donde les enseñen la necesidad
de consumir producción local, explica.
Aunque realmente la mayor problemática a la que se enfrentan
los pequeños productores es a la expansión de
monocultivos a gran escala para exportación. La solución,
de acuerdo a Flórez es que desde el Estado realmente
existan políticas que apoyen la soberanía alimentaria
y le apuesten a una producción limpia. |
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