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Legado artístico de
médicos egresados en 1966
Hernando
Guzmán Paniagua - Periodista - elpulso@sanvicentefundacion.com
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Mosaico Oda de amor del
Dr. Norman Diego Pizano, instalado hace 23 años en
la Clínica Soma, Medellín (120 m2 de extensión).
Foto de Juan Fernando Ospina.
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Para muchos,
nada mejorará en nuestra medicina, desde el ingreso del
bachiller a la Facultad, hasta la asistencia del médico
para el buen vivir y el bien morir de sus pacientes, si los
valores éticos no se traducen en una moral que vaya trayendo
virtuosismo y excelencia progresiva al quehacer médico
en todos sus ámbitos. Tal es el testamento espiritual
de los médicos cirujanos egresados en 1966, expuesto
por el doctor Alberto Restrepo Ochoa, orador central en el homenaje
de la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia a
esa promoción.
En la efemérides, con la vinculación de la Asociación
Médica Sindical (Asmedas) y de la Cooperativa Médica
Comedal el pasado 29 de julio, el catedrático expresó:
Quizás, el paciente de ayer y el de hoy, en el
relato de sus experiencias, nos puedan llenar mejor los enormes
huecos y vacíos sobre ambas medicinas, la que nos tocó
que ya casi no es, y la de hoy que ya casi en un todo es la
que está pasando a ser. |
| La cita de los muchachos
de hoy con los del 66, fue el descreste de éstos con
la tecnología del Centro de Simulación de la Facultad,
cuyos muñecos tienen más vida que muchos pacientes
reales. Y un repaso de anestesia, gineco-obstetricia y reanimación
cardio-pulmonar. Al graduarnos, sé que contábamos
con información fresca y actualizada sobre medicina general,
un poco de erudición, y quizás algo cercano a
cero en sabiduría, dijo el doctor Restrepo. Creo
no equivocarme -anotó-, al decir que ninguno de nosotros
se graduó sabiendo leer bien un electro, de corazón
o de cerebro, y menos todavía una pneumo-encefalografía.
Hoy el saber tecno-médico de los jóvenes es, para
nosotros, sorprendente y admirable. |
Escultura de Cristo, cobre
en base de piedra, Dr. José Luis Ramírez.
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Los muchachos del 66
Para muchos fue un milagro encontrarse vivos. Participaron
en vivo y en directo 25 de los 37 egresados: Alberto Restrepo
Ochoa, Álvaro Montoya, Fabio Sánchez, Hernando
Hidrón, Jaime Leyva, Hernán Ramírez, José
Luis Ramírez, Julio Ramiro Sanín, Libardo Márquez,
María Ruth Muñoz, Orlando Tamayo, Rafael Iván
Botero, Rafael Manotas, Stella Prada, Hernando Reyes, Alfredo
Londoño, Gabriel Alberto Tobón, Alberto Restrepo
Soto, Gustavo Escobar de la Hoz, Ramiro Escobar, Rodrigo |

Oleaje en el arrecife, óleo sobre lienzo,
Dr. Rafael Iván Botero
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Alarcón, Hernán Correa, Óscar Villa,
Luis Alfonso Vélez y Fabio León Duque.
Ausentes, pero vigentes en la eternidad: Guillermo Vélez,
Emiro Trujillo, Álvaro Correa, Alfredo Turizo, Luis
Miguel Botero, Luz Helena Pulido, Rubén Jiménez,
Leonel Sánchez, Tomás Estrada, Norman Diego
Pizano, Rómulo Enrique Serna y Hugo Pabón. Loa
especial a Norman Pizano por su mural Oda de amor,
que está hace 23 años en la Clínica Soma
de Medellín, considerado un referente de ciudad
por su colorido y sus 120 metros cuadrados de extensión.
En la muestra de la Facultad de Medicina se colgó un
óleo suyo: El aire
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Si fuéramos
a debatir sobre la medicina
del ayer no debiera acompañarnos la enfermedad
de las nostalgias, y si lo hiciéramos sobre la medicina
del ahora y del mañana, debiéramos inmunizarnos
contra la enfermedad de las ingenuidades, los
triunfalismos y los anhelos ilusorios.
Dr. Alberto Restrepo Ochoa
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La
enfermedad de las nostalgias
Algo cambió en la Facultad en 50 años.
El expositor recordó los 12 libros de Cossio y Padilla,
las historias clínicas en narrativa, algunas en
lenguaje de corte literario (
). El aprendizaje
mecánico de órganos, vísceras y sus relaciones
con los vericuetos, cruces y torceduras de sus apéndices
vasculares, nerviosos y otros más, y las
mega-anatomías de L. Testut-A., Latarjet y Rouviere,
absurda pedagogía en ese entonces. Y observó:
Pero también hemos aprendido cómo la medicina
en su prestación asistencial, y en lo laboral para el
personal de la salud, ha sido intervenida y mercantilizada por
las fuerzas del mercado, la industria farmacéutica y
de las aseguradoras. |
El aire, acrílico
sobre lienzo, Dr. Norman Pizano.
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En los años 60 Colombia
tenía 17 millones de habitantes y sólo 7 escuelas
de medicina (6 públicas y una privada). En 2010, había
58 escuelas médicas, 18 oficiales y 40 privadas. Este
crecimiento desordenado se debió a la Ley 30 de 1992,
dijo Restrepo: En nuestro vocabulario no existían
las palabras TAC, SCAN, STENT, ecografías, Doppler,
cirugía laparoscópica, trasplante de órganos,
estimulación magnética o cerebral profunda,
fertilización in vitro, ni seguros de mala práctica,
ni Ley 100 ni EPS y mucho más. Tampoco computadores
ni historias pre-estructuradas. Ni cuestionarios para chuliar.
Dijo el catedrático: Para mí, son hechos
inequívocos la tecnologización de la medicina,
la creciente privatización de su enseñanza,
el cambio en la relación médico-paciente de
lo humanitario y fiduciario a lo contractual, el creciente
abajamiento de lo terapéutico en dicha relación,
el debilitamiento de la autonomía médica, la
desaparición de la narración en el encuentro
médico, el monitoreo del trabajo médico por
personal médico y no-médico ajeno al paciente,
y cercano por nómina a la empresa.
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Propuestas
de futuro
Confrontando la educación de los años
60 con 2016, la vieja cohorte mira al futuro. Restrepo Ochoa
propuso cambiar la figura de Departamento o Sección,
que entraña vicios pasados, actuales y potenciales,
por Institutos y Escuelas, más académicos y menos
politizados. Postuló que no se avanzará hacia
los Institutos, mientras no promueva la Universidad la
tenencia de personal docente de planta, justamente remunerado;
mientras se recurra por razones de conveniencia laboral y económica,
a docentes de cátedra y ocasionales; mientras no se formalicen
los cargos; y mientras el profesorado no cuente con el amparo
de un sindicato gremial bien constituido.
Un caminar de 50 años permite a estos curtidos cirujanos,
aconsejar al sector de la salud en su actual crisis. Si
fuéramos a debatir sobre la medicina del ayer no debiera
acompañarnos la enfermedad de las nostalgias, y si lo
hiciéramos sobre la medicina del ahora y del mañana,
debiéramos inmunizarnos contra la enfermedad de las ingenuidades,
los triunfalismos y los anhelos ilusorios, concluyó
el doctor Restrepo. |
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Cuatro médicos pintores
de la cohorte de 1966 expusieron sus obras en la Facultad
de Medicina de la Universidad de Antioquia en agosto pasado.
Manejan con igual maestría el pincel, el bisturí
y el estetoscopio. EL PULSO los entrevistó.
José Luis Ramírez Castro,
fotógrafo de la genética
El doctor José Luis Ramírez Castro es
fundador de la unidad de genética médica en
la Facultad de Medicina de la U. de Antioquia. Se vinculó
como investigador desde primer año en embriología
y genética, se especializó en embriología
de la reproducción y genética clínica
en Estados Unidos: Empecé a dedicarme a la fotografía,
luego al dibujo, capté la acuarela de mi papá
que era un gran acuarelista. Expuso fotografías
de flores, de insectos en copulación con negativos
de 35 milímetros, con copiado y ampliación,
y esculturas de Cristos en cobre. Dijo: Busco fotos
que armonicen el medio ambiente y el sentido artístico.
Escogí motivos suprimiendo del entorno lo ajeno a mi
objetivo. También esculpo en alambre y hago caricaturas.
Además de la plástica, toco armónica,
en un grupo donde está el doctor Rafael Iván
Botero. |
Niños, Dr. Julio
Ramiro Sanín.
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Julio
Ramiro Sanín Aguirre,
rehabilitador de lienzos
Me incliné por la ortopedia porque ella
no tenía sodio ni potasio, sólo calcio. Para
cuadrar los líquidos hay que manejar el
sodio y el potasio, y con ellos no pude en la Universidad.
Desde el principio me gustó la ortopedia y tuve gente
que me guió, declaró el ortopedista y
pintor Julio Ramiro Sanín Aguirre. Me iba por
las tardes con el profesor Carlos Fuentes, de la Guajira (le
aprendí a pintar al óleo, nunca aprendí
acuarela), y una barra de señoras, a tomar
chocolate y a hablar mal de las nueras.
Nos poníamos a pintar, pinté mucho rato,
casi todo lo regalé. Fui director del Hospital Universitario
San Vicente de Paúl y de su Pensionado. Del Hospital
pasé a la Secretaría de Salud de Medellín.
Soy una persona jovial y querida, que he pasado muy bueno
y paso mejor ahora, pensionado y semi-cuasi-retirado.
Ganó el primer premio de médicos pintores en
un concurso de la Cooperativa Médica Comedal, hace
15 años. Expuso en la Facultad tres óleos: Tomémonos
un tinto, Niños y La casita
de campo. Este último representa la finquita
que siempre soñó. |
Rafael
Iván Botero, artista y cirujano plástico
El doctor Rafael Iván Botero, especialista
en cirugía plástica y estética, maxilofacial
y de la mano, es tan plástico en cirugía como
en el arte: Estoy en el arte hace 25 años, empecé
con escultura, hice talla en mármol, tengo buena cantidad
de obras. Hace 6 u 8 años me hice al lado de mi señora
que pinta muy bien, tiene sensibilidad y capacidad para los
colores. Hace 5 años pinto más dedicado. Hubiera
seguido en la escultura pero es muy pesada para mi edad, se
necesita mover piedras entre 20 y 50 kilos, la columna duele,
la región lumbar molesta. La pintura es más
fácil y agradecida en resultados inmediatos.
Conceptúa el doctor Botero: Para ser cirujano
plástico se necesita una sensibilidad especial por
el cambio de las formas, crear, ser productivo en la inspiración
y capaz de hacer cosas que son como un nacimiento. Eso se
ve en cirugía. Desde un principio acompañando
la cirugía que siempre me gustó en la parte
médica, encontré lo artístico después
de hacer una buena cirugía plástica. El arte
es un compendio importantísimo de cualquier médico,
porque la medicina es obra de arte. En cirugía plástica
mucho más se necesita entender de líneas, planos,
fondos, colores, etc. Soy amante de todo lo que tiene que
ver con el agua, de la biología marina, hice buceo
hace 40 años, por eso todas mis obras se relacionan
con el agua. |
Expuso
Mar abierto, óleo con espátula,
Oleaje en el arrecife y Cascada, una
caída en el atardecer, en la oscuridad
Rafael Manotas,
acuarelista pediátrico
Empecé a combinar medicina y pintura
cuando me retaron, dijo el pediatra Rafael Manotas Cabarcas.
Toda la vida he sido un criticón de primera,
criticaba a todos los alumnos del maestro Antonio Echavarría
Restrepo, premio nacional de acuarela, y en una exposición,
me dijo: -Tú que tanto criticas, ¿por qué
no te metes a pintar? / -¿Usted me está retando,
maestro? -Sí. / -¿Cuándo empiezo? / -Mañana.
/ -Allá le caigo. Ahí empecé a hacer
mamarrachos. Antes, nunca me había atrevido a pintar.
Yo no pinto lo que quiero sino lo que puedo, sólo
a la acuarela, he vendido algunas obras. No regalo porque
tuve una vivencia maluca: una vez regalé un cuadro
y como a los años lo encontré en el garaje de
la finca de otra persona. En la muestra de la Facultad
de Medicina expuso Bahía de las Ánimas,
paisaje de Cartagena, uno de una isla griega y otro dedicado
a Mariana Pajón. Lo que más recuerdo en
la pediatría es un prematurito de 720 gramos que logré
sacar hace mucho rato y sobrevivió, lo adoptaron unos
suizos y hoy sigue en Suiza.
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Campeona, acuarela del Dr. Rafael
Manotas dedicada a Mariana Pajón.
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| Medicina
en la pintura |
Diagnóstico de Rembrandt
según el Artmedicine
del médico Carlos Hugo Espinel
Isabel
Cristina Rueda Calle Comunicadora Corporativa - elpulso@sanvicentefundacion.com |
| Rembrandt con su
pincel, se presenta a sí mismo: se concentra en la
elección de colores, la postura, el vestuario y la
expresión, para hablarnos de algún momento de
su vida. Esta imagen de él, silencioso, es observada
por un médico. En su postura quieta y expectante, podría
parecer un paciente sentado al frente, mientras el doctor
digita su nombre y datos. |
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Quien
se atreve a ser su doctor es el colombiano Carlos Hugo Espinel,
especialista en medicina interna, nefrología y cardiología
de Emory University del Medical College de Virginia y de la
Universidad de Washington en St. Louis. Atraído por
las artes plásticas y revisando los más de 90
autorretratos conocidos de Rembrandt, se sintió intrigado
por el cambio de su contextura de pintura en pintura, y eligiendo
dos -una de 1640 cuando tenía 34 años y otra
de 1659 cuando tenía 53-, hizo un diagnóstico
de posibles enfermedades.
Luego de estudiar estas pinturas, llega a una conclusión:
Rembrandt no sólo tenía aflicciones morales,
sino que también estaba enfermo. Muy enfermo
para ser exactos. Según Espinel, Rembrandt sufría
de envejecimiento prematuro, de rosácea, y podría
tener endurecimiento de las arterias y colesterol alto. Su
cara está cubierta ya con arrugas, su piel luce tiesa
en algunos lugares y demasiado delgada en otros. El arco blanco
en su ojo izquierdo, más fuerte que el normal reflejo
de la luz, sugiere arco senil y posibles reservas de colesterol.
Los empastes debajo de sus ojos, sugieren niveles altos de
triglicéridos. |
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En ese rostro en el que se ven tonos amarillos, grises,
verdes, dijo haber contado más de 9 manchas de la
rosácea, su nariz está bulbosa, rojiza y más
grande, lo que es también síntoma de la rosácea.
Este diagnóstico postmortem, que reemplaza exámenes
de laboratorio y rayos X, por análisis de pinceladas
y retoques, hace parte de un original método de observación
diseñado por Carlos Espinel: el Artmedicine.
Este doctor dice que su objetivo es la humanización
de la medicina, pues la información sobre salud se
enseña con estadísticas, diagramas y números.
Los estudiantes aprenden los hechos, pasan los exámenes,
se gradúan y muchas veces caen en una práctica
fría e insensible. Esa deshumanización lo
impulsó a investigar la forma de integrar la compasión
con la ciencia. Artmedicine, según él, integra
arte, humanidades y ciencia, por lo que prefiere enseñar
cardiología con el arte de Rembrandt, reumatología
con la pintura de Caravaggio y neurociencia con las obras
de Vermeer y Pollock.
Este método ha sido debatido. Entre sus críticos
está Albert Rhenberg, psiquiatra de Harvard, a quién
le parece inverosímil que hiciera este tipo de diagnósticos
como si las pinturas se trataran de una serie de fotografías
fieles a la realidad. Otro médico escribe que sin
la oportunidad de examinar el paciente físicamente,
se pierde la oportunidad de palpar y de escuchar, lo cual
también es esencial en un examen clínico
Referencias:
www.ibiblio.org/wm/paint/auth/rembrandt/self/self-1660.jpg
http://journalofethics.ama-assn.org/2000/06/imhl1-0006.html
www.semana.com/gente/articulo/del-consultorio-museo/53780-3
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