MEDELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 16    No. 215 AGOSTO DEL AÑO 2016    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co

 

Reflexión del mes

“Más mata una mala
lengua que las manos del verdugo;
el verdugo mata a un hombre, y una
mala lengua a muchos”
Melchor de Palau (1843-1910). Ingeniero, profesor, crítico literario y escritor español, miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y de la Real Academia Española, y presidente de la Sociedad de Escritores y Artistas Españoles.
 
 
¿Quién cuida a los cuidadores?
Maribel Gómez Ossa, Trabajadora social Especialista en familia y en gerencia de la calidad, Magíster en neuropsicología
La dependencia parcial o total, y la discapacidad física o mental son los resultados más visibles en pacientes con enfermedades crónicas. Por esta razón la Organización Mundial de la Salud (OMS) desde el año 2000 promueve acciones para que los sistemas de salud del mundo en el marco conceptual “Atención Innovadora a Condiciones Crónicas (ICCC)”, respondan de manera eficiente y oportuna durante el curso de la enfermedad a lo largo de su ciclo de vida completo y necesidades del paciente crónico (Nuño, 2009). Necesidades que más allá de la alteración orgánica implican una inminente exclusión del sistema familiar, laboral, académico y social, es decir el abandono de funciones o tareas con las cuales las personas se vinculan al sistema socio-cultural dándole sentido a su existencia.
Sumado a ello surge una condición de discapacidad o necesidad de apoyo parcial o permanente para el desarrollo de las actividades de la vida diaria o instrumentales. Cabe la pregunta: ¿Están los sistemas de salud contemplando lo traumático que es para el paciente dejar de aportar al desarrollo de su familia, comunidad y sociedad?
Cada año las Enfermedades Crónicas No Transmisibles (ECNT) provocan 16 millones de muertes prematuras, esto antes de los 70 años de edad, y prevenibles. Así, antes del año 2020 serían las responsables del 60% de la carga global de la enfermedad y del 73% de las muertes en todo el mundo (OMS, 2015).
Según el DANE 2005, en Colombia las enfermedades crónicas prevalentes son la primera causa de muerte y enfermedad, sobrepasando las ocurridas por violencia y accidentes.
La carga de enfermedad por estas entidades pasó del 76% en 2005 al 83% en 2010, según el subdirector de Enfermedades no Transmisibles del Ministerio, Fernando Ramírez, incremento con graves repercusiones económicas, sociales y familiares para el país.
Al afectarse la vida de estos pacientes ocurrirá lo mismo con el sistema inmediato al cual pertenecen: la familia, la cual no tiene cómo escapar al drama que representa ver a un ser amado sumido en hospitalizaciones, tratamientos, procedimientos, complicaciones y el arduo camino hacia el laberinto de las aseguradoras, al que difícilmente se llega y del que penosamente se sale. Quizá el tramo más espinoso es el del acceso a la salud, porque el derecho se dice, ¿está libre de obstáculos?
En estas familias surge un cuidador informal principal por asignación o por voluntad propia, en cualquier caso suelen ser personas con limitados conocimientos al respecto, sin desarrollo de habilidades y sin recursos materiales para cumplir esta loable función, que durante una jornada más extensa que la laboral aprende a llevar a cabo y de la que se aprehenden para darle sentido a su vida y a la del paciente, quien hasta delega en él sus decisiones más importantes. Así, en esta relación paciente-cuidador, deviene el significado de la vida para ambos.
Siempre se afecta calidad de vida del cuidador
Solo cuando hay un acercamiento explícito y directo a los cuidadores por medio de la auto-percepción de su calidad de vida, es posible comprender lo que experimentan y escasamente manifiestan, conmoverse ante la capacidad de afrontamiento que desarrollan en medio de la incertidumbre, el temor, la angustia, la vulnerabilidad y los múltiples cambios de necesidades y expectativas de vida (para ambos). Además de los diversos obstáculos que deben sobrepasar para el acceso a la seguridad social que si bien se garantiza en el papel, no siempre en la práctica.
La intervención de profesionales de trabajo social en los contextos familiares de los pacientes tanto ambulatorios como hospitalizados del Hospital Universitario de San Vicente Fundación ha permitido constatar lo que refiere la literatura: la afectación en la calidad de vida de sus cuidadores. De ahí que a manera de reflexión y con pleno sustento teórico, las enfermedades crónicas son y continuarán siendo responsables de una alta carga de morbi-mortalidad y de costos socio-económicos en Colombia.
Quienes las padecen son población económicamente productiva y socialmente activa, de ambos géneros y en edades tempranas (desde la infancia). A esto se suman los costos invisibles: la demanda de cuidadores informales principales, mujeres en etapa adulta intermedia que abandonan un sistema académico o laboral para los cuales están preparadas, labor que complementan con las funciones domésticas y las conferidas a los roles que desempeñan (madres, esposas e hijas). Y que por jornadas indefinidas brindan cuidados materiales, emocionales, de salud y de toma de decisiones por el paciente.
Asumen además la ardua tarea del acceso a la salud en un sistema que ignora de manera indolente lo que día a día sufre un paciente, un cuidador y su familia, con las carencias económicas, materiales, de insumos y de reconocimiento que rodean la enfermedad. Su realidad se reduce al espacio doméstico del paciente, independiente de si tienen una relación afectiva estable y seguramente muchas metas aún por lograr.
Urge cuidar al cuidador
Invitamos al Estado, al sistema de salud, a la academia y a la sociedad en general, a no condenar al abandono y al olvido a estos cuidadores, a brindarles herramientas para que cuiden cuidando de sí. Invitamos a pensar cuánto representaría económicamente al Estado, a las aseguradoras, pagar por el tiempo y los invaluables cuidados que ellos brindan en una jornada extra-larga, cuánto beneficio darían el sistema de salud y la academia al brindarles formación para mitigar la angustia de su labor, promover estrategias de auto-cuidado para que no sean la siguiente población con enfermedades crónicas. Y a la comunidad en general, para que se formen de manera anticipada como potenciales cuidadores ante el alto riesgo de que estos escaseen. Ojala logremos conmover a todos estos actores involucrados para visibilizar al cuidador informal, reconocimiento que iría acompañado de la dotación material y emocional que facilite esta dispendiosa y meritoria labor.
 
 
Brexit, haciendo política con la salud
Francisco de Paula Gómez,MD - Experto en Economía y Salud Pública
El resultado de la votación del referéndum en Inglaterra para dejar la Unión Europea aún tiene sin aliento al mundo occidental, incluso a los mismos británicos que cuando salieron a “votar por el sí”, abandonando el sueño de unidad europea, no se imaginaban ni de lejos qué clase de consecuencias tendría, y pareciera que ahora muchos “lloran sobre la leche derramada”, arrepentidos por haber votado en favor del Brexit.
Al poco tiempo de anunciarse el resultado, las cosas no podrían haber ido peor: se desplomó la libra esterlina, la bolsa de valores de Londres ha sufrido pérdidas enormes, además que los mismos líderes que de una manera u otra propusieron el Brexit -el primer ministro David Cameron que irresponsablemente ofreció el referéndum y los líderes ultra-nacionalistas que lo impulsaron-, terminaron todos renunciando.
Resultó que la mayoría de promesas hechas para votar por la salida eran falsas, y luego, quedó un escenario generalizado de incertidumbre profunda, que además amenaza con partir en pedazos al Reino Unido porque Escocia e Irlanda del Norte no se quieren retirar de la Unión Europea. Ni qué decir sobre la reactivación de temores y desconfianza por viejas rencillas, que independientemente de lo que se diga, ahí están. Sólo basta hablar con cualquier ciudadano europeo para percibirlo.
A todo esto se llegó porque los nacionalistas que impulsaron la salida del Reino Unido -conformado por Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte-, utilizaron entre otras cosas, una campaña sistemática y mentirosa dirigida a decirle a los británicos que si se retiraban de la Unión Europea, se ahorrarían la “bobadita” de 350 millones de libras esterlinas semanales que iban a financiar la Unión Europea, y que mejor podrían financiar al Sistema Nacional de Salud inglés.
Con base en una campaña de
corte ultra-nacionalista, políticos avivatos
lograron confundir a millones de ciudadanos
altamente educados, con falsas promesas económicas,
de libertad y patrioterismo, urgiendo también
esperanzas y temores relacionados
con la salud pública.
Es importante recordar que en pocos países del mundo los ciudadanos quieren tanto a su Sistema de Salud como los británicos, para quienes su NHS (National Health System por sus siglas en inglés) es motivo de orgullo desde su creación en 1948, y tanto la Reina hasta el más sencillo de sus súbditos lo defienden a capa y espada; tanto, que en la época de Margaret Thatcher su ministro de Hacienda bromeaba diciendo: “La sanidad pública es lo más parecido que un inglés tiene a una religión”. Sin duda es uno de los mejores sistemas de salud del mundo, pero también debe decirse que tiene restricciones de acceso, y que las listas de espera para lograr muchos tratamientos médico-quirúrgicos reiteradamente son denunciadas como excesivamente largas.
“Piensa en el NHS cuando vayas a votar”, era una de tantas consignas de los partidarios del Brexit, que una y otra vez insistieron en que era absolutamente necesario salir de la Unión Europea para obtener más dinero dirigido a la atención médica de ancianos, mujeres y niños. Incluso, se pintaron leyendas en algunos de los tradicionales buses rojos londinenses (ver foto), señalando que votando en favor del Brexit podrían financiar mejor su Sistema de Salud, en vez de enviar millones de libras a la Unión Europea.
Pues bien: no pasó ni un solo día y a la mañana siguiente de conocerse el resultado del referéndum, 51.89%, 16.9 millones de votos que indicaban que la voluntad del pueblo era retirarse de la Unión Europea, el máximo promotor del Brexit, Nigel Farage, salió cínicamente a decirle a todos los británicos que no, que él nunca había prometido fondos para la salud, alegando en el programa televisivo Good Morning Britain: “No, no puedo garantizarlo, y nunca pude haber hecho esa afirmación. Ese fue uno de los errores que hizo la campaña por el 'Leave'”, rematando además: “No fue uno de mis anuncios. ¡Te lo puedo asegurar! Creo que cometieron un error al hacer eso”. Y una semana después renunció como líder del partido político UKIP que lideraba. Fácil. Así que con base en una campaña de corte ultra-nacionalista, políticos avivatos lograron confundir a millones de ciudadanos altamente educados, con falsas promesas económicas de libertad y patrioterismo, urgiendo también esperanzas y temores relacionados con la salud pública.
Todo lo ocurrido alrededor del Brexit deja muchas enseñanzas, pero sin duda, una de las más importantes es, que impulsar en la población falsos temores y esperanzas relacionadas con asuntos de salud pública es tremendamente efectista, pero también peligroso. Tal como pudo verse en este caso, con frecuencia líderes irresponsables utilizan a su acomodo y beneficio este tipo de argumentos y temores, lo que por supuesto también ocurre en estas latitudes. Políticos, funcionarios públicos y advenedizos, que proponen lo incumplible y se especializan en sembrar juicios erróneos respecto del Sistema de Salud y las entidades que en él operan, se han venido constituyendo en una verdadera plaga que utiliza la incompleta información existente y la falta de transparencia para conseguir sus propósitos, cualquiera que ellos sean.
  Bioética
Como la abeja
Ramón Córdoba Palacio, MD
Surgen dos interrogantes; primero: ¿Por qué en un artículo de Bioética se toma como protagonista a un insecto? Segundo: ¿Por qué ese insecto es la abeja (1), que tantos beneficios nos proporciona?
Como lo afirmé recientemente (2), hay que mirar con atención la naturaleza que nos rodea -que es nuestro ambiente natural-, incluyendo al ser humano como elemento esencial, ser humano dotado de inteligencia racional y de voluntad de decisión, decisión que quiéralo o no tiene que asumir en cada instante de su existencia para lograr el ideal que ha elegido porque si no ha elegido -quiéralo o no-, ya eligió.

Como lo he afirmado en otras oportunidades, no elegir es elegir negativamente, pero es elegir, antinomia de libertad y límites propios de nuestra cualidad intrínseca de seres humanos; sí, ya eligió, al menos éticamente.
El ser humano no puede dejar de elegir: elegir en sentido positivo o negativo es, querámoslo o no, elegir. Insisto: si no eligió, ya eligió.
Cuánto nos enseña este laborioso insecto si observamos la vida de una de sus colmenas. Bajo el gobierno de una de ellas, la reina, todos los miembros de la colonia cumplen rigurosamente su destino en favor de la colonia, no hay egoísmos, su instinto no se los permite.
Ese egoísmo cede para proporcionar al hombre grandes beneficios con la miel, la cera, la polinización, la jalea real, etc., sin necesidad de la destrucción de las abejas por aquél, como ocurre con la caza o la pesca.
Ese orden en el trabajo, esa solidaridad, subsiste en la defensa de la colmena en general. Ante el peligro de la colonia las obreras son disciplinadas soldados que ofrendan su vida por los suyos, pues mueren al enterrar su aguijón.
¡Qué excelentes enseñanzas nos proporcionan las abejas! Solidaridad en el trabajo para bien de nuestros prójimos cercanos y lejanos, defensa justa de la dignidad de cada ser humano, convivencia, etc. Cuántas conductas benéficas para el ser humano si aplicáramos las suyas instintivas en las propias del ser inteligente, racional, capaz de distinguir naturalmente, sin agregados académicos, entre el bien y el mal esenciales, sustanciales.
Notas
1. Insecto himenóptero.
2. Córdoba Palacio, Ramón. Bioética. “Libertad limitada”. Periódico EL PULSO, abril de 2016, página 4.

NOTA: Esta sección es un aporte del Centro Colombiano de Bioética -Cecolbe-.
 

Maestro, ¿qué es eterno?

Charles Aznavour, embajador de la canción francesa, 92 años, 1.200 canciones compuestas, más de 100 millones de discos vendidos, actuaciones en 104 países y en 80 películas, "artista del siglo XX" para la CNN. El "secreto" de su longevidad artística -dice- es "una mezcla de trabajo duro, de creer en lo que haces, de no seguir modas efímeras, de apostar siempre por la calidad o, como artista, de nunca sub-estimar o perder contacto con el público". Resalta: "El amor a mi profesión es lo que me mantiene activo". ¡Qué ejemplo, pequeño saltamontes!

 
 











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