MEDELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 16    No. 211 ABRIL DEL AÑO 2016    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co


El gasto en salud de Colombia: Perspectiva internacional
Jairo Humberto Restrepo - María Teresa Petro - Diana Isabel Londoño Grupo de Economía de la Salud -GES-. Facultad Ciencias Económicas, U. de Antioquia

En el Observatorio de la Seguridad Social No. 31, el Grupo de Economía de la Salud (GES) presentó los resultados del análisis destinado a responder estos interrogantes: ¿Cuál es, cómo se ha comportado y cuáles son las principales fuentes de financiación del gasto en salud de Colombia? Y, ¿en qué medida la salud es o no una prioridad en el país, desde el punto de vista del gasto? El análisis fue efectuado en el marco del estudio “El gasto y la prioridad que tiene la salud en Colombia”, auspiciado por Productos Roche. A continuación, un resumen con los principales resultados.
Fuentes y usos de los recursos
El gasto en salud se estructura en dos categorías según la fuente de financiación: público y privado. Dentro de los gastos públicos, con recursos recolectados mediante cotizaciones e impuestos, están los destinados a la afiliación a los regímenes contributivo y subsidiado, a la atención de la población pobre no afiliada, a la salud pública y a otros servicios y programas institucionales. Por otro lado el gasto privado, que corre por cuenta de las familias y de las empresas, se compone de seguros privados y de pagos de bolsillo.
Con un gasto de unos $48 billones en 2013 (un millón por persona), equivalente al 6,8% del Producto Interno Bruto (PIB), Colombia hace frente a las necesidades en servicios de salud. El 76% de dicho gasto es público y proviene de las cotizaciones, del Sistema General de Participaciones (SGP), de aportes del presupuesto nacional, de las denominadas rentas cedidas y de recursos propios de los entes territoriales. Estos recursos se destinan mayormente al régimen contributivo (incluyendo los regímenes especiales), con 55% del gasto público, y luego al régimen subsidiado con 29%. Y del gasto privado que asciende al 24% del gasto total, el 58% está representado en pagos directos de los hogares. Lo demás es agrupado entre los planes de medicina prepagada, otros seguros voluntarios y el Seguro Obligatorio de Accidentes de Tránsito (SOAT).
La salud en el presupuesto público
El sector salud ocupa en Colombia una participación importante en el presupuesto público, con picos en 1998 (23%) y en 2003 (20%), cuando se hicieron esfuerzos por aumentar cobertura en el régimen subsidiado. Considerando los sectores objeto del gasto público entre 2009-2014, Protección Social ocupó el primer lugar con poco más de la cuarta parte del gasto total, seguido por Salud con valores promedio de 14.9% y el tercero Educación con 14.7%. Estos 3 sectores conforman más de la mitad del gasto público.
Por otro lado, en los últimos 5 años el gasto destinado a salud creció en términos reales: 2010 fue el año de mayor auge y 2014 el de menor crecimiento (4.7%). Los aumentos de años anteriores a 2014 se explican por el aumento de cobertura en el régimen subsidiado, la unificación de planes de beneficios a partir de 2012 y la ampliación del Plan Obligatorio de Salud -POS- (que dio lugar al alza real de la Unidad de Pago por Capitación -UPC-).
El gasto colombiano en el contexto internacional
Para 2013, con un gasto per cápita de US$843 (ajustado por paridad del poder de compra -PPA-), Colombia se encontraba en niveles promedio respecto de países con similar PIB por habitante, sobrepasando valores mínimos de referencia mundial. El país se ubica entre extremos como Noruega, que gasta más de 10 veces lo alcanzado por Colombia, y el de Haití, superado por Colombia en más de 5 veces.
Respecto del gasto público entre países de América Latina y el Caribe, comparado con países de similar PIB per cápita, destaca que Colombia es el de mayor gasto público percápita. Respecto de sus pares en nivel de ingreso Medio-Alto, Colombia también ocupa una posición privilegiada, donde países con similar PIB per cápita como China, Perú y Ecuador tienen un nivel de gasto público menor que Colombia. En general, al revisar cifras de gasto del gobierno respecto del gasto total, el país se posiciona frente a sus pares en puestos privilegiados y por encima de las medianas, incluso de países desarrollados.
Además, Colombia mejoró en protección contra los riesgos económicos de la enfermedad, a pesar de gastar menos en salud que los países con mayores ingresos. El gasto de bolsillo se mantiene por debajo del 20% del gasto total, cifra referenciada como el umbral donde los países deben situarse para que los hogares no incurran en gastos catastróficos.
Finalmente, en general las asignaciones presupuestarias para la salud en la Región de Europa de la OMS varían desde un mínimo del 4% del gasto público total hasta casi el 20%. Aunque la tendencia es que los compromisos gubernamentales respecto de salud tienden a aumentar cuanto mayores son los niveles de renta nacional, algunos países de bajos ingresos destinan a salud un mayor porcentaje del gasto público que sus homólogos de altos ingresos: 22 países de ingresos bajos en todo el mundo destinaron más del 10% a salud, mientras 11 países de ingresos altos asignan menos del 10%. Colombia se encuentra por encima de las medianas mundiales respecto de sus homólogos regionales, de similares ingresos y países de la OCDE.
En conclusión: Colombia presenta varios indicadores de gasto en salud que lo ubican en una buena posición a nivel internacional (ver cuadro), especialmente en lo que respecta al gasto público como porcentaje del PIB, en términos per cápita y como proporción del gasto total en salud. Además, dada la baja proporción de los pagos de bolsillo, el país se destaca en materia de protección financiera, que es un objetivo primordial de los sistemas de salud.
Cuadro. Criterios de medición sobre prioridad
en salud en Colombia desde la perspectiva del gasto
Gráfica. Países de América Latina:
Gasto en Salud 2013 (% PIB según gasto público y privado)
 


El gasto y la prioridad de la salud en Colombia

A partir del análisis sobre el gasto en salud, en el Observatorio de la Seguridad Social No. 31 del Grupo de Economía de la Salud (GES) se quiere responder a la pregunta si la salud es o no una prioridad en Colombia. Los indicadores de gasto permiten señalar que el país supera las comparaciones y las medias en la mayoría de las variables estudiadas, incluso al ser cotejado con países de ingresos altos. En igual sentido, y en un esfuerzo por incluir las otras dimensiones esenciales en el logro de cobertura universal (población cubierta y servicios cubiertos), y no solo evidenciar lo logrado en términos de gasto y protección financiera, el país le dio un papel protagónico al aseguramiento en salud. Por ello se puede hablar de acercamientos a la cobertura universal en salud, mecanismo constituido en herramienta para solucionar problemas de acceso y de financiamiento de servicios de salud. Sin embargo, quedan por resolver dificultades relacionadas con barreras al acceso de servicios e indicadores de satisfacción y calidad.
Dado lo anterior, y desde una perspectiva internacional que reconoce los acuerdos en el avance a la cobertura universal, es destacable que en los últimos 20 años Colombia alcanzó logros importantes en 3 dimensiones primordiales de niveles de universalización, principalmente por la superación de 2 grandes retos que enfrentan los sistemas de financiación en salud: la recaudación sostenible de recursos y el aumento de la protección financiera. Estos dos desafíos fueron superados por pocos países con características similares a Colombia, poniéndolo en cierta ventaja y mayor grado de madurez. En consecuencia, por estos dos importantes avances es de catalogar que Colombia dio prioridad a la salud, desde el punto de vista de niveles de gasto en salud.
Ahora bien, es de gran preocupación cómo los retos de la Ley Estatutaria puedan ser solventados por el sistema de financiación actual. Esto crea alertas sobre la suficiencia del espacio fiscal en salud para afrontar los desafíos venideros. Incrementos adicionales de los recursos destinados al sector salud son vitales para su sostenibilidad financiera en los próximos años. Ante estos desafíos, el gobierno responde elaborando planes para introducir los llamados “impuestos para fines específicos" destinados a la salud sobre el consumo de refrescos azucarados, esperando que estos fondos adicionales amplíen el conjunto de recursos disponibles, como también que los gobiernos locales muestren mayor esfuerzo propio hacia el sector. Además del esfuerzo público, el aumento del gasto puede ir de la mano de aumentos en los aportes privados, sin ir en desmedro de los avances que el país ganó en equidad.
Asimismo, con el ánimo de separar los fondos de salud frente al problema de informalidad de la economía, el gobierno trató de abordar algunas limitaciones impuestas a la recaudación de ingresos por dicha informalidad del mercado de trabajo, al alejarse de las fuentes contributivas en el sector salud. Esto se materializó al sustituir parcialmente las contribuciones de los empleadores por un nuevo impuesto (el CREE) sobre las ganancias de las empresas. Sin embargo, los presupuestos del sector salud no son claros y las cotizaciones aún siguen liderando los ingresos del sistema. Otra medida del gobierno son los continuos ajustes a la Unidad de Pago por Capitación (UPC), por encima de la inflación, con el fin de garantizar la igualación en términos de calidad y expansión de servicios del Plan de Beneficios. De esta forma, se muestra cierta voluntad política por aumentar la asignación de recursos a la salud.
Finalmente, es esencial liberar recursos adicionales mediante mejoras, por medio de un plan de beneficios soportado en tecnologías costo-efectivas, instauración de mecanismos de pagos prospectivos, creación o fortalecimiento de organismos de regulación que ayuden a mitigar los incentivos financieros perversos en la relación EPS-IPS, e identificación y focalización de áreas críticas de inversión que generen mayor impacto a los estados de salud. De esta manera, nuevas fuentes de ingresos y políticas de mitigación de problemas de eficiencia deben ser primordiales, ante un gasto sanitario en expansión acelerada. Lo que lleva a preguntarnos qué tan prioritario ha sido para el país la imperante necesidad de hacer uso eficiente de los recursos recaudados
 
 
 







 



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