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Reflexión
del mes |

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Hay
que evitar el combate en lugar
de vencer en él. Hay triunfos que empobrecen
al vencido, pero no enriquecen al vencedor
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Juan
Zorrilla de San Martín (Uruguay, 1855-1931). Escritor,
periodista, docente y diplomático. Se le considera el
máximo representante de la poesía romántica
uruguaya. Autor de La leyenda patria (1879) y de
Notas de un himno (1888) que incluye Tabaré,
extenso poema que recrea en la figura del mestizo Tabaré
los rasgos más destacados del héroe romántico,
como la soledad, el sentimentalismo, la desdicha y la nobleza. |
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El
sistema de salud en Colombia en su peor momento
Insostenibilidad
económica y
quiebra del sistema lo tienen en jaque
Juan
Guillermo Ortiz Martínez, MD Director Clínica
Universidad de La Sabana
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Con autorización
del autor, reproducimos artículo publicado en el diario
El Tiempo el pasado 3 de septiembre.
Todavía ronda en el imaginario de los colombianos el
pronunciamiento airado del presidente Juan Manuel Santos cuando
anunciaba con bombos y platillos desde el Palacio de Nariño
el desmantelamiento del 'Cartel de la Salud' en mayo de 2011.
Y cómo olvidar los allanamientos a las oficinas de algunas
EPS por organismos del Estado, la captura a 7 personas y el
anuncio de cifras inimaginables de robos al sistema, posterior
a su oportunista alocución. |
Cuatro años después
no se conoce el organigrama del cartel anunciado. Tampoco
se han mostrado las capturas de sus cabecillas y mucho menos
se han hecho públicos los embargos de cuentas bancarias
o la extinción de dominio de propiedades o activos
de ese supuesto cartel.
En cambio, sí estamos ante el peor momento del sistema.
La salud en Colombia está en manos de la empresa privada,
son grupos empresariales, familias y ciudadanos que han visto
que el negocio de la salud es una opción adecuada para
construir país. Pero aclaro, debe ser el mejor negocio
(ético, transparente, socialmente sostenible), pues
administra la vida y el bienestar de todos los colombianos.
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El ministro actual (Alejandro
Gaviria) ha sido valiente y coherente en la búsqueda
de una reglamentación y control al gasto desmedido
que venía generándose. Hasta ahí todo
está bien. En lo que se raja el sistema y genera preocupación
es en las prácticas que el Estado permite en el sector
salud. Si alguien genera un servicio en una empresa, lo lógico
es que la factura reciba un pago asociado a la tarifa y de
acuerdo con el servicio prestado, pago que no pasa de 30 o,
en el peor de los casos, 60 días.
Pues hoy el gobierno nacional, a través de las EPS,
debe a clínicas y hospitales la suma de $5 billones
con cartera vencida de un 57%. Los indicadores financieros,
aparte de vergonzosos, son insostenibles y absurdos.
En la práctica los días de cartera rondan los
180 días, la cartera en promedio equivale a 5 o 6 meses
de facturación del respectivo hospital, las glosas
son otro segmento con el cual las aseguradoras se financian
y demoran el pago de obligaciones a las instituciones de salud.
Es que no alcanza la UPC (Unidad de Pago por Capitación),
dicen gobierno y EPS. Entonces, sugiero, ajusten la metodología
de cálculo y los límites infinitos de las normas
del derecho absoluto, no le sigan rindiendo culto a la autonomía
intocable del personal de la salud y controlen a los jueces
que tratan a los pacientes con sentencias irreales. Palabras
más, palabras menos, no hay un modelo eficiente de
salud.
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Las carteras siguen creciendo,
las EPS
continúan con sus prácticas de financiamiento,
las medidas de control del gobierno aprietan la libertad
de empresa y sofocan la sostenibilidad
de los hospitales.
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Las instituciones
intervenidas escasamente pagan la cartera corriente en promedios
calculados a las redes que aseguran los mínimos de atención.
Los demás hospitales tienen que hacer fila y esperar
a que se hagan conciliaciones que después de meses son
logradas gracias a la extorsión y a la renuncia por derecho
de porcentajes de descuento que pueden ir entre el 5 y el 20%.
Es decir, no se reconocen intereses como en el sector real sino,
al contrario, se disminuyen los montos que no alcanzan a cubrir
los costos financieros o de oportunidad del dinero. Y el gobierno
sostiene que no va a pagar las deudas viejas que son parte de
la negociación entre las EPS y los hospitales. Mejor
dicho, apague y vámonos.
Las medidas de Minsalud, con una lógica de contención
de costos, hacen que cada vez sea menos viable la prestación
del servicio. Por un lado políticamente se habla de los
derechos a la salud como un logro para los colombianos y son
incluidos todos los servicios inimaginables y tecnologías
en el plan de beneficios; por otro, como si los pagos fueran
adecuados, se generan normas irrisorias del primer mundo en
países como éste que aún está en
vía de desarrollo. Un ejemplo son los famosos re-usos.
Por ejemplo, normalmente un trocar para laparoscopia certificado
por el fabricante podría tener varios usos con los cuidados
y procesos de esterilización aceptados internacionalmente;
pero ahora como se prohíbe el re-uso, el costo que antes
se repartía en 3 atenciones solo sirve para una sola.
Dicho de otra manera, con esta decisión se aumentó
el costo pero se restringen los pagos vía plan del POS.
Y si se tiene en cuenta que el fabricante aumentará las
ventas en Colombia y hoy, con un dólar a $3.000, las
multinacionales subirán los precios y los costos proporcionalmente
se incrementarán con el subsecuente apremio en términos
de costo-efectividad.
No se puede desconocer que la integración vertical trató
de controlarse, pero misteriosamente ha continuado con una mirada
cómplice del gobierno, donde los aportes de los colombianos
en parafiscales de las cajas de compensación también
son ahora parte de esa integración y ningún organismo
de control se pronuncia. En conclusión, las carteras
siguen creciendo. Las EPS continúan con sus prácticas
de financiamiento, las medidas de control del gobierno aprietan
la libertad de empresa y sofocan la sostenibilidad de los hospitales.
La solución, por su parte, pareciera ser endeudarse más
sin que el gobierno quiera asumir la responsabilidad de mantener
estas estructuras que son las que favorecen intermediación,
integración vertical, manejo de proveedores, pérdida
de la calidad en la atención, y en medio están
los pacientes que perciben una burocracia que se dedica a controlar
el PyG mensual de cada EPS a toda costa.
Esperemos cómo los éxitos de tantas instituciones
de salud en calidad, desenlaces, acreditaciones y posicionamiento
del país en entornos internacionales, tendrán
el valor para continuar en ese mar de insostenibilidad y dificultades
reales del actual sistema de salud. |
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Por
la salud como
derecho
y bienestar integral
Álvaro
Olaya Peláez Magíster en Salud Pública Decano, Facultad Nacional
de Salud Publica Héctor Abad Gómez - Universidad de Antioquia |
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Discernir sobre el sector salud
colombiano genera una sensación agridulce. Desde orillas
opuestas escuchamos a diario argumentos que de un lado muestran
un escenario positivo sobre la salud en el país, mientras
aumentan los reclamos de quienes sufren en carne propia las
inequidades e ineficiencias del sistema. Aún están
frescas las declaraciones del ministro Alejandro Gaviria, cuando
proclamó que la llamada crisis de la salud
no es tan dramática como la hacen ver directores y trabajadores
de muchos hospitales. |
Estas declaraciones del Ministro
que intentan bajarle intensidad a la dimensión de la
crisis, me hacen imaginar a un paciente al que luego de un
accidente su ortopedista le da la noticia tranquilizadora
de que solo tiene fracturados un fémur, la clavícula
y dos costillas, y le da la buena noticia que los otros 202
huesos están bien, como si así se minimizaran
sus malestares.
Hay que reconocer que en indicadores del estado de salud de
la población hemos tenido avances significativos en
la última década, en la reducción de
las tasas de mortalidad infantil y mortalidad materna, el
aumento de la esperanza de vida al nacer, la cobertura de
aseguramiento, entren otros. Sin embargo los avances no son
suficientes y desde una perspectiva de Determinantes Sociales
de la Salud, seguimos mostrando cifras que dan cuenta de las
condiciones de inequidad y pobreza.
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En el funcionamiento del sistema
de salud se mantienen y agudizan las tensiones entre aseguradores,
prestadores y usuarios, lo cual evidencia el fracaso de un sistema
que se fundamentó en una concepción aséptica
del mercado. Las premisas del pluralismo estructurado que predecían
el comportamiento de los actores del sistema de salud no se
cumplieron, no porque fuesen falsas, sino porque desconocieron
la débil fortaleza moral propia de un escenario que deja
de lado el compromiso por el derecho a la salud y se instaura
en reglas de juego donde la transacción financiera es
el núcleo de la operación.
No se entiende cómo, ante la evidencia del fracaso del
modelo, el Estado persiste en mantenerlo en contravía
a los clamores de los trabajadores de la salud, los usuarios
del sistema y la rama jurisdiccional que mediante la Sentencia
T-760 compiló la dimensión de la crisis y reclamó
ajustes al sistema. |
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El avance legislativo
que intentó corregir lo negativo de la Ley 100/93, sin
tocar las bases estructurales del modelo, muestra una situación
favorable a los intereses de la ciudadanía. En primer
lugar, la Ley 1438/11 le apuesta a la conformación de
Redes Integradas de Servicios de Salud con un enfoque de Atención
Primaria, lo cual propicia esquemas de prestación de
servicios desde lo territorial, con mejores pronósticos
de equidad y eficacia. La aplicación de estas normas
puede afianzar el papel de los prestadores, brindar ganancias
en la situación de salud de las poblaciones y darle un
empuje a las redes públicas de servicios de salud.
Posteriormente la Ley Estatutaria en Salud regula el derecho
fundamental a la salud. La expedición de esta ley es
un triunfo de la movilización social, política
y legislativa por el derecho fundamental a la salud. Y según
el concepto de valiosos juristas, para su cumplimiento no es
necesaria la reglamentación, pues los derechos fundamentales
no están sujetos a ninguna forma de regulación:
por el solo hecho de que se definan como tales, se debe garantizar
su reconocimiento.
¿Qué ha pasado luego de estas leyes? Nada. Se
repite la vieja historia de nuestro espíritu a la vez
legalista y paralizante. Se expiden normas y nos sentamos a
esperar que por sí solas modifiquen las condiciones del
país.
Es hora de buscar un gran acuerdo nacional sobre lo que debe
configurar un sistema de salud en un Estado Social de Derecho.
Tenemos pistas sobre lo que no debe ser el factor que lo determine:
concebir a la salud como un sector de la economía en
donde las necesidades de los usuarios sean consideradas, no
como un derecho fundamental, sino como un medio de transacción
financiera. Pensemos la salud a la vez como un derecho y un
camino hacia el bienestar integral de la sociedad: en esa ruta
debemos invertir toda la creatividad ciudadana. |
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Bioética
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Sin seso
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Ramón
Córdoba Palacio, MD |
Nos
enseña el Diccionario de la Real Academia Española
que seso en su primera acepción es cerebro:
«1.m. cerebro», en la segunda «2.adj. coloq.
De escasa inteligencia. U. t .c. s.» y en la tercera,
«3. m. Prudencia, madurez». |
Infortunada pero realmente es lo que padece hoy día
nuestra cultura, especialmente en América Latina, donde
los dirigentes nacionales ostentan con sus comportamientos
«
escasa inteligencia» y total carencia de
«prudencia», de «madurez».
Prudencia, « (Del lat. prudentía), según
el Diccionario de la Real Academia Española, significa:
«1. f. Templanza, cautela, moderación. 2. f.
Sensatez, buen juicio». Templanza, significa, según
el Diccionario citado: «1. f. Moderación, sobriedad
y continencia». Y por continencia, de contener, entendemos:
« 3. tr. Reprimir o moderar una pasión».
¡Qué lejos están estas virtudes de la
conducta de nuestros dirigentes! Emplean consciente y frecuentemente,
según el Diccionario de la Real Academia Española,
la: «2. f. Astucia, maña y sutileza» pero
«para engañar», no para el engrandecimiento
del país que desorientan sino para su personal provecho.
Son fieles discípulos de Luis XIV, el Rey de Francia,
a quien la leyenda, no probada, le atribuye la célebre
afirmación: «El Estado soy yo». Su discernimiento
no tiene norte, depende de las posibles ganancias económicas
personales bien calculadas, el norte de su brújula
es su propia persona como meta sin otra posible orientación.
Conscientemente olvidan la dignidad humana intrínseca
de quien así obra y de quien infortunadamente recibe
su acción. Su egolatría les hace pensar que
sólo ellos son dignos de respeto; se adoran a sí
mismos y todo lo demás, incluyendo a los seres humanos,
debe postrarse ante ellos; confunden el bien y el mal, principios
éticos universales, con el capricho de su yo hipertrofiado.
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NOTA:
Esta sección es un aporte del Centro Colombiano de Bioética
-Cecolbe-. |
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Maestro, ¿qué es eterno?
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La guerra parece eterna, pequeño saltamontes. Lo eterno es
el ánimo bélico del hombre. Pero hay algo más eterno: Dios,
y la paz que es uno de sus atributos. Cuando el hombre logre
la iluminación divina y la transforme en voluntad colectiva,
desde ese día, la paz será eterna.
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