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Gilberto Martínez, el cardiólogo que donó
el corazón al teatro
Hernando
Guzmán Paniagua Periodista - elpulso@elhospital.org.co
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Gilberto Martínez Arango es
un hombre grande que se volvió médico cardiólogo
para donar su corazón al teatro, y a la gente. Por
eso cerró su consultorio, porque no era capaz de cobrar
la consulta. Fue campeón suramericano de natación,
en estilo libre llegó nadando a las tablas y es uno
de los pioneros del teatro moderno en Colombia; su práctica
docente es un acto interminable, sus investigaciones unen
los ámbitos médico y teatral; creó la
piscina olímpica de Medellín. El éxito
y la fama para él son volátiles, pues ¿quién
se acuerda de eso?, ¿Quién me conoce
hoy fuera de usted y mis hermanos?.
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Conjugar teatro
y medicina
Enfatiza el maestro Gilberto Martínez: A mí
me preguntan: ¿cómo es posible que un médico
haga teatro? Siempre, las excepciones han confirmado la regla:
Bertold Brecht, el gran autor alemán, estudió
medicina y fue enfermero en la guerra. Anton Chejov era médico,
el norteamericano Patch Adams, médico-clown, curaba
a niños enfermos haciéndolos reír: la
risa es medio terapéutico que ayuda a bien morir y
a veces a curar. Molière trabajó mucho con medicina,
Macbeth de Shakespeare tiene aspectos sobre la medicina del
momento, como cuando Lady Macbeth enloquece y un médico
la ve; y un personaje de la comedia del arte italiana es el
médico.
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Siempre
he dicho que no creo en la vocación, simplemente se me
ofreció la oportunidad de ser médico, la medicina
me llevó a ser cardiólogo y ahí -como me
pasó en el deporte- pude articular varios aspectos; en
técnica vocal, tengo un privilegio: fui un deportista
con una capacidad vital de 8 litros, y mi aptitud para hablar
es mucho mayor que la de quien no estuviese entrenado. |
Fui profesor de
Semiología y Jefe de
Cardiología en la Universidad de Antioquia
por
55 años y considerado el mejor especialista de entonces;
y hacía teatro de 4:00 de la tarde a 2:00 de la mañana.
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Gilberto Martínez |
De un colegio junto
a la Placita de Flórez, pasó Gilberto a La Presentación,
de ahí al San Ignacio de Loyola, y de aquí al
otro San Ignacio: Vélez Escobar, decano de
la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia. Chocó
con él y otros directivos: Empezaba a hacer teatro
y me querían prohibir la entrada porque se regó
la idea de que era 'comunista', yo lo único que decía
era que el teatro que hacía tenía que ser de contexto
social, de ahí a ser comunista en esa época era
muy fácil; el ingreso a Medicina era muy exclusivo, había
un examen preparatorio y sólo admitían entre 100
y 120 estudiantes, era la ley de Vélez Escobar. Como
campeón de natación de estilo libre, me invitaron
a unos Juegos Olímpicos en Helsinki, el doctor Ignacio
me informó que pasé el examen de admisión
y me dijo: 'Si se va para Helsinki, no puede entrar a Medicina'.
Le contesté: 'Yo este viaje no me lo pierdo'. Felizmente,
no hubo viaje a esos juegos por falta de recursos económicos
y pasé a Medicina.
Duende de La Casa del Teatro y cardiólogo
Gilberto Martínez es como el duende, eterno morador
de su Casa del Teatro, el espíritu del viejo Grupo
Experimental El Duende, primer elenco de su género
que hubo en Medellín, fundado por Gilberto Martínez
y Sergio Mejía Echavarría en 1953 o 1954. Fue
cuando el odontólogo Rafael De la Calle le dijo a Gilberto:
¿Quiere hacer teatro?.
Y expresa: Yo no sabía en qué me iba a meter,
de 18 años fui actor, actuábamos en el auditorio
de la Facultad y en Bellas Artes, allí monté 'La
sangre de Dios' del español Alfonso Sastre y actué
en 'La historia del zoológico' de Tennesee Williams.
Yo leía mucho, en tercero de bachillerato me gustaba
'Los bandidos' de Federico Schiller, porque tenía que
imaginármela; mientras que la novela es panorámica,
te cuenta todo, en el teatro hay que construir todo a partir
de los diálogos.
Narra luego la fundación del Teatro El Triángulo
en 1956, primero con sala propia en Medellín; el montaje
de Todos eran mis hijos de Arthur Miller, el cierre
de la Escuela Municipal de Teatro por el alcalde Oscar Uribe
(compañero suyo de bachillerato), su estancia en el Teatro
Libre de Medellín, los estudios de medicina interna en
el Hospital de San Vicente de Paúl durante tres años
y los de Cardiología en Méjico: Estudiaba
hasta las 4:00 de la tarde, hacía teatro hasta las dos
de la mañana en la Universidad Autónoma de Méjico
-ahí conocí las teorías de Brecht- y volvía
a estudiar a las 7:00 de la mañana. |
En New Orleans y Sao
Paulo estudié
cómo hacer coronariografías poco costosas,
con una placa de rayos X. Hicimos eco-cardiografìa
con un aparato de ginecología y un estudio de 100
pacientes con estenosis mitral, con registros
intra-cavitarios del corazón.
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Gilberto Martínez |
En San Francisco
(Estados Unidos), Martínez vería por primera vez
en escena las obras de Brecht, años 63 y 64, y haría
teatro en horas libres, mientras se especializaba como médico
investigador en cardiología y hemodinamia en la Sociedad
Cardiológica de San Francisco, de la cual es miembro.
Allá lo querían dejar como residente, pero tuvo
que volver a Medellín a fines del 64, pues era el único
hijo soltero que quedaba para cuidar a su padre, enfermo de
aplastamiento vertebral por osteoporosis y estaba casi paralizado.
Narra Gilberto Martínez: Traté de abrir
un consultorio, pero lo cierto es que no fui capaz de cobrar.
Un domingo, un taxista me recoge para que le vea la madre en
el barrio Buenos Aires, veo una casa podrida y caída,
y una señora muriendo de insuficiencia cardíaca,
le hago los estudios y el taxista me pregunta cuánto
le debo, vi que era muy pobre, le cobré uno o dos pesos,
sacó un montón de plata del bolsillo, como $80.000.
Me sentí muy mal y le dije a mi papá: 'Yo no sé
cobrar'. Luego de un mes cerré el consultorio y me fui
a la Facultad de Medicina a pedir puesto, era el único
cardiólogo con todas las especialidades. El decano de
entonces, William Rojas, me dijo: 'No entra, mientras no me
pruebe que no es comunista'. Me pegué del doctor Jaime
Borrero, quien me dio la plata que tenía para la evaluación
de una droga para la presión, Eutonil, dijo que yo era
el cardiólogo que necesitaban y me sostuvo un año
con ese sueldito, hasta que el Decano me dejó entrar.
Fui profesor de Semiología y Jefe de Cardiología
en la Universidad de Antioquia por 55 años y considerado
el mejor especialista de entonces, reemplacé al doctor
Fernando Toro Mejía; y hacía teatro de 4:00 de
la tarde a 2:00 de la mañana.
Gilberto Martínez, el Lucho
Navarro de la cardiología
Refiere el doctor Martínez: Mi clase de
cardiología era una clase de teatro, yo hacía
todos los soplos del corazón con un micrófono,
me llamaban 'el Lucho Navarro de la cardiología', por
el famoso cómico chileno que hacía sonidos con
el micrófono. Mis clases fueron grabadas. Yo decía
que una estrechez de una válvula mitral se oye así:
'¡Raá-pa-por! ¡Raá-pa-por!'
Era el nombre de mi jefe en el Country Hospital y en el Moffit
Hospital de San Francisco, el doctor Elliot Rappaport. A todos
los soplos yo les sacaba su onomatopeya y todos aprendían
así. Fui el primero en enseñar así la estenosis,
estrechez de la válvula mitral. En New Orleans (Estados
Unidos) y en Sao Paulo (Brasil), estudié cómo
hacer coronariografías que no costaran mucho, con una
simple placa de rayos X. Hicimos eco-cardiografìa con
un aparato de ginecología de un metro y pico, y un estudio
de 100 pacientes con estenosis mitral, con registros intra-cavitarios
del corazón. A veces, había que adivinar lo que
uno veía; eso ganó una mención especial
en un congreso en Santa Marta, el doctor Rappaport vino a ver
ese aparato y nos dijo: Ustedes son demasiado agudos,
esto es muy primitivo'. |
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Biblioteca Gilberto Martínez
Arango
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La
Biblioteca Gilberto Martínez contiene 10.000 títulos
(de literatura universal, filosofía, teatro), y originales
de Fernando González como Los Negroides
que habla del padre de Gilberto, Luis Martínez Echeverri,
pediatra, uno de los fundadores del Hospital Infantil (del
Hospital San Vicente en Medellín).
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Intelectual
humanista, protagonista de páginas no escritas de nuestra
historia médica, Gilberto Martínez repite una
y otra vez: Quien sólo de medicina sabe, ni de
medicina sabe. Y lo corrobora la Biblioteca Gilberto Martínez
Arango, laboratorio de su alquimia, su alcoba espiritual, abierta
a quien quiera consultar sobre cualquier cosa, en uno de los
rincones de la Casa del Teatro, una de tantas fábricas
de sueños que construyó.
Este recinto del patrimonial barrio Prado en Medellín
contiene 10.000 títulos (25% de literatura universal,
filosofía y cosas afines al teatro, 20 o 30% de teatro),
originales de Fernando González (me los dejó
mi abuelo materno Antonio Arango Lalinde, en 1890), como
Los Negroides que habla de su padre Luis Martínez
Echeverri, pediatra, uno de los fundadores del Hospital Infantil
(del Hospital San Vicente en Medellín), formado en París,
médico de personajes importantes como Vicente Uribe Rendón,
liberal amigo de Alfonso López Pumarejo y de Carlos Lleras
Restrepo, secretario de educación departamental, que
está en una foto en el aeropuerto Las Playas el día
que murió Gardel. |
Hago
investigaciones en medicina aplicada
al teatro: en una sobre cuerdas vocales en el sistema
de actuación, 'La boca como personaje', hago laringoscopia
de actriz y demuestro que el movimiento muscular del aparato
fónico se hace 590 milisegundos antes de
que usted mida la palabra.
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También
hay en la Biblioteca revistas de todos los tiempos y de varios
sitios del mundo: Primer Acto (su director José
Monleón se quería llevar los ejemplares No. 1
y 2, que no tenía), revistas de Francia, de la Asociación
de Directores de España, de Inglaterra, de Brasil, y
de los contextos históricos, políticos y sociales
de las obras montadas en La Casa del Teatro.
Refiere el médico y director teatral: Desde niño
fui el más fanático de la lectura entre 6 hermanos,
vivíamos en Girardot con Maracaibo, en el centro de Medellín.
Le aprendí a mi abuelo, quien tenía una biblioteca
muy grande. Mi abuela Berta Lalinde y mi madre Ángela
Arango que estudió en Inglaterra, eran muy cultas. Esta
es la biblioteca de toda mi vida, desde 1952 hasta hoy. Hay
investigaciones en medicina aplicada al teatro: la última
la hice con un equipo especializado durante 3 meses, sobre las
cuerdas vocales en el sistema de actuación, 'La boca
como personaje'. En ella hago laringoscopia de actriz y demuestro
que el movimiento muscular del aparato fónico se hace
590 milisegundos antes de que usted mida la palabra. |
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Para hacer teatro, aguantar
hambre, mijo |
El maestro Gilberto
Martínez Arango recalca: Yo siempre he creído
que uno no tiene que pertenecer a algún partido político
para hacer algo, y menos para el arte. Que uno haga arte político
es otra cosa. En el caldeado debate de los años
70 sobre teatro y revolución, Gilberto fue
uno de los creadores de la Corporación Colombiana de
Teatro, y recuerda ese seminario de dramaturgia que concluyó,
en la voz de su amigo Danilo Tenorio: No se puede hacer
dramaturgia si no se cree en el materialismo histórico....
Ahí nos paramos todos los que no estábamos
de acuerdo con eso, cuenta el veterano director de teatro.
Creador de la piscina olímpica
de Medellín |
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Al preguntar a Gilberto Martínez
si se cree merecedor de los méritos que lo señalan
como uno de los pioneros del teatro moderno en Colombia, contesta:
No, los ídolos son de barro y como buen deportista
sé que la memoria es pasajera; en 10 años fui
campeón grancolombiano, suramericano y panamericano,
fui a los Juegos Olímpicos de Melbourne (Australia) y
fui creador de la piscina olímpica de Medellín,
y nadie se acuerda de eso. Un video del Instituto para el Desarrollo
de Antioquia (Idea) con la historia del deporte en Antioquia
-según el cual nuestro mejor deporte es el juego de dado-,
no menciona el equipo que ganó varios puestos en el Suramericano
de Natación de Chile: mi hermano Sergio, Luis Felipe
Echavarría (expresidente de Polímeros Colombianos),
Jorge Hernández que murió (subgerente de El Colombiano),
y yo. |
Y cuenta: Como me echaron de todas las piscinas de Medellín,
mi padre consiguió un bañito de inmersión
en una finca de La Estrella, yo me amarraba un lazo de un palo
de guayaba y me tiraba a jalar el árbol en noviembre,
diciembre y enero; en febrero fui a Viña del Mar y batí
la marca suramericana, octava marca mundial, le gané
a Kelly Dos Santos, 4:38. En Medellín hicieron una piscina
olímpica contra todas las reglas de la Federación
Internacional de Natación, yo les decía: No
la hagan (es la auxiliar de hoy), era una piscina doble,
con un fondo de 1.2 metros hasta la mitad donde se hundía
a 4 metros para unir las piscinas de clavados y natación.
La Federación se opuso porque los récords eran
imposibles, se pasaba de la densidad de 1.20 a 4 metros y la
velocidad se perdía. Era un tanque de ratas, entrenábamos
en petróleo, en un tanque de ratas, para un torneo internacional,
no había tanques de purificación. En 1965, siendo
yo secretario de Educación del alcalde Jaime Tobón
Villegas, hicimos el proyecto de acuerdo para construir las
actuales piscinas olímpicas de Medellín.
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Todo el mundo usa
el teatro.
El mundo se ha teatralizado, en la TV se hace
teatro, entonces, ¿cuál crisis del teatro?.
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Gilberto Martínez
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Por cosas así,
Gilberto Martínez es escéptico frente a la fama
y el reconocimiento: Uno no se puede crear imágenes
que no son, no es uno sino el montón de gente que pasa
con uno y logra converger: Fausto Cabrera, Rafael De la Calle,
Sergio Mejía Echavarría, Alberto Aguirre, el reumatólogo
Óscar Uribe. Para hacer teatro, dice el profesor argentino
Jorge Eines, hay que resistir como los mulos, con los ojos tapados;
a Enrique Buenaventura le preguntaban: - Maestro, ¿qué
hay qué hacer para hacer teatro? Él contestaba:
- Aguantar hambre, mijo.
Y esto no falta en las 82 obras montadas por la Casa del Teatro,
más de 60 de Gilberto Martínez, más de
40 escenificadas. También ha montado a otros autores
colombianos. De los extranjeros, admira y conoce como pocos
a Darío Fo, Eduardo Pavlovsky, Alberto Adellach, Bertold
Bretcht, José Sanchís Sinisterra, Anton Chejov,
Beckett, entre otros. Dice: De los clásicos, no
me he sentido capaz de montar a Shakespeare y otros, sólo
hay textos deformados, traducciones para tirar a la basura,
no montan a Shakespeare sino versiones de él.
Un mundo teatralizado
Martínez rechaza la idea de crisis del
teatro y asevera: Todo el mundo usa el teatro, esto
es, un lugar para ver. La teatralidad es una 'polifonía
informacional', como dice Roland Barthes, único arte
que reúne todo: plástica, sonido, actor, música,
texto
la teatralidad la hace todo el mundo, hasta en la
política: el gobernador de Antioquia es un genio para
mover las manos, el mejor actor del mundo; Hitler estudió
actuación para sus discursos, Gaitán también,
Uribe es un actor, un profesor de teatro. El mundo se ha teatralizado,
en la TV se hace teatro, entonces, ¿cuál crisis
del teatro?. |
Así sea nadando
en el fango y contra
el fango, el teatro sigue y seguirá. Con teatreros
que son puro corazón como Gilberto Martínez
Arango
y con tan duros retos, cada obra es
un milagro cotidiano.
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Es admirable la terquedad
de teatreros como Gilberto Martínez y su afán
por hacer un teatro de contacto, participativo. Hace poco presentó
a 45 personas del barrio Santo Domingo Savio una función
de No abras el baúl cuando llegues, historia
de una violación; a todos les preguntó quiénes
habían visto teatro: ninguno había visto.
El maestro no admite la expresión grandes actores
en el medio local: A Gilberto Martínez lo conocen
aquí, en la parroquia, usted y mis hermanos, no más,
aquí no hay grandes actores, hay gente con talento extraordinario,
como todos los que han trabajado conmigo: Rafael De la Calle,
quien murió, odontólogo, saxofonista, especializado
en lingüística, se sabía todas las óperas,
en 'Potestad' actuó e hizo el texto en verso libre, pero
no sería nadie en Argentina frente a un teatrero como
Mauricio Cartún. Para un casting de Shakespeare, hay
actores que se aprenden todas sus obras, Liza Minelli gastó
dos años para aprender a cantar en 'Cabaret'; aquí
no hay ni un actor que sepa cantar -cuando montamos 'La excepción
y la regla' de Brecht, música del chileno Mario Gómez
Vignes, hubo que contratar un coro- ni hay nadie que sepa decir
el verso de Shakespeare.
Y agregó: Las actrices mías son de mucho
talento: Vicky Salazar, Paola Bedoya, Girlenny Carvajal
excelentes, pero tienen un problema: que el estómago
come y en la Casa del Teatro nadie se puede dedicar 48 horas
a esto, y hay que darles pasaje a los actores porque no tienen
para el bus; hoy sólo tengo dos actores de planta, el
resto invitados; y los espectadores no vienen sino cuando la
entrada es gratis. En el Teatro Libre tenía 2.500 obreros
inscritos que aportaban de a peso o dos pesos, eso se acabó.
Y continúa: Cuando monté 'Revolución
en América del Sur', del brasileño Augusto Boal,
con el Teatro Libre en los 70, recorrí el país
entero con el Ejército detrás. Una vez la presentamos
a la Asociación de Usuarios Campesinos en el parque de
Urrao y el cura prendió un muñeco de pólvora
para que no nos oyeran, después de estudiar 3 años
para montarla. Peter Brooke, el gran director inglés,
tardó 20 años para montar el Mahabharatha, el
libro sagrado de la India. ¿Cómo le pido a un
actor o actriz que se gaste 5 años para montar 30 minutos,
cuando a las 8 de la noche me dice: Tengo que ir a trabajar
a un bar, de eso vivo yo?.
Así sea nadando en el fango y contra el fango, el teatro
sigue y seguirá. Con teatreros que son puro corazón
como Gilberto Martínez Arango y con tan duros retos,
cada obra es un milagro cotidiano. Si la adversidad no ha podido
eliminar el arte dramático, entonces ¡que siga
la función!. |
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Ocioso
Lector
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A 116 años de su natalicio, la muerte
de García Lorca aún es un misterio
Krystell
Rodríguez Castañeda - Periodista - elpulso@elhospital.org.co
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Granada, ciudad que custodia el palacio andalusí La
Alhambra, vio nacer el 5 de junio de 1898 en su comarca Fuente
Vaqueros, a Federico del Sagrado Corazón de Jesús
García Lorca, el poeta español más leído
de todos los tiempos y más traducido del siglo XX,
símbolo de la Generación del 27 y una de las
primeras víctimas de la Guerra Civil Española.
El mundo celebra su natalicio, Federico vive a través
de sus poemas, de sus obras dramáticas y su música,
pero de sus restos aún se desconoce el paradero.
En 1931 el reino de España va a elecciones populares
y gana la república; en los primeros años de
la república, el arte y la cultura tuvieron gran apoyo,
el grupo teatral La Barraca dirigido por Eduardo
Ugarte y Lorca llevaba el teatro clásico español
a las zonas más alejadas de España. Sin embargo,
García Lorca ya representaba para los nacionalistas
un obstáculo: cristiano, pero con un sentido universal
del misticismo, que exaltaba en su obra las características
de la España que algunos despreciaban.
Verde que te quiero verde.
Bajo la luna gitana,
las cosas le están mirando
y ella no puede mirarlas.
Cuando inició la Guerra Civil Española,
Lorca decide regresar a Granada pese a la insistencia de sus
amigos para asilarse en otro país; allí se refugia
donde la familia Rosales, nacionalistas pero cercanos a él.
El 16 de agosto de 1936 la Guardia Civil lo retiene, desde
ese día su paradero es desconocido. Con acusaciones
de ser un espía bajo órdenes de la Unión
Soviética, el general Queipo de Llano sentenció
su muerte: Dadle café, mucho café.
Entre el 17 y el 18 de agosto, Federico fue trasladado con
otros presos por un camino alejado entre Víznar y Alfacar,
allí fueron todos fusilados y enterrados en una fosa
común anónima.
El misterioso paradero del cuerpo
del poeta
Pese a los esfuerzos de diplomáticos como H.G.
Welles por encontrar su cadáver, éste nunca
fue hallado. La familia García Lorca fue acusada durante
años de esconder su cuerpo en un lugar oculto, pero
su hermana Isabel desmintió estas versiones antes de
morir en 2002, en cambio se refirió al dolor que significó
para todos su desaparición y el fuerte impacto que
podría causar el hallazgo de sus restos.
En 2012 el peruano Santiago Roncagliolo publica el libro El
amante uruguayo, que relata el supuesto robo de los
restos de Federico por parte de Enrique Amorim, un escritor
uruguayo que sostuvo un romance con el poeta granadino durante
su visita a Montevideo y Buenos Aires; según Roncagliolo,
Amorim pudo haber robado los restos del autor del Romancero
Gitano para enterrarlos en Argentina; sin embargo, las
pistas que dejaba el uruguayo eran a su vez confusas, motivo
por el cual la historia no se considera verdadera.
Ian Gibson, hispanista y mayor biógrafo de García
Lorca, lideró excavaciones en Alcafar en busca de la
fosa donde habría quedado el cuerpo; la búsqueda
fue infructuosa y ni la Asociación para la Recuperación
de la Memoria Histórica logró encontrar algo.
Gibson dice que es un deber moral seguir indagando y solicitó
permisos para continuar las excavaciones. A fines de 2013
la Dirección General de Memoria Democrática
de la Junta de Andalucía impulsó nuevos trabajos
de un equipo de arqueólogos que, apoyados en testimonios
de tropas falangistas, intentarán dar con el paradero
de la fosa en la que se encuentra Federico García Lorca
acompañado del maestro nacional Dióscoro Galindo,
y de los banderilleros anarquistas Francisco Galadí
y Joaquín Arcollas.
Colombia acogería a Federico
En 1928 el periodista y escritor colombiano Jorge Zalamea
Lorca inicia en Madrid una grata amistad con García
Lorca, que habría de plasmarse en un archivo epistolar.
En 1936 inicia la guerra en España y Zalamea como ministro
de Educación le ofrece asilo político, pero
Federico lo rechaza alegando que se sentiría a salvo
en Granada donde el esposo de su hermana era el alcalde: un
mes después fue fusilado allí.
El crimen fue en Granada
García Lorca fue una de las primeras víctimas
visibles de la guerra; sus grandes amigos, políticos,
poetas, escritores y dramaturgos, se exiliaron en países
como Francia y Méjico, desde donde plasmaron la indignación,
el dolor y la desazón que dejaba la muerte del poeta
de carisma mágico. Antonio Machado escribió
El crimen fue en Granada:
Se les vio caminar...
Labrad, amigos,
de piedra y sueño, en el Alhambra,
un túmulo al poeta,
sobre una fuente donde llore el agua,
y eternamente diga:
el crimen fue en Granada, ¡en su Granada!
En 1933 viaja a Buenos Aires para el estreno de su obra
Bodas de Sangre, allí coincide con Pablo
Neruda, quién posteriormente escribió su Oda
a Federico García Lorca:
Si pudiera llorar de miedo en una casa sola,
si pudiera sacarme los ojos y comérmelos,
lo haría por tu voz de naranjo enlutado
y por tu poesía que sale dando gritos.
El poeta de Orihuela, Miguel Hernández, quien
tendría varios encuentros con Federico y moriría
en una prisión a la que fue enviado durante la guerra,
escribió en Elegía Primera:
Federico García
hasta ayer se llamó: polvo se llama.
Ayer tuvo un espacio bajo el día
que hoy el hoyo le da bajo la grama
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