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La
máquina de los sueños, el séptimo
arte, la herencia de la linterna mágica,
el espectáculo donde sus sueños se hacen
realidad, el edén de celuloide, esa antigualla
víctima de la TV, la internet y los video-juegos, más
que para divertir a la humanidad, nació para su progreso.
La criatura fue bautizada cinematógrafo, familiarmente
cine, y su apellido es científico. Su afán
de capturar el movimiento no es ajeno a la necesidad de registrar
e impulsar el avance de la sociedad.
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Reynaud y el praxinoscopio, 1877.
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Así
se concluyó en la Muestra internacional de cine y video
científico Documen-tales, un evento de la
celebración de los 125 años de la Facultad de
Minas de la Universidad Nacional de Colombia, del 11 al 15 de
abril pasado, con conferencistas nacionales e internacionales,
proyecciones y talleres, muchos en el Parque Explora en Medellín.
En su conferencia Arqueología y orígenes
del cine científico, el italiano Alessandro Griffini,
presidente de la International Association For Media in Science
con sede en París, acorde con varios sabios sobre el
origen del medio, aseveró: El nacimiento del cine
fue determinado en los últimos años del 1.800,
según las exigencias de la investigación científica,
mucho antes de la proyección de los hermanos Lumière
aquel 28 de diciembre de 1895, fecha oficial del nacimiento
del cine. |
Fuera
de la histórica función en un café parisino,
hoy simple hotel, la génesis de la máquina
de los sueños recoge todos los intentos de fijar
estáticamente la realidad, con participación de
Thomas Alva Edison y otros hombres de ciencia, para quienes
el estudio y reproducción del movimiento era un gran
desafío científico, señaló el divulgador.
En ese camino, están el praxinoscopio (teatro óptico,
1877) de Charles Emile Reynaud, al principio mero juego de sociedad;
el revólver fotográfico de 1873, que
vio el cortejo nupcial de Venus y el sol en 1874; los nuevos
instrumentos de laboratorio para estudios fisiológicos
y neurológicos: el esfigmógrafo, el cardiógrafo
y el crono-fotógrafo, financiado éste por el ministro
de defensa francés en la Guerra Franco-Prusiana en 1872
para estudiar la marcha de los soldados y por ahí derecho
el vuelo de las aves. |
Filmaciones sobre histeria del Dr. Charcot,
1878.
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Al
tiempo en Estados Unidos, el fotógrafo e inventor Edward
James Muybridge, por mero interés estético, inventó
objetos similares a los del francés Ètienne-Jules
Maray (fusil fotográfico), financiado por un multimillonario
del Ferrocarril, y registró la carrera de un caballo
con 24 cámaras paralelas. En 1877 publicó más
de 100.000 fotografías de transeúntes, beisbolistas
y animales, las cuales reprodujo en movimiento en 1890 mediante
el zoopraxinoscopio, así ruborizase a la sociedad victoriana.
Lo apoyaron el biólogo alemán Walter Fleming,
pionero de la citogenética; el científico inglés
Francis Galton, primo de Darwin; Thomas Alva Edison; el fisiólogo
alemán Rudolf Heidenhain, maestro de Pavlov, y otros
sabios. |
Tan claros
argumentos sobre
el protagonismode
la ciencia y la
medicina en la
génesis del cine,
señalan la motivación
primigenia de este
arte como impulso
del hombre y
para el hombre, y
ratifican su dimensión
ética y humanística.
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Separación de las siamesas Radica
y Doodica por el Dr. Doyen.
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Emil
Heinrich Du Bois-Reymond, fundador de la electrofisiología
y Charles Brown Séquard, uno de los padres de la endocrinología
moderna, emplearon la crono-fotografía en
sus avances médicos y neurológicos. Agrega Griffini
que en 1878, el neurólogo Jean Marie Charcot estableció
el primer laboratorio de fotografía médica en
un hospital de París y en 1893 apareció el primer
libro de fotografía médica, dos años antes
de la primera función del cinematógrafo Lumière.
Uno se pregunta: ¿Será por nacer el cine un 28
de diciembre que ese invento nos hace pasar por inocentes, con
mentiras fácticas que convierte en verdades artísticas?).
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Expresó
el científico italiano: Por un capricho de la historia,
el 28 de diciembre de 1895 se publicó la imagen de una
mano, anuncio del invento de los rayos X, al parecer la mano
de la esposa del inventor, William Roentgen.
Gran estrépito suscitó, en la década de
1900, la separación de las hermanas siamesas Radica y
Doodica por el cirujano francés Eugene Louis Doyen, expuestas
en la Galería de los fenómenos de
un circo. Operación filmada y presentada al Congreso
de Cirugía de Berlín el 4 de abril de 1902, con
copia vendida a un museo, motivo de descrédito para la
cinematografía científica. |

Cronofotografía de la marcha, Marey
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En 1899 se usó por primera vez un filme en una tesis
doctoral. En 1898, los nuevos inventos mostraron a escala reducida
el movimiento de las plantas, a razón de un segundo en
pantalla por dos horas reales (por lo visto, no es invento de
Discovery). Indicó el experto italiano, que en 1909 se
mostró el virus de la sífilis y se estudió
el impacto de una bala en los huesos humanos; las cámaras
miran las danzas de los Papúas en África (primera
filmación investigativa de antropología visual
in situ), los bailes sagrados de los indígenas australianos
(verlos era pecado para las mujeres), y las costumbres de los
bosquimanos del Kalahari.
Tan claros argumentos sobre el protagonismo de la ciencia y
la medicina en la génesis del cine, señalan la
motivación primigenia de este arte como impulso del hombre
y para el hombre, y ratifican su dimensión ética
y humanística que no se puede perder o desvirtuar. |
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Ocioso
lector
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La ciudad modelo
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Paradigma
de altruismo y de una ciencia-ficción que trasciende
la línea dura tecnológica hacia un humanismo ético,
es la utópica France-Ville, que construye
en Estados Unidos un médico con una herencia de 525 millones
de pesetas. Mucho antes de la retórica de la Organización
Mundial de la Salud (OMS) y los gobiernos sobre Atención
Primaria en Salud (APS) y determinantes sociales de la salud,
Julio Verne, en el siglo XIX, describe minuciosamente las cualidades
sanitarias de la ciudad ideal. |
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El
agua corre por todas partes. Las calles, pavimentadas de madera
bituminosa y las aceras de piedra, están tan brillantes
como el suelo de un patio holandés. Los mercados alimenticios
son objeto de vigilancia incesante, y son impuestos severos
castigos a los negociantes que se atreven a especular con la
salud pública. Cualquier comerciante que venda un huevo
podrido, carne averiada o un litro de leche adulterada, es tratado
sencillamente como lo que es: como un envenenador (
). |
Allí
se ve que el equilibrio perfecto de todas sus funciones constituye
una de las necesidades de la salud; que el trabajo y el reposo
son igualmente indispensables a sus órganos; que el cansancio
es tan necesario a sus cerebros como a sus músculos;
que las nueve décimas partes de los enfermos se deben
al contagio transmitido por el aire y por los alimentos. Nunca,
pues, podrá rodear su morada y su persona de las garantías
sanitarias suficientes. Evitar el uso de los excitantes, practicar
los ejercicios del cuerpo, cumplir concienzudamente una tarea
funcional, beber buena agua pura, comer carne y legumbres sanas
y preparadas con sencillez, y dormir con regularidad de siete
a ocho horas por la noche: tal es el ABC de la salud.
(Apartes de Los quinientos millones de la Begún,
de Julio Verne) |
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Sin ciencia ficción,
el futuro se detiene
Hernando
Guzmán Paniagua - Periodista - elpulso@elhospital.org.co
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La ciencia-ficción
no pretende sólo anticipar. Su papel primordial
es construir humanidad, ciudadanía, democracia y felicidad.
La ciencia y el cine no son zonas neutras en la vida social,
menos la ciencia-ficción que conjuga ambos elementos.
Lo crucial no es tanto prever el encuentro con otros seres inteligentes,
sino cómo convivir con ellos, qué ganará
o perderá la humanidad. Importa la perfección
genética de la clonación humana al fin del siglo
XXI, pero más importará si el clon será
moralmente mejor o peor que el ser original.
Tales son las preocupaciones del argentino Luciano Levín,
biólogo, químico y doctor en sociología
de la ciencia. |
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En su charla Sin
ciencia-ficción, el futuro se detiene, dentro de
la Muestra internacional de cine y video científico Documen-tales,
él partió de esta premisa: Los animales
no tienen maldad, esto es algo que aparece con la humanidad;
al mezclar hombres con animales se lograría un híbrido
sin maldad, plantea un personaje de ficción. Para William
Golding, autor de 'El señor de las moscas', lo que nos
diferencia de los animales es nuestro miedo, que es premeditado;
los animales sólo tienen susto. |
Uno construye una
ciudad por miedo a la naturaleza. Ello nos lleva a la maldad
y al crimen. Sostuvo que la ciencia-ficción
tiene que ver con el futuro del mismo modo que cualquier otro
género literario o cinematográfico. Y se
asocia más al presente, su función es sólo
hacer el mapa de lo posible; para Isaac Asimov, era una
rama de la literatura que trata de la respuesta humana a los
cambios en la ciencia y la tecnología, casi una sociología
de la ciencia.
Ciencia-ficción, ¿futuro
o presente?
Luciano Levin distingue dos corrientes literarias de
ciencia-ficción, que arrancan con el francés Julio
Verne, profeta mayor de la ciencia-ficción dura
y Herbert George Wells en Inglaterra, dos contemporáneos
que marcan direcciones distintas al género: Verne previendo
novedosos inventos tecnológicos: el cohete espacial,
el submarino, el globo; Wells, preocupado por la respuesta humana
a esos avances: ¿cómo sería la sociedad
del futuro con la máquina del tiempo? Mencionó
a seguidores de ambas tradiciones, como el primer
Asimov en la línea dura, y Brian Aldiss (Inteligencia
artificial) y William Gibson, pionero del ciberespacio
(Neuromante), en la otra línea. |
1984
de Orwell, Un mundo feliz
de Huxley y la quema masiva de libros de
Fahrenheit 451 de Bradbury, no son
sensacionalismo futurista, no son el mañana
sino el hoy. Obras que hablan del presente,
porque perdimos el derecho al futuro.
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Así como Levín
señala en Forastero en tierra extraña,
las secuelas educativas de la crianza de un terrícola
en una cultura selenita, en El habitante de las profundidades
de Marte de Clark Ashton Smith subyace el temor de una
amenaza ética: el monstruo dictatorial que a partir de
la fascinación que ejerce sobre sus súbditos,
los subyuga, les arranca los ojos y los sume en su mundo de
oscuridad:
Vio a sus compañeros iniciar su
segundo descenso del sendero que conducía para siempre
al Averno de la noche eterna.
Considera el investigador que el mundo extraterrestre de la
ciencia-ficción moderna es más reflexivo que descriptivo
y responde a la idea del Otro (un peligro a conjurar), en el
momento de la Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión
Soviética, del miedo al comunismo. En la visión
de la cienciología, invento de un editor
de ciencia-ficción, somos hijos de un experimento genético
de otros mundos, cuyos moradores vendrán a revelarnos
nuestro ser real: Se pueden clasificar los libros del
género como las disciplinas de una universidad: en biología,
filosofía, astronomía
. Así
hay diversos temas: la evolución, la eternidad, los universos
interiores, ciudades ideales, utopías y distopías,
el fin del mundo
. Una de esas ciudades ideales a
que alude el experto, figura ya en Los quinientos millones
de la Begún de Verne, bella utopía que envidiarían
nuestros ministros de salud (Ver detalles en Ocioso lector en
esta sección).
Importantes ideas científicas y tecnológicas,
anotó Levín, las captamos más en el cine
o en relatos de ciencia-ficción que en el aula escolar,
así como Asimov escribió en su autobiografía:
La ciencia-ficción me introdujo en el universo,
en particular en el sistema solar y en los planetas. |
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Aunque me había encontrado
con ellos en mis lecturas de libros científicos, fue
la ciencia-ficción la que los fijó en mi mente
de manera definitiva.
Levín cita a su compatriota Mario Bunge, para quien la
ciencia es un sistema de dos partes, de la cual sólo
nos enseñan la primera: un sistema de ideas establecidas,
el conocimiento científico. Pero casi nunca la segunda:
una producción de nuevas ideas, la investigación
científica. De ahí, dijo, vienen lugares comunes
como: la ciencia es peligrosa, es sólo
para sabios, la ciencia es aburrida y otras.
Y hay imágenes que no tenemos de la ciencia: una actividad
de compañerismo, trabajo en equipo, creatividad, aprendizaje
continuo, cooperación interdisciplinaria, cultura, economía.
Señaló: Se cree que para ser científico
hay que ir a la universidad y obtener un título. |
Así como para
ser taxista hay que manejar taxi todos los días, para
ser científico hay que hacer ciencia todos los días.
Aludió a los resultados de una investigación que
hizo en escuelas de Buenos Aires; según como los pintaron
los escolares, todos los científicos son hombres, vestidos
con guardapolvos y con anteojos, imágenes provenientes
del cine de ciencia-ficción.
Levín recordó la clasificación habitual
de los estereotipos de científicos: el alquimista, el
científico romántico, el aventurero heroico, el
sabio despistado, el idealista, el loco y el científico
real. La idea de la ciencia, dijo, como un mundo misterioso
e inaccesible, viene de la imagen del alquimista, nacida con
los sacerdotes de Isis en Egipto que poseían los secretos
para la purificación del oro, quienes muchas veces eran
asesinados para que el conocimiento no saliera de los templos. |
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Una reflexión ética
desde la ciencia
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El
ambivalente científico romántico, como Frankenstein,
sumido en sus investigaciones, olvidado de la gente al mundo,
pero que cree que cambiará al mundo, es punto de inflexión
donde la ciencia roba la autoridad a la religión, señala
el argentino Luciano Levín, doctor en sociología
de la ciencia: El aventurero heroico, quien pasa 5 años
en un barco comiendo mal, es correcto y le va bien con las chicas,
surge cuando los imperios recorren el mundo por mar y tierra.
En ese intercambio nacen remedios, pero también la cocaína.
Reencarna en el cine en policías como Stallone y Schwarzenegger
o el profesor Indiana Jones. Al científico idealista
de principios del siglo XX, a veces sus ideales lo hacen actuar
en contra de sus semejantes; surge con el positivismo de Popper
y sus secuaces del Círculo de Viena. A los ejemplos
de Levín agregamos el profesor Aronnax en Veinte
mil leguas de viaje submarino, el Doctor Fergusson, explorador
de Cinco semanas en globo, el entomólogo
Benedicto en Un capitán de quince años
y otros personajes de Julio Verne.
Más que a un futuro de oscuridad, muerte y tristeza,
la ciencia ficción mira a un proceloso y sombrío
presente. Ya el visionario de la ciencia-ficción
dura, Julio Verne, traspuso el tecnologismo
que se le endilga con su desencanto por las riquezas de nueva
cuenta (El volcán de oro), ante los
gobiernos totalitarios y las armas de destrucción masiva
(Los 500 millones de la Begún), o ante ciudades
deshumanizadas como París en el siglo XX,
con rascacielos de cristal, trenes de alta velocidad y
¡una red mundial de comunicaciones! |
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En
El monumento atómico de Theodore Sturgeon
y Alden Lorraine, las bombas y las balas destruyen la tierra
y al hombre; en No hay tiempo como el futuro de
Spencer Strong, sólo queda de la tierra un anillo de
polvo radiactivo alrededor de la luna, tras una gigantesca explosión
nuclear. Y 1984 de Orwell, Un mundo feliz
de Aldous Huxley y la quema masiva de libros de Fahrenheit
451 de Ray Bradbury, no son sensacionalismo futurista,
no son el mañana sino el hoy. Obras que hablan del presente,
porque perdimos el derecho al futuro 6 |
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